La realidad política trae muchas reminiscencias de los juegos
infantiles y juveniles que se practicaban en todos los barrios.
Dicen que la memoria popular es muy corta y rápidamente se olvida
de los errores y macanas que algunos cometieron en el pasado.
Y como si estuvieran jugando a “la Tapadita” aparecen candidatos
que dieron cheques sin fondo o fueron acusados de varios delitos.
Por otro lado, hay muchos fanáticos de “la escondida” que
pretenden ocultar sus deslices y cuando salen a luz pretenden
salvarse por uno que “haga la pica por todos los compañeros”
No falta quien trata de zafar jugando a la “mancha agachadita”
Otros andan volando jugando al “titirilla” y corren tan rápido que se
vuelve imposible agarrarlos y exclamar el grito de “ya está, ya está”.
La entrevista de esta semana nos hizo recordar aquella columna del
Ñato Fernández Huidobro, que hablaba de los “Uterinos”, eran los
mandos medios y jerarcas que sobrevivían a los Directorios, movían
todos los hilos y eran en definitiva los verdaderos dueños de la UTE
Eso sucede en casi todas las dependencias estatales, pero parece
que en el Banco Central y en el República juegan al “Robomontón”
La cuestión es que a nivel de la sociedad todos jugamos a la
“Perinola” pero mientras que a la mayoría nos toca regularmente el
“pone dos”, a algunos pocos les sale casi siempre el “toma todo”.
No se trata de buscar excusas ni tratar de justificarse argumentando
que los adversarios fueron peores y que les tocó el “culo sucio”.
Tampoco de hacer cualquier barrabasada en el bosque político,
sintiéndose impune, jugando libremente ya que “el lobo no está”.
La verdadera batalla cultural que tenemos por delante como país es
reflotar la honestidad a todo nivel, público y privado, con total
transparencia y no seguir jugando a la “mosqueta” con la ética.
Alfredo García