A aquellas personas con las que sentimos más empatía, solemos llamarlas por su nombre y no por el apellido. Pocos en la izquierda decimos Morales, Castro, Guevara o Da Silva. O en Uruguay, Mujica. También es cierto, que pocos decimos Nicolás, y sí Maduro. ¿Por qué será? Quizás muchos nos sintamos más próximos a Evo Morales que a Nicolás Maduro, por diversas razones. En la reciente síntesis histórica de Nuestra América aparecida en “Voces” he sido elogioso con Evo y crítico con Maduro. Pero empatías dejadas de lado, vale reflexionar por qué razones Maduro sigue en el poder en la República Bolivariana y Evo ha debido renunciar y asilarse en México.
La democracia de clase, la liberal burguesa, tolera que las clases y sectores populares gobiernen con la condición que no enfrenten al sistema capitalista. Y la burguesía trasnacional y sus socios locales nunca simpatizaron ni con Evo Morales ni con Nicolás Maduro. Pero los recientes hechos en Bolivia una vez más, evidencian que para derrotar al sistema son requisitos fundamentales la necesidad de pueblos conscientes, organizados y armados. En la República Bolivariana de Venezuela además de Milicias Populares, las Fuerzas Armadas han sido fieles en la defensa de la soberanía nacional. Se ha señalado que estas Fuerzas Armadas nunca entraron en el redil de la Escuela de las Américas, de la sumisión y adoctrinamiento del imperialismo norteamericano. Y los hechos comprueban que no sucedió lo mismo en la hermana Bolivia.
En la lucha de clases los enemigos aprovechan los errores del otro bando. ¿Por qué la cúpula del Movimiento al Socialismo se aferró a mantener en la presidencia a Evo, aún después de perder un plebiscito, que intentó habilitarlo a serlo por tercera vez? Sin dudas no es fácil sustituir a un líder de origen amerindio de las condiciones de Evo. Pero la evidencia demuestra que entronizar a Evo llevaba sus riesgos. Y va en los propios líderes la capacidad de formar a su lado a los nuevos, toda vez que la vida no es eterna. A partir de las recientes elecciones con la nueva victoria de la dupla Evo-García Lineras, la reacción con Almagro a la cabeza, agregó a la crítica de una reelección inconstitucional un supuesto conteo de votos fraudulento. De nada sirvió que Evo aceptara que hubiera nuevas elecciones, con la renovación total del Tribunal Supremo Electoral en pos de garantizar la convivencia pacífica. Convivencia que ya no existía desde el momento que las Fuerzas Armadas estaban dispuestas a un golpe de Estado sin que hubiera fuerzas populares capaces de resistir y de vencerlas.
En contrapartida el proceso venezolano -denunciado por represivo y por diversos abusos de Maduro y de sus seguidores (en primer lugar, de las Fuerzas Armadas)- a pesar de ser el principal blanco de ataque yanqui, se mantiene. Se mantiene porque tiene un pueblo consciente, organizado
y armado y porque recibe importante asistencia económica, política y militar de los enemigos de Estados Unidos, como Rusia y China.
Para los países dependientes y de Nuestra América en particular -y muy especialmente para los de escasa población como Uruguay- llegada una situación crítica (que no ha llegado aún) no solo habrá que contar con un pueblo organizado, consciente y armado, sino que debe tener la asistencia de los países vecinos, y más allá de la vecindad, como es el caso de Venezuela. Con pequeñas reformas que le hacen cosquillas al imperialismo y por apego a la “democracia” -que debemos saber es la burguesa, la de las trasnacionales- si las clases populares no se auto derrotan en las urnas como parece ser el caso inminente de Uruguay, se les derrotará de todos modos, ejerciendo la violencia desatada en este giro reaccionario continental.
Desde ahora, no hay que dejar para mañana las tareas que pueden empezar hoy, reflexionando acerca del pasado reciente, para no caer nuevamente en aventuras, conscientes que carecemos de un pueblo suficientemente consciente y organizado. Y hay que evitar actitudes ultra-izquierdistas, incomprensibles para las grandes masas y conducentes a auto aislarse. Cuando se obtengan los dos primeros objetivos, y cuando la violencia reaccionaria obligue, recién habrá que emprender la tarea de armarlo, sabiendo que el proceso de la liberación de nuestros pueblos y de la construcción socialista, será prolongado y exigirá que los pueblos del mundo sepan apoyarse recíprocamente. El internacionalismo de los trabajadores y explotados deberá vigorizarse para que eche raíces fuertes.
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