Mirándola desde ciertos puntos de la Ciudad Vieja, a Montevideo, de su flanco, por el lado del puerto, le nacen edificios casi a diario. En un abrir y cerrar de ojos, donde antes no había nada, ha aparecido una torre coronada por una chimenea o un lujoso hotel.
Con frecuencia, para aumentar la sensación de estar ante un prodigio que provoca en el observador este trompe l’oeil de la perspectiva, al mismo tiempo, se puede apreciar cómo los infantiles brazos de las grúas juegan a levantar construcciones con esos bloques de metal que son los contenedores.
Por fin, al cabo de un breve lapso, tales maravillas habrán desaparecido. Empero, poco después, serán sustituidas por nuevas y efímeras floraciones arquitectónicas venidas de allende el océano.