La realizadora argentina Melina Terribili acaba de presentar “Ausencia de mí”, un documental que se centra en el exilio de Alfredo Zitarrosa. Se trata de un trabajo que apela a documentos, sonidos e imágenes del acervo personal del artista. Terribili contó a Voces cómo fue el proceso de trabajo del documental, que se exhibe en varias salas de Montevideo y el interior.
En 1976, tras la persecución ideológica y prohibición de sus canciones, Alfredo Zitarrosa debió abandonar Uruguay. Desde su vasto e inédito material fílmico y sonoro en primera persona, la película narra el dolor de vivir en el exilio en un mundo signado por la violencia; y dialoga con el presente donde su familia comienza a guardar y rescatar estos recuerdos y grabaciones inéditas signados por el destierro de uno de los artistas más importantes del siglo XX. “Ausencia de mí” es una mirada sobre el dolor de vivir en el exilio, construida a partir de fotos, películas y grabaciones de sonido inéditas dejadas por Zitarrosa.
Melina Terribili nació en la Ciudad de Buenos Aires. Es directora, guionista de cine documental y directora de Fotografía y Cámara. “Ausencia de mí” es su segunda película como directora, que se estrena mundialmente en el International Documentary Film Festival of Amsterdam (IDFA). Actualmente escribe su tercera película, “Recuerda”. Trabajó en más de diez películas argentinas como Directora de Fotografía y Cámara premiadas mundialmente. En 2018 recibe el premio a la Mejor Fotografía Internacional en Palma de Mallorca en Film Infest por su trabajo en “Actriz”, de Fabián Fattore.
“Ausencia de mí” atraviesa un período histórico y político de Latinoamérica donde el exilio fue el destino de millones de personas. A través del exilio de Zitarrosa, la película indaga acerca del destierro, del desarme, de la destrucción a la que es sometido un hombre que es obligado a exiliarse. Desde las memorias inéditas de Alfredo Zitarrosa, Ausencia de mí se adentra en la geografía de su exilio. Su voz y su poesía atraviesan los países del destierro, el anhelo de volver y la preocupación política.
¿Cómo llega Zitarrosa a tu vida?
Como le llegó a muchas personas, a mí me impactó mucho su obra. Lo empecé a escuchar a los veinte años. Mi papá me había grabado música latinoamericana variada y a mí me pegó fuerte él, y a partir de ahí empecé a escucharlo. Me acuerdo que había salido en Página 12 una reedición de acá de los inéditos; estaba fascinada con él. Esa conexión que uno puede tener con un artista. También mi familia influye porque es de la misma generación que Alfredo, mis viejos han participado de un movimiento artístico, cultural y político. A mi casa venían muchos artistas comprometidos políticamente, era un mundo que ya me era familiar.
Ese acercamiento a Alfredo ¿fue solamente artístico o empezaste a saber un poco más de su vida, avanzaste hacia otras áreas?
Al escuchar a Alfredo es inevitable que haya un conjunto de elementos que van con él, su ideología, su sensibilidad en un montón de cosas. Pero cuando me pregunté acerca de qué pasaría sobre la posibilidad de hacer una película, lo primero que hice fue empezar a ver qué había sobre él. Me leí el libro de Guillermo Pellegrino que fue buenísimo, lo releí y lo marqué durante mucho tiempo. En 2009 después de leer el libro ya estaba decidida a hacer la película. No sabía todavía ni cómo. Y lo primero que hice fue concertar una cita vía email con la familia, porque lo primero que tenía que hacer era contarles de mi deseo. Y quién era yo y porqué quería hacer la película. Mi otra cita original fue con Guillermo Pellegrino.
¿Cómo fue ese recorrido y tu encuentro con la familia y todo el material documental que había sobre Zitarrosa?
La familia siempre me interesó. Durante un tiempo no tuve un guion, y lo que estaba haciendo era como empaparme, absorber todo lo que podía. Cuando podía económicamente viajaba a Uruguay, porque hasta ese momento era algo totalmente independiente y mío, estaba sola con el proyecto. Y las entrevisté a las hijas me acuerdo. Y tomé contacto con gente de la calle; después empecé a hablar con amigos, con gente cercana.
¿Que seas argentina te dio alguna ventaja o fue una desventaja?
Yo no lo pensé conscientemente, pero yo creo que fue una ventaja. Como que no tenía ningún tipo de presión, aparte poder hacerlo desde una inocencia total. Porque yo creo que ahora, viéndolo, te queda una dimensión de responsabilidad de la que quizás no era consciente. Pero era más fuerte el deseo y lo tomaba como algo natural.
Tuviste acceso al archivo personal de Zitarrosa, ¿cómo se compone ese material?
Son 170 cajas más o menos, más objetos personales, muebles, colecciones de libros gigantescas que no entraban en el lugar en el que fueron guardados. De hecho hubo que ocupar otros espacios. Yo lo que siento es que la película siempre estuvo centrada en el exilio, solo que me faltaba cómo sacar el resto de las cosas que estaban como por fuera.
¿Por qué elegiste poner foco en el exilio?
El exilio es un recorte que define a Zitarrosa de una forma muy contundente. Integra un montón de cosas del Alfredo que a mí me sensibilizó, su compromiso y preocupación política tan fuerte con todo, con la vida, con la humanidad, con la justicia, con la libertad. El exilio con su creación en relación a todo eso. Porque el exilio le impide componer, y eso habla mucho de quién era él, de porqué creaba, de para qué creaba, de su sensibilidad con las cosas. El exilio acomodó todo. Y además me parece que es un proceso histórico político importantísimo, que involucró a muchas personas y a muchas generaciones, no solamente en Latinoamérica sino en el mundo. Por ejemplo, los exiliados del franquismo, los refugiados, la gente que está cruzando y muere en el Mediterráneo, etc. Me pareció que era un tema muy potente que había sido definitivo para él. Y a la vez permitía que la película hablase de este tema universal que es el destierro. En épocas antiguas era considerado peor que la muerte, así que me pareció que todo eso potenciaba.
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