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El Parlamento rebelde por Luis Nieto

El Parlamento rebelde por Luis Nieto
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Un amigo uruguayo que se exilió en Venezuela a principio de la década del setenta, comentó en el whatsapp que compartimos a diario, que si Maduro hubiese dejado pasar los camiones con la ayuda internacional, incluso si los hubiese hecho escoltar hasta sus destinos por su tropa, podría haber arrebatado la iniciativa a la oposición, para permitirle a Maduro quedar en condiciones de insistir en otras conversaciones que sólo acaban resultando favorables al régimen.

Si en lugar de responder de forma tan primitiva, Maduro se hubiese colocado a favor de los que esperaban medicinas o comida, abría un capítulo nuevo, inesperado.  Es más, de mostrar un perfil político más sutil, muchos de los países que abrieron las puertas a Juan Guaidó, Presidente del Parlamento, tal vez hubiesen tenido que cambiar de estrategia sobre la marcha, aceptando la propuesta de México y Uruguay.

Se le reprocha a Juan Guaidó que lo del 23 de febrero acabó en un fiasco: Ni se dividió el Ejército ni la ayuda humanitaria pudo entrar a Venezuela. Al finalizar el día D apenas un puñado de militares había conseguido cruzar a Colombia para ponerse a las órdenes del Presidente interino. El bloqueo que Maduro impuso para evitar la entrada de los camiones con la donación fue efectivo. Ese desenlace reafirmó el escepticismo de que Maduro estuviese tan débil como querían hacer creer.

Pero a partir de ese día lo que comenzó a crecer fue el rechazo al fracaso del gobierno, y el creciente apoyo internacional al presidente Guaidó. Dos hechos gravísimos marcaron esa tendencia que, al día de hoy, parece irreversible.

Lo que pareció improvisación y falta de combatividad por parte de la oposición, el diputado Miguel Pizarro lo explica así: “El 23 de febrero hubo tres factores clave para que la ayuda no entrase. El primero es el uso de grupos irregulares y paramilitares por parte del régimen. Por eso la decisión política del repliegue. Decidimos no implementar el plan B y el plan C porque era absolutamente irresponsable. Lo segundo tiene que ver con el límite que el propio régimen cruzó. Nunca había al punto de incendiar un camión de alimentos y medicinas, o de masacrar a una población indígena como es el caso del pueblo pemón. Lo tercero, la autocrítica, tiene mucho que ver con la presencia de la dirigencia política para poder contener la indignación y la frustración. El poco espacio narrativo que le queda al régimen en la opinión pública tiene que ver con quienes desde la frustración y la indignación reaccionan violentamente contra los piquetes del orden público. El nivel de insensatez de quemar un camión con medicinas y alimentos, el uso de la violencia a ese nivel te obligaba a tomar decisiones responsables. Nosotros podríamos estar diciendo hoy que la ayuda entró, 300 muertos después.”

La edad de los principales dirigentes de la oposición va de los 30 a 40 años, la mayoría fogueados en los enfrentamientos con la Guardia Nacional. Pizarro tiene 31 años, Guaidó 35. Se podría esperar que por edad y temperamento no les temblara la voz para ordenar a los voluntarios que acudieron a la cita para la distribución de la ayuda internacional, seguir adelante hasta cruzar la frontera con los camiones. Es más, Estados Unidos estaba expectante para entrar en acción. Bastaba con aceptar la intervención militar ofrecida por Trump, como muchos pedían, para transformar el propósito de distribuir la ayuda almacenada en la frontera en un hecho militar irreversible, a un costo que sólo una dirección irresponsable podría obviar.

La izquierda latinoamericana, la uruguaya en particular, y el gobierno, que en lugar de dar claridad a su militancia la acompaña en su ceguera, no puede resolver el dilema ideológico que está planteando la resistencia venezolana al chavismo, a la que le asignan el carácter de fascista, ultraderechista, escuálida y cosas por el estilo.

La irrupción de esta generación en la política se produjo en 2007, en ocasión de que el entonces Presidente Hugo Chávez decidió someter a plebiscito 69 artículos de la Constitución. Los partidos opositores se abstuvieron, mientras los  estudiantes universitarios acordaron defender el voto por el No, rechazar la propuesta de Chávez. El 2 de diciembre de 2007 el movimiento estudiantil consiguió una doble victoria al triunfar la opción del No, la que ellos defendían. Tanto el chavismo como los partidos políticos de la oposición fueron derrotados.

Esos mismos jóvenes, muchos de ellos ya profesionales, se fueron integrando a distintos partidos políticos, ganando espacios y notoriedad. En las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre de 2015, esos partidos, nucleados en la MUD, consiguieron la mayoría absoluta con 112 diputados contra los 55 del chavismo y sus aliados. La sombra de aquel plebiscito perdido por el chavismo en el 2007 obligó a Maduro a salir de su zona de confort. Perder el control del Parlamento lo obligaba a jugar fuerte y sucio, con un costo incierto en el plano internacional.

Pero el chavismo no tardó en reaccionar, estableció un Parlamento paralelo, disfrazado de Asamblea Nacional Constituyente, que, supuestamente, tendría como único cometido redactar una nueva Constitución, plebiscitarla y organizar elecciones. En realidad, Maduro había perdido y la ANC nació sin respaldo ni sostén legal, porque la opinión de la ciudadanía ya era conocida. Además, el Tribunal Supremo de Justicia anuló todos los actos de la Asamblea Nacional y se atribuyó a sí mismo las potestades del Parlamento electo por voto popular. El 31 de marzo de 2017, comenzaron las protestas en toda Venezuela. A la ruptura constitucional, la ciudadanía salió a la calle durante 134 días. La juventud venezolana volvió a escribir con su propia sangre páginas plagadas de heroísmo, enfrentando a las fuerzas policiales con piedras y escudos de madera. Pero junto a ellos estaban varios diputados, los que habían ganado a Chávez el plebiscito de 2007, los Pizarro, los Guaidó, los Juan Requesens.

Este proceso en Venezuela comenzó hace 20 años. En tan poco tiempo el chavismo consiguió fundir a un país que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo. ¿Cómo esa camada de militares consiguió el milagro en nombre del socialismo? Cuando se abran los archivos del régimen surgirá la respuesta.

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