Frente Amplio: Por la tierra y con Domenech…
Ha trascendido que el Frente Amplio presentará un proyecto de ley para evitar la extranjerización de la tierra y seguramente Cabildo Abierto apoye la propuesta con algunas modificaciones, lo que posibilitaría la aprobación de la misma. ¿Tiene sentido esta iniciativa? ¿Por qué el FA la presenta ahora cuando siendo gobierno no impidió que enormes extensiones fueran adquiridas por extranjeros? ¿Se debe limitar la compra venta de la tierra? ¿Qué significa que Cabildo apoye este proyecto? ¿Peligra la coalición gobernante? ¿Es viable una alianza estratégica entre el Frente y Cabildo? ¿Hay coincidencias programáticas en otras áreas? ¿Qué actitud debe tomar el partido Nacional? ¿Se defiende la soberanía con este proyecto?
A desalambrar … los versos por Heraclio Labandera
Con una pregunta comenzaba a cantar, en medio de acordes tristones, la voz grave y el lloro inconsolable de las canciones de protesta. “Yo pregunto a los presentes/ si no se han puesto a pensar/ que esta tierra es de nosotros/… Y seguía con la amarga queja, el persistente reclamo y el insistente lamento por la deliberada entrega de la tierra que pasaba al latifundio y al extranjero. “Le aseguro que es un gringo,/ o un dueño del Uruguay,/ A desalambrar, a desalambrar/ Que la tierra es nuestra,/ Es tuya y de aquí …”
Daniel Viglietti agitó multitudes con sus letras provocativas, y en particular con ésta, que convocaba “a desalambrar”, y por cuyo texto se hizo famoso dentro y fuera de fronteras. Pero Dios le daría suficiente vida para que viera como el Frente Amplio, al que ayudó a llegar al poder en 2005, iniciaba un formidable proceso de extranjerización de la tierra durante su gobierno, y permitiera que la tercera parte de la misma pasara a manos de extranjeros y de empresas multinacionales.
El tema de la extranjerización de la tierra siempre fue un asunto polémico para la izquierda uruguaya, que nunca se atrevió a sacarlo del terreno especulativo. Luego de la restauración democrática (1985), un sector del Partido Nacional se mostró interesado a impulsar el tema. El Movimiento Nacional de Rocha (MNR), a instancias de su líder, Carlos Julio Pereyra, presentó en tres legislaturas seguidas varios proyectos contrarios a la extranjerización de la tierra, los cuáles no prosperaron por distintos motivos. Los proyectos naufragaban en Comisión, pero uno de ellos relativo a que la propiedad de la tierra quedara en manos de sociedades anónimas (lo que facilitaba la extranjerización que se quería evitar), logró sortear los escollos y llegó al Senado con grandes posibilidades de ser aprobado. Se hizo un conteo: con los votos del MNR y los del Frente Amplio (FA), se aprobaría una ley que terminaría con la venta de la tierra a las empresas multinacionales, tal y como propugnaban en sus programas el frenteamplismo. Y allí fue que el FA demostró que en realidad actuaba un papel de teatro dramático, solo para conformar a la tribuna, porque el entonces senador Danilo Astori fue fundamental en el hundimiento de la iniciativa. A la hora de votar, el Astorismo sumó sus votos a los sectores que defendían la legitimidad de la extranjerización de la tierra y la idea de Carlos Julio se hundió.
¿Quién puede entonces creer que ahora, una coalición como el Frente Amplio, probadamente favorable a extranjerizar la tierra, quiera evitarlo? ¿Por qué el FA se afana en agitar a la talud, con propuestas que nunca llevó adelante durante sus años de gobierno?
Queda bien hacerse el zurdo revolucionario, cuando se sabe que nada va a ocurrir.
Nuevos posicionamientos por Martín Guerra
¡Qué vocación de oposición tiene el FA en algunos importantes interlocutores!, sacando pasiones, se ve una gran habilidad para gestionar la opinión pública, oponiéndose o desconociendo iniciativas de sus 15 años de gobierno.
En cuanto al tema de la extranjerización, no es extraño ver a Cabildo perfilarse apoyando la idea, es claro dentro de su partido hay una veta nacionalista muy fuerte, lo que sin duda no creo que haya es un estudio económico interno importante para justificar tal medida y ver si realmente la misma tiene un efecto positivo o no en las personas que se pretende ayudar.
Entiendo que todo el intercambio mediático sobre este tema, y otros similares, son una contribución al posicionamiento de líderes y fracciones, con muy baja probabilidad que terminen votando juntos contra el gobierno, el FA y otro sector de la coalición, que comprometa el futuro de la misma.
Todos saben que si pierden la unión la probabilidad de votar mejor o ser gobierno es más baja en la próxima. Por otra parte, las aparentes contradicciones en fracciones multicolores contribuyen a agrandar el espectro para competir mejor electoralmente.
Intuyo que veremos mucho más de este tipo de supuestas contradicciones en el oficialismo, incluso como vemos dentro del PN, y muchas posiciones del FA opuestas a sus propias iniciativas de años de gobierno. Mientras todo sea en tono de respeto, es información que recibimos los electores, que ya veremos cómo procesamos en el futuro.
En particular para tratar de conocer más a Cabildo, me ha resultado muy útil la nota de Voces al hermano del Senador Manini, creo que aportó mucho. Es apasionante ver como se está construyendo una nueva realidad política y nuevos posicionamientos, espero que no entorpezcan demasiado en la necesidad de apagar incendios que el país necesita.
Lo peor de la política por Miguel Manzi
Hay una sólida línea filosófica, que se puede rastrear desde el antiquísimo legislador Zaleuco de Locri citado por Stobeo en su Antología, hasta el Cuarteto de Nos, que afirma que la gente no cambia; que cada cual es lo que es, que “lo esencial, lo decisivo, tanto en lo moral como en lo intelectual, es lo innato e inmutable”. El saber popular recoge esta milenaria convicción en frases tales como “Es un buen tipo”, “Lo que natura non da Salamanca non presta”, “Aunque la mona se vista de seda mona se queda”, “Te conozco mascarita”, y tantas otras. Esta perspectiva se puede trasladar de lo individual a lo colectivo (con algún riesgo a cuenta de los extravíos organicistas) y de ello resultaría que, aunque se renueven las personas, las colectividades tampoco cambian.
Dicho lo anterior, pregunto: ¿cómo procedió el F.A. antes de acceder al gobierno? Contesto: practicando una ferocísima oposición. ¿Y cómo cabe esperar que proceda ahora que volvió al llano, sumando a su agria naturaleza el rencor de la derrota? Obvio que con sevicia y mala intención. Hasta acá no hay sorpresas. Sin embargo, está probado y comprobado, con cifras que abruman, que durante los 15 años de gobierno frenteamplista no solo se permitió, sino que se promovió la extranjerización de la tierra. ¿Entonces, cambió el F.A.? No, ya vimos que no hay Heráclito que valga. Lo que ocurre es que el F.A. miente, deforma, manipula, oculta. No ha cambiado nada. El F.A. es el eco de tupas y bolches (su holgada mayoría), verdugos sanguinarios de gentes y pueblos, que solo pueden sobrevivir merced a la mentira, la deformación, la manipulación y el ocultamiento de su tenebroso pasado (haya transcurrido en la clandestinidad o en el politburó). No digo que el F.A. tenga el monopolio de la hipocresía y el cinismo; solo digo que lo practica con persistencia y maestría inigualadas. Tal su ethos.
Del otro lado, Cabildo Abierto es la derecha populista más cruda y primitiva, que como saben hasta los escolares, es prima hermana de la izquierda populista más cruda y primitiva (vamos: Manini fue comandante de Vázquez, Mujica y Fernández Huidobro). A dioS gracias, C.A. vota mayoritariamente de este lado, y confío en que lo siga haciendo hasta el final. Y si el bueno de Bergara puede convivir con tanto come-niños, los buenos de nosotros podremos sobrevivir a los cabildantes; el que no entiende la nueva lógica binaria de coaliciones, sencillamente no entiende nada.
Respecto al asunto que pretexta este desahogo, y descontando que soberanos son el dólar y UPM, me permito recomendar muy calurosamente las lecciones de Don Carlos Vaz Ferreira “Sobre la propiedad de la tierra”, que ni siquiera hay que comprar, está en internet.
¿Qué diría Carlos Julio? Por Gustavo Melazzi
La tierra… el Bien Común por antonomasia. ¡Cuántas cosas se hacen en tu nombre! (y olvidarse de quien la trabaja).
En torno a ella gira una larguísima historia; desde Artigas y su Reglamento de 1815, relegado por décadas a los discursos; llevada al primer plano por movimientos sociales y políticos desde mediados del siglo pasado hasta la dictadura cívico – militar; controlada siempre por los terratenientes.
Contemporáneamente y luego de la recuperación de la legalidad institucional, durante tres legislaturas el Senador Carlos Julio Pereyra (P. Nacional; Movimiento de Rocha) propuso legislar para controlar su extranjerización. En el Parlamento el Senador Astori se le opuso sistemáticamente, y se sumó a los neoliberales defensores del capital extranjero para que fracasaran estos proyectos.
A lo largo de los 15 años en que el FA fue gobierno, la defensa del capital extranjero (en el sector productivo que fuera) fue un pilar de su política económica (hasta llegar a la máxima entrega, con UPM2). En este proceso, la extranjerización de la tierra llegó a su máxima expresión en el Uruguay moderno.
¿Qué diría Carlos Julio ante esta propuesta del FA, ahora en la oposición, para evitar la extranjerización?
Presumo que pediría que la política fuera seria y honesta.
Ubiquémonos en el tema, del cual tanto se ha escrito. En esta etapa del capitalismo ese Bien Común pasa a ser Estratégico dado el impacto que las tendencias básicas del sistema generan sobre los ecosistemas del planeta. Varían las modalidades del control de la tierra según las regiones y regímenes políticos; pero cada vez más importa su control directo.
Este control de la propiedad (y/o, si nos manejamos con mayor rigor, de los núcleos estratégicos del proceso productivo que en ella se desarrolla) implica las decisiones de qué se produce; de qué manera, y cuál es su destino. Además, la política económica sobre el sector pierde efecto, se minimiza su impacto, y –se constata a simple vista– que progresivamente se coloca a su servicio. Los excedentes (ganancias) a partir de nuestro trabajo, suelo y agua se transfieren al exterior, prácticamente no se reinvierten en el país. Poco y nada importan los pequeños y medianos productores; tampoco nuestra necesidad de diversidad alimenticia. El control del agua (nada menos) progresivamente pasa a sus manos.
¿Cuidar el recurso? Como en la canción de Ezequiel Fascioli, preguntémonos: “cómo puedo amar la tierra, si ni siquiera la conozco”.
Bienvenido todo proyecto, todo avance en defensa de la soberanía nacional sobre nuestro Bien Común. ¿Qué pasará? En virtud de las vueltas y volteretas que muestra la realidad; imposible aventurar. Como dice el “pie” en una partida de truco: vengan a mí, que t’opuedo hacer.
Sería de desear lo que seguramente pensaría Carlos Julio: un poco de seriedad y honestidad en la política.
Puñal bajo el poncho por
El concepto de nacionalismo es un traje con el que se visten diferentes e incluso antagónicas concepciones. Hay nacionalismo religioso, nacionalismo imperialista, nacionalismo socialista, nacionalismo patriotero y entre otros más se destaca el nacional socialismo, fuente en la que abrevaron Franco, Hitler y Mussolini por nombrar tres de los más destacados a nivel mundial y en el ámbito criollo podemos encontrar por ejemplo a Herrera, el expresidente Lacalle y tampoco es ajena la cúpula golpista uruguaya, aunque se disfrazaron con el poncho “peruanista”, o la secta denominada “Tenientes de Artigas” como si su prontuario hubiese sido similar a “Clemencia para los vencidos” o la frase dirigida al pueblo en armas de aquel: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana” o “la tierra para quien la trabaja”.
Por lo tanto no nos toma de sorpresa el coqueteo del Partido Militar (Cabildo Abierto) con un proyecto de ley nacida en el Frente Amplio que pretende contener de alguna forma la extranjerización de la tierra, pese a que durante sus 15 años de gobierno fue cuando más se aceleró olvidándose “La Reforma Agraria” bandera de la izquierda uruguaya.
Tampoco se nos pasa por alto que en la cúpula del Partido Militar, habitan oligarcas que ven limitadas sus posibilidades de expandir sus propiedades porque se topan con la cada vez mayor cantidad de hectáreas en manos extranjeras, vía soja y forestación principalmente.
Así como hay contradicciones no antagónicas en el seno del pueblo, también las hay en la burguesía nacional que de hecho dirige y domina el país desde los orígenes del Uruguay.
A mi entender no se percibe la formidable jugada de ajedrez del estratega que está detrás de Cabildo Abierto.
En la proyección más benigna de dicha estrategia está el obtener electoralmente la Presidencia de la República. Está comenzando a mover la ficha de “ni de izquierda ni de derecha: nacionalistas”: una réplica de aquel sargento alemán llamado Hitler que en sus inicios se desmarcó de la clase política y fagocitó tanto pueblo de derecha como de izquierda con un discurso dirigido hacia los empresarios y hacia los trabajadores.
Manini mira con codicia los votos populistas de cierto sector del Frente Amplio que le fue funcional para iniciar su carrera y le tiró un salvavidas en el culebrón de los fueros. Él supo utilizar la ingenuidad y debilidad ideológica de dicho sector y ahora aspira a chuparles lo que pueda de sus votos.
También en nuestros vecinos, tenemos algunos ejemplos similares como el Peronismo, a causa del cual el movimiento popular argentino aún hoy está pagando carísimo la confusión generada por el populismo del Gral. Perón (no pretendo ofender a quienes honestamente creen en el peronismo). Él también bebió de la exaltación del nacionalismo generando un movimiento que chupó por derecha e izquierda, pero que en su último gobierno fue impulsor y gestor de la Triple A, que persiguió a la izquierda de adentro y fuera de sus filas perpetrando un horrendo genocidio demiles de hermanos argentinos e incluso, muy inteligentemente,utilizó la guerrilla montera en su campaña para retornar a su país y es así que recordamos la consigna en las calles porteñas: “Perón, Evita, la patria socialista“. Este es todo un tema complejo que bien vale la pena profundizar.
La tibieza tardía del proyecto de ley para limitar la extranjerización de la tierra tiene un mérito y es que puede ser un disparador para volver a poner en el centro de la discusión el tema de la tierra; volver a tomar conciencia que la tierra es de todos los uruguayos, es la esencia del país y es, por lo tanto y así debemos considerarla, un bien social. Quizás deberíamos refrescar el Reglamento de Tierras de Don José…
El Uruguay olvidado por Juan Pablo Grandal
En algunos sectores de la opinión pública hay una reacción visceral ante cualquier intervencionismo estatal en la producción que es preocupante, y desconoce tanto la historia como el presente. Las grandes potencias industriales del mundo participan activamente en la producción rural. Son muy conocidos los gigantescos subsidios al agro en países como Estados Unidos o Francia (este último caso en particular siendo muy eficiente en combatir la desigualdad territorial entre las regiones rurales y las urbanas); países asiáticos como Japón o Taiwán realizaron reformas agrarias para darle más eficiencia a la producción agrícola. El supuesto lastre que el intervencionismo estatal supone al desarrollo no es tal ni nunca lo fue.
¿Esto quiere decir que esta propuesta particular es necesariamente la mejor? No lo sé. No conozco en profundidad los detalles de este proyecto, y mi conocimiento tanto del medio rural como de la producción agrícola o ganadera es el propio de alguien que vivió toda su vida en Montevideo con un contacto mínimo con la campaña. Pero es de conocimiento de todos que como país venimos arrastrando problemas hace décadas en lo que se refiere al medio rural. El despoblamiento del campo es un problema mayor. Quizás no lo sería en un país industrializado donde la gente dejara el campo para conseguir un mejor empleo en la ciudad, pero la realidad es que históricamente la gente que ha tenido que dejar el medio rural por falta de oportunidades laborales tiende a terminar en los cinturones de pobreza de las ciudades, con un nivel de vida aún menor, estando ahí incluso la génesis de muchos de los problemas sociales que hoy nos aquejan.
¿Cuántas propuestas se han visto para mejorar la situación de los pequeños y medianos productores rurales? Realmente muy pocas. Si esta propuesta es de verdadera utilidad para ayudar a los pequeños y medianos productores nacionales estará por verse. En principio me parece de muy difícil aplicación en caso de convertirse en Ley, siendo probable también que sea vetada en caso de pasar con éxito por el Legislativo. Pero que se generen acuerdos entre distintos partidos para intentar afrontar estas problemáticas me parece una muy buena señal. Se puede entender tanto justificaciones desde la izquierda tradicional como desde el nacionalismo para una política más activa en regular la propiedad de la tierra, por lo que esta cooperación entre el Frente Amplio y Cabildo Abierto tampoco debería sorprender.
Más allá de que el Frente Amplio haya gobernado durante uno de los períodos con más extranjerización de la tierra en la historia de nuestro país, es de todas formas positivo que pasen a reivindicar ideas en este sentido en su rol como oposición. No hay que alarmarse ni asustarse al ver cooperación entre partidos supuestamente “opuestos” ideológicamente; más bien hay que celebrarla, y a mí personalmente me gustaría verla más seguido. También en el caso del Frente Amplio puedo ver como pasar a preocuparse más del medio rural tiene sentido desde el punto de vista político, viendo como se ha reducido su caudal de votos en el interior del país en las últimas elecciones, uno puede ver lo importante para esa fuerza política de recuperar el apoyo perdido. Y en el caso de Cabildo Abierto, una política de este estilo va bastante en línea con una postura nacionalista como la expresada por varios dirigentes del partido como Guido Manini Ríos o Guillermo Domenech, y también va bastante en línea con las bases sociales de apoyo a Cabildo Abierto, que tiene mucha fuerza en el interior del país y particularmente en los sectores más pobres y las zonas más rurales.
En resumen, carezco de elementos para juzgar la efectividad de este tipo de propuesta, pero hay que perderle miedo. En todo caso, quienes no la vean de forma positiva, deberían estar pensando en contrapropuestas. Las dificultades que afecta toda la producción nacional en el duro contexto actual son grandes, y el campo en particular ya venía arrastrando serias dificultades hace años. Hoy vivimos en un mundo en el que las élites gobernantes, desde sus burbujas metropolitanas y cosmopolitas, prestan cada vez menos atención a las problemáticas de la campaña, lo cual ha llevado a una polarización campo-ciudad que preocupa. Hay que ver el mapa electoral de nuestro país en el balotaje del año pasado, o un mapa electoral de Estados Unidos (siendo este un caso paradigmático de polarización territorial) para verlo. Si podemos empezar a discutir medidas para que todas las regiones del territorio nacional puedan tener un buen nivel de vida sin la necesidad de abandonar sus comunidades, debemos hacerlo. Si esta propuesta no es la mejor, al menos que sea un puntapié para un debate más amplio sobre las problemáticas del campo. Y creo que me sumo a muchos más, al pedir más cooperación interpartidaria de este estilo, en todas las áreas.
La compulsión reguladora por Alejo Umpierrez
En este espacio geográfico la tierra siempre fue de extranjeros luego de la llegada de Solís, Lobo y Zabala. Luego esos extranjeros dejamos de serlo y fuimos los “originarios”, básicamente los criollos. Más tarde vinieron las oleadas inmigratorias que no mucho afectaron la estructura de la propiedad de la tierra. Ella permaneció en manos de aquellos criollos viejos, algunos de prosapia y poco a poco otros que se fueron haciendo a trabajo. Al norte se asentaron muchos brasileros. Andaban algunos ingleses, alemanes y franceses mezclados. No muchos.
Luego vino el largo bostezo. El del rezago tecnológico, el de la escasa productividad de la tierra que se prolongó por décadas y décadas de explotación tradicional. Un gran rezago sin extranjeros. Muy nacionalista. 26 millones de lanares y 11 de vacunos poblaban el territorio pero con escasa rentabilidad. ¿De quién era la culpa? Según unos del expolio de un sistema que extraía recursos y distribuía al resto de la sociedad pero que impedía el despegue por ausencia de estímulos. El culpable era el batllismo, quién salvo una corta mirada – casi chacarera y muy breve – de don Tomás Berreta, jamás tuvo una política agraria. Apenas algo de incremento de la contribución inmobiliaria, el salario mínimo rural y poca cosa más. En términos productivos nada salvo la generación de La Estanzuela como foco de investigación. Para otros la falta de rentabilidad y por ende de productividad provenía de la estructura de la propiedad de la tierra y había que ir hacia una reforma agraria. La culpa era del capitalismo en base a una oligarquía rentista.
Los años sesenta empezaron a ver las primeras innovaciones y aparecieron los fertilizantes y las praderas y comenzó a despertarse de la siesta, pero muy acotado a productores de punta.
Los años 90 significaron el principio del despegue y especialmente luego del 2002 con la revolución de precios de los commodities y la Argentina K a quién le debemos tanto en materia de desarrollo agropecuario. Aparecieron sectores muy dinámicos e intensivos en tecnología y generación de mano de obra y efectos en cadena. Primero fue el arroz y luego la soja. Empezaron a aparecer productores extranjeros fugados de países vecinos por sus hostiles políticas a pesar de los altísimos costos uruguayos. Y han aparecido S.A. de origen extranjero, básicamente las forestales – que han comprado millones de hectáreas – o fondos de inversión, que bajo firma de Mujica y Vázquez que las autorizaron, entraron al mercado.
¿Es malo ello?, ¿atenta contra la soberanía? En primer lugar la tierra uruguaya no puede estar en manos de estados extranjeros o empresas estatales extranjeras bajo cualquier formato. Eso sí es cuestión de soberanía. Y hay normativa expresa al respecto. ¿Lo otro – extranjeros o empresas de otro país, residentes o no – debe preocupar al país? En primer lugar si tuvo el país una revolución agropecuaria vino básicamente la inversión extranjera y de la producción asociada a ella que modificó la historia económica del Uruguay. Ya nada es como hace medio siglo atrás. Los reflejos reguladores muestran otros resortes ocultos. Viejos conceptos ideológicos vetustos, reflejos de populismo primario y ese sesgo tan seductor que tiene el uruguayo medio, si algo no te gusta, regúlalo. Como dicen los gringos: si funciona, no lo arregles. El Uruguay tuvo un salto productivo que no solo fue eso. Derramó a toda la sociedad, permitió incrementar nuestro PBI y distribuir una riqueza antes inexistente. Escuetos 3000 caracteres son tiranos para un tema que merece un análisis serio. Siempre en los caminos te encuentras con cruces. Unos te pueden llevar a Argentina o Venezuela, otros a quedarte en Uruguay. Hay que elegir. Los desvíos siempre tienen justificaciones y el inicio del mismo al principio es imperceptible hasta que un día te das cuenta que no tienes retorno. Cuidado.
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