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El panamericanismo y la OEA, otra vez abollados por Ruben Montedonico

El panamericanismo y la OEA, otra vez abollados por Ruben Montedonico
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«Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos»: José Artigas.

Si la OEA es la representación política emblemática del panamericanismo, alcanza -entonces- los golpes que recibe y los transfiere de inmediato a sus mandantes -de acuerdo con sus intereses- a aquel que le impone los términos y andariveles por donde debe circular. Se la fundó con esa finalidad, teniendo -por ejemplo-en sus actuaciones en Guatemala -con la guerra fría en curso- el papel de encubrir a Estados Unidos en el golpe de Estado, fomentado por el presidente Dwight Eisenhower, articulado desde la cancillería por el titular, Foster Dulles, y ejecutado con la CIA, dirigida por Allen Dulles, hermano del canciller. No lo consiguió.

En otros momentos expuso su dependencia de Washington con la expulsión de Cuba y la invasión a República Dominicana, hechos que afectaron en forma directa la suposición de algunos de que la OEA servía en algo a los esperanzados intereses de los países latinos que mayoritariamente la componían.

Sin exculpar a la asesina dictadura argentina, la guerra de Malvinas fue para mi generación la expresión más descarada de la imposición de los países del capitalismo central: la OEA y su socio el TIAR se comportaron de acuerdo con su servil historia. Más adelante, con Baena Soares como secretario se producirían las invasiones gringas a Granada y Panamá.

Debe señalarse que si no se recuperó del desprestigio, hubo una especie de remanso con la secretaría del chileno José Miguel Insulza (2005-2015) coincidente con el final de la presidencia de George Bush (h) y la mayoría de los mandatos de Barack Obama. Sin olvidar a Honduras y los hechos en torno a la presidencia de Mel Zelaya o el de Fernando Lugo en Paraguay, en ese periodo actúan los principales gobiernos progresistas de Sudamérica, aunque también ocurre el deceso de Hugo Chávez en marzo de 2013.

El siglo XXI nos ha traído vaivenes políticos de los que un Correa debió salir al exilio; Lula a la cárcel luego de la destitución de Dilma; llegó y (por suerte) se fue, Macri; un segundo mandato de Bachelet resultó peor para los intereses populares que el primero; Colombia eligió a un títere de Álvaro Uribe y en Uruguay cinco partidos de la derecha (del centro a la ultra) se juntaron para derrotar al Frente Amplio en las elecciones y gobernar aceptando -hasta el momento- las indicaciones de uno.

Así y todo, la OEA resultó abollada tras ser protagonista de un golpe inicial contra Evo Morales y su partido, el MAS. Luego del festín que siguió a la deposición del presidente, con los vistos buenos de algunos gobiernos de la región y otros del norte (EE.UU. y la UE), de improvisar un gobierno dictatorial, de facto, llamaron a elecciones para reponer las de 2019 -que perdieron y anularon, Y hete aquí que el MAS -por segunda ocasión en menos de un año- los vuelve a derrotar y les gana con cifras superiores a las de 2019: Luis Arce, ex ministro de Economía, técnico no indígena, sin el concurso del líder partidario, resultó triunfador -según el conteo del Tribunal Electoral- con el 55,05%. Arce declaró: “estamos indignados con la OEA” y su secretario general, Luis Almagro. El futuro mandatario cree que su contundente triunfo ratifica que Evo Morales ganó con legitimidad, sin el fraude que le inventaron, en 2019.

El ex presidente de Bolivia, que desde Argentina pidió fortalecer la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) por su parte, dijo:»Si tuviera algo de ética Luis Almagro debería renunciar a la OEA»

.De su lado, el Grupo de Puebla indica que «El cuestionamiento electoral de la OEA, además, desencadenó una situación de violencia política y social, que terminó en un golpe de Estado y la posterior renuncia de Morales, quien así preservó la paz social y salvó su vida, (…) exiliándose en México y después en Argentina».

Por su parte, la puntilla(*) la dio el gobierno de México que “sugiere (el 21 de octubre) al señor Luis Almagro someterse a un proceso de autocrítica a partir de sus acciones en contra de la Carta de la OEA y por lastimar la democracia de Bolivia, para determinar si aún cuenta con la autoridad moral necesaria para encabezar esta organización”.

Al momento que hago este apunte, llegan los primeros resultados de Chile -sumamente auspiciosos y alentadores para la vertiente abierta por la movilización popular- que confirman que se redactará una nueva Constitución según los datos que materializan el triunfo de la respuesta “aprueba” por aplastante mayoría y junto con ella la corriente que sufragó en la segunda boleta que auspiciaba su redacción por 155 constituyentes. La movilización fue y es un “síntoma de la crisis de representación del sistema político” para Vicky Murillo, por lo que esperamos que los constituyentes sean nuevos actores de la representación ciudadana.

Refiriéndose al texto actual, aplicado desde 1980, el politólogo Gabriel Negretto es terminante al afirmar que “simbólica y políticamente nunca superó ese defecto congénito” de haber sido redactada por el pinochetismo.

En este contexto, quienes reclamaron una nueva Carta Magna para Chile pueden servir de ejemplo para otras naciones, siempre entendiendo que el trasandino es un proceso único y será particular en cada país el modo de ejercer la representación popular.

Asimismo, debemos entender que en la tercera década del siglo -que iniciará en un par de meses- por principio, los que quieran reconquistar espacios progresistas deben dar saltos de calidad que transformen la cantidad y entender que lo popular que se enfrenta con la derecha no en una lucha jurídica o económica, sino una brega claramente política. Estamos en un tiempo que hasta las democracias estorban cada vez más a ciertos sectores capitalistas y las políticas de las derechas son regularmente mucho más acotadas.

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(*)Puntilla(como acepción taurina): Cuchillo que sirve para rematar al toro caído a efectos de acelerar su muerte. Por extensión se le da el significado de “golpe” o “toque definitivo”

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