¿Están sesgados los medios de comunicación?
Todos los días escuchamos gente que critica o elogia a los diferentes medios de comunicación, atribuyéndoles intenciones políticas partidarias a favor o en contra del gobierno y la oposición.
¿Hay blindaje mediático? ¿Son los periodistas operadores partidarios? ¿El antiguo “eje del mal” es hoy funcional al gobierno? ¿Existe censura previa en los medios? ¿Es posible la objetividad? ¿Son mercenarios los trabajadores de la prensa? ¿Profesionales o títeres? ¿Quién marca la agenda?
El problema es la mediocridad de algunos políticos por Oscar Licandro
Bajo la pregunta “¿están sesgados los medios de comunicación?”, Voces nos invita hoy a reflexionar sobre un tema recurrente en el debate público. En mi opinión se trata de una pregunta retórica, porque todos sabemos que cada medio de comunicación tiene algún tipo de sesgo. Hay medios cuyas líneas editoriales son explícitas. El País es un periódico históricamente ligado al Partido Nacional, como alguna vez lo fue El Día respecto del Batllismo. Brecha, la Diaria y Voces son medios identificados claramente con la Izquierda. Lo mismo puede decirse de La República y de El Popular, viejo diario devenido en semanario, que lleva la marca registrada del Partido Comunista. Algo parecido ocurre en el otro extremo del espectro ideológico con La Mañana que, fundado en 1917 por Pedro Manini Ríos, nació como expresión periodística de sectores no batllistas del Partido Colorado, y hoy se identifica con Cabildo Abierto. El Observador no se alinea con ningún partido, pero tiene un claro sesgo filosófico vinculado con el liberalismo en sentido amplio. Lo mismo ocurre con los portales de noticias criollos. Y, en el caso de las radios y canales de televisión, el sesgo no siempre es evidente, pero también existe.
Los sesgos siempre estuvieron. Los periódicos nacieron en la Europa del siglo XVIII para difundir las nuevas ideas republicanas. Noticias y discursos ideológicos, información y difusión de ideas, conviven en ellos desde que el primero fue editado en el Viejo Continente. Los diarios y semanarios desempeñaron un rol fundamental en la construcción de nuestras democracias modernas, porque llevaron al gran público el debate político y permitieron su acceso a la información sobre lo que ocurre en sus sociedades. Los buenos medios de prensa combinaron siempre una línea editorial afín a sus convicciones, con información de calidad. La democracia nació y maduró de la mano de medios de prensa que nunca fueron neutros.
En los siglos XIX y XX a ningún dirigente político se le pasaba por la cabeza plantear como un problema el evidente sesgo de los medios de prensa. Las diferencias de ideas se combatían con argumentos y las noticias que se entendían erróneas o falsas, se enfrentaban con una información diferente. En el Uruguay de la década de 1950, Benito Nardone utilizó una emisora de radio para difundir sus ideas en el medio rural, sin que ningún colorado, comunista o socialista de la época acusara a ese medio de estar sesgado. Obviamente que, en ocasiones, se criticaban procederes de otros, pero esas críticas en nada se parecían al lloriqueo de muchos políticos actuales, más preocupados por victimizarse que de defender su punto de vista. Tampoco esos políticos se quejaban de las preguntas de los periodistas, ni estos se victimizaban aduciendo amenazas a la libertad de prensa, cuando un dirigente político les paraba el carro ante preguntas inquisidoras o sesgadas. Eran otros tiempos, mucho más sinceros, donde el nivel de calidad de la gran mayoría de los dirigentes políticos y de los periodistas era otro. Era una época de valentía y honor, en la que hasta los políticos demagogos y los periodistas manipuladores tenían el pudor de no hacerse las víctimas cuando el viento les soplaba en contra.
Mientras la competencia política por el gobierno fue exclusivamente entre el Partido Colorado y el Partido Nacional, este tema nunca estuvo sobre la mesa en el debate político. Pero cuando la izquierda se convirtió en un actor relevante en la competencia electoral, se encargó de instalar la falsedad de que los “medios de comunicación” (es decir, todos los que ellos no controlan) están al servicio de la derecha, la oligarquía y los partidos tradicionales, razón por la cual sesgan la información en beneficio de ellos, contra el “pueblo” y contra las organizaciones políticas y sindicales que se auto-asignan representarlo. Esa semillita fue sembrada, luego se convirtió en planta y ahora es un gran bosque en el que se esconden y protegen la mayoría de los dirigentes frenteamplistas, para desde allí deslegitimar las noticias sobre sus errores y horrores. Hasta sus derrotas suelen atribuirlas a la maligna manipulación de los medios. Mentir y victimizarse es una especialidad de la izquierda frenteamplista, que lamentablemente está permeando en el resto del sistema político.
Pese al sesgo propio de cada medio de comunicación, cualquier análisis serio y desapasionado de cómo operan los principales portales, diarios, radios y canales de televisión privados, permite concluir que la amplia mayoría de ellos actúan con profesionalismo en el manejo de la información. En todos ellos las noticias son más o menos las mismas y sus contenidos son bastante coincidentes. Todos estos medios, que supuestamente están al servicio de la maquiavélica “derecha”, entrevistan y dan el mismo trato a los dirigentes de todos los partidos políticos. En todos ellos trabajan periodistas de filiación frenteamplista, quienes se desenvuelven con libertad y sin presiones. Más aún, algunos de esos periodistas introducen sus propios sesgos de izquierda en el manejo de entrevistas y noticias, como también seguramente lo hacen otros periodistas afines a los partidos de la coalición que gobierna actualmente.
Es obvio que existen excepciones, pero son mínimas. Nuestro país cuenta con un conjunto de medios que, manteniendo sus identidades filosóficas y políticas, manejan profesionalmente la información. Este es uno de los factores que explican la calidad de nuestra democracia. Todos los políticos lo saben, inclusive los que recurrentemente acusan a los medios de sesgo, porque les incomoda la información que difunden. El problema no es el sesgo de los medios, sino la mediocridad de algunos políticos.
Como lo vi y como lo veo: todo es según por Danilo Arbilla
Decir que voy a dar respuesta sería fatuo, en todo caso voy a dar mi parecer, en función de mi experiencia, lo que he visto y vivido, sobre algunos asuntos que atañen a medios y periodistas.
Se habla de sesgos partidarios, ideológicos o supeditado a intereses económicos y los hay. Los hay y los hubo. Aquí y en todas partes. Uruguay tiene una larga historia en materia de prensa partidaria y de periodistas militantes, confesos o no, con una visión muy condicionada por sus simpatías. Hubo épocas en que se hablaba de periodismo comprometido, con la realidad, con causas sociales y otras caratulas. Por otro lado, estaban los que sostenían que el único compromiso del periodista es informar los hechos, acercándose la más posible a la verdad. Es lo que tiene que ver con la credibilidad que es la mayor credencial que el periodista puede exhibir. También ese es el mejor negocio: a mayor credibilidad mayor ingreso para los medios: más ventas, más rating, más publicidad, y eventualmente – así tendría que ser- mejores salarios.
Es lo que pasa y ha pasado. Hay cambios. Antes ningún periodista aceptaba pasar un aviso o ser protagonista de una campaña publicitaria. Los medios a su vez advertían con claridad de la información interesada y promocional , o ésta iba exclusivamente en la página “ empresarial”. Hoy no es tan asi. Mejor o peor ¿quién lo decide?. El público, la gente; y así debe ser.
Lo que importa es que la gente tenga el mayor número de opciones para elegir y a partir de ahí, que decida. Cuanto menos normas que limiten la libertad de expresión, el derecho a informar y a estar informado, a buscar información y a difundirla, habrá más democracia y más libertad. Y esto no es cuento; cuando deja de ser así, cuando periodistas “operan” con la libertad de prensa, amparándose en ésta, precisamente, y cuando aparecen y proliferan vigilantes -que hacen su “negocio “, económico, político o ideológico- que deciden y miden la “cantidad” de libertad de prensa, se transita por un terreno peligroso. Ha pasado, pasa y puede pasar. Cuidado.
¿Censura? A mí no me pasa. Publico en El País, en Voces, en Correo de Punta del Este, El Telégrafo, El Heraldo, en UyPress, y jamas el mínimo problema. Si en lo que escribo hay un sesgo, lo que implica en casos censura, es de mi exclusiva responsabilidad.
Todos quieren censurar: gobernantes, políticos, comerciantes, empresarios, médicos, artistas, etcétera. Es parte de la libertad de expresión, todos quieren que se difunda “su“ información aquí donde juega la profesionalidad, la seriedad, y el valor del periodista.
Previamente debe admitirse que el periodista es el primer censor. El periodista de a pie. El que trae la noticia de la calle. Su informe es subjetivo, no se puede ser objetivo plenamente. Son muchos los elementos que juegan en contra de eso de la objetividad: además de la propia subjetividad del periodista, está la de las fuentes con las que chequea, la visión de los testigos que “ estaban ahí” – y que cada uno da una versión diferente-.Juegan tantas cosas y es ahí donde vale la profesionalidad. Ese periodista, censor sin testigos, – salvo la competencia de sus colegas de otros medios; bendita competencia- lleva su noticia y el jefe, comienza a “censurar” en función del espacio, de la importancia de la propia noticia y la de las otras noticias que maneja – para cada periodista la suya es la mejor-, de lo que alerta “ publicidad”, y de también la línea o los intereses editoriales. El público recibe una información bastante amasada. Y lo dicho, depende de la profesionalidad del periodista y de la independencia del medio la calidad del producto; su nivel de credibilidad.
En materia de censura hay sí, un riesgo grande para los periodistas a partir de una premisa admitida de que “noticia es todo aquello que alguien no quiere que se publica”. Y esto, estoy convencido, no es así. Aunque nos duela y afecte nuestro orgullo y ser quienes “conseguimos la primicia”, noticia es aquello “que alguien quiere que se conozca, que se difunda, que se publique”. Los ejemplos que lo confirman, se repiten por miles. El que da “la pista”, tiene “interés” – que no siempre es puro- de que se sepa.
Y sí. Los periodistas somos utilizados. Nosotros somos quienes llevamos la información al público. Nos usan o nos pretenden usar. La responsabilidad del profesional es sopesar la importancia periodística, informativa, que tiene lo que se “nos confía”. Muchas veces la noticia es la propia fuente, la que pretende llevar agua para su molino, engañar al público, dañar a alguien, fusilar a su enemigo, aliviar su desengaño o su despecho, vengarse por sentirse víctima de una injusticia, o tratar de ocultar sus propias culpas y responsabilidades cobijado en su condición de informante.
Depende del periodista: no dejarse usar ni ceder a las presiones. Además, ser profesional y honesto. Kapuscinski lo repetía continuamente: no se puede ser buen periodista si no se es honesto.
En fin. El tema es que en la libertad de expresión cabe todo eso y está bien que sea así: la libertad es libre. Si se juega con que libertad de expresión aquí sí o libertad de expresión aquí no, es una apuesta peligrosa. Salvo para aquellos que pugnan por una un sistema donde no exista la libertad de expresión. Y eso ha pasado, pasa y puede pasar.
También en esto de “usar” la libertad de expresión hay expertos y de estos se tiene que cuidar los periodistas.
Todo es relativo. En una época El País, El Observador, Búsqueda y Canal 4, pasaron a ser el “eje del mal”, – incluso Tabaré Vázquez señalo en un acto político a sus periodistas (Búsqueda y Canal 4) allí presentes. Es duro, muy chavista. Sin embargo, en nada cambio la información y Búsqueda, por ejemplo, editorializo más de una vez, y sin “pelos en la lengua” contra esa acusación de opositores, y de ser el “eje del mal” que hacían desde el gobierno. Y nunca tuvo ningún problema, hecho que por sí mismo confirmaba la vigencia de la libertad de expresión y que la SIP, por ejemplo, considerara e informara que en Uruguay había libertad de prensa y que no había restricciones para el ejercicio de la actividad periodística.
En fin, se pregunta si esos medios, ayer “el eje del mal”, hoy son funcionales al gobierno. Yo no lo veo así: salvo la página editorial en El País, no me parece que la información de ese diario, la de El Observador y la de Búsqueda sea pro-oficialista. Lo mismo con Canal 4, por lo menos hasta hace unos días. Dicen que va a haber cambios; quizás solo se trate de achicar o agrandar paneles, lo que no afecta la libertad de expresión. No exageremos.
El cuco en el espejo por Renzo Rossello
El periodista militante es un oxímoron con derecho al voto, en todas las especies hay las más diversas atrofias, ¿por qué el periodismo iba a verse libre de ellas? Y a los medios los hacen los periodistas. Es cierto que existe eso que se llama «línea editorial» y que generalmente obedece a las preferencias y orientaciones de los dueños de esos medios. Y eso también es algo que los periodistas tienen claro desde el primer día. Ahora bien, ello no significa que al ingresar a una redacción al periodista le sean extirpados mediante una operación compleja el sentido crítico, su propia formación, su cociente intelectual, y su capacidad de análisis. Tampoco se le extraen las opiniones personales, sobre todo las políticas, difícilmente pueda prescindir de ellas. Pero su trabajo suele terminar justo en el momento en que hay que tomar partido por algo, antes de hacerlo debe asegurarse de haber expuesto con claridad todo lo que ha podido colectar sobre un tema determinado.
Quienes a menudo hablan de oscuras conspiraciones de los medios, inconfesables conjuras que los empujan a machacar sobre determinadas figuras en detrimento de otras, probablemente nunca haya pisado una redacción. Ese espacio común en el que bullen, en silencio o ruidosamente, decenas de mentes que ponen en palabras (escritas o dichas) lo que está ocurriendo en alguno de los tantos recodos de la realidad y que actúa como un aceitado mecanismo de producción. Es curioso que quienes suelen rugir contra los medios -a izquierda y derecha- lo hacen cuando aquello que se difunde no los deja bien parados. De la mano de estos juicios suele ir también la eterna confusión que impide a muchos actores políticos distinguir entre propaganda y difusión de información nueva, noticias.
Otro término al que se suele recurrir es el de «blindaje mediático», habitualmente para indicar la supuesta falta de difusión de noticias negativas para quienes detentan posiciones de poder. Fuera de los países con gobiernos autoritarios o sencillamente dictatoriales el «blindaje mediático» es casi impracticable y por ellos los gobiernos autoritarios se desvelan con el control de Internet, la única fisura en el blindaje por donde se filtra todo. Pero afortunadamente en una democracia la prensa puede hacer lo que mejor sabe: poner la lupa sobre el poder y echar luz sobre sus costuras íntimas. Y revelar esas cuestiones incómodas que en esta y en las administraciones anteriores han provocado taquicardias culposas. Información incómoda, después para quejarse y maldecir hay unas hermosas redes sociales.
Los medios suelen ser vistos como el cuco y dicen que los cucos no son otra cosa que el espejo de nuestros miedos. Medios, miedos, sólo suenan parecido por eso es bueno mantener el oído atento.
Flechan la cancha por Martín Forischi
Aquí estamos con la opinión en nuestro Semanario Voces. Estamos para polemizar, para discutir, para debatir, para analizar un tema sensible como lo es la prensa en el Uruguay; un tema que deja mucha tela para cortar. Una semana que pasó en la cual el secretario de gobierno se fastidia con una periodista of de record acusándola de una seduo intencionalidad al preguntar.
Cuando a este gobierno la mayoría de los medios de comunicación, le flechan la cancha a su favor, otros son muy livianitos a la hora de preguntar, y otros apenas poner el micrófono para que el representante del gobierno hable sin cuestionar nada de lo que dice. Podría decirse que, estuvo muy cerquita, casi, no voy a decir de juzgar a la prensa en ese sentido, pero de sacar chapa total de prensa pro gobierno, aunque sigue siéndolo claramente, a más de la mitad del período de esta administración, casi que sin objetarle nada a este gobierno blanco
Ahora bien, como discutir, como cuestionar a la prensa y los medios de comunicación. ¿Quien se atreve a señalar lo que está haciendo este gobierno? Claro que hay que señalarlo positivamente cuando las cosas se hacen bien, y negativamente por ejemplo cuando el secretario de gobierno ataca verbalmente a la periodista de tv ciudad; Pero no se puede decir que esta bien a todo lo que ha hecho el gobierno de Lacalle.
Claro, cuando estás haciendo campaña para las próximas elecciones, como lo hace Álvaro Delgado, aprovechando la cancha de locatario, y cuando una periodista investiga primero y luego se cuestiona y pregunta, seguramente Álvaro Delgado debió haber sentido un dejo de frustración. Pero lo gracioso es que ésta administración siente que estuvo cerca de lograr algo; Y yo creo que lograrlo, lo estuve diciendo incluso para conocidos pro-partido nacional hace pocos días, para mi lograrlo era un decreto de lucha contra el tabaco, y no un decreto que flexibiliza la política anti tabaco. Para mí un logro era que el gobierno continúe la línea de anteriores gobiernos de disfrutar la libertad de prensa, y servirla; Para mi un logro sería que la relación entre el gobierno y la prensa sea optima; que por lo menos el gobierno garantice el derecho a la información, eso debió hacer Álvaro Delgado en vez de increpar groseramente a la periodista de tv ciudad por preguntarle sobre la reunión de Martinelli con Montepaz. Pero yo no creo que el partido nacional haya olvidado que el defender la libertad de prensa es fortalecer la democracia, y con esa gran responsabilidad de demostrarle a la región que el partido nacional iba a dar el piné, si estaba apto para gobernar desde lo técnico y dese lo humano para bancar la crisis que sufre el país. Como reclamarle a este gobierno que sea responsable con la democracia entendida solamente desde el punto de vista del derecho a la libertad de prensa, cuando ni si quiera tiene políticas adecuadas en materias sensibles como la alimentación para los que menos tienen.
Claro la coyuntura que vivió el país en 2019 puso al partido Nacional primero, y sus votantes quieren que lo demuestre, que le vaya bien. A quien podría no gustarle que a esta administración le vaya bien, y volviendo al tema central, seria toda una demostración de democracia que Álvaro Delgado debata con ideas y altura con la funcionaria de tv ciudad, pero cuando hablamos de las acciones de este gobierno hay casos donde no alcanza, porque si fuera solo una cuestión de publicidad y marketing como en la época de la etapa de campaña electoral entonces diríamos que estaría todo bien, pero viendo la actitud de Delgado frente a la periodista de tv ciudad, diríamos que habrá fracasado rotundamente
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