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El cine como documento que testimonia el horror nuclear Por Carlos Acevedo

El cine como documento que testimonia el horror nuclear   Por Carlos Acevedo
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La tan elogiada película “Oppenheimer”, del talentoso director norteamericano Christopher Nolan, ha revivido el interés de parte del público por la Segunda Guerra Mundial y los horrores provocados por las dos bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre Japón. Pero si bien el filme profundiza en las circunstancias de la creación del tan devastador explosivo y la vida de su ideólogo, no es el primero que se ocupa del tema. Existe un puñado de títulos fundamentales que denuncian los terribles efectos del genocidio nuclear perpetrado en Hiroshima y Nagasaki.
Los ataques nucleares consumados por el gobierno de Estados Unidos bajo las órdenes del presidente Harry S. Truman a dos ciudades japonesas, no solamente marcaron la rendición incondicional de Japón y el fin de la guerra, sino que también provocaron diversas consecuencias a mediano y largo plazo.
Las explosiones en sí mataron, aproximadamente, a casi doscientas cincuenta mil personas, pero la contaminación que liberaron continuó enfermando y aniquilando japoneses durante décadas. Los efectos psicológicos tanto en los sobrevivientes como en aquellos que perdieron seres queridos fueron, asimismo, devastadores.
Más de una generación nipona creció con el temor a una guerra nuclear y, durante mucho tiempo, el cine japonés no fue capaz de abordar el tema con frontalidad. Por tal motivo, el director Ishiro Honda tuvo la idea de crear una criatura de fantasía que encarnara aquel temor. El filme “Godzilla”, de 1954, protagonizado por una especie de dinosaurio mutado por la radiación, es una metáfora de la devastación nuclear y sus consecuencias. Aunque apelando a la ficción, este emblemático personaje de la cultura popular japonesa, es un reflejo del pánico que provocaba la radiactividad en la generación sobreviviente al holocausto nuclear. Décadas después, directores como el maestro Akira Kurosawa, entre otros, reflejarían en obras como “Los sueños de Akira Kurosawa” (1990), y “Rapsodia en agosto” (1991) los efectos psicológicos y sociales que tuvo aquella masacre para más de una generación.
También podemos destacar “Lluvia negra” (1989) -no confundir con el policial norteamericano- un tenso drama japonés que reflexiona acerca de la paranoia originada por la pesadillesca hecatombe.
Cabe recordar, además, otras obras cinematográficas del país del Sol Naciente, que refieren a aquellos luctuosos episodios. Tal es el caso de “Hiroshima” (1983), largometraje de animación inspirado en un comic que refleja en forma explícita los devastadores efectos de la explosión y “En este rincón del mundo” (2016), película que narra la dramática peripecia de un grupo de sobrevivientes.
Otra propuesta emblemática que indaga con agudeza sobre el tema es “Hiroshima, mon amour” (1959), sin duda uno de los filmes fundacionales de la “Nouvelle vague”. Es un drama romántico del maestro francés Alain Resnais, en el cual una pareja franco japonesa, al tiempo que se enamora, reflexiona sobre la memoria, el olvido y las secuelas de la bomba atómica en la devastada ciudad y sus supliciados habitantes. Basado en un guion escrito por la autora Marguerite Duras, este clásico de culto es una aproximación, tan dramática como poética, a aquel terrible acontecimiento.
Más allá del triunfalismo norteamericano que cundió en la mayoría de la generación de la época, la ulterior producción yanki, más que nada a partir de los años sesenta, ensayó una mirada crítica, que abarcó desde lo sarcástico hasta lo truculento, sobre aquellos cobardes ataques. Obra ineludible es “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú.”(1964), una sátira de acento sardónico. Con un humor negro que generó agrias polémicas en su momento, Stanley Kubrick desnuda los horrores de la guerra y la demencia, tan ridícula como peligrosa, de los que tienen el poder de decidir sobre la vida o la muerte de miles de personas, con sólo levantar un teléfono o pulsar un botón.
Mucho antes del filme de Nolan, existió una película que abordó, con agudeza, el “Proyecto Manhattan” y los hombres y mujeres que trabajaron en él: “Creadores de sombras” (1989), cuyo argumento y tono narrativo, aunque con algunas diferencias, se asemeja notablemente al empleado por el realizador británico en “Oppenheimer”.
En 1966, la BBC inglesa produjo uno de los falsos documentales sobre la bomba atómica más aclamados de todos los tiempos: “El juego de la guerra”, que expone el hipotético bombardeo nuclear a una ciudad inglesa y sus consecuencias.
En 1984, la BBC realizó un ejercicio cinematográfico similar con “Threads”, película que relata las consecuencias de un ataque nuclear a la ciudad de Sheffield, en el sur de Inglaterra.
Otra obra cinematográfica que habría que revisitar para entender el fenómeno es “El día después” (1983), una película bastante olvidada que plantea la hipótesis de una guerra nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética, y las consecuencias de un ataque nuclear en suelo norteamericano, además de retratar, como pocas, por su singular explicitud y crudeza, las explosiones y sus efectos devastadores inmediatos y ulteriores.

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