Di unas vueltas por Europa en estas ultimas semanas. Por primera vez estuve en Berlín, lo que me resulto imponente y emotivo. Sabia que ambas cosas abrían de acontecerme desde antes de llegar. Porque, en definitiva, Berlín es el sitio donde se expresaron las dos grandes tragedias del siglo XX. El nazismo y el comunismo. Y también es un canto a la vida. Allí esta Berlín y Alemania, de pie, hermosa y linda. Como prueba de que el hombre puede y lo hace, volver a existir y ser por encima de sus frustraciones y maldades. Convertida hoy en un liderazgo democrático para Europa. Símbolo de equilibrio y estabilidad para el mundo en un momento bien difícil, por cierto. Esta Alemania es imprescindible.
Me emocione, no se porque en ese momento y lugar, en el monumento a los gitanos pegado al Parlamento. Confirmé que los totalitarismos siempre tienen la misma arquitectura, clásica, de líneas rectas, cuando vi el monumento que Stalin le hizo a sus soldados muertos en la toma de Berlín sobre la avenida donde antes desfilaron triunfantes las fuerzas de Hitler. Y recordé por supuesto el cementerio de San Petersburgo que también tuve el lugar de visitar. En ese caso como parlamentario y con muy grata compañía.
Dos sorpresas. Ahora muestran el sitio donde estuvo ubicado el bunker del indeseable, y que la calle que pasa por su frente se llame Hannah Arendt. Lo primero es para festejarlo. Antes no permitían precisar ese lugar. Incluso podían detener a quien lo solicitara según me cuentan dos amigos. El Berlín del secreto. Es decir, el Berlín de Hitler primero y Stalin (en este caso un pedazo, es cierto) quedo atrás. Cerrar y ocultar no es propio de la liberad. Que muestra, recuerda y supera. Lo que no es perdonar ni vengar. Es vivir. Vivir en mi modesta opinión no es vengar ni perdonar.
Tal vez Hannah Arendt pueda ser considerada intelectualmente hablando, la mujer mas importante del siglo XX. Nos enseñó y explicó muchas cosas. Por ejemplo, que la rebelión no tiene nada que ver con la justicia, la razón o la verdad. El hombre se rebela solo cuando piensa que puede transformar una realidad. Eso explica, por ejemplo, que nunca existiera una sublevación importante en un campo de concentración nazi ni en un centro de detención soviético. Su crítica a la revolución francesa es insuperable. Su amor a Heidegger aceptable. En la guerra y en el amor todo es posible. Aunque haber contribuido en forma eficaz y consiente para disimular su nazismo empieza a sorprender.
Hubo un juicio a Eichmann en Jerusalén. A el mismo fueron dos grandes filósofos del siglo XX. La ya mencionada Arendt e Isaac Berlin. Se debatió allí el papel y la responsabilidad de quienes ejecutaron las ordenes de Hitler. Quedo claro que semejante tragedia no pudo haberse realizado sin que algunas posibles víctimas prestaran colaboración.
En esa instancia Arendt y Berlin llegaron a conclusiones diferentes. Arendt dijo que no se podía perdonar a quienes colaboraron. Berlin, un liberal entero, afirmo que cuando la muerte es inminente, el primer deber moral es sobrevivir. Arendt condeno a quienes sufrieron situaciones mas adversas que Heidegger. Que nunca fue ni siquiera detenido. Y sin embargo explícitamente dio su apoyo al nacional socialismo y ocupo un cargo en la universidad porque un judío fue expulsado.
Yo creo que Arendt puede, y se merece, que su nombre sea el de una calle en cualquier lugar de Alemania, de Europa o del mundo. En el único sitio donde esto no puede suceder es justamente en el lugar donde estuvo el bunker de Hitler. Por una razón muy sencilla. Esto supone condenar, sin ningún derecho, a quienes no pueden defenderse. Y que vivieron o viven, injustamente una tragedia que es imposible dejar de reconocer.
Me sorprende que un berlines o un alemán no haya expresado este pensamiento. Mucho mas que el gobierno de este país democrático y ejemplar no tenga en cuenta esa situación. Pero por encima de todo, me crea indignación que el gobierno de Israel y su pueblo no protesten ante una situación de este tipo. No hay derecho a que esto quede así.
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