El cuerpo de la mujer cómo campo de batalla ideológico por Alejandra Waltes.
A pesar de que, una corriente de pensamiento intenta abrirse camino en una sociedad en la que los parámetros de belleza siguen siendo mucho más rigurosos con las mujeres que con los hombres e intenta hacer frente al problema histórico de modelos corporales impuestos a través de la moda, reaparece el corsé. La muestra colectiva “Corsé: más que una vestimenta”, que puede visitarse en la Sala de Exposiciones «Estela Medina» del Teatro Solis hasta el 13 de octubre, refleja la diversidad de enfoques y estilos propios de cada artista participante y son un interesante punto de partida para reflexionar sobre nuestras contradicciones personales y sociales frente al multifacético tema de la imagen.
“No solo se celebra la belleza y el valor de la técnica artesanal con que se confecciona el corsé, sino que también se invita a una reflexión sobre el simbolismo en diferentes contextos históricos y culturales.
Cada obra cuenta una historia única, creando un discurso visual sobre el cuerpo que conecta el pasado con el presente, resaltando así la relevancia continua del corsé en el arte y en la moda.” dice el texto curatorial.
La coordinadora Virginia D´Alto expresa:” La idea de esta convocatoria internacional nace de la necesidad de visibilizar y difundir el trabajo de artistas plásticos y textiles. En una alianza con el Teatro Solis y la Comedia Nacional surge el tema “Corsé: más que una vestimenta “tomando como inspiración los corsés del acervo de vestuario de la comedia Nacional. ““Nos interesó mostrar la riqueza del diálogo entre materiales y técnicas contemporáneas y patrimoniales.” Los artistas participantes son: Ana María Kopec (Uy) – Andrea Bustelo (Uy) – Andrea Chanadari & Ana Inés Artagaveytia (Uy) – Blanca Villamil (Uy) – Felipe Maqueira (Uy) – Gladys T. de Souza (Uy) – Jimena Risso (Uy) – José Gómez Rifas (Uy) – Katharina Krenkel (De) – María Benita Rodríguez (Uy) – Mariela Gotuzzo (Uy) – Mercedes Fernández (Uy) – Mirtha Machado(Uy) – Pablo Auliso (Uy) – Patricia Herrero (Ar) – Patricia Saporiti (Ar) – Paulina Gross Demarco (Uy) – Romina Ulloa (Ch)- Susana Molina Bórquez (Ch) Tauba Muller (Ch) – Virginia D ´Alto (Uy). La curaduría estuvo a cargo de Soledad Omeñaca (Ch) y Valentina Garretón (Ch) y la coordinación de el encargado del acervo de vestuario de la Comedia Nacional Sergio Marcelo de los Santos (Uy) – Virginia D ´Alto (Uy) – Felipe Maqueira (Uy) y Susana Molina Bórquez (Ch). El término corset se ha utilizado históricamente para referirse a una prenda de vestir, aunque en algunos países se ha preferido el término corsé. Ambos términos son aceptados y utilizados actualmente. En la medicina, la palabra corset se utiliza para referirse a un aparato ortopédico utilizado para corregir desviaciones de la columna vertebral. La pieza diseñada por Virginia D ´Alto es la única de la muestra que toma el corset ortopédico como referencia. Según algunas fuentes, puede rastrarse el origen de los primeros corsés hasta las antiguas civilizaciones de Creta y Micenas, pero el que llegó hasta nuestros días con más o menos variantes alcanzó un gran auge cuando fue introducido en Francia por Catalina de Médici durante el siglo XVI, siendo adoptado por las mujeres de la aristocracia y la nobleza. Esta prenda era un corpiño ajustado y alargado, usado por debajo de la ropa. En el siglo XVII en las cortes europeas, el torso cónico anterior se modifica para conseguir estrechar la cintura y alzar el busto, además de realzar las caderas. Los corsés se hacen entonces rígidos mediante una serie de ballenas o varillas de metal, madera o hueso, insertas en la pieza de tela. Es ahora cuando se comienza a popularizar su uso también entre la burguesía, para ceñirse al ideal estético de la figura de la época. Alrededor de los doce o trece años de edad las niñas de familias adineradas se iniciaban en el uso de esta prenda, que seguirían usando hasta el final de su vida. Tras la Revolución francesa, el corsé cae en desuso al considerarse una opresión para la mujer, al igual que las medias, zapatos, pelucas y calcetas. Pero resurge a partir de 1820 y vuelve a usarse de forma común. Ya en el siglo XIX, con la Revolución Industrial, se vuelve más accesible. Llega a ser una prenda de culto popular, llegándose a considerar como una disciplina en torno a mediados de siglo, cuando alcanza su máximo apogeo, se adorna con bordados, pedrería, encajes y unas formas muy trabajadas. La nueva figura femenina “de reloj de arena”, con el busto elevado y una cintura estrechísima, llamada “de avispa”, afinada por el uso continuado del corsé contrastaba con una falda muy voluminosa que va evolucionando durante el siglo siguiendo las tendencias impuestas. Algunos hombres también usaron corsé: los militares del siglo XVIII, los dandies del XIX, y aquellos con condiciones médicas en la espalda, incluso hasta nuestros días. En la transición del siglo XIX al XX, una nueva tendencia proveniente de París comienza a calar en la moda, la Belle Epoque. La ropa interior, incluido el corsé, se convirtió en una fijación del interés sexual. El corsé llegó a representar, en muchas ocasiones, el contacto sexual, de ahí su potencial erotismo. Al iniciarse el siglo XX las feministas piden su desaparición y a partir de 1905 la moda adopta una silueta más flexible, que sigue la línea natural del cuerpo, sin necesidad de corsé muy ceñido. Coco Chanel, fue una de las principales figuras que contribuyó a la eliminación del corsé de la vestimenta femenina. Chanel rompió los esquemas de la moda de la época introduciendo una estética más minimalista y funcional, utilizando colores neutros y líneas simples en sus diseños. Su enfoque en la comodidad y la libertad de movimiento permitió a las mujeres abandonar las restricciones del corsé y adoptar una imagen más natural y auténtica. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial esta nueva posición y estética de la mujer se imponen. Tras la Segunda Guerra Mundial, en 1947, el modista Christian Dior populariza una nueva silueta, en la que la cintura se afina de nuevo y la falda vuelve a ser de vuelo muy amplio, aunque no hasta el suelo. Vuelve el corsé en tejido sintético, cómodo y elástico. La silueta de los años 40 y 50 volvió así a basarse en la exageración de las formas femeninas. Con la obsesión por la juventud de los 60s, la faja se convirtió en el elemento encargado de mantenerla y conservarla. No fue sino hasta la década de 1970 que vemos un cambio que favorecía la dieta y el ejercicio por encima del uso de fajas. En los 80s, esta nueva disciplina en torno al cuerpo se convirtió en un elemento de empoderamiento femenino. Fue entonces que volvió el corsé a estar de moda, especialmente, durante la época de los 80 y 90, pero esta vez, cargado de un significado diferente: la liberación sexual femenina y el erotismo. Ahora como prenda exterior es concebido como símbolo del empoderamiento de la mujer y usado como señal de rebeldía y anarquía punk por Vivienne Westwood y Madonna en 1990 con uno de los looks más populares, un corsé diseñado por Jean-Paul Gaultier. El corsé se ha convertido en una forma socialmente aceptable de ostentación erótica. Actualmente en el ámbito del fetichismo es considerada como un icono, ya que limita el movimiento y acentúa las formas femeninas. Esto ha formado parte de la popularización de esta prenda en algunas subculturas en las que influye esta temática, como es la cultura gótica. La diseñadora Alexia Elkhaim utilizó el corsé como pieza fundamental en sus diseños, como vehículo para mostrar la diversidad corporal, creando así una línea de corsé plus size.
“Femineidad obsesiva” (Felipe Maqueira- ¿2024?)
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