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El refugio de Eldric Sella y la chance de Uruguay Por Ángel Arellano

El refugio de Eldric Sella y la chance de Uruguay     Por Ángel Arellano
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Uruguay otorgó condición de refugio a un atleta olímpico venezolano a principios de agosto, y con esto envió un mensaje de solidaridad a una comunidad golpeada por la dictadura y la desidia. Cientos de migrantes ven al país como un destino posible para cuando se normalice el movimiento en las fronteras y hace oportuna la conversación sobre este tema. ¿Podrá tener algún espacio en la agenda?

La Agencia para los Refugiados de las Naciones Unidas (Acnur) estimó que al ritmo que avanza el masivo éxodo de ciudadanos venezolanos, para finales de 2021 esta migración llegaría a superar los 7 millones de personas. Este número ubicaría a la diáspora venezolana como el principal movimiento migratorio, por encima del sirio. En medio de esta estampida, surgió una señal importante, que no puede pasar desapercibida: luego de finalizar los Juegos Olímpicos en Tokio, el Estado uruguayo, y gracias a las gestiones de Acnur, concedió refugio a un deportista venezolano que participó en la disciplina de boxeo como parte de la delegación de refugiados que selecciona y patrocina el Comité Olímpico Internacional.

Su nombre es Eldric Sella, tiene 24 años y antes de llegar a Uruguay vivía en la isla de Trinidad y Tobago, muy cerca de la Península de Paria, en el extremo oriente de Venezuela. Esta es una zona costera con exuberantes bellezas naturales, hoy tomada por el hambre y las mafias del narcotráfico. Sella llegó a la isla como cientos de miles, en busca de oportunidades fuera de la asfixia y la crisis humanitaria nacional. La ruta marítima hacia Trinidad y Tobago ha cobrado la vida de cientos de personas que trataron de cruzar en precarias embarcaciones. Familias enteras han naufragado. Es el relato de los balseros que también une a Venezuela con Cuba.

El pasaporte venezolano de Sella venció a principios de año. El trámite de renovación dentro y fuera de Venezuela es oneroso y puede demorar meses o años. El gobierno de Trinidad y Tobago, que lleva años lidiando con los refugiados venezolanos instalados en su territorio, decidió no otorgarle un permiso de reingreso si lograba viajar a los JJOO usando como justificación su pasaporte vencido. En ese marco, Acnur articuló una solución: los Estados Unidos otorgaron una visa que le permitió a Sella ingresar a Japón, y Uruguay aceptó acogerlo como refugiado. “Hoy tengo la bendición de empezar de nuevo en este país que sin pensarlo dos veces me abrió las puertas y me entregó las llaves para que haga de este mi nuevo hogar”, dijo Sella desde su Instagram el 10/8/21. Historias así comienzan a proliferar.

La actitud de dar apoyo humanitario con la condición de refugiado a un atleta profesional, es loable. En las redes sociales se registraron diversas expresiones de agradecimiento al Estado uruguayo por parte de la comunidad venezolana que reside en el país. Para quienes han tenido que dejarlo todo y comenzar desde cero en un país tan distinto, es un bálsamo leer una medida solidaria.

No obstante, este hecho también permite encontrar contexto para nuevas preguntas: ¿qué pasará con las nuevas solicitudes de refugio con características similares? ¿Uruguay quiere ser un país que aproveche el caudal migratorio? ¿Cuáles son los planes del Estado ante la cada vez más cerca normalización del movimiento en las fronteras? ¿Será Uruguay víctima de su propia fama o aprovechará este potencial para diferenciarse en la región?

El gobierno uruguayo ha manifestado insistir en la condición de país “puertas abiertas”, coherente, además, con la política de Estado en materia de movilidad humana potenciada por la Ley N° 19.254 de 2014, que otorga las residencias definitivas para nacionales de los Estados del Mercosur y asociados, y que explica en buena medida la casi inmediatez con la que, por ejemplo, un migrante venezolano tiene un estatus de igualdad legal en cuanto a derechos y obligaciones dentro del territorio. Esta norma, más los favorables indicadores de Uruguay en materia de seguridad, economía, y, por supuesto, estabilidad política, lo posicionan dentro de los posibles destinos de esta migración que ha crecido notoriamente. No es descabellado pensar que en breve aumentarán las ya en ascenso solicitudes de asilo y refugio. ¿Es momento entonces de un diálogo político para pensar en este futuro posible? ¿Es el acuerdo “a la uruguaya” entre los tomadores de decisiones el camino para articular políticas que viabilicen el aprovechamiento de este recurso humano, que, como se sabe, es ampliamente calificado y educado, en beneficio del país dentro de las áreas económicas que tengan necesidad en todo el territorio? Son dos preguntas que quizá pequen de ambiciosas, pero buscan poner la atención en un tema que poco a poco encontrará su espacio en la agenda pública nacional.

El consejero de la UTEC, Rodolfo Silveira, explicó el 6/8/21 en el programa “Así nos va” de Radio Carve, que el 20% de los docentes de esta institución son extranjeros, entre los que hay personas de esta nueva migración venezolana, cubana y de otras nacionalidades latinoamericanas. De esos docentes, no pocos vivían inicialmente en Montevideo. Consiguieron esta oportunidad y partieron al interior, a trabajar y aportar. ¿Esta experiencia puede seguir replicándose?

Hace poco ingresó en el Parlamento de mano de diputados de distintos partidos, un proyecto de Ley para la consolidación de la libertad de circulación de los ciudadanos legales uruguayos, una norma que busca regularizar la movilidad en países donde, a pesar de tener la ciudadanía legal uruguaya, a los ciudadanos se les exige visa por la nacionalidad de origen. Esta iniciativa apunta en la dirección de generar mayor igualdad entre nacionales y migrantes, y respaldar a quienes han decidido hacer de esta su tierra para vivir, crecer y trabajar, un ejemplo de que la articulación política es necesaria ante semejante desafío.

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