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“En América Latina la creación será heroica o no será”

“En América Latina la creación será heroica o no será”
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Colectivizando incertidumbres en Sala Verdi

«Creo en la alegría revolucionaria. En la alegría de los sabios; de los científicos (…) En la alegría de la búsqueda más allá del encuentro (…) La historia ha cambiado cada vez que estalló la alegría (…) Pero hay épocas en que la alegría se oscurece. Épocas de sectarismos, de verdades absolutas, de segregación de razas, de elecciones afectivas…. Épocas sin diálogos, sin oídos, cargadas de odio, de resentimiento y del morboso amor a la muerte…. Para esas épocas nunca viene mal recordar al peruano Mariategui, dijo el gran escritor, ‘en América Latina la creación será heroica o no será’. Cada mujer, cada hombre, deberá tener la energía, la lucidez y la alegría de un héroe para llegar un día al inmenso mar de su deseo. Deberá velar por su derecho a la alegría (…) Es el primero de los derechos humanos y debe ser respetado.»

El 18 de junio se estrenó el último episodio del ciclo ¿Qué hacer?, ciclo de entrevistas breves producido por la Sala Verdi con la intención de “colectivizar incertidumbres” y delinear algunos posibles caminos de salida de la situación que viven las artes presenciales en nuestro medio. El último artista en ser entrevistado fue Gustavo Saffores, quien leyó un texto de Omar Grasso del que extrajimos algunos fragmentos para comenzar esta última nota sobre el ciclo. Parece relevante la participación de Saffores porque pone en el centro la labor creativa en el contexto latinoamericano, una labor creativa que para “ser” debe tener un carácter heroico. Si algo ha quedado claro con la pandemia es el carácter de mero accesorio que tiene, para la mayor parte de los gobiernos de los países de nuestro continente, la labor artística. De alguna forma Fernando Nieto Palladino complementa esta idea cuando se refiere al público, entendiendo que si este entiende que los espectáculos son mero ocio, dadas las circunstancias, “el público podría prescindir de ellos”. En la misma sintonía al comienzo del ciclo Alejandra Wolff se preguntaba “¿El arte es prescindible? ¿Nadie nos necesita?”.

Vale puntualizar aquí que en varios momentos la reflexión derivó en el señalamiento de una determinada práctica artística que sí colaboró con la idea de un arte “prescindible”. Luis Pazos habla de que la pandemia le sirvió para volver a conectar con la energía inicial que lo impulsó a dedicarse al teatro, energía con la que ya le costaba conectar. Sheila Werosch reclamaba repensarse como artistas, dejar de ser subsidiarios de otros ámbitos y “hacer la revolución”. Y Lucía Sommer pedía ir hacia un nuevo teatro que de cuenta de los cambios que se han generado, “un nuevo teatro para una nueva humanidad”. Alfonso Mujica entiende que la sociedad no reclama por las artes “porque no le hemos dado arte de calidad,  el sistema ha estupidizado a la sociedad y cree que las artes son entretenimiento. Las artes también pueden entretener, pero hacen pensar, cuestionar el sistema, hacen que la sociedad se organice, se identifica, quiera romper moldes o adherirse a ellos”.

Como vemos la idea de que el arte es prescindible para quienes toman las decisiones se complementa con una autocrítica respecto a que el propio sector artístico, de alguna forma, ha contribuido en esa percepción. El ¿Qué hacer?, entonces, pasa por tejer redes y denunciar la carencia de recursos, pero también por repensar y reformular la propia práctica. Y para eso el propio Lenin, que hace 120 años se hacía la misma pregunta, puede ser inspirador. Anthony Fletcher afirma: “Lenin entendió el valor de la cultura como herramienta de desarrollo social, y bajo su mandato surgieron avances increíbles; en el cine Eisenstein, en el arte Malévich, en la literatura y el teatro Maiakovski… No es casual que todos buscaban nuevas formas de hacer su arte, que también es lo que tenemos que hacer nosotros (…) Hay que construir un teatro y una cultura más tolerante, más inclusiva, para todos les sectores de la sociedad. Tenemos que ser leninistas pero no solo en la forma política sino entendiendo que el idealismo solo logra concretarse en la acción”.

Las nuevas formas son un tema central, Rogelio Gracia proponía “trabajar sobre lo posible (…) no ir para atrás, no sirve, ver donde está esa oportunidad de generar algo nuevo o de profundizar algo que estaba incipiente. Resistir, claridad para el trabajo diario, generar lo posible, intentarlo uno y otra vez, resistir, ayudar y trabajar”. Nieto Palladino agrega: “las acciones que podamos hacer para adaptarnos son valiosas en tanto estén orientadas a recuperar la presencialidad y a atender los cambios sociales y culturales que nos trajo la pandemia”. Mientras tanto Claudia Sánchez señala que en definitiva hay que “hacer lo que sabemos hacer, hacer arte, hacer teatro, utilizar la herramienta que sabemos usar, la que conocemos para decir lo que se necesita decir. Salir de las redes como mecanismo de militancia y utilizarlas para crear discursos propios, ser creativos. La creatividad es lo único que nos puede salvar”. La forma en que el límite que impone la pandemia puede generar un rebrote de formas nuevas es tomada por Fabiana García de forma poética a partir de un texto del escultor Santiago Dieste para su exposición “Brote de furia”. García visualiza, a partir de las ideas de Dieste, a la cultura “como un enorme bosque que está sufriendo la poda más grande de la historia” pero con “la convicción y la esperanza de que ese brote de furia haga que ese bosque sea más fuerte y más hermoso”.

Marcos Valls toma fragmentos del ¿Qué hacer? original para ponerlo a dialogar con nuestro presente, que confunde política con politiquería para alejar a los sectores populares de la toma de decisiones. En épocas de “Libertad responsable” no deja de ser un gran acierto el que Valls parafrasee a Lenin afirmando que “libertad es una gran palabra, pero bajo la bandera de libertad de industria se han hecho las guerras más expoliadoras y bajo la bandera de libertad de trabajo se ha despojado a los trabajadores”.

En la semana en que vuelven las artes presenciales es bueno volver a invitar a ir al canal de Youtube de la Verdi para ver este ciclo y no olvidar lo propuesto allí. Lo peor sería volver como si nada hubiera pasado.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.