Un justificado repudio originaron las irracionales reflexiones del ex director general del Ministerio de Desarrollo Social y actual asesor del presidente de la República, Nicolás Martinelli, por parte de legisladores del Frente Amplio.
Este señor, que como otros integrantes del “selecto” séquito del mandatario es un mero inútil con referencias, se permitió la osadía y la intolerable falta de respeto de frivolizar las escalofriantes cifras de contagios y muertes por Coronavirus, acorde con la probada insensibilidad de un gobierno que aplica políticas de ajuste presupuestal en pleno desastre sanitario.
Lo cierto es que esta ignota persona a la cual Lacalle Pou ha erigido insólitamente en referente y hasta en vocero de la presidencia, generó indignación general en particular en la oposición frenteamplista, al opinar -desde la ignorancia y la grosera frivolidad- sobre el manejo gubernamental de la pandemia, que a todas luces ha sido tan errático como infeliz.
En declaraciones formuladas a un programa televisivo, Martinelli restó trascendencia y hasta minimizó el alto número de contagios y fallecimientos derivados del virus, que sitúan a Uruguay –desde hace varias semanas- como uno de los peores de la clase a nivel continental y global.
Demostrando una soberbia que sorprende en alguien que no es un experto, se refirió a la evolución de la enfermedad como un tema menor, sin reparar en los sentimientos de los familiares de las víctimas que han perdido la vida a consecuencia de la sordera del gobierno, que no atiende ni siquiera las recomendaciones de los calificados técnicos que integran el Grupo Asesor Científico Honorario.
En ese contexto, el entrevistado aseveró que en la agenda de trabajo del Poder Ejecutivo no hay otros temas relacionados con la gestión de la pandemia, a excepción del pase responsable que se proyecta implementar en el sector cultural.
Empero, no satisfecho con esa afirmación, se permitió bajarle los decibeles a los espeluznantes números que denuncia la estadística de contagios y muertes, que, pese al alto nivel de vacunación, cerraron un mes de mayo realmente patético.
Pretendiendo justificar lo injustificable, Martinelli precisó que “si bien el número de contagios oscila entre 3.500 casos diarios, también es cierto que a medida que se aumente el nivel de vacunación y se logre la inmunidad, en algunos meses para adelante no va a ser necesario ir contando la cantidad de contagios”.
Más importante que el mero registro estadístico son los pacientes que padecen los estragos que provoca la letal enfermedad, las víctimas y las familias, quienes soportan la pérdida del ser querido sin que el Estado se haga responsable.
Por supuesto, el asesor (¿asesor en qué?) del presidente de la República justificó, en todos sus términos, la dramática farsa de la “libertad responsable”, con el propósito de legitimar la inacción y la irresponsabilidad gubernamental.
Al respecto, como otros integrantes del oficialismo responsabilizó a la población por la cantidad de contagios, refiriéndose a las supuestas aglomeraciones en shoppings y establecimientos gastronómicos registrados en el Día de la Madre.
Su conducta es congruente con la de otros voceros o representantes del bloque multicolor, quienes suelen atribuir el alto nivel de contagios a las inexistentes manifestaciones convocadas por las organizaciones sociales.
Por supuesto, omitió reflexionar, en forma naturalmente deliberada, sobre la flagrante violación de los protocolos sanitarios de empresarios irresponsables en los lugares de trabajo, que fueron registradas durante las escasas inspecciones realizadas por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
“Yo lo veo hacia adelante como una gripe. No se registra todos los meses cuando hay gripes”, afirmó muy suelto de cuerpo el asesor del presidente, como si se tratara de un connotado epidemiólogo, que insólitamente –a falta de otros voceros oficiales- habla sin dudas en nombre del gobierno.
Las declaraciones de Martinelli demuestran, sin dudas, que la mixtura entre la ignorancia, la frivolidad y la mera insensibilidad es realmente explosiva, máxime si se trata de alguien que está muy cercano al presidente.
Todo parece indicar que este “asesor” de pacotilla vive en un universo paralelo y no escucha ni siquiera a los que saben. En efecto, su visión de país parece estar acotada apenas a lo que observa desde su ventana de la Torre Ejecutiva.
Evidentemente, no escuchó al coordinador del Gach, Rafael Radi, quien advirtió que es necesario “bajar la térmica”, reiterando que es indispensable reducir la movilidad para abatir el nivel de contagios.
Tampoco se enteró de las dramáticas reflexiones y advertencias del reconocido virólogo e investigador del Instituto Pasteur y la Universidad de la República Gonzalo Moratorio, quien, sobre la paupérrima situación sanitaria imperante en nuestro país, opinó que: “hoy somos los peores del mundo y no nos merecemos este escenario”. Al respecto, el técnico opinó, como otros colegas, que se impone la adopción de medidas más restrictivas para acompañar el proceso de vacunación.
Nicolás Martinelli, quien hace apenas un año era un mero desconocido pero ahora parece ser una voz potente del oficialismo desde su condición de asesor presidencial no sabemos bien en qué, revela la absoluta falta de responsabilidad de un gobierno insensible al dolor ajeno y a la inconmensurable dimensión de la tragedia que impacta a miles de uruguayos.
Se nota que no se le murió ningún familiar directo o cercano.
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