La Long Now Foundation fue creada en 01996, con el objetivo de crear conciencia en una mirada de largo plazo, a muy largo plazo. La fundación agregó un cero, precediendo la fecha, con el ánimo de tener presente que los temas de interés deben ser pensados para los próximos 10 mil años. Puede parecer provocativo de no tener en cuenta que la Long Now Foundation financia y promueve proyectos concretos, que ninguno de nosotros podamos ver su desaparición. Quienes adhieren recién están viviendo el segundo milenio de los 10 en que sus proyectos tendrán vigencia.
El informático Daniel Hills, por ejemplo, ideó un reloj convencional, pero construido de tal modo que pudiese continuar funcionando cuando ninguno de nosotros escuchemos el cucú anunciando la llegada del año 10 mil. Este reloj se está construyendo en el interior de una montaña en Estados Unidos. Dice Hills:
“Cuando era niño, la gente solía hablar lo que sucedería para el año 02000. Durante los siguientes treinta años siguieron hablando sobre lo que sucedería en el año 02000, y ahora nadie menciona una fecha futura en absoluto. Se ha ido reduciendo en un año por año durante toda mi vida. Creo que es hora de que comencemos un proyecto a largo plazo que haga que la gente piense más allá de la barrera mental de un futuro cada vez más escaso. Me gustaría proponer un gran (creo que Stonehenge) reloj meánio, impulsado por los cambios de temperaturas estacionales. Hace tictac una vez al año, bongs una vez al siglo, y el cuco sale cada milenio”.
¿Podemos imaginar el día en que el cucú salga a anunciar el año10 mil? ¿Cómo será ese día? ¿Cómo será el clima del planeta? ¿Cómo serán nuestros muy futuros descendientes? ¿Habrá, todavía, vida en el planeta? Una de las preguntas que se hacen en la Long Now Foundation es si la filosofía de los futuros habitantes del planeta será parecida a la nuestra.
La cifra mágica parece ser 10 mil. Cerca de esa cantidad son los miembros de la fundación. Trabajan en los más diversos proyectos. En Suecia y Helsinski, por ejemplo, se están construyendo gigantescos depósitos para contener residuos nucleares. También se construyó la bóveda global de semillas de Svalbard, capaz de guardar la genética botánica actual durante 100 mil años. Son proyectos de muy largo plazo, no atados a los avatares políticos o culturales del corto plazo.
La sonda espacial Rosetta, partió en el 2004 a bordo de un cohete Ariane, con la misión de alcanzar el cometa 67P, orbitarlo y llegar hasta él a través de una sonda que tras perforar la superficie del cometa y medir su núcleo. La sonda madre transmitió los datos y fotografías a la Tierra, desde una enorme distancia. Para alcanzar el cometa, la Agencia Espacial Europea tuvo que hacer un arduo trabajo de planificación. La sonda llegaría a su destino 10 años más tarde y no podría transportar el combustible necesario para semejante viaje. Los científicos tuvieron que planificar un viaje en el que la sonda pudiese aprovechar la fuerza gravitacional de la Tierra, Marte y el Sol para orbitar en torno a ellos, tomar velocidad y separarse para iniciar un nuevo viaje hasta su siguiente escala. Rosetta fue un prodigio de planificación a largo plazo, de manejo de varias disciplinas científicas para poder coordinarlas y cumplir con éxito una misión en el espacio 10 años más tarde.
Uno de los desafíos más grandes que tendrá América Latina será superar su persistente mirada a corto plazo, un camino que recorre con obsesión, poniendo el acento en el poder político. Esta visión de corto plazo, acentuada en los pasados treinta años, ha traído como consecuencia el relegamiento del pensamiento científico, en beneficio de su fe en la capacidad de redención que parece irradiar la clase media universitaria, generadora de la mayoría de los fracasos armados, como método infalible de justicia humana. Al abandonar, por el momento en el discurso, la doctrina del marxismo leninismo abandonó su peculiar forma de trabajar por un futuro lejano. Por otra parte, los viejos partidos liberales latinoamericanos se parecen a un boxeador fuera de estado, vapuleado hasta por su sparring.
Pudo parecer muy efectista aquella frase de Mujica: “a Europa no se le cae una idea”, pero ¿qué estaba queriendo decir Mujica? ¿Que a nosotros nos sobran las ideas? ¿Que nosotros sí sabemos cómo solucionar la injusticia social? Basta con echar una ojeada al índice de Ginni para comprobar lo mal que estamos en términos regionales, y en términos históricos, en lo nacional. Pasó casi inadvertido, pero, como poco, se trató de una fanfarronada tercermundista, referida, seguramente, a ideas de índole social. Una afirmación bastante arriesgada, cuando en América Latina cada vez estamos más lejos de planificar más allá de un cambio de gobierno, y el gobierno que llega, dedica la mayor parte de sus energías en trabajar para ganar la siguiente elección.
La fundación Long Now Foundation, que, literalmente quiere decir “largo ahora”, toma arbitrariamente una fecha, unos pocos miles de años antes de la agricultura, para proponer un reto: Estamos en el año 02018 de los 10000 que nos proponemos abarcar como civilización, y actuar en función de tres variables decisivas: educación, medio ambiente y cambio climático. Todo eso tendrá un impacto en el largo plazo, indudablemente, y ese impacto no lo llegaremos a ver, ni nuestros hijos, ni los hijos de los hijos de nuestros hijos, pero ocurrirá, de una forma o de otra.
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