Varias veces nos hemos referido a Juan Grompone y a su arriesgado pronóstico en el tomo V de La danza de Shiva (Fin de Siglo, 2013), y es imposible eludirlo, en medio de esta pandemia apocalíptica, donde los presagios de Grompone nos llevan a cuestionar el parsimonioso acomodo de los países, grandes y chicos, a la incertidumbre generada por el Covid-19. No hubo ejército ni poderío económico, en alguna parte del mundo, con qué blindarse ante el avance de un virus nuevo, parecido a otros del pasado, pero original, raro, letal, desconcertante, y, por si fuera poco, capaz de empujar a todo el mundo a una futura crisis económica de alcance global.
En una entrevista para el diario El País de Madrid al filósofo alemán Markus Gabriel, éste sostiene que “la crisis de la Covid-19 es la antesala de una mayor: la ecológica.” Seguramente la carrera entre los principales laboratorios internacionales y centros de investigación conseguirán, tal vez pronto, vacuna y paliativos para enfrentar el covid-19, pero no hay voluntad política ni espacio para imponer ya las prohibiciones que se debería imponer para atenuar, apenas atenuar, lo que se nos viene, en algún momento, después que esta catástrofe haya sido resuelta.
Bastó un mes y poco de aislamiento social para que el agujero de ozono sobre el Ártico se cerrara, y el aire contaminado sobre las principales ciudades del mundo, prácticamente, desapareciera. Si esos datos no son lo suficientemente convincentes, entonces estamos perdidos. Eso, tal vez, querrá decir vientos de 350 kilómetros, ciudades costeras adentro del mar, incapacidad de las instituciones para frenar una catástrofe tras otra. Y entre todas esas anomalías, la incapacidad de la mayoría de los gobiernos del mundo para poner el conocimiento científico, ya no para frenar, sino, para adelantarse y crear las condiciones para que la vida florezca. Grompone previó la desaparición del capitalismo, entre 2060 y 2070. Su versión está basada en el desarrollo del capital en referencia al crecimiento demográfico, pero si no hay un milagro, 2060 puede ser ya un infierno, donde quizás, no sólo el capitalismo desaparezca.
El gobierno de Lacalle Pou hizo muy bien en pedir ayuda a la ciencia para mover las perillas de graduar apertura y cierre de los eventos que inciden en el desarrollo de la pandemia. Ese Consejo de Sabios de la Tribu le dará espaldas al gobierno, que tiene que tomar decisiones difíciles a cada rato. Pero hay algo más importante en este trío que coordinará un gran equipo científico al servicio de nuestro país, y es el antecedente que dejará, como un escudo ante los futuros eventos. Poner el conocimiento científico como una voz imprescindible en el puente de mando del barco que nos lleva hacia algún lugar todavía desconocido es de las decisiones más acertadas que pueda haber tomado un gobierno uruguayo post dictadura.
Algunas cuestiones han salido a la superficie en estos últimos dos meses, y seríamos muy irresponsables si no les prestáramos atención. Si la fragilidad de la humanidad no ha quedado clara, y si los países centrales no actúan en consecuencia será un gran problema. Nuestro país no tiene fuerza para cambiar las cosas por su peso económico en el mundo, pero algo podremos hacer con la fuerza moral de nuestra democracia, que se ha ganado a lo largo de su historia. La BBC acaba de producir un emocionante documental sobre el crucero Greg Mortimer, varado frente a Montevideo, tras la negativa de varios gobiernos para desembarcar en sus puertos a gente infectada con covid-19: https//youtube/YhDZfY1l074. A eso sí puede apelar nuestro país, a su audacia como pequeño país, al sentido moral de sus iniciativas. Algo debe y puede hacer para sí mismo. Algunas cuestiones emergentes de la crisis:
Todos seremos viejos alguna vez. El descubrimiento de casas de salud que no se las clausuró porque la sociedad no tiene dónde colocar a los ancianos nos está dejando un mensaje claro. Seguramente, Uruguay tendrá que enfrentar este reto ético sin demoras.
Producir el doble de alimentos. Este es un país en el que su sector agrícola-ganadero ha funcionado con sequías y con inundaciones. No en las mejores condiciones, sin duda, y esos eventos generan grandes pérdidas, pero hacemos un uso muy moderado de lo que el Instituto de Investigación Agropecuaria (INIA) produce. INIA cuenta con 5 centros de investigación, que cubre todos los aspectos de la producción agropecuaria, y es una omisión grave, por parte de los sucesivos gobiernos no haberlo tenido en cuenta, activamente, en todos los frentes de producción.
El campo mantuvo la distancia social y siguió produciendo. El campo uruguayo genera el 63% de las divisas que obtiene el país. Es nuestra fortaleza. El país está conectado, electrificado, y no hay sitios inaccesibles. El Instituto Nacional de Colonización se parece a la película uruguaya 25 Watts. Debiera ser la mejor oferta de trabajo para jóvenes familias. Articular esa oferta es para líderes que tengan claro que Colonización no puede ser una agencia inmobiliaria.
Los animales silvestres se acercaron a las ciudades. Todos vimos fotos con evidencias de que la naturaleza le hizo un guiño a la humanidad. Si no aprovecha esta oportunidad, y toma decisiones urgentes, cada día que pase será más difícil convivir con ella. Su furia se volverá una amenaza permanente para la comunidad humana. No todos los humanos cabrán en Marte, ni en aquel planeta se vivirá mejor. Se está creando una alarma que sólo consigue desviar a los medios de llamar la atención un día sí y otro también de que esta pandemia, con toda su capacidad destructiva directa y colateral puede ser el principio de muchas otras, y que el desorden económico que genere puede hasta adelantar la profecía de Juan Grompone.
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