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El Uruguay del ancla por Luis Nieto

El Uruguay del ancla por Luis Nieto
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La desaparición del socialismo en un país de la importancia de China, o lo que se vio al otro lado del muro caído en Berlín, o los nefastos gobernantes venezolanos, que pretendieron vender una nueva ilusión: “el socialismo del siglo XXI”, debería haber generado algo importante en la dirigencia sindical uruguaya.

En el acto de ayer se volvió a escuchar el conocido sermón que pretende solucionar la crisis, que hay, pero que no hay, no se sabe, con la vieja receta de aumentarle los impuestos a los ricachones, que se han enriquecido en este país, y se han envalentonado (?). Otra de las recetas para solucionar la crisis que hay o no hay, es imponer un fuerte shock de inversión pública. ¿Ese shock será la acción inmediata a la de “rascar donde pique a los ricachones?” ¿De ahí vendrán los millones que harán falta para invertir en obra pública? ¿En qué quedamos, no es que para eso hace falta la inversión privada que se salió a buscar para construir un nuevo ferrocarril desde donde se instale la nueva planta de UPM hasta el puerto?

Si algo mostró el acto de ayer fue la falta de pluralidad que tiene el movimiento sindical uruguayo. Lo que se escuchó fue un discurso monocorde, que en ningún momento puso sobre la mesa alguna alternativa al viejo discurso de la lucha de clases. Incluso le resultó molesto a la ministra Kechichián, que abandonó la plaza y lo siguió escuchando por radio. Se escucharon cosas delirantes, como que el gobierno había dado prioridad a los reclamos de UPM, respecto al ferrocarril, en lugar de atender a los planteos de los trabajadores. ¿Por pertenecer a una plantilla residual de una empresa desmantelada y deficitaria se tiene algún tipo de puntaje extra frente a una decisión del gobierno, que, discutible o no, apunta a cerrar un negocio de tantos millones de dólares como nunca llegaron antes al Uruguay para poner en marcha una industria? Convendría que el sindicato de trabajadores de AFE releyera la posición de Marx ante la construcción del ferrocarril en la India. ¿Por qué Castelgrande, en su encendido discurso no puso sobre la mesa el plan de los trabajadores de AFE para sanear y reconstruir el ferrocarril con recursos uruguayos? Se perdió una oportunidad única para comunicar al país una buena idea, surgida del proletariado uruguayo.

No hay ironía en esta afirmación, hay decepción ante lo que parece ser la negación del Plenario Intersindical de Trabajadores. Decepción ante todo lo que floreció en 1980 y hoy más se parece a un lento y parsimonioso entierro de las ideas de cambio.

No podía haber faltado y no faltó, la voz de Fernando Amado, un outsider-insider, que busca penetrar la malla del mosquitero sin mucho éxito. Está pero no está, es como la crisis. Ante el encendido reclamo que Gonzalo Castelgrande hizo al gobierno, Amado tuiteó su entusiasmo, como subiéndose al carro, porque le gustó que alguien le pasara la factura a Vázquez por lo que debió hacer y no hizo. Por supuesto que estaba en su derecho, y lo ejerce, pero no es de esas evidencias que conseguirá mover la aguja del país, y, ni siquiera, a la del Partido Colorado, que sigue en números rojos. Tal vez Amado debería hacerse una pregunta necesaria para un autoproclamado batllista: De vivir José Batlle y Ordoñez, ¿diría lo que yo digo y haría lo que yo hago? Nadie tiene la respuesta pero si alguien encabezó un movimiento de reformas radicales de verdad fue Batlle. El mundo está yendo hacia un sitio muy distinto del que promueve el movimiento sindical uruguayo, y Amado, viajando en la cáscara hueca de lo que fue el batllismo va para el lado contrario al de los cambios.

De Venezuela ni una palabra. Cuando el presidente del PIT-CNT visitó ese país, invitado a presenciar la elección de la Constituyente, aclaró a los uruguayos que había sido una elección legítima, y que los problemas de Venezuela se deben resolver sin intervención extranjera. Tal vez ese consejo es el que haya provocado el silencio de ayer ante la situación terrible que vive la población venezolana. ¿También esa máxima del lavamanos aplicaba para Uruguay cuando estuvimos bajo una dictadura férrea y asesina? ¿Eso mismo sostenía Fernando Pereira entonces? Este silencio sólo deja un poco más aislados a quienes intentan hacer algo para comunicar al exterior lo que pasa allí. En nombre del socialismo se está hambreando y robando a un pueblo que ha tenido los recursos suficientes para salir del subdesarrollo.

La elección de la Constituyente, convendría recordar, tuvo sólo un objetivo: anular la legitimidad de la Asamblea Nacional, legítimamente elegida por el pueblo soberano de Venezuela. Maduro y su grupo de tareas se salteó la Constitución olímpicamente y montó una farsa de elección para declarar ilegítimas las leyes que había votado el Parlamento, y perseguir a todo aquel que le hiciera frente. ¿Qué diríamos si aquí, vendiendo gato por liebre, se entroniza un régimen parecido al de Maduro y constituye otro Parlamento, alternativo al que votó el pueblo? Eso es lo que Pereira no vio en su visita a Venezuela.

El PIT-CNT ayer no dijo una palabra. ¿Se verá obligado a hablar el 1° de Mayo del año próximo de Venezuela, o el del año siguiente, o del otro? No habrá socialismo indiferente ante cualquier tipo de dictadura o régimen autoritario, y alguien se los recordará.

Pero todavía hubo otro pasaje lamentable en los comentarios de Fernando Pereira en el día de ayer. Se refirió al asesinato del joven trabajador del minimercado Kinko en estos términos: “Lo que la gente no entiende cuando habla el PIT-CNT es que no matan a un ajeno, matan a uno de los nuestros”. Lamentable reflexión, que lleva a no creer en las palabras de Pereira. No es posible alinear la sensibilidad en términos tan definitorios como la muerte. No es posible tener una sensibilidad distinta si se trata “de uno de los nuestros”, aunque aclare que de pronto el muchacho no era ni afiliado al PIT-CNT. Es hacer un juego sucio hasta frente a la criminalidad en alza. Ni el chico del Kinko, ni un taxista de los tantos, ni nadie debiera morir asesinado en una sociedad que se quiera a sí misma. No hay categorías frente al asesinato. Si Pereira se refiere al tema en esos términos es porque algo de lo que tanto se habla está causando alarma, y ya no es un mensaje perverso de los dueños de los medios de comunicación.

La ministra del Interior de Argentina largó un dato desafiante: Uruguay tiene una criminalidad superior a la Argentina. Solíamos andar en los 6 asesinatos y poco cada 100 mil habitantes. Según el Observatorio de Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior de Uruguay, en nuestro país, hoy, hay 8,1 asesinatos cada 100 mil habitantes, mientras en Argentina la tasa de homicidios es de 6 cada 100 mil habitantes. Vamos dejando el país que éramos hasta no hace mucho, y este dato contradice la afirmación de que la pobreza genera violencia. Nadie desconoce que Argentina está sumergida en una crisis económica de muy difícil solución, y, sin embargo, Uruguay, con lo bien que le va aumenta la criminalidad. ¿Qué está pasando? Nadie puede dudar que la marginación genere todo tipo de desventajas, patologías, crisis de valores y tendencias a verse envueltos en hechos delictivos, pero no es el único factor que incide en el crecimiento de la delincuencia en Uruguay. La falta de esperanza es más dañina que la pobreza, que hasta puede ser transitoria. El mensaje apocalíptico y cargado de bronca que se escuchó ayer puede ser hasta más peligroso de lo que parece.

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