¿El Partido Nacional a los ponchazos?
La interna del principal partido de la oposición no está libre de roces. Por un lado, Larrañaga junta firmas y el resto de sus correligionarios no lo apoyan. También se queja de los comentarios de Lacalle Pou sobre la sabia decisión del pueblo en el 2004 que prefirió a Tabaré antes que al Guapo. Antía dice sentir vergüenza de los enfrentamientos intra partidarios. Verónica Alonso acusa a sus rivales de andar haciendo chiquilinadas. Sartori asoma en el horizonte como nuevo contendor y recibe palos de todos lados.
La temporada de pases está abierta y todos los días salta algún político de un sector blanco al otro. ¿Están preparados para gobernar? ¿Se repetirá la embestida baguala de otrora? ¿Se trata de ganar la interna a cualquier precio? ¿Si discuten tanto entre ellos, como van a logar juntar al resto de la oposición para el ballotage? ¿Primará la postura de Lacalle de no andar a los codazos entre compañeros? ¿Pierde credibilidad el discurso anti corrupción ante los hechos poco claros ocurridos en varias intendencias blancas?
Chisporroteos lógicos por Carol Aviaga
Aquí hay claramente un Partido Nacional que está preparado para gobernar, que tiene la madurez y solidez que le dan más de 180 años de historia, un trabajo a conciencia que se ha hecho todos estos años y la tozuda motivación de servir a la Patria.
Chisporroteos lógicos de toda campaña electoral los hay y son no sólo naturales sino también saludables. Pero no van más allá de eso, todo lo demás es puro adorno para generar movidas mediáticas.
A pesar de la intención de muchos y muchas, aún es muy fuerte y firme nuestra vocación democrática y nuestra formación ciudadana en Uruguay. Eso hace que las golondrinas de verano sean fácilmente reconocibles y solo sean eso. Y en la política pasen sin pena ni gloria…sólo en horizontes trasnochados pueden tener cabida otras interpretaciones .
No tengo dudas de la fraternidad y del sentimiento de responsabilidad que une a todos los compañeros de primera línea del Partido Nacional., ante los desafíos que enfrentamos TODOS los uruguayos en esta próxima instancia electoral. La transparencia en el accionar público es fundamental, el rendir cuentas claras es esencial y fortalecer los instrumentos de contralor es lo primero. No son admisibles que existan “hechos poco claros”, no se puede ser más o menos honesto, se es o no.
La retórica de los corruptos es tratar de enchastrar al resto como si eso los eximiera de algo, les tengo una mala noticia…se les terminó la joda.
¡Ni me callo ni me voy! por Rodrigo da Oliveira
El injustamente poco recordado Alberto Zumarán fue el gran hacedor de la vuelta a la unidad nacionalista, luego de aquella campaña feroz, desatada en contra de Lacalle Herrera por varios de sus correligionarios.
Una vez más, como tantas en la historia del Partido Nacional, los esfuerzos en pos de alcanzar la primera magistratura se iban al fondo de las urnas. Largas luchas internas y una miopía considerable daban alimento a los demás partidos, en desmedro de la frase que rodea al emblema partidario; “la unión nos hará fuerza” que completa al “somos idea”.
Pasado el tiempo, las rencillas de parroquia vuelven a situar la pelota en el campo del más fuerte externamente (hoy la coalición de gobierno). Los tiros se suceden y no parece que se acabe la pólvora, antes bien aparecen muy motivados en generar peleítas de cabotaje, en lugar de sumar energías que aporten a alcanzar la administración del país, fin último de cualquier partido político que entienda su razón de ser.
Acusaciones de nepotismo, de corrupción en algunas intendencias, vínculos poco claros con pseudo iglesias y clientelismo del más rancio coronan el panorama.
Sumado a esto, grupos de intendentes con legítimas aspiraciones a alcanzar un nivel nacional aportan lo suyo, aunque con una innegable falta de visión de alcance general.
Si no es posible mostrar un nivel de integración tal que sea creíble y sustentable frente al gran público pasible de ser atraído (hoy los indecisos y los descontentos votantes FA que no pertenecen al mismo) será imposible una vez más ganar otra cosa más que un número importante de bancas legislativas, fundamentales ellas, pero insuficientes para alcanzar el gobierno.
Pasa hoy lo que pasaba ayer. Hasta ayer mismo los colorados sostenían tremendas diferencias y peleas internas, pero a la hora de la lucha electoral aparecían monolíticos. Eso pasa hoy en el Frente. Se desangran puertas adentro, hacia afuera son un bloque compacto. Tan así es que les ha permitido generarse una oposición intra coalición, de modo de dejar sin armas a los demás partidos. ¡Y vaya si esto les ha funcionado!
El viejo Herrera entendió claramente la necesidad de generar esa unión última, imprescindible para sostener y llevar al partido a la victoria. Poco pudo disfrutar de la misma.
Sólo tiene sentido darle a los blancos y sus eventuales socios en un ballotage las riendas del gobierno si demuestran que son responsables de enmendar errores internos y capaces de llevar adelante un país, alejado de la mediocridad de la política con minúscula que hemos visto nuevamente ejecutada, hoy día por la coalición gobernante. ¿Han hecho todo mal? Sin dudas no. Pero han permitido hacer política menor, sostenido corruptelas y, lo peor de todo, gobernado con escasa visión de futuro. Muestra de ello son los niveles pauperizados de educación, sostén último de países pequeños sin recursos naturales y elemento fundamental para lograr el avance de sus sociedades, en tanto tales.
Faltan estadistas, no líderes. Falta ampliar los objetivos y ver más allá de lo inmediato. Falta abandonar el caudillismo que pervive y fijar metas como país.
¿Es capaz el Partido Nacional de generar una gran ola de esperanza compartida? ¿La comunidad espiritual de la que hablaba Wilson alcanzará nuevamente el estatus de tal? Hoy parece haberla perdido.
Hubo una ola similar en 2004, poco o nada queda de ella. Votantes y ajenos necesitaban creer en algo, pero de a poco se fue deshilachando.
¿Es mucho pedir el solicitar grandeza a nuestros hombres públicos? Leonardo Guzmán refería, hablando de Jorge Batlle, que ni éste ni su vice, ni ninguno de sus ministros había sido llamado a la Justicia, terminado su mandato. Es lo menos que podemos exigir: honestidad y visión de futuro.
Razonando por el absurdo por Heraclio Labandera
Nadie se preguntaría con seriedad si el Frente Amplio “está listo para gobernar”, cuando José Mujica le avisó por la prensa que le va a sacar el hueso de la boca a Daniel Martínez en los últimos 100 metros, una vez que se aparezca con un chequeo médico espectacular, ni se encontrará contradicción alguna cuando Carolina Cosse termine aceptando para sí el consejo que hace unos días le brindó a Sendic, de llamarse “a reflexión” y finalmente termine cargando con el salvavidas de piedra que Raulito le dejó con el expediente de Ancap, para poder ser la vice de unidad del FA.
Para el Frente Amplio esos son “los sapos que hay que tragarse”, según predica con su proverbial gracejo de mediotanque y choripán, del ex presidente José Mujica.
Sin embargo, mirando a la vereda de enfrente algunos lanzan la curiosa pregunta si los ruidos que surgen de la interna blanca serán prodrómicos de alguna “incapacidad para gobernar”, sin advertir que las elecciones internas son -precisamente- una etapa intrapartidaria ruidosa y para ordenar los liderazgos.
¿Cuál es el drama de que Larrañaga junte firmas y “el resto de los correligionarios no lo apoye”, como consulta Voces, cuando connotados lacallistas y centenas de militantes herreristas de a pie ya han prestado su rúbrica para que se habilite la iniciativa de consulta popular?
Y si por arte de un misterioso manto fuera cierto el caso de que ningún lacallista apoyara la iniciativa, ¿cuál es el drama de que hubiera dos ideas diferentes sobre el punto en el seno de un “partido de hombres y mujeres libres”? Mientras el tema se resuelva con disciplina y acatamiento a la mayoría, no veo que eso difiera de cualquier otra actividad de las muchas que hay en Uruguay, con uruguayos que disienten sobre un determinado punto. ¿Por qué lo que es una práctica habitual en asambleas de edificios, cooperativas, sindicatos y cientos de otros colectivos, en el caso de los blancos deba ser una singularidad negativa? Esto de la disidencia seria problema en un partido que cultivara “la unidad” como presupuesto necesario de cualquier decisión, pero no lo será nunca en uno que cultiva “la unión”.
A veces conviene hacer caudal en el significado último de las palabras que se utilizan, y no trasladar mecánicamente las formas de pensar y actuar de otras colectividades y atribuirlo a las esencias ajenas. El lema que acompaña al escudo del Partido Nacional, reza “somos Idea, la Unión nos hará fuera”, y por algo los creativos partidiarios no colocaron en su lugar “la unidad nos hará fuerza”.Según lo que enseña el diccionario de la RAE, la unidad es “la propiedad de todo ser, en virtud de la cual no puede dividirse sin que su esencia se destruya o altere”, y lo que indica el señor Google sobre esa palabra, refiere a la “propiedad que tienen las cosas de no poder dividirse ni fragmentarse sin alterarse o destruirse”. Es decir, que para los que predican la unidad, la división o la fragmentación altera la esencia de lo que está unido. Ergo, cualquier disidencia atenta contra el ser colectivo. En cambio, los blancos desde hace más de un siglo utilizan para singularizarse la palabra “unión”, una voz que proviene del latín, y que significa “correspondencia y conformidad de una cosa con otra”, o que explicado por el señor Google, refiere a “unir cosas diferentes”. ¿Las quejas por los dichos de Lacalle Pou sobre el resultado electoral de 2004 impedirán a los blancos gobernar en 2020? ¿Las lamentaciones de Antía impedirán entendimientos cuando se gane en 2019? ¿Las amonestaciones de Verónica Alonso significan que no habrá una común inteligencia, una vez que se desaloje al FA del gobierno? ¿Los taponazos que hoy se come Sartori por ser el nuevo de la cancha, evitarán que cada uno haga lo que tiene que hacer en el gobierno después de consolidar el 1 a 0?
Y sobre las dudas que se puedan alimentar al respecto de la “credibilidad del discurso anti-corrupción, ante los hechos poco claros ocurridos en varias intendencias blancas”, como consulta Voces, lo importante es que los Ejecutivos departamentales puestos en cuestión investiguen para esclarecer la verdad de los hechos y no actúen al agite de batucada de la talud electoral. En todos esos casos, se debe actuar con la certidumbre quirúrgica que no tuvieron los gobernantes que llegaron prometiendo cortar manos en la lata, y contra toda lógica, finalmente aceptaron que los propios fundieran inhundibles monopolios estatales y nadie terminase sancionado ni amonestado. La clave es la “unión”. Precisamente, sobre este concepto de “unión” -y no el de “unidad” que se predica- será la ratio mediante la cual el Partido Nacional armará un gobierno de coalición con las distintas colectividades del actual arco opositor. Finalmente y como corolario, una reflexión: si algo tan diverso en su interior como el FA pudo gobernar, en medio de sórdidas luchas de Palacio; si un gobierno dividido y fragmentado como las administraciones de Vázquez y de Mujica, pudieron convivir con tantos asesinatos dentro del ropero pero sin que la sangre llegara a la calle; si un gobierno tan accidentado como aquel en el que el vicepresidente tuvo que renunciar apremiado por cuestiones éticas, puede llegar al final sin linchamientos en las plazas de la oposición; entonces nada podría haber salido peor. Así que, razonando por el absurdo, si todo esto ha sucedido y aun así navegamos sin desbordes en las calles, ni asonadas opositoras ni barricadas reaccionarias frente al despropósito del FA ¿cuál es la duda de que el Partido Nacional va a poder gobernar en 2020?
Los ponchazos no lastiman por Alejandro Sciarra
En la consigna de esta semana sobre la interna del Partido Nacional, se nos pregunta si vale ganar a cualquier precio, o si los blancos están a los “ponchazos». Ya he escuchado en otros medios, discusiones acerca de la interna del Partido Nacional y mucha gente azorada por los “entredichos” (que veremos después que fueron solo dichos, y no “entre”).
Todo esto me recuerda a cuando en el liceo (o quizá antes), un compañero le decía algo a otro y todos alrededor gritaban “¡uuuh, uuuh!” mientras armaban un círculo a ver si lograban inducir a la pelea, cuando ni remotamente la situación daba para llegar a eso. Exactamente así es como veo esta discusión sobre “la interna del Partido Nacional” (con música de película de terror de fondo).
Y me pregunto, ¿la interna no es una competencia? ¿Les habría parecido fantástico si terminado el discurso de Lacalle Pou, Larrañaga saliese a los medios a decir: “¿Estoy de acuerdo en todo, no tengo nada que discutir con Luis?”
El Partido Nacional tiene la virtud de contar hoy con varios candidatos que enriquecen la competencia interna. Y todos estos deben competir. Si bien luego de la interna se llegará a un programa común, hoy tienen diferencias. Pero más que en lo programático, en los estilos de liderazgo. Eso, es lo que yo creo, vamos (me incluyo) a elegir en estas elecciones internas.
Por eso es que ninguno de los candidatos que criticó a Lacalle Pou, habló sobre el contenido de su propuesta. O no les gustó una palabra que utilizó, o no les gustó el claim de campaña.
Ah, esa es otra cosa que parece que le sorprende a todo el mundo. Vi una cantidad de entrevistas a dirigentes o ténicos del equipo de Lacalle Pou, en las que se pone la lupa sobre el concepto “Evolucionar”. No importa nada, concentrémonos en el término “evolucionar”. Entonces lo cuestionan desde distintas ópticas, o hacen un análisis acerca de si los cambios que se plantean en tal o cual área son evolución o cambio. No puedo decir a nadie cómo hacer una entrevista porque no es mi área, pero, ¿somos nuevos en esto de los claims de campaña? Porque a veces parece que se cuestiona como si fuese el punto número uno del programa de gobierno.
Pero volvamos a los entredichos. Que como decía al principio, para que sean entredichos, se necesitan al menos dos interlocutores a los efectos de que quede configurado el diálogo. En el caso, hubo solo dichos, y no “entre”, sino hacia. Pero el líder de TODOS, sabiamente, no se dio vuelta a contestar.
Para ir liquidando, la interna del Frente Amplio parece una escena de “Pandillas de Nueva York”. Y el Partido Colorado, nunca fue un monasterio budista. Así que no nos hagamos los escandalizados, vamos a los ponchazos que no lastiman.
El debate nos hace crecer, no nos disminuye por Mercedes Vigil
Sin duda en el Partido Nacional hay divergencias y es buena noticia. Desde su origen los partidos fundacionales han manejado el disenso como forma de avanzar, habilitando un nutritivo juego democrático que permite votar ideas, además de principios. Es positivo discutir ideas, estrategias y maneras de gobernar. El debate nos hace crecer, no nos disminuye. Contamos con dos colectividades que llevan 182 años suscitando la adhesión ciudadana en torno a principios bien definidos. La historia es rica en ejemplos de cómo administrando los disensos, se llega a una mejor solución. En las internas se debaten ideas, nunca valores. Todo votante sabe qué el Partido Nacional y el Partido Colorado tienen los principios claros. Esto no sucede en las coaliciones electorales en donde se relegan los principios en aras de un fin electoral. Buen ejemplo lo tenemos cuando en 1971 el Partido Comunista y el Partido Demócrata Cristiano olvidaron sus “irreconciliables diferencias “para integrar la coalición Frente Amplio en donde los opuestos juntan votos, sin importar más que el resultado. El derrotero de esta coalición transforma cualquier escaramuza en la interna de los partidos fundacionales, en un juego de niños. Sucede que los populismos acostumbran homogeneizar un discurso en donde los principios siempre son postergables, en aras de un buen resultado en las urnas. Fundan coaliciones electorales que apelan a la emoción, proclamando aspiraciones, sueños y utopías. Carecen de un marco ético firme y relativizan los principios fundamentales para adaptarlos a sus necesidades. Por eso los vemos vacilar a la hora de censurar a tipejos como los Maduro, los Kirchner y los Ortega. Para los populistas los principios están subsumidos al beneficio electoral y a los pactos con sus ocasionales primos ideológicos. Apelan a buenos publicistas para fraguar en el colectivo un slogan con todo aquello que el ciudadano quiere oír. Arman un atractivo menú ideologízante que lo aleja del ejercicio del pensamiento crítico y lo predispone para “comprar” al candidato, como si fuera un frasco de mermelada en el súper. Diseñan un envase atractivo, lo colocan hábilmente en el mejor lugar de la góndola y lo someten a la sociedad de consumo, sin importar la calidad de su contenido. Un caso emblemático es el de José Mujica, un antisistema que llegó al poder apelando a la emoción y dejó el gobierno sin más logros que el “asado Pepe” y tres casas en el “Plan Juntos”. No imagino producto con menos contenido, pero hoy los publicistas nos quieren “vender” una nueva candidatura. He aquí un ejemplo de cómo una buena campaña publicitaria puede trasformar un discurso antisistema en un “producto atractivo” para el ciudadano. Pero la táctica del publicista se va volviendo obsoleta y hoy asistimos a la agonía del Uruguay educado y laborioso que conocimos. Casualmente escribo esto cuando aún resuena en Montevideo la arenga política de Roger Waters, un talento musical que vive despotricando contra el capitalismo mientras disfruta alegremente de todo su confort. Waters es un mercenario tan peligroso como los políticos a los que suele apoyar. Critica el capitalismo, pero vive de él. Insulta a Trump, pero juega al golf en su mansión de Long Island. Acá dio cátedra de cómo disminuir la brecha entre ricos y pobres. No es una táctica propagandística nueva. Recuerden a Serrat diciéndonos que había que votar al Frente Amplio para alcanzar una vida digna, aunque no tanto como la que él disfruta en su mansión de Menorca. O al Pájaro Canzani, que vive hace treinta años en un costosísimo predio en el centro de Paris. ¿Me dirán que tiene que ver esto con el tema que nos convoca? Tiene y mucho que ver porque la demagogia es el peor enemigo de las democracias. Estoy harta de escuchar a estos vendedores de espejuelos que nos envenenan y se van a disfrutar las regalías del capitalismo que “dicen” despreciar. Nunca el ciudadano estuvo tan cerca de la información. Con el desarrollo de Internet hoy podemos comprobar la incongruencia entre los dichos de un operador político y su forma de actuar y vivir. Ha llegado la hora del votante. Un votante que está a un clic de conocer cuando está frente a una campaña publicitaria o a un programa de gobierno. Recuerden que un frasco de mermelada se termina pronto, un presidente los padecemos 5 años.
La democracia interna de todos los días por Gonzalo Baroni
El Partido Nacional tiene la interna que todos vemos por carecer de espacios internos de decisión y legitimación de posiciones. Estas elecciones terminan dirimiendo lo que el Partido no puede resolver con democracia interna. Con esto no estoy haciendo un alegato en contra de las elecciones a padrón abierto, sino simplemente cuestionando la falta de democracia contínua al interior de la colectividad política y como resultado la carencia de hilos conductores de pensamiento.
La Convención Nacional y convenciones departamentales son muy eficientes cuando sesionan como órganos electores de candidaturas y precandidaturas a la presidencia y a las intendencias, sin embargo, pocas veces terminan siendo eficaces cuando de dirimir diferencias de ideas y rumbos políticos se trata. El Directorio del Partido es una continuidad de las expresiones que surgen de la interna previa, con común acuerdo de sus expresiones electorales -más conocidas como sectores, o corrientes debajo de un candidato-. Pero no tiene un diseño institucional que permita ordenar una colectividad que hace gala del slogan “mujeres y hombres libres “. El “equilibrio pautado “no siempre posee suficiente fuerza para torcer voluntades, sancionar inconductas o marcar rumbos poco ambiguos. Las susceptibilidades mandan. Uno de los partidos más antiguos del mundo debe buena parte de su existencia a la posibilidad que le ha brindado el sistema electoral uruguayo, al poder atrapar y presentar a elecciones distintas opciones electorales. Sin embargo, luego de la última reforma electoral donde se crearon las internas, el Partido Nacional no ha sido exitoso a nivel presidencial. Variados analistas y políticos de renombre han comentado al respecto con diferentes conclusiones. A mi entender, el principal causante de la falta de éxito es la ausencia de internalización de las discusiones. Ante una diferencia ideológica, generacional o de falta de espacios, “cruzar el murito “ante promesas de otro candidato se muestra como una gran opción. Responde a incentivos. Esto sucede ante la falta de adecuación y realineamientos intermedios en el período de cinco años. Las nuevas expresiones o disidencias, deben esperar todo el período para nuevamente “juntar sus votos “. El Partido debe poder tener un ring ideológico, donde toda la colectividad pueda definir y legitimar rumbos. Donde se pueda salir cansado de debatir por extensión y no por ausencia. Llegado el año electoral, los distintos candidatos deberán atraer a sus votantes por sus matices en las ideas que nos signan o postulados ante la realidad que nos rodea, pero sin contravenir lo que todos pautamos. También van a surgir como vehículos de voluntades debidamente discutidas por sus convencionales, otorgándoles mayor legitimidad interna y coherencia en su accionar. Al final del día, mandará el soberano, pero habiendo elegido a los que generaron o surgieron de una corriente de pensamiento que supo enamorar a propios y ajenos, durante todo el período.
¿Quién dice que existen roces? Por Diego Durand
¿Por qué interpretar, que las campañas políticas de las internas de los partidos políticos, son lo mismo que el significado de gestionar un gobierno? Evidentemente son tópicos distintos. En ésta ocasión se elige el preferido dentro de un Partido, conforme al art 77 de la constitución y ley 17063 que regula las elecciones internas de los partidos de acuerdo a la consagración democrática Republicana. El filtro de los candidatos los realiza la ciudadanía conforme a quienes eligen como preferidos dentro de cada Partido Político según la ley. Las interpretaciones sobre los candidatos dentro del Partido Nacional son y serán infinitas, y ello no significa que en las etapas siguientes no se entenderán para conformar el proyecto único de Gobierno y la eventual gestión de gobernar. El eje está en el candidato que pueda interactuar, cruzar lazos de entendimiento con el oficialismo. Ser el elegido dentro de un Partido Político significa que las propuestas, ideas, liderazgo reflejan que es el mejor Candidato para ser el futuro Presidente. Históricamente existieron diferentes visiones entre los distintos candidatos de cada partido y mal puede entenderse que esto sea un conflicto entre candidatos. Cabe destacar que históricamente la verdadera elección interna ha sido la del Partido Nacional, dado que el resto de los partidos ya tiene “cuasi” definido a sus preferidos en su interna. En conclusión, cada candidato presidenciable enriquece con sus aportes y visiones la construcción de un futuro y un eventual Gobierno del Partido Nacional. El Uruguay necesita evolucionar hacia una nueva forma de ver la política moderna, con una mirada de construir las mejores ideas para tener un mejor País.
Unidad no es uniformidad por Ignacio Estrada
En las internas del Partido Nacional a veces puede haber intercambios intensos entre candidatos, pero es fundamental no salirse de la sana controversia. Por eso la competencia tiene que ser en base a propuestas, ideas y posicionamiento sobre temas clave. El perfil de cada candidata o candidato, sus valores, su preparación para el cargo, su visión del Uruguay del futuro también son elementos muy importantes para mostrar a los votantes. Hay entonces mucho que los candidatos pueden destacar, sin necesidad de ataques al resto que pueden dejar heridas. Todos en el Partido Nacional sabemos que al día siguiente de las internas vamos a trabajar juntos.
Es sabido que en el pasado el Partido Nacional tuvo en sus internas confrontaciones muy fuertes, que le hicieron daño al Partido. También está claro que esas experiencias dejaron aprendizajes a los líderes actuales. Actualmente no hay enfrentamientos importantes entre dirigentes, hay matices pero se mantiene un diálogo abierto — como debería ser. Además, ante el reclamo de la población de un cambio, y el deseo del Partido de ser quién lidere a la oposición actual para brindar a la población ese cambio, va a primar el interés que hay por llegar al gobierno y gobernar bien. Por eso confío que se va a cuidar la unidad.
Por unidad no tenemos que entender uniformidad; no todos vamos a ser iguales ni mucho menos dentro del Partido. Por eso tenemos que tratarnos con fraternidad, la cual no es espontánea. La fraternidad siempre está por delante de nosotros. Debemos construirla cada día. Como dijo el filósofo francés Edgar Morin: “La libertad se puede instituir. La igualdad se puede imponer. La fraternidad, en cambio, no se establece con una ley, ni se impone desde el Estado. Viene de una experiencia personal de solidaridad y de responsabilidad.”
El próximo período de gobierno será desafiante, por los problemas que tiene nuestro país actualmente. Ante este panorama, el Partido Nacional se muestra como un Partido preparado para gobernar. Es un Partido que genera propuestas; que tiene una amplia dirigencia y equipos técnicos potentes. Sobre todo, el Partido tiene una fuerte voluntad de llegar al gobierno, para poder desde allí generar el cambio que el país necesita. Esto es fundamental, porque sin energías, sin voluntad política los cambios no se dan. A modo de contraste: el Frente Amplio en la campaña del 2014 trajo a Uruguay a Michael Fullan, uno de los principales expertos en reforma educativa en el mundo, para una serie de charlas. Pero luego continuó con la educación como venía: sin ánimo de cambiar. El Partido Nacional sí tiene la fuerza necesaria y la voluntad para los cambios que el país precisa.
Que valga la pena por Fernanda Sfeir
La interna nacionalista en estas horas está, como todos saben, teñida de una fuerte competencia que al parecer nos enriquece como fuerza política. Sin embargo, hay dos elementos que emergen de la mano en la contienda electoral que no son menores (aunque pasen inadvertidos tanto para propios como ajenos). El primero de ellos es una postergada batalla ideológica. Definir de qué hablamos cuando nos referimos al “partido de mujeres y hombres libres”. Bajo esta premisa surge una pregunta ineludible: ¿vale todo? Por otro lado, asistimos a un profundo recambio generacional que plantea ese primer aspecto como elemental siempre que queramos gobernar como partido, no como sectores, y sobre todo si queremos que valga la pena. Referido al mismo aspecto, una parte importante de la militancia diaria reclama la práctica y reivindicación de los principios fundamentales que guían a nuestro partido, ya que en algunas ocasiones parecen desconocerse por una parte de la dirigencia nacionalista. ¿Por qué me refiero a estas cuestiones para hablar de la interna nacionalista? Porque es importante tener presente lo que somos y lo que defendemos para no perder de vista que el fin no justifica los medios, ya sea para ganar la elección interna como para ganar el gobierno nacional. Hay una premisa que nos guía y es que el Partido Nacional está pronto para gobernar (estamos convencidos de que es así) y no que el Frente Amplio está pronto para perder. En base a ello es que el partido debe encausar su mensaje mucho más allá de las candidaturas, las cuales, si bien tienen matices, deben mantener una línea de coherencia que siempre tenga presente la declaración de principios del Partido Nacional como base. Las nuevas generaciones estamos hablando claro y fuerte, estamos dispuestos a debatir lo que nos define ya que entendemos que un partido que no tenga claro lo que es ni hacia dónde va, termina desdibujando sus límites y, en definitiva, su esencia y su razón de ser. Bienvenido el debate constructivo y respetuoso de ideas que los nuevos cuadros militantes están poniendo sobre la mesa de la fuerza política; debate que fortalecerá, sin ninguna duda, la democracia interna y que, al final del día se traducirá nada más y nada menos que en el fortalecimiento de la democracia misma.
Espíritu libertario por Santiago Caramés
En tiendas nacionalistas el espíritu si bien es otro, no está exento de las pasiones que desde siempre han caracterizado al Partido Nacional, como un partido de “hombres libres” y no sometidos a ningún núcleo acotado del aparato partidario. Por supuesto, tal característica también tiene sus “inconvenientes”, pero no cabe la menor duda que los valores básicos encabezados por el culto a la libertad y seguido por la dignidad humana, equidad y justicia social, estabilidad institucional, respeto a la propiedad y a la separación de poderes, entre otros, son parte de la amplia base que nuclea a todos los integrantes del Partido Nacional y que a diferencia de otros nadie reniega. Esto normalmente es a la vista de muchos lo que separa, desconociendo las amplias coincidencias de ese “espíritu libertario” en el marco amplio de la ley. Dichos valores son los que realmente unen a todos los blancos, pero eventualmente también los puede llevar a ser políticamente incorrectos en la carrera de las internas por alcanzar el honroso puesto de “primus inter pares”, a los efectos de representar al Partido Nacional como candidato único a la presidencia. Filosóficamente, nos atenemos a los conceptos de Buela, quien ha demostrado que el “disenso es enriquecedor del obrar humano, consolida una sociedad plural e invalida intentos homogeneizadores o totalitarios”. Los integrantes del partido Nacional traen en su genes la defensa de la verdad haciendo uso amplio de sus libertades, sin ataduras personales o colectivas, y así presentan en las internas sus propuestas para gobernar para que el pueblo decida. Esto es lo que brinda legitimidad política a los sistemas de democracia plural, desde el vamos en las internas y no la “acuerdista”, donde se toman las decisiones antes de deliberar, exclusivamente “ pour la galerie”.
Tal vez el mayor problema sea evitar que se ataquen entre líderes o personas que no dejan de ser compañeros de partido, para lo cual hay que disponer de suficientes argumentación para defender las verdades propias ante las ajenas y demostrar en todo momento fortaleza y prudencia, a nuestro entender la principal virtud cardinal que debe poseer un líder.
El país necesita renovar su liderazgo definitivamente, con conductores políticos que guíen los destinos de todos los orientales con otra impronta y que abran un camino esperanzador en todos los aspectos de la vida nacional, actualmente en mayor o menor grado sumamente comprometidos. Para ello se requieren compromisos creíbles y candidatos capaces de liderar equipos con otra dinámica de gestión, acorde a los tiempos que transcurren. Estamos en el siglo XXI con equipos de burócratas del siglo XX.
El Partido Nacional tiene un abanico de interesantes propuestas como precandidatos, que van en ese sentido, con Luis Lacalle Pou, Enrique Antía, Jorge Larrañaga, Verónica Alonso, Carlos Iafigliola y probablemente Juan Sartori, que prometen mucho. Estimamos que merecen que escuchemos sus propuestas.
Todos son decididamente “cultores de la libertad” y respetuosos de los valores, que a lo largo de la historia han identificado a este partido, pero cada uno con su estilo y verdades de cara al futuro, que se abre en el horizonte de un mundo globalizado muy diferente del anterior, donde es un imponderable percibir el “signo de los tiempos políticos”. Si no evolucionamos, nos quedamos.
Carta a los señores Precandidatos del Partido Nacional por Perla Lucarelli
Señores Precandidatos del Partido Nacional:
“Los Blancos no podemos andar a los codazos”. Estamos a las puertas de algo inédito en nuestro país: la posibilidad de formar una coalición entre todos los partidos opositores al Gobierno. Y si la idea es unirse a los demás, primero, debemos poner orden en casa. El país los necesita trabajando juntos. El Partido Nacional, histórico constructor de Democracia y defensor de las Leyes, ha sufrido en un rincón silencioso, durante tres períodos de unanimismo, en los que se le ha callado como oposición: uno de los grandes signos de madurez política de la Democracia y garantía del Sistema. Se le ha negado la posibilidad de estorbar, obstaculizar, atravesarse en el camino de quienes pretenden hacer las cosas mal. La expresión más sana de la Democracia: plantear alternativas. Es hora de que el Partido Nacional recobre la voz, sea líder y canal fundamental del descontento popular de cara a las próximas Elecciones. Por otra parte, la posibilidad de una coalición, siempre que se logre estabilidad, permitiría expresar mejor los principales valores de la Democracia. Compartir responsabilidades de Gobierno con otras formaciones políticas supone una apuesta decidida por el pluralismo político, ampliando de esta forma la base social del Gobierno. Como efectos del poder compartido, la sociedad obtiene mayores explicaciones sobre la acción de su Gobierno, los ciudadanos se sienten más Como Blanca, quiero mi Partido Nacional fuerte y unido para recuperar el protagonismo. La Historia manda. Y repito: El país los necesita trabajando juntos. ¡Viva el Partido Nacional!
Sí al debate de ideas por Gonzalo Maciel
Se acercan las elecciones internas y el riesgo de que los Blancos se vayan a las cuchillas empieza aparecer en el horizonte, sobre todo si nos retrotraemos al escenario que se dio en la elección del año 1999. Por suerte, ese episodio ha quedado lejos en la historia y en líneas generales, parece que los nacionalistas hemos aprendido algo de esa elección. Como bien dijimos, después de la elección del año 1999 el Partido Nacional no ha tenido más conflictos internos graves. Sí ha tenido diferentes enfoques o prioridades distintas en cada sector, pero ¿Qué Partido no las tiene? Basta mirar al Frente Amplio, la llamada “colcha de retazos” que gobierna y hace campaña equilibrando internamente las discrepancias. Acaso alguien duda de las diferencias ideológicas entre el MPP y el Astorismo (sector frenteamplista tradicional), o entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista. Vayamos al último enfrentamiento interno -si así lo podemos calificar- cuando Lacalle Pou analizó el resultado de la elección del 2004 y Larrañaga se sintió atacado. Podemos asumir que se sintió herido por el gran esfuerzo que hizo en esa elección y en la cual hay que destacar que le volvió a dar vida al Partido. De hecho, Larrañaga siente que eso no le es reconocido. Desde mi perspectiva de ex militante y actual votante del partido creo que se le reconoce el esfuerzo durante esa elección y la actitud de blanco de ley que siempre ha tenido, aunque eso no implica que no podamos analizar esa elección y sacar conclusiones. A raíz de ese enfrentamiento, opinaron los otros dos precandidatos, impulsados, quizás, por lo poco que marcan en las encuestas y tal vez estén avizorando que la interna se va transformando en una conversación entre dos, por lo que intentaron meterse en ese enfrentamiento para ganar espacio. Sin embargo, su opinión no tuvo repercusión alguna en los dos precandidatos que hoy están en condiciones de definir la interna blanca. Volviendo a la interna entre los dos pre candidatos con chances reales de definir la elección, ambos tienen muy claro que la paz de la interna depende de ellos, que la militancia no quiere internas duras. La elección interna del 2014 dejó bien claro que no es necesario confrontar, sí es necesario hablar del equipo y de lo que uno propone. Aprendimos que se debaten ideas pero no personas, que en esas diferencias y en el intercambio de opiniones radica una parte importante de la democracia partidaria, pero siempre teniendo en cuenta que las discusiones no pueden volverse personales. Porque las diferencias personales son las que pueden truncar los acuerdos, las chances de gobernar y lo que es peor, en caso de acceder al gobierno, complicar al gobierno propiamente dicho, y como ya sabemos, los más afectados serán los ciudadanos. En conclusión, el Partido Nacional está preparado porque sus dos candidatos vienen preparando equipos y propuestas, han recorrido el país escuchando y recogiendo insumos, ambos han elegido ideas fuerza y en base a ellas comenzaron la campaña interna. Los blancos esperamos que Lacalle Pou y Larrañaga sigan en el rumbo de proponer y hacer, con respeto y teniendo claro, que el primer objetivo es ganar la elección para acceder al gobierno, pero que el objetivo final y principal, es gobernar bien. A los que les toque empujar que empujen y los que tengan que cinchar que cinchen.
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