FRENTE AMPLIO: Propuesta de documento (14/4/2021) Balance, evaluación crítica, autocrítica y perspectivas
MODO DE INTRODUCCIÓN
- Hace 50 años la constitución del Frente Amplio fue, como en 1811, un grito de rebeldía ante el autoritarismo y de esperanza de un destino mejor para nuestro pueblo. Como decía el general Líber Seregni el 26 de marzo de 1971: “el Frente Amplio es el legítimo heredero de la tradición artiguista y de ella toma sus banderas y su ideario”.
- La unidad popular que se construyó en aquel tiempo se apoyó en una definición esencial por un proyecto antiimperialista y anti-oligárquico. El FA es producto de las luchas de nuestro pueblo en las que diferentes corrientes político ideológicas confluyeron junto con miles de hombres y mujeres en la conformación de esta herramienta política unitaria sin exclusiones, que es un ejemplo en el mundo entero, unidad que fue precedida por la que lograron los trabajadores en la creación de una central única, la Convención Nacional de Trabajadores. Unidad amplia que en términos incluyó a las corrientes de la izquierda clásica, a sectores progresistas surgidos en los partidos tradicionales que representaron el legado del batllismo y del nacionalismo en sus expresiones más avanzadas, con la contribución de destacadas figuras del sindicalismo, la intelectualidad, militares civilistas y ciudadanos independientes de distintos perfiles ideológicos.
- Ese rumbo fue magistralmente sintetizado en los documentos fundacionales del Frente Amplio de 1971, la Declaración Constitutiva, el Compromiso Político y las Bases Programáticas, así como en las Bases de la Unidad de 1984, en las resoluciones de sucesivos congresos y Plenarios Nacionales y en discursos de sus principales dirigentes, comenzando con el del general Seregni en el primer acto de masas del FA, el 26 de marzo de
- En ese proceso, con una marcada concepción antiimperialista y a caballo de las luchas obreras y estudiantiles, con claras definiciones de la intelectualidad nacional, surgió el FA. Participó de las elecciones de 1971, luchó luego contra el golpe de Estado y se transformó en referente de la lucha contra la dictadura, en las calles, en las cárceles y en el exilio. Acompañó la lucha de los trabajadores y supo mantener viva la necesidad de su existencia en el referéndum del 80´ y en las elecciones internas del 1982. Aunque comprendió todo el país, ese proceso no fue total ni homogéneo, lo que también explica diferentes niveles de avance político en el
- El FA se construyó durante una época de transformaciones globales y le tocó gobernar en momentos de un cambio de época. Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU se transformó en una potencia que ejercía con todas sus fuerzas el poder hegemónico, como potencia imperialista que dominaba y peleaba por consolidar su dominio en Asia, África y América.
- Pero durante la historia del FA la dominación imperialista sufrió cambios y tuvo contradicciones. A comienzos de este siglo, luego de la transformación de la URSS y la caída del muro de Berlín, empezamos a asistir a la disputa del poder hegemónico entre EEUU y Asia, y especialmente China, que se transformó en una potencia comercial de primer nivel. Ese proceso que aún no termina nos lleva a asistir a una durísima lucha por el control de los mercados en que se incluye el continente americano. Es una lucha diferente a la que se escenificó, con EEUU a la cabeza, entre las principales potencias imperialistas contra los países que intentaban construir una hegemonía alternativa. Aunque diferente, la actual lucha no ha estado exenta de episodios de violencia y hostigamiento a gobiernos legítimamente elegidos, especialmente cuando éstos eran gobiernos de izquierda, progresistas o que no se alineaban con los
- Especialmente en la región se verificaron situaciones de ese tipo cuando en momentos en que gobernaban partidos de izquierda o progresistas surgieron grupos de extrema derecha que utilizaron todos los recursos legales, algunos lindantes con la ilegalidad y otros directamente ilegales que politizaron la justicia, judicializaron la política y tuvieron de aliados incondicionales a los propietarios de los grandes medios de comunicación. Todo hecho no sólo con el fin de sustituir los gobiernos de izquierda, sino de ofrecer una visión deformada y mentirosa de la historia. Un relato, como se le dice ahora, funcional a sus intereses económicos y políticos.
- Es en el marco de este proceso que se desplegó el tercer gobierno del FA y que se realizaron las elecciones en nuestro país. Y es necesario evaluar que lo que nos pasó estuvo íntimamente ligado a este proceso, como fuerza política y como gobierno frenteamplista. De lo contrario, corremos el riesgo de sobrevalorar lo anecdótico y no analizar con claridad los fenómenos políticos que realmente ocurrieron y siguen ocurriendo en el
- El FA gobernó durante 15 años y en ese proceso lleno de logros, hubo errores. Pero esos errores y limitaciones solo pueden valorarse en su verdadera dimensión como parte de las restricciones de los momentos históricos. El balance para hacer una verdadera autocrítica consiste en poder interpretar si lo que hicimos correspondía con los cambios que se estaban produciendo en la realidad y, por lo tanto, saber si estábamos actuando en consecuencia o solamente teníamos puesto el piloto automático y seguíamos avanzando sin modificar realmente la El verdadero sentido de la autocrítica es reconocer los errores cometidos para poder corregirlos y continuar con el proceso de cambios.
COYUNTURA INTERNACIONAL Y REGIONAL
- El análisis de lo ocurrido en las elecciones de 2019 no se puede separar de un análisis más global; no solo nacional, sino regional y mundial. Nadie es una burbuja aislada en este mundo y creer que solo efectos nacionales determinan las consecuencias de lo que pasa en nuestro país sería un profundo
- La mundialización capitalista tiene efectos devastadores sobre la vida de millones de personas, de los más en beneficio de los menos, con grados de concentración de riqueza como nunca antes habían imaginado los seres humanos. Los niveles de injusticia y de desigualdad en todos los planos han volcado a los poderosos recursos ilimitados que son utilizados en reproducir la misma injusticia y desigualdad, sin que hasta ahora haya ningún tipo de límite.
- Esta mundialización tiene efectos de todo tipo, pero el más notorio es sobre la vida en la tierra. El cambio climático global originado en una forma extractiva de producción y consumo desenfrenado cuya matriz principal es la acumulación de capital, sin ver o sopesar los efectos que ello tiene en nuestro propio hábitat -la Tierra- conlleva consecuencias devastadoras que ya estamos sufriendo. La anarquía de la producción, la imposibilidad de planificación económica global donde los países poderosos no aceptan ningún tipo de reglas, la continua generación de “necesidades consumistas” en enormes sectores de la población mundial y la carrera por la satisfacción de esas necesidades a toda costa, teniendo como único mecanismo de ajuste de la propia producción el mercado, con los costos humanos que ello plantea, demuestran como nunca antes la necesidad de generar condiciones para replantearse, a nivel global, la superación de las actuales relaciones sociales de producción. Relaciones de producción que no tienen al ser humano como sujeto y centro de la misma, sino que tienen como único objetivo la acumulación de capital.
- La “burbuja inmobiliaria” y el descalabro financiero de principios de siglo, que costó puestos de trabajo y aumentos de la pobreza en millones de familias en el mundo, constituyeron una de las crisis más visibles y elocuentes del modelo, pero de ella no se aprendió nada. La respuesta de los países desarrollados fue la misma: apostar más al mercado y liberar más sus energías para seguir haciendo lo mismo. Pero esta forma de producción y consumo sin controles y sin planificación afecta los fundamentos de la reproducción de la vida humana en el planeta y deparará nuevamente diferentes crisis: ambiental, energética, alimentaria y económica.
- En este contexto surgen procesos convergentes y a la vez contradictorios:
- la revolución tecnológica (microelectrónica, telecomunicaciones, informática, biotecnológica, nanotecnológica) que implica un curso acelerado de cambio en la composición orgánica del capital y su relación con el trabajo;
- el proceso de mundialización de las economías, el papel de las transnacionales sin ninguna referencia nacional, con riquezas y nivel de poder muy por encima de la mayoría de los estados, con las consecuencias de procesos de corrupción que ello conlleva;
- el neoliberalismo, como la estrategia global del capital para sostener su poder y tasa de ganancia, que hace que el trabajo, sus condiciones y la vida de los propios trabajadores sean un elemento más en la estructura de producción, tomándose decisiones a miles de kilómetros de distancia, sin medir las consecuencias y efectos que tiene sobre los pueblos y los países que
- la concentración de las actividades productivas más importantes, que se encuentran en manos de unas pocas corporaciones gigantes que operan a nivel
- la velocidad del cambio tecnológico y la incapacidad de adaptación de la institucionalidad y las leyes a esos procesos generan Estados más débiles.
- el cuestionamiento de China a la hegemonía de Estados Unidos, aún cuando estos mantengan el liderazgo en lo tecnológico y lo
- el surgimiento de protestas espontáneas, masivas, imprevistas y con consignas
- la inestabilidad a nivel de los gobiernos, la economía y la sociedad, que funcionan en estado de crisis
- la centralidad del conocimiento, por sobre las materias primas o los productos industriales tradicionales.
- el surgimiento de nuevas tendencias que señalan la importancia de atender el interés general, expresando la relevancia del acceso a bienes públicos y el foco en el usuario/ciudadano más que el
- El contexto internacional de la primera década del siglo XXI muestra una fuerte modificación estructural que configura un nuevo escenario global: la hegemonía norteamericana en lo militar y comunicacional, que por nada del mundo está dispuesto a perder, y una multipolaridad asimétrica en lo económico y comercial que lo interpela.
- Los cambios que aparejó la desaparición del mundo bipolar no se tradujeron en mayor seguridad y garantías de paz. Por el contrario, el poderío militar de las grandes potencias en un planeta donde ha seguido aumentando la desigualdad sigue siendo un factor que entraña, intrínsecamente, un peligro para la paz, aunque esta violencia se exprese de forma diferente a las ya
- Ese poder continúa manifestándose mediante intervenciones reales, amenazas y distintas formas de violencia sobre todo en el plano económico que, con una sola decisión en un solo segundo, dejan a países periféricos o débiles fuera del comercio mundial y por lo tanto los sumergen en la Dichas acciones generan la inseguridad y el desamparo a millones de seres humanos a nivel global. Esta situación se complejiza más en este mundo cambiante donde la tecnología y las cadenas de valores cambian rápidamente su localización en países y regiones, generando situaciones de desigualdad aún más extremas. Dichas situaciones son un caldo de cultivo para propuestas populistas de derecha y ultraderecha que se vienen expresando fundamentalmente en Europa y América Latina y que a su modo fueron encarnadas por Trump en años recientes.
- América Latina, el continente más desigual del mundo, que posee las principales reservas naturales del planeta cuya explotación es imprescindible para las trasnacionales, empieza a ser un territorio en disputa. Con más de un siglo de prácticas imperialistas, EEUU no acepta que nadie cuestione su hegemonía y pretende mantener América Latina como su “patio trasero”.
- La experiencia progresista que se vivió en los primeros años del siglo XXI, luego de décadas de gobiernos ultra liberales que terminaron con fracasos rotundos, con todos los matices y experiencias variadas que la caracterizaron, llevó a que amplios sectores de los pueblos en Latinoamérica revalorizaran el papel del Estado como regulador y generador de políticas públicas. En este escenario se concretó la experiencia más importante de afirmación de espacios de soberanía, de independencia política y de construcción post neoliberal en la historia de la región. En ese marco, fueron decenas de millones de latinoamericanos los que salieron del anonimato, adquirieron derechos e irrumpieron a la vida política siendo directos destinatarios de un cumulo de políticas publicas y sociales destinadas directamente a humanizar su
- El auge de los precios de las materias primas y su alta demanda, en conjunto con las bajas tasas de ganancia para la inversión especulativa en los países centrales del capitalismo, propiciaron un importante flujo de inversión en América Latina que tuvo también un componente de inversión intrarregional. Esto, unido a importantes políticas sociales e inversión pública realizadas por los gobiernos progresistas y de izquierda, contribuyó a un importante ciclo de crecimiento económico con distribución que se valora como muy positivo.
- Más allá de experiencias y resultados diversos, los gobiernos progresistas y de izquierda y la lucha de nuestros pueblos democratizaron América Latina y la hicieron sin duda más justa. La incapacidad para avanzar en las reformas estructurales imprescindibles, de generar niveles de unidad y organización popular que permitieran a los pueblos empoderarse de los cambios -más cuando en algunas experiencias la llegada al gobierno dependió fundamentalmente del liderazgo de una figura-junto a la insuficiencia para construir una perspectiva estratégica que en países periféricos como los nuestros pudiera superar las injusticias de las lógicas del capitalismo, son algunas de las causas profundas que explican el reflujo provocado por la contraofensiva de las derechas continentales y el imperialismo norteamericano, a lo largo y ancho de toda la región.
- La democracia no solo es un conjunto de normas para elegir autoridades. Desde una perspectiva popular, la democracia es un proceso permanente de construcción de libertad e igualdad y un espacio de transformación social y de paz. Desde esa perspectiva, la contraofensiva conservadora del statu quo anterior y el triunfo o ascenso de la derecha en esta parte del mundo durante los últimos años intentará imponer como inevitables modelos que, en caso de cristalizar, redundaran en menos igualdad, menos libertad y, por lo tanto, menos democracia. Con la contrapartida que en la medida que los pueblos resistan los ajustes, los recortes, los aumentos de la pobreza y la desigualdad enfrentándolos con movilización, tendremos situaciones de violencia y represión inusitada como ya ocurrió en varios países latinoamericanos.
- El regreso de la derecha en la mayoría de nuestros países no favorece la profundización de la democracia: más bien la recorta, la empobrece, la debilita y genera un costo enorme en devastación social, en destrucción de sociedad, en miseria y en pobreza. Genera alineamiento con el imperialismo norteamericano y dependencia creciente que ya estamos viviendo, como lo ejemplifica el voto afirmativo de muchos países latinoamericanos al candidato de EEUU para la presidencia del BID y el regreso de nuestro país al
- El regreso de la derecha no se ha hecho como antes a través de las FFAA locales, el desconocimiento de las constituciones nacionales, con miles de muertos, asesinados, desaparecidos y terrorismo de estado, sino usando estrategias para desprestigiar a los movimientos populares, acusando de corrupción masivamente, judicializando la política para enlodar figuras de enorme prestigio popular, prohibiéndoles comparecer a los actos eleccionarios o aplicando los “impeachment” como forma de tirar abajo los gobiernos progresistas. Amplificando debilidades éticas, políticas e ideológicas individuales absolutamente reñidas con el ser de izquierda y que no podemos dejar de señalar en este análisis, manipularon la información a través de un entramado mediático de clase para deslegitimar partidos y movimientos sociales ante la población.
- Sería un error pensar que Uruguay estuvo y está por fuera de esos parámetros. Los sectores conservadores y nostálgicos del statu quo anterior al ciclo progresista aplicaron en nuestro país muchas de esas herramientas, adecuadas al medio local, para desprestigiar a los sectores sociales organizados y a los grupos progresistas y de izquierda nucleados en el Frente Amplio. Cuando se repasan estos quince años, y especialmente el último período, se puede ver claramente como una y otra vez deformaban la realidad e insistían en desprestigiar a los sectores populares, al gobierno y al propio Frente
- La defensa de la democracia, de las conquistas sociales, la construcción de la unidad popular y la solidaridad con los gobiernos y pueblos que enfrentan las aristas más duras de la contraofensiva de la derecha y del imperialismo en todas sus formas de expresión no es asunto declarativo: es una tarea práctica que es parte de la acción de las organizaciones sociales, progresistas y de izquierda de América Latina, y deberá ser también una guía para nuestro Frente Amplio. Concertar y movilizar ampliando el arco opositor a partir del programa que en noviembre 2019 logró mas de un millón de votos, es nuestro desafío.
BALANCE
- La victoria del 2004 no fue fruto de la casualidad o producto de la campaña electoral, sino un proceso político más largo que comenzó bastante tiempo atrás. Cuando el Frente Amplio fue derrotado en el año 1999, nuestra fuerza política asumió un camino que implicó un proceso de balance, autocrítica y perspectivas similar al que hoy comenzamos a encarar. Lo implementó luego del cierre del ciclo electoral con una perspectiva y elementos suficientes como para poder valorar lo hecho, extraer aprendizajes y plantearle al país una alternativa a un modelo que, aunque quizás por aquel entonces, las grandes mayorías aun no lo percibían, estaba claramente
- La crisis económica de 2002 era la peor situación vivida desde la crisis de 1982 y tuvo un impacto social gigantesco y también un efecto muy importante sobre el sistema político: los partidos tradicionales llegaban a la elección con su mayor nivel de desgaste, lo que objetivamente ubicaba al FA como el recambio casi insoslayable. Posibilidad que se fortalecía a partir del proceso de evaluación iniciado tras la derrota de 1999 y dejaba al FA mucho mejor parado políticamente para ocupar ese lugar que si no lo hubiera
- No se ganó en el 2004 producto de la crisis, sino como resultado de una acumulación que se continuó construyendo potenciada por la valoración que se realizó de la Para lograr ese envión en la acumulación política, el FA debió acordar un comportamiento colectivo que supuso gestos políticos de fuerte impacto simbólico, un programa que fuera lo suficientemente transformador a la vez que viable política y electoralmente, una alianza política que permitió generar esa Nueva Mayoría, y una alianza social lo más amplia posible que se constituyera en el soporte de ese proyecto de cambio. Para un país destruido y una sociedad fragmentada al extremo, la amplitud de la alianza política y el marco de la alianza social, permitieron generar además, los tiempos necesarios para volver a poner al país de pie primero y encaminarlo luego por la senda de una mayor justicia social.
- El FA tuvo la sabiduría política de ser una fuerza claramente opositora y, al mismo tiempo, no bloqueó al gobierno durante y luego de la crisis, permitiendo responsablemente el manejo natural de sus competencias para preservar la institucionalidad. El comportamiento político estuvo basado en la responsabilidad para posibilitar las salidas institucionales a la crisis, no participando ni apoyando pero tampoco bloqueando las acciones que el Ejecutivo de la época debió llevar adelante para evitar una quiebra económica más profunda. A la vez, canalizó el desencanto social que se manifestaba a través de expresiones políticas opositoras de todo tipo, siempre pacíficas, apoyando la integración social a través del fortalecimiento de la organización colectiva y la solidaridad
- La unidad programática se forjó en el Congreso Héctor Rodríguez, que expresó un acuerdo básico sobre el programa de gobierno, incluyendo una priorización de objetivos. Ello supuso también una dosis relevante de pragmatismo. No todos los objetivos se podían llevar adelante al mismo tiempo si se ganaba, y no todos los objetivos políticos eran para desplegar como prioridades en la campaña electoral. Ese Congreso ordenó a todos, movimiento y sectores, y lo pudo hacer porque hubo un proceso de evaluación encabezado por un colectivo de dirección firme, unido y creíble que permitió que todos estuviéramos afines a ello. Esa síntesis política construyó el acuerdo programático para la campaña electoral de 2004, que se complementó de manera virtuosa a través de instrumentos de divulgación masiva como fueron la presentación de los ciclos “Uruguay”: Productivo, Democrático, Social, Cultural, Integrado e Innovador. Sin ellos, hubiera resultado de difícil comprensión para ciudadanos y ciudadanas el proyecto igualitario que el FA quería llevar adelante.
- La unidad del campo popular se alcanzó a través de un complejo proceso de generación de apoyos y acuerdos que también se forjó desde tiempo antes. Supuso la construcción de un espacio de encuentro con esos actores y un posterior acuerdo sobre el vínculo del FA como expresión política de esa alianza de clases y capas sociales, representados por diversas organizaciones y el gobierno, que resultaría clave para establecer los roles y funciones y la dinámica de relacionamiento entre cada uno. Es cierto que para ello se nutrió de confianzas construidas por años en las luchas políticas y sindicales del siglo XX, en la propia conformación del FA, en la cárcel, en el exilio, en la clandestinidad, en la resistencia a la dictadura y en la lucha por los DDHH. También en la defensa de las empresas públicas, en las ollas populares en momentos de crisis, en los conflictos y huelgas que tuvieron los trabajadores, en los actos del 1º. de mayo o en las marchas del
- El último domingo de octubre de 2004 el FA alcanzó una victoria contundente con más del 50% de los votos, que significaba no sólo un triunfo electoral sino también un cambio histórico de magnitud pocas veces vista. Ese hito singular, que figurará por siempre en los textos de historia, no puede hacernos perder la perspectiva: esa victoria se construyó ladrillo a ladrillo, cada día de los cinco años anteriores. Era el mayor triunfo electoral desde 1954, pero más importante aún, estaba sustentado en la mayor alianza política y social construida desde los comienzos de siglo XX, detrás de un único programa y de un único candidato. Hay que remontarse mucho tiempo atrás para encontrar algo parecido en la historia uruguaya.
- El ejercicio del gobierno representó un desafío de enormes proporciones. Aunque el entorno regional se había inclinado decididamente por el progresismo, el FA asumía con un país hundido económicamente y herido socialmente, y la nueva administración debía gestionar desde un Estado construido y dominado por los partidos tradicionales durante más de un siglo de democracia bipartidista, con clientelismos y vicios de todo tipo, con el gran desafío de no caer nosotros en ellos.
- Un repaso minucioso de los logros de los gobiernos frenteamplistas podría ser largo y, dada su extensión, excede el alcance de este documento. Comenzó con algunas señales que mostraban un cambio de época (como la creación del MIDES o la entrada a los cuarteles en búsqueda de los compañeros y compañeras desaparecidos) pero incluyó también reformas relevantes de enorme calado, como la reforma impositiva, la reforma laboral y la reforma de la salud. Hubo que implementar un plan de emergencia social, mejorar decididamente las jubilaciones y salarios más bajos y elaborar acuerdos internacionales, como el que se hizo con Cuba, para implementar un programa de operaciones de ojos para los más humildes. Se realizó el plan Ceibal dotando a cada niña o niño en edad escolar de una computadora portátil, achicando la brecha informática entre ricos y
- El país tuvo quince años de crecimiento económico ininterrumpido, pero logró además repartir el fruto de ese crecimiento, como forma inseparable de la política de desarrollo que caracterizó a nuestra fuerza política. Porque es evidente que no basta con asegurar condiciones para el crecimiento económico, sino que este proceso debe ir de la mano de la empecinada búsqueda de lograr una justa distribución. Y durante los tres gobiernos se aplicaron un conjunto de reformas que, a diferencia de los períodos blanqui-colorados anteriores, consiguieron que Uruguay no sólo lograra ser un país de mayores ingresos, sino también, según el Índice de Gini, el país menos desigual y que distribuye mejor en América Latina.
- Por otra parte, se implementó una potente agenda de derechos que incluyó aspectos como la aprobación del matrimonio igualitario, la interrupción voluntaria del embarazo, la regulación y control estatal del cannabis y la implementación de un sistema de cuidados. Y mucho, pero mucho más.
- Lo más importante fue que, a los ojos de la gente, quien gobernaba ese proceso era el Frente Amplio, la propia fuerza política, con un rumbo claro, generando confianza y sabiendo a donde se dirigía, intentando no dejar a nadie a la vera del
- El FA demostró que es capaz de gestionar lo público derribando mitos históricos que se habían construido a partir de la propaganda de los sectores más reaccionarios, profundizando la democracia y generando fortalezas que le han permitido al país enfrentar circunstancias adversas, como fue el declive económico regional y la actual situación de pandemia. A manera de ejemplo, nunca durante los quince años de gobierno el país tuvo una economía descontrolada, ni nunca dejaron de respetarse las instituciones, la separación de poderes, los derechos individuales ni las libertades públicas. Y el país avanzó en la transparencia como nunca lo había hecho hasta ahora, dotando de instrumentos legales a los uruguayos, como el acceso a la información pública.
- Somos conscientes que el balance de lo realizado debe evitar tanto el ser auto- complaciente como auto-flagelante, porque ninguno de esos extremos resulta útil para construir hacia el futuro. Pero hay que dejar en claro los aspectos centrales de la comparación con el punto de partida: quince años después, el FA deja una sociedad que disfruta de un mejor nivel de vida, que goza de mayores derechos y que puede acudir a instituciones más abiertas, democráticas y
- Un detalle minucioso de las transformaciones que el país tuvo en estos 15 años se puede ver a cabalidad en el documento elaborado por la Comisión Nacional de Programa, sobre los logros y realizaciones en estos tres períodos de
- Pero si hay algo evidente que a lo largo de estos casi cincuenta años de vida de la fuerza política ha demostrado es su vigencia y su idoneidad mas allá de errores, que los hubo, para estar a la altura que las circunstancias históricas le han demandado. Ya sea desde su nacimiento en 1971 como “fuerza de paz y pacificadora”, ya sea en la resistencia a la dictadura cívico-militar, ya sea concertando, movilizando y negociando para la vuelta a la democracia o a la hora de ejercer los gobiernos departamentales y/o nacionales.
- El resultado electoral, a nivel nacional, departamental y municipal marca un escenario complejo, de derrota electoral y política que debemos analizar globalmente y en particular, cada instancia de disputa. Hay un retroceso ideológico y político.
- Pero el objetivo de la derecha era desplazar al FA del gobierno. También borrar al FA electoralmente y desmovilizar el campo popular. Esto no lo logró. En ese aspecto, el FA no sale vencido. Ha mostrado el potencial transformador de su unidad, de su militancia y su valor como herramienta política, con una muestra clara en el papel jugado por los miles de militantes
CONSECUENCIAS DE LA DERROTA ELECTORAL
- La derrota del Frente Amplio en las elecciones de 2019 no significó, solamente, el cambio de un gobierno por otro. Significó, fundamentalmente, cambiar el proyecto de país que se estaba llevando adelante. A sólo ocho meses de haber asumido el nuevo gobierno esto se puede ver de forma evidente, aunque todavía no se sientan crudamente todas sus consecuencias.
- Durante la pasada campaña electoral se contrapusieron dos proyectos de país, y uno de ellos es el que se está implementando y se tratará de implementar en el quinquenio. Hace unos meses contrapusimos esos proyectos de país en el debate de la Ley de Urgente Consideración y ahora lo hacemos al discutir la Ley presupuestal en el Parlamento. En ambos casos se empezaron a tirar abajo las principales conquistas de los últimos quince años. Ese fue y es el verdadero costo de la derrota, y quien lo pagará durante todo el período de gobierno va a ser el pueblo
- El FA y la Coalición conservadora representan intereses contrapuestos, y en esos debates lo que se hace es constatar lo que piensa y los intereses que defiende cada uno. El gobierno actual y su bancada parlamentaria defienden el neoliberalismo y los intereses de los más poderosos, y el Presupuesto, la Ley de Urgente Consideración y las pautas salariales son la resultante de su proyecto de país y su ideología.
- La embestida conservadora no está destinada únicamente a elaborar un programa de gobierno alternativo, ya que su objetivo principal es quebrar la credibilidad de nuestras ideas, de nuestra legitimidad en la sociedad, de erosionar la imagen de honestidad y autenticidad de nuestro proyecto político. Siguen existiendo dos proyectos de país en disputa, y el del actual gobierno es el de la derecha y sus soportes sociales, ideológicos y políticos, que apuesta a un país cada vez más desigual, con crecimiento sin distribución, donde reine la ausencia de transparencia y se retroceda en la agenda de derechos conquistados.
- El Presupuesto 2021-2025 le da la espalda a las necesidades del pueblo. El Plan económico descarga sobre la espalda de asalariados, pasivos y pequeños empresarios, comerciantes, pequeños industriales y pequeños propietarios rurales, productores familiares y cooperativistas de producción el peso de un ajuste que cada vez estará más a la vista, a pesar de un discurso repetido hasta el cansancio que lo disimula o lo niega. Al mismo tiempo que favorece el accionar de los sectores económicos y sociales más privilegiados, desmantela muchos de los logros alcanzados durante los gobiernos frenteamplistas, así como aspectos centrales de nuestro Estado de bienestar: salarios y jubilaciones, acceso a la educación y la salud, la recuperación del empleo y el aparato productivo, así como el acceso al mercado internacional que asegure la colocación de los principales
- Consolida además la insuficiente respuesta económica y social del gobierno frente a la pandemia, y no incorpora recursos y políticas para enfrentar una cada vez más urgente agenda de temas de futuro. Otorga al Poder Ejecutivo márgenes de discrecionalidad para el manejo de los recursos públicos en un contexto caracterizado por la falta de transparencia, y se basa en una programación económica-financiera con importantes debilidades e inconsistencias.
- Tanto el programa de gobierno, como la LUC y el Presupuesto quinquenal contienen un fuerte sesgo ideológico. La organización de la vida económica y social estará dada por las leyes del mercado, con una visión negativa del rol del sector público, considerado un obstáculo para el desarrollo. Solo se apunta a la reducción del gasto público, que se pretende reducir sin medir las consecuencias económicas y sociales del ajuste. El Estado representa un problema: algo que debe
- En campaña se prometió ahorrar 900 millones de dólares sin afectar políticas sociales ni rebajar salarios ni jubilaciones, y se dijo que ese “ahorro” se iba a producir a través de una gestión más eficiente del Estado. A poco de asumir queda claro que eso es imposible. Dos terceras partes del recorte recaen en educación, vivienda, salud y protección social. A los trabajadores públicos se les recorta entre un 5% y un 7% en términos reales en cinco años de gobierno, recorte que queda consolidado una vez que se hayan superado los efectos de la pandemia, por lo que ésta no sirve de excusas. Jubilados y pensionistas correrán la misma suerte, porque sus pasividades dependen justamente de la evolución de los salarios (públicos y privados). No hay políticas ni recursos específicos en materia de seguridad. Los eventuales recursos incrementales para cárceles quedan sujetos a vender inmuebles del MI, cuyo valor el gobierno desconoce. No se incluyen recursos para políticas de promoción del empleo, ni apoyos a sectores y población golpeados por la pandemia. Toda una visión cargada de un fuerte sesgo ideológico, que quedará de manifiesto luego del debate venidero.
EVALUACION CRITICA Y AUTOCRITICA
- Entendemos que la fuerza política, su carácter, su acción y su actual situación deben ser un componente ineludible del balance critico y autocritico que estamos procesando. Siguiendo al compañero General Seregni: “Debemos medir cuidadosamente nuestros errores, como única forma de superarlos y marchar por la buena senda. Porque no es la derecha la culpable de nuestros errores sino nosotros mismos”.
- A la luz de estos conceptos nos parece que debemos mirar no solo a nuestro Frente Amplio sino también al resto de los procesos progresistas de América Latina, incluyendo una mirada critica sobre los rumbos que tomamos las izquierdas como impulsoras del cambio social, hoy desplazadas de los gobiernos, en nuestro caso en elecciones democráticas.
- Creemos que esta mirada sobre nuestra fuerza política debe ser construida en base a definiciones comunes que hemos ido tomando, así como a su implementación. Complejizando y sopesando el proceso de acumulación en curso volviendo a nuestras propias fuentes, como por ejemplo la Declaración Constitutiva de 1971, que afirmaba: “La unidad política de las corrientes progresistas que culmina con la formación del Frente Amplio, cerrando un ciclo de vida del país y abriendo simultáneamente, otro de esperanza y fe en el futuro, se gesto en la lucha del pueblo contra la filosofía fascistizante de la fuerza. Y esa unión por su esencia y por su origen, por tener al pueblo como protagonista ha permitido agrupar fraternalmente a colorados y blancos, a demócrata-cristianos y marxistas, a hombres y mujeres de ideologías, concepciones religiosas y filosofías diferentes, a trabajadores, estudiantes, docentes, sacerdotes y pastores, pequeños y medianos productores, industriales y comerciantes, civiles y militares, intelectuales y artistas, en una palabra: a todos los representantes del trabajo y la cultura, a los legítimos voceros de la entraña misma de la nacionalidad”. Mas adelante en el llamamiento dice: “Este Frente Amplio esta abierto a la incorporación de otras fuerzas políticas que alienten su misma concepción nacional, progresista y democrática avanzada”.
- Los importantes cambios sociales vinculados a la revolución científico técnica no cambian en lo sustancial la definición de pueblo, manteniendo estos párrafos citados totalmente su vigencia en la Y si bien los logros que se destacan en el balance han significado mayor equidad y estado de bienestar, debemos reconocer que, en algunos casos, desde nuestros gobiernos, se descuido o no se facilito todo lo necesario el desarrollo de determinados sectores integrantes de nuestra base social. Analizar más en profundidad la acción de gobierno y las políticas especificas dirigidas a estos sectores es una de las claves para comprender el porqué de la desacumulación electoral período tras período.
- Es claro que el escenario de 2004 no se repitió en las siguientes elecciones de 2009 y 2014, y mucho menos en la de 2019. Ni hubo un grado de acumulación política superior -que debió haberlo en función de los logros obtenidos- ni lo hubo a nivel social -que también debió haberlo, no solo por los inmensos logros cosechados para ciertos sectores sociales, entre ellos los trabajadores, sino porque el pequeño comerciante o el trabajador por cuenta propia o los sectores medios se vieron favorecidos. No se mantuvo con los aliados ni se tejió con los nuevos actores una alianza para defender los logros alcanzados. Los éxitos electorales, aunque porcentualmente cada uno menor que el otro, permitían lograr el gobierno, pero no nos dejaban asumir como colectivo la desacumulación política y social que, paso a paso, iba sucediendo. Hay que reconocer que no tuvimos como prioridad y no fuimos capaces de crear conciencia social en un grado suficiente como para que la gente se apropiara de los logros alcanzados, y tampoco contribuimos a ayudar a crear conciencia de que esos logros estaban fuertemente vinculados a las políticas públicas que emergían de un proyecto de país diferente. La fuerza política renunció a dar la batalla ideológica en el seno de la sociedad, lo que llevó a que por distintos motivos diferentes sectores sociales minimizaran los logros de los gobiernos frenteamplistas.En el ejercicio del poder del Estado sufrimos procesos de burocratización que influyeron en el distanciamiento de nuestra base social, en un proceso en el que todas las partes debemos atribuirnos grados de responsabilidad.
- Nuestra fuerza política no fue capaz de cuestionar cierta concepción meritocrática e individualista que se fue desarrollando, y que sugería que todas esas mejoras eran producto de los esfuerzos personales e individuales, sin reconocer los efectos de las políticas de gobierno llevadas adelante y de una sociedad que avanzaba solidariamente y en
- El proceso político de cambios no estuvo acompañado de una tarea de generación y conciencia política ante cada iniciativa y medida que se planteaba, en la clarificación de esa decisión, en el diálogo mano a mano. No se trabajó para que se pudiera comprender que los logros no eran milagros, y eso estuvo unido a cierto proceso interno del FA como fuerza política que lo llevó al vaciamiento, agravado además por la migración de cuadros políticos calificados al gobierno nacional y por la coexistencia de maneras diferentes de hacer política. Al no disputarse la hegemonía cultural en temas como el consumismo no tuvimos capacidad de frenar procesos de desideologización y despolitización. En los gobiernos del FA se hizo para la gente, pero no siempre con la La inmediatez de la gestión hizo que abandonarámos la batalla cultural y permitió, especialmente en el interior del país, la persistencia de fromas caudillistas de hacer política. Debemos ser conscientes de esta cuestión: si la gente no es parte de los procesos, no valorará adecuadamente los logros.
- Cabe consignar que ante el alerta planteado desde distintos lugares a dirección de la fuerza política intento no ser mero espectador de este proceso de degradación y perdida de conexión con la sociedad. En mayo de 2017 el Plenario Nacional aprobó un “Documento de Estrategia” para la etapa, en el que se definió con claridad el trabajo de la fuerza política para la consolidación del “Bloque Social y Político de los Cambios”, que, si bien tuvo su correlato en un “Plan de Acción Política”, nunca se termino de poner en
- La reducción de las distancias entre clases sociales tampoco alcanzó los niveles deseables, y eso fragilizó los logros alcanzados, sobre lo que también influyeron la expansión de flagelos globales como el narcotráfico y su impacto en los barrios más pobres y los cambios en el mundo del trabajo y sus consecuencias excluyentes. La solidaridad como proyecto común de la sociedad, fue debilitándose y crecieron los patrones individualistas, una realidad que el FA no siempre fue capaz de enfrentar a pesar de desarrollar políticas progresistas hacia el campo popular. Eso generó cierto distanciamiento y debilitamiento de vínculos que redundaron en menor conocimientos de las situaciones, puntos de vista y prioridades de importantes sectores de la población. A nivel de los sectores más empobrecidos, de aquellos expulsados por los mercados y muchas veces olvidados por las políticas públicas, si bien hubo alguna mejora en los ingresos no logramos transformaciones estructurales en términos de inclusión social, territorial, habitacional y educativa. En ellos, además, la inseguridad ha golpeado más fuerte, por eso el discurso de recuperar el orden, aún a costa de limitar los derechos, hizo mella.
- Nuestra fuerza política no visualizó que en lo económico-social el camino “redistribucionista” no supo consolidar la alianza con esos grupos. La inconsistencia estratégica se expresó no sólo en la implementación general del proceso reformista: se expresó también en particular en la vinculación con la gente en el interior del país y en cómo se avanzó en la conquista de derechos. Respecto a estos temas, se avanzó correctamente en los contenidos, pero no siempre se lograron modificar los consensos sociales predominantes, el cambio cultural. Los importantes avances logrados en 15 años en la agenda de derechos no produjeron por sí mismos síntesis política, debido a nuestras limitaciones para llegar a sectores culturalmente refractarios a nuestras propuestas, que implica ir más allá de enamorar y satisfacer a nuestros partidarios y a los convencidos de
- Además de los triunfos electorales, los éxitos económicos, la agenda de derechos implementada como en ningún otro país latinoamericano, las mejoras en la calidad de vida, las prestaciones de salud en muchos casos a rango del primer mundo, fueron generando un nivel de omnipotencia en nuestra fuerza política, que nos hizo creer que, solos, todo lo podíamos. Teníamos las mayorías parlamentarias y entonces la discusión se volvió puertas adentro. Las alianzas políticas se descuidaron porque el FA parecía imparable, y las alianzas sociales no se alimentaron, porque por momentos como fuerza política nosotros creíamos saber más de las reivindicaciones o problemas que tenían los actores sociales que ellos mismos. En definitiva, perdimos pie en nuestra base electoral, pero sobre todo fuimos perdiendo militancia, capacidad de movilización y nos alejamos de la base social que permitió el triunfo en 2004. La mayoría parlamentaria también influyó en que, en algunos casos, perdiéramos contacto con el territorio y descuidáramos la relación con otros partidos políticos.
- Por supuesto que no podemos reducir a un solo factor la derrota de 2019. Pero, así como la elección no se gana en un día, tampoco se pierde en un día. La acumulación política y social, que había llegado a su pico más alto en la elección de octubre de 2004, se fue erosionando paulatinamente luego de haber asumido el gobierno en marzo de 2005, sin que atináramos a revertirla. En algunos casos no vimos y en otros, principalmente como dirección, no quisimos ver ese proceso, pero existió y hoy todo el pueblo uruguayo paga las consecuencias de
- También se desatendieron otras señales, como la caída de la participación en las elecciones internas que se registró período tras período y mostraba dificultades crecientes para convocar o entusiasmar a nuestros propios militantes y adherentes como había ocurrido en ocasiones anteriores. Probablemente no prestamos suficiente atención a las elecciones internas, que nuestros adversarios aprovechan como un importante factor de movilización, y en cierta medida eso nos pasa factura al generar cierta desconexión con la ciudadanía en esa
- Seguramente hay factores de circunstancia y de contexto que influyeron para generar situaciones más adversas, pero parece evidente que un asunto central fue el progresivo cambio de roles entre los actores, donde como fuerza política tenemos responsabilidad directa. El más importante es el que atañe al desplazamiento del centro de gravedad en la toma de decisiones y el consiguiente ejercicio de la articulación política. Con el advenimiento del gobierno los principales cuadros políticos de la coalición y el propio presidente del FA pasaron a ocupar cargos en el Poder Ejecutivo, lo que contribuyo a que en unas pocas semanas el gobierno fuera sustituyendo el rol articulador de la fuerza política al mismo tiempo que paulatinamente se fue también descuidando la contribución a la síntesis política en la población a partir de los logros que se iban
- En 2004 el Plenario Nacional del FA aprobó por unanimidad un documento que regulaba líneas de acción de la fuerza política con el gobierno, trabajadores y organizaciones sociales, donde establecía: “La acumulación política realizada durante años, está a punto de dar sus frutos y el FA, junto con sus aliados tiene grandes posibilidades de alcanzar el gobierno en las próximas elecciones. Ello pone sobre la mesa, con más fuerza que nunca, la necesidad de profundizar las definiciones realizadas sobre la relación que tiene que existir entre el FA, su gobierno, los trabajadores y la sociedad ”
- Allí definía pautas generales para una política de relacionamiento. Si bien se destacó la instalación de una Agrupación Nacional de Gobierno, ni ésta ni la Agrupación Parlamentaria tuvieron funcionamiento eficaz. El funcionamiento fue episódico durante los quince años, sin ocuparse de temas importantes de la acción de gobierno sobre los cuales existían visiones diferentes tanto en la bancada como en la fuerza política y el movimiento social, lo que no ayudó a la construcción de síntesis política ni a la rectificación de
- Mientras que hasta 2004 ese rol fue cumplido por el FA, acumulamos. Durante el primer período (2005/2010) esa articulación y síntesis se trasladó al gobierno, quedando la fuerza política relegada en sus roles tradicionales. Ahí empezamos a
- En el segundo período (2010/2015) el rol de articulación pareció descansar más en uno de nuestros principales aliados, el movimiento sindical, que fue quién articuló principalmente con el gobierno, con el beneplácito de este y la no reacción de la fuerza política como tal, quedando el Frente Amplio en un tercer lugar, mas allá de que desde el movimiento se venia alertando de la situación. Y ahí como fuerza política volvimos a desacumular. Pero como se ganaban las elecciones, se generalizo la idea de que esa situación era intrínseca al devenir político: la fuerza política se ocupaba de ganar elecciones y luego no ejercía una articulación ni una síntesis política de los logros adecuada ni suficiente con los otros actores de la
- En el tercer período (2015/2020), mal que nos pese, un conjunto de factores influyó para que esa articulación y esa falta de síntesis política se transformaran, por su ausencia o inestabilidad, en los principales déficits políticos. Nadie ejerció esa articulación, la derecha hizo la síntesis y como fuerza política no reaccionamos a tiempo. Lo que una vez mas demuestra que en la política como en la vida no existen los espacios vacíos. Ya en periodo electoral le pedíamos al pueblo uruguayo que defendiera las conquistas que se habían logrado todos estos años, pero la gente no respondió a ese llamado con la fuerza que necesitábamos.
- Sin duda no fueron los únicos factores, pero mantener el centro de gravedad para la definición del accionar político estratégico y cotidiano en la fuerza política, es parte de los desafíos que tenemos por delante para lograr la acumulación política.
- Podemos afirmar que, en ninguna circunstancia, seamos gobierno o no, el relacionamiento político del Frente Amplio con los actores sociales es delegable. Ese es un error que cometimos
- El concepto de inconsistencia estratégica es fundamental para explicar los límites que alcanzó el accionar político y de gobierno del FA, en la medida que el impresionante inventario de reformas y logros alcanzados en tres períodos de gobierno consecutivos, no logra disimular ni ocultar la existencia de un nivel de inconsistencia y hasta de contradicciones en la acción de gobierno del Frente Amplio, que se registró a lo largo de tres períodos.
- Si un bloque social y político aspira a predominar en forma sostenida debe procurar implementar políticas coherentes en todos los frentes, continuas a lo largo del tiempo, que conquisten el aval del consenso ciudadano predominante en todo el territorio y que sean sostenibles en distintas fases del ciclo económico y en diferentes contextos internacionales. El accionar de ese bloque no puede ir atrás, tampoco distanciarse de dicho consenso predominante, así como adoptar políticas y medidas que sólo sean sostenibles en la fase de bonanza. Nuestros gobiernos no siempre se atuvieron a esas reglas. No siempre se mantuvo una línea de continuidad adecuada: en las políticas públicas muchas veces implementamos estrategias de agregación. Con marchas y contramarchas, ciertos énfasis y empujes sectoriales y también en ocasiones con un manejo de los tiempos con independencia del consenso social y el ciclo económico. En consecuencia, no tuvimos capacidad para sostener en el tiempo y consolidar una hegemonía y crear poder en manos de la sociedad civil y del movimiento popular. En cierto modo, se puede decir que se gobernó más en favor del pueblo, que con el pueblo.
- También encontramos problemas en las resistencias corporativas a los cambios, frente a las que a veces no faltó convicción política y capacidad para enfrentarlas y vencer resistencias que nos permitieran avanzar en algunas reformas prioritarias. Se erosionó el vínculo histórico del progresismo con los sectores medios por el impacto de la instrumentación de ciertas reformas, la cuestión de la seguridad y cierta falta de determinación. Tampoco supimos elaborar la relación fuerza política-gobierno-movimientos sociales, aunque teníamos discusión sobre el tema. La fuerza de los movimientos sociales no se tradujo siempre en la convergencia hacia un programa nacional y popular en común, quedando sus luchas frecuentemente prisioneras de reclamos y lógicas particulares, ajenas a una visión y una estrategia global. Y demasiadas veces el progresismo confundió sociedad con dirección de movimientos
- El funcionamiento orgánico del FA mostró signos de debilitamiento creciente durante el período que estuvimos en el gobierno. Paulatinamente se fue degradando el papel del Plenario Nacional, de la Mesa Política, del Secretariado y hasta de la propia presidencia del Frente Amplio. Esta situación golpeo muy fuerte en lo político redundando en el debilitamiento de la orgánica. Se resquebrajo el trabajo de las comisiones centrales, principalmente la Comisión Nacional de Organización, la Comisión Nacional de Propaganda y Comunicación, y la Comisión Nacional de Finanzas, cuando no fueron directamente eliminadas, tal el caso de la Comisión Delegada del Interior, Comisión Delegada del Exterior y la Comisión de Defensa Nacional (reforma estatutaria 2011). Situaciones que generaron problemáticas de todo tipo, en lo político, en lo orgánico e incluso en lo económico.
- En ocasiones hubo escasez o insuficiencia de información desde el gobierno a la fuerza política, ciertas ausencias de coordinación y relacionamiento sistemático, e inclusive en muchos casos falta de consideración del punto de vista de la fuerza política para la toma de decisiones. También ahí hubo
- Nos afectó el burocratismo -por llamarlo de alguna forma- que llevó a que en muchos casos se priorizara el desempeño formal de la tarea de gobierno desentendiéndose de la labor política, lo que como anotamos anteriormente debilitó al FA como estructura, ámbito de discusión y debate. Nos permeo en ciertos momentos una falsa y peligrosa contradicción esgrimida desde la derecha entre la gestión y la política. En ciertos departamentos en los que accedimos a la Intendencia, este debilitamiento fue especialmente importante en estructuras pequeñas, con escasez de cuadros y formación. Habiendo sido identificado como un riesgo antes de llegar al gobierno, ese proceso de debilitamiento no fue atendido de forma suficiente y es necesario evaluarlo para revertirlo. Muchas veces la generación de grupos, sectores y listas estuvo pautada por disputas en la interna, dificultades en el proceso de renovación y competencias en los liderazgos, más que por una búsqueda de representar mejor opciones político-ideológicas o grupos de la población. El proceso de fragmentación en la coalición y de debilitamiento en la estructura de los comités de base fue redundando en una menor potencia política del FA general y en los territorios en
- Más allá de los muchos cambios que se han procesado y que son de inocultable signo positivo, el FA aún debe seguir avanzando para consolidar su perfil anti-patriarcal en su concepción, estructura y dinámica como fuerza política. Se siguen constatando déficits de representación de mujeres en muchos órganos de dirección, subsisten prejuicios sobre la capacidad de las mujeres para ejercer determinados cargos, se verifican situaciones de acoso en la militancia que no siempre tienen respuestas oportunas ni adecuadas y no se han adecuado ni los estilos ni la infraestructura y los servicios para facilitar la militancia de las mujeres, lo que las expone cotidianamente a situaciones de exclusión o les impone “rendir pruebas” que no se les exige a otros. Algunas de estas cuestiones se verifican también respecto a compañeras y compañeros que pueden verse afectados por cuestiones de identidad racial o situaciones de discapacidad.
- Hay también otros aspectos de principios y enseñanzas que deja la derrota y que deberíamos considerar.
- Entre los primeros, es necesario reafirmar y no olvidar el rol central de la ética en nuestra visión y ejercicio de la política, y ser conscientes que eso requiere atención especial a nuestras actitudes y comportamientos. En algunas circunstancias apreciados compañeros y compañeras no registraron que ejercer un cargo público es una responsabilidad de primer orden. Cuando algún frentista se apartó de ese camino, las más de las veces nuestra reacción fue defenderlos a rajatabla o aceptar de plano, como buena, su versión. Aunque tuviera razón, no se sopesó políticamente que, de permanecer en la función que desempeñaba, erosionaba la visión que muchas personas podían generarse de nuestra fuerza política. En el futuro, frente a circunstancias de ese tipo, sería muy importante que exista una valoración política que permita contemplar tanto la honorabilidad de las personas como la visión que de sus valores éticos el FA proyecta en el conjunto de la sociedad. Esa valoración política debe poner al FA por encima de todo, teniendo en cuenta la ética a la hora de ejercer los cargos públicos que siempre hemos pregonado y que debemos seguir defendiendo.
- Muchas veces se trata de una línea muy delgada, porque tampoco se puede aceptar que mediante calumnias o mentiras se erosione el buen proceder de servidores públicos ejemplares como son la enorme mayoría de nuestros compañeros y compañeras. Pero tampoco puede quedar todo en manos de nuestro Tribunal de Conducta Política y que sea éste, con la rectitud que lo ha caracterizado siempre, quien tome las decisiones para salir de situaciones políticamente inexplicables. Los órganos del FA deben actuar con responsabilidad y celeridad cuando consideren que se están proyectando imágenes que, aunque falsas, nos perjudican especialmente como fuerza política. No nos puede volver a pasar que actuemos a
- También es necesario plantearse hasta qué grado escuchamos a la sociedad en sus múltiples planteos sobre las políticas públicas que llevábamos adelante. Temas relevantes para la gente como seguridad, economía y educación, donde se implementaban políticas muy sensibles para la población, debieron merecer intercambio, discusiones y acuerdos políticos y de gestión más activos por parte de todos, y no solo de quienes ejercían esas políticas públicas. En esos temas deberíamos plantearnos nuestra incapacidad para administrar las discrepancias a la hora de aplicar el programa, generando espacios que permitieran avanzar hacia síntesis superadoras que evitaran definir ganadores y perdedores internos.
- Al mismo tiempo, y en particular, es necesario reconocer que más allá de los acuerdos programáticos logrados en nuestros congresos, en el tema de Defensa Nacional costó mucho conjugar las distintas visiones sobre la plena democratización y la inclusión de las FFAA al conjunto de la vida social. Durante estos 15 años hubo avances y logros, pero no se alcanzaron a recorrer totalmente los caminos para democratizar las FFAA y lograr el diseño y la construcción de una política de Defensa Nacional acorde a nuestra realidad y necesidades.
- Durante las primeras dos décadas de retorno a la democracia no se registraron cambios importantes en el tema ni se logró consolidar una efectiva inclusión en la sociedad. Hay que reconocer que hubo avances en los quince años de gobierno del FA, pero aprovechando el impulso de la Ley Marco de Defensa debimos profundizar más, alcanzando la reforma del régimen previsional, la justicia militar y los reglamentos disciplinarios y la inclusión de la formación militar al sistema público en
- Tampoco visualizamos que la derecha mantuvo influencia decisiva sobre muchos factores de poder económico, mediático y
- En estos quince años, más allá de los enormes avances en la lucha contra la impunidad, la democratización de las FFAA estuvo lejos de ser la esperada y no logramos cambiar algunas cuestiones
- La Ley Marco (N°18650) y sus artículos 1 y 2 son los mejores avances logrados en esta temática. Pero en estos dos artículos tuvimos los mayores retrasos de implementación. Sobre el primer articulo, no fuimos capaces de cambiar la forma de entender la DN y las FFAA. Sobre el segundo, no interactuamos con el resto de la sociedad (Universidad, la Central de Trabajadores, y las demás organizaciones sociales) sobre la propuesta de DN del FA.
- Consideramos que cuando tratamos las amenazas posibles, y por lo tanto las hipótesis de conflicto, no pusimos el acento necesario en el papel del imperialismo norteamericano como enemigo de las democracias en nuestro continente y en todo el globo como se ha constatado durante buena parte del siglo XX y lo que va del XXI. Debemos hacernos como FA éstas preguntas en el contexto actual: Por qué nos cuesta tanto reconocer el papel de Estados Unidos como desestabilizador de América Latina y promotor de golpes de estado una y otra vez a lo largo y ancho del continente Por qué tenemos tantas dificultades para ubicar a Uruguay como parte de América Latina y por lo tanto para reconocer el trabajo de Estados Unidos también hacia nuestro país en las ultimas décadas?
- También es claro que tuvimos déficits en otras áreas: la modernización y transformación del Poder Judicial fue insuficiente, no fuimos capaces de generar órganos alternativos de comunicación, potentes, atractivos y masivos para la difusión de nuestras ideas y no logramos trabajar de manera suficiente las alianzas con diferentes sectores para acelerar una transformación productiva que redujera la dependencia de nuestro país.
- Pero lo más importante es que en esas y otras áreas hay reclamos, exigencias, pedidos por parte de la gente -algunos muy justos y con fundamentos y quizás otros no tanto- que requieren el debido tiempo para sopesarlos y evaluarlos en sus justos términos. Más aún cuando se trata de temas de relevancia, y aunque teniendo gobierno argumentos, debieron tratarse con otro tono y otro tino frente a los interlocutores de la
- La declaración de servicio esencial en la educación, como otras medidas que se tomaron sin sopesar adecuadamente las consecuencias, es un ejemplo demostrativo del alejamiento con la sociedad en general y con los sectores sociales en particular. Nadie dice que, en muchas ocasiones, el gobierno no tuviera razón en el fondo del problema. Pero es que no se trataba de eso, de quien tenía razón, sino de que eran decisiones políticamente inviables. A la sociedad se la escuchó mal en reiteradas oportunidades. Esas dificultades en la escucha o en la sintonía fina para conectar con la gente, hicieron que en más de una ocasión el gobierno quedara aislado y nuestra fuerza política
- Inmovilización que también fue, muchas veces, el resultado de cierta inoperancia política para discutir algunos temas a fondo, dejando que la realidad resuelva por nosotros. Cada vez que la fuerza política ignora a su propia orgánica, no discute y no acuerda, se
- De la misma manera, sería razonable debatir el grado en que las políticas de nuestros gobiernos, más allá de los efectos positivos que tuvieron, impactaron de forma homogénea en la sociedad e influyeron en la generación de conciencia y apoyo político. Es posible que algunas políticas hayan generado efectos diversos en sectores, grupos sociales o en territorios que no hemos evaluado correctamente, y que eso los haya llevado a considerarse excluidos, relegados o cuanto menos no tratados de forma equitativa por la acción de gobierno. Y en algunos casos, la ausencia de una acción más decidida en mostrar el proceso que llevaba a esos logros no generó conciencia en la gente sobre la importancia de los mismos y la necesidad de Más de una vez nos
concentramos excesivamente en la gestión, siempre desafiante, pero nos faltó atención política y convicción para la asignación de recursos a nuestras coordinadoras, departamentales y comités de base para hacer más política en los territorios y con la gente.
- El Frente Amplio no ha encontrado un discurso para el interior profundo, y en especial para el campo. La derecha sigue dominando con amplitud y comodidad política, cultural e ideológicamente este sector de la sociedad. Si bien hubo avances entre los chacreros y pequeños productores, hay que reconocer que el sector rural no es uniforme, sus realidades son muy variadas y resulta imprescindible para la izquierda multiplicar los actores políticos que lleguen a todos los sectores del campo para revertir esta situación. Modificar el relato cultural del interior profundo para esos ciudadanos de tierra adentro, para esa familia rural que tiene sus propias particularidades implica dedicación para que tomen conciencia de todos sus
- Las elecciones nacionales, pero fundamentalmente las departamentales y municipales, con resultados en general claramente adversos en el tercer nivel de gobierno, nos indican que tenemos graves problemas de inserción territorial a nivel local. Aún llevando adelante excelentes gestiones fallamos a la hora de hacer política en el territorio. Esta ausencia generó un espacio vacío, una distancia que otros ocuparon. No solamente en el aspecto estrictamente partidario, sino también por organizaciones o credos que ganaron terreno desde una prédica fuertemente conservadora y con el repliegue a lógicas individualistas de atomización social en las cuales se diluye el sentido de la convivencia y el hacer
- Debemos también ser conscientes que en torno a algunos grandes proyectos que finalmente no se pudieron concretar se generaron expectativas desmedidas que no siempre el FA fue capaz de manejar adecuadamente ni desde el punto de vista político ni comunicacional, así como tampoco estuvimos a la altura en el proceso de reforma del sistema de pensiones militares, y que durante el último período la agenda progresista se debilitó. Sufrimos también desavenencias en la bancada parlamentaria, deserción de legisladores y cuestionamientos personales entre dirigentes sin mostrar suficiente capacidad de reacción como fuerza política, factores que sin duda influyeron en contra de la imagen y legitimidad política de nuestros
- Hay que poner el acento también en que no siempre comunicamos bien los logros que alcanzamos, entre otros motivos porque no fuimos capaces de generar medios alternativos de comunicación y porque tampoco le prestamos la debida atención a medios comprometidos con un proceso de transformación de signo progresista. Muchas veces la noticia era más el pequeño error que los grandes aciertos. Errores que naturalmente se amplificaron una y otra vez. Pero cargar la derrota a que los medios amplificaban nuestras debilidades sería un acto de auto complacencia, ya que en estas mismas circunstancias habíamos ganado, con la gente acompañándonos, otras tres veces. En esta instancia la gente no se empoderó de los logros alcanzados y, ahí sí, los medios hegemónicos horadaron los respaldos
- También jugó su papel la emergencia de ciertas demandas canalizadas de forma poco habitual hasta entonces y explotadas adecuadamente por nuestros adversarios que las fomentaron, las articularon y las usaron como instrumento de formación de agenda, desprestigio del gobierno y confrontación con la fuerza política, configurando fenómenos que hubieran merecido mayor atención, análisis y proactividad de la que tuvimos. En este sentido es paradigmático el ejemplo de “Un Solo Uruguay”, que se bien convocaba sectores de capas medias rurales y algunos grupos urbanos, se transformó finalmente en estandarte del bloque conservador y su proyecto
- Al comienzo de la campaña electoral probablemente partimos con una percepción equivocada. No asumimos adecuadamente la situación electoral en la que nos encontrábamos, a lo que se sumo que la campaña por momentos fue errática y careció de dirección política, dándose desencuentros notorios en la relación entre los comandos. La mayoría de los estudios de opinión mostraban un punto de partida que implicaba una
pérdida de apoyo hacia el FA verificado durante el último período de gobierno, que no fue asumida cabalmente en el análisis político por la dirección. Aún cuando existían señales suficientes, las ignoramos hasta darnos de lleno contra la realidad en la votación de octubre, lo que termino de ubicarnos en la complejidad del escenario electoral que afrontábamos.
- Es evidente que una campaña electoral perdedora no puede calificarse de exitosa. Se deben identificar los errores para intentar no volver a repetirlos, pero evitando a toda costa caer en personalizaciones, buscando ubicarse siempre en la perspectiva del aprendizaje para fortalecer a la fuerza política y a sus integrantes. Es necesario reconocer que además de la dificultad para admitir que arrancábamos en el punto más bajo de apoyo ciudadano en los últimos 15 años, los primeros pasos luego de dirimirse la interna -como el manejo público en la conformación de la formula, por nombrar uno- no fueron los más adecuados, y nos hicieron perder un tiempo valiosísimo.
- Igualmente, a nadie debe escapar que el incansable trabajo y esfuerzo de miles de militantes fue el aspecto mas destacable de la campaña. Pero esa militancia, ese “dejar todo en la cancha” no fue casual ni espontaneo. Fueron cientos de actividades llevadas adelante en los barrios por comités de base, coordinadoras y departamentales, fue la Campaña de Cercanías, las Asambleas del 25 de Agosto, la histórica jornada de las
100.000 Visitas, las vibrantes iniciativas de las Redes Frenteamplistas y el compromiso demostrado de diversos Colectivos que confluyeron en la gesta política del Voto a Voto que casi logra la hazaña.
- Por otra parte, cerrando este muy largo ciclo electoral, las elecciones departamentales y municipales, muy atípicas en este contexto de pandemia, nos vuelven a ubicar en un escenario electoral desafiante, ya que fuera del área metropolitana solo pudimos retener el departamento de Salto. Ahí, en una competencia de tres partidos, el Frente Amplio fue la fuerza mayor. Pero en casi todos los departamentos la coalición planteó la contienda en términos de bloques, en clave bipartidista, con un bloque liderado por el herrerismo, con la única consigna de ganarle al FA. De todas formas, al igual que en octubre y por lo expresado, los resultados deben ser un importante llamado de atención para la dedicación que ponemos hoy en el interior del país, tanto en lo político como en lo orgánico, en la generación de recursos y en la formación de militantes, especialmente más allá del área metropolitana. Es importante tomar nota de estos resultados, porque de consolidarse retrotraerían al Frente Amplio a una etapa de su desarrollo donde sus fortalezas se limitaban casi exclusivamente al área metropolitana. Es posible que el FA no haya dimensionado correctamente la importancia de mantener y ganar gobiernos departamentales en el interior del país, ya que existen manifestaciones que reclaman por un apoyo más consistente durante los 15 años de gobierno nacional, así como soportes económicos y financieros más consistentes y oportunos desde la fuerza política a nivel central.
- En el caso de Canelones, el trabajo mancomunado de todo el FA -estructura central, Mesa Política Departamental, bases organizadas desde los Comités y los Zonales- permitió obtener un amplio triunfo electoral en las elecciones departamentales, en una coyuntura en donde la Coalición no pudo encontrar candidaturas de relieve en el territorio. La verdadera batalla se dio en los municipios, en donde de las 30 circunscripciones el FA obtuvo 21, superando lo obtenido en la elección anterior. De todas formas, el triunfo de la coalición en algunos municipios nos debe llamar a la reflexión porque este fenómeno se manifiesta en áreas de población rural
- En Montevideo la situación fue bien distinta, y la derecha encolumnó fuerzas tras una sola candidata, con una imagen y un marketing diferentes a los que presentó cinco años atrás. Con un FA que percibían debilitado por la derrota de 2019, buscaron explotar la imagen positiva de un gobierno del mismo signo que, pandemia mediante, goza de cierta popularidad, y pretendieron generar un clima de victoria electoral. Aplicaron recursos casi ilimitados, sobreabundante presencia en los medios y un trabajo de recorridas barriales bien diseñado con lo que trataron de plantear una batalla que en lo departamental no logro, mas allá de sus feudos tradicionales, el resultado buscado. En lo municipal, la disciplina de
“encarte” casi militar les favoreció, algo que nosotros no logramos, entre otras cosas, por la enorme cantidad de listas departamentales que presentamos (66) y que hizo muy difícil la coordinación desde los diferentes territorios con los comandos centrales de las tres candidaturas.
- También influyó que el tercer nivel de gobierno en Montevideo no es percibido por parte de la población como “algo” capaz de contribuir a mejorar su vida, mientras que en términos políticos el bloque de derecha logro mantener viva entre sus votantes la consigna de 2019 de “sacar al Frente Amplio de todo” e incluir en ese concepto a los municipios. Por el contrario, nosotros no logramos nacionalizar las municipales, e imprimir la idea de que votar municipio era parte de la confrontación de proyectos.
- Cabe destacar que todos los militantes, del primero al último, entendieron que se estaba jugando mucho más que el gobierno de Montevideo en esta elección en la capital. La apuesta a debilitarnos y erosionarnos no tuvo resultado, los frenteamplistas cerramos filas tras la bandera de Otorgués y nuestros adversarios sufrieron una derrota clara que intentan camuflar con sus otros éxitos
- La descentralización y la participación ciudadana siguen siendo temas en los que enfrentamos enormes desafíos. Una parte de esos problemas se relacionan con que la fuerza política no ha sido capaz de implementar procesos sistemáticos de escucha activa que permitan reflejar de forma adecuada las realidades diversas y desafiantes de distintas zonas del país -especialmente más allá del área metropolitana- e incorporarlas en su estrategia y su práctica política. No siempre aseguramos los recursos organizativos, humanos, materiales y el apoyo político para el desarrollo pleno del FA en todos los territorios, de una forma que asegure más un trabajo con el territorio que en el territorio. También mantenemos diferencias tácticas y estratégicas sobre las mejores formas de presentarnos electoralmente y sobre los estilos de gobierno más adecuados en el segundo y tercer nivel, asuntos que requieren mayor debate en el futuro. Es necesario reconocer que muchos de los procesos de descentralización y participación no siempre se hicieron carne en nosotros, mientras que las estrategias que ha venido desarrollando la derecha nos plantean nuevos retos importantes que tenemos que poder identificar, caracterizar y enfrentar. Se requiere reposicionar el significado político de la descentralización y la participación para disputar el profundo sentido democrático que ambas tienen. Es necesario escuchar los reclamos por dejar atrás cierta mirada paternalista sobre los procesos políticos en el interior del país, y generar un trabajo más sistemático en todos los departamentos, como un elemento vital para superar las dicotomías área metropolitana/interior y capital departamental/resto de las
PERSPECTIVAS
- Ya la derrota de 1999 nos enseñó que una elección no se gana ni se pierde en una campaña, sino en lo que se puede generar en los años anteriores. Por esa razón, el FA debe ir construyendo un escenario de acumulación parecido a aquel que culminó en 2004, pero tomando en cuenta los cambios procesados desde entonces y los que se pueden generar desde hoy hasta la fecha de la próxima elección nacional. Eso implica en primer termino registrar los aciertos de estos veinte años así como también asumir el cumulo de errores cometidos para no repetirlos en la perspectiva de incorporar a todos los actores históricos que hoy son claves, pero también a aquellos que la dinámica política, económica, social y cultural demuestre que es necesario y relevante incorporar a una alianza social y política más amplia con un fuerte contenido programático, que ubique como gran objetivo estratégico nacional: la total erradicación de la pobreza y que tenga como eje principal un Plan Nacional de Vivienda Popular capaz de generar un efecto domino que a partir de movilizar la industria de la construcción y sus anexos, le de soporte material al proyecto político.
- Las bases de la recuperación pasan por recrear y dinamizar el bloque político y
social de los cambios a nivel de la gente, para lo cual es preciso levantar plataformas muy amplias y reinsertarnos nuevamente a nivel ciudadano utilizando todas las herramientas y políticas de vínculo y comunicación. Se necesita diseñar y poner en juego estrategias de movilización que permitan la acumulación sin propiciar confrontaciones prematuras, y trabajar sobre las fisuras y las diferencias del actual bloque conservador. Una estrategia de acumulación que nos fortalezca y sea capaz de enfrentar con éxito a ese bloque debe tener en cuenta las diferencias y matices que en él existen. Sería un error no reconocerlas y confrontar de forma indiferenciada, dinamitando puentes y afectando sensibilidades, de manera de terminar regalándole aliados a la derecha y la ultraderecha.
- El bloque social de los cambios no es un concepto rígido ni un listado de organizaciones. Es dinámico, con dialéctica propia, fluido como la vida misma de la sociedad y sus organizaciones, abierto a todos los sectores sociales que buscan cambios populares en Uruguay, lo que excluye únicamente a quienes Artigas llamaba «malos españoles y peores americanos». Esto significa construir una relación sostenida con los movimientos sociales que han sido la columna vertebral del proceso de acumulación: el movimiento sindical, el movimiento estudiantil, las organizaciones del mundo cooperativo, las organizaciones de derechos
- También es necesario potenciar la escucha y el diálogo con el arco de organizaciones y redes sociales que se articulan de manera diversa en torno a nuevas demandas: de género, ambientales, diversidad sexual, étnico-raciales, culturales, deportivas, entre
- Forman parte de este bloque social y político de los cambios, los pequeños productores rurales, los trabajadores independientes, los micro y pequeños empresarios, los empresarios comprometidos con el desarrollo nacional y, por supuesto, los actores de la economía social, con quienes es especialmente importante desarrollar el diálogo y los acuerdos.
- Además, resulta decisivo tener una política de articulación con el sector intelectual, cultural y académico, relación que se ha visto deteriorada en el último tiempo y que requiere el desarrollo de un diálogo crítico sistemático que es clave para la
- Esta estrategia debe tomar en cuenta la emergencia de nuevos individualismos contrarios a políticas solidaristas y redistributivas. Esa “batalla cultural” es uno de los terrenos en los que tenemos mayores problemas y que deberemos priorizar. En la nueva etapa deberemos desplegar la iniciativa política con visión estratégica, sumando aliados y construyendo alianzas en temas puntuales, de manera de reconstruir confianzas con sectores que en algún momento nos acompañaron y hoy están
- Esa construcción se debe realizar progresivamente, ya que no resultara exitosa si es el mero resultado de acuerdos elaborados a partir de una lógica exclusivamente electoral. Tiene que ser auténtica, de encuentro desde lo programático-reivindicativo y con un fuerte componente movilizador, con señales que generen confianza en el campo social y político. Un antecedente fundamental para su construcción es la formulación del “Bloque Social y Político de los Cambios” realizada por Plenario Nacional de junio de
- Esta amplitud, tanto en lo social como en lo político, con características diferentes para uno y otro pero ambas de igual relevancia, tiene que ser tomada a conciencia por todos los organismos del FA y llevada adelante tanto desde la capilaridad del movimiento como desde la dirección de la fuerza política. Si no se hace, se podrá ganar o perder en 2024 por otros factores, pero no habremos aprendido
- El punto de partida de nuestra propuesta está en el Programa del Frente Amplio que más de un millón de uruguayos y uruguayas respaldaron en noviembre de 2019, con la perspectiva de continuar el camino de la transformación de la sociedad reduciendo las desigualdades y ampliando los derechos para bienestar de todas y todos, pero requiere
también actualizar la lectura de la sociedad y la política, efectuando una mirada autocrítica como condición para ser exitosos en esta nueva etapa.
- El fortalecimiento del Frente Amplio como herramienta política, como el espacio donde se sintetiza y se proyecta el proceso de acumulación social y política, es esencial para proseguir el camino de las
- Con la mirada y la necesidad de continuar con el proceso de transformaciones, es fundamental analizar cierto grado de descontento de la sociedad uruguaya y de los frenteamplistas, originados entre otros factores, por acciones gubernamentales, limitaciones de la fuerza política y conflictos internos que se expresan en los grandes medios de comunicación.
- Es necesario construir un análisis sólido de las profundas transformaciones ocurridas en los años de aplicación del programa frenteamplista, que ha significado una mejora concreta en la calidad de vida y los derechos de la mayoría de los
- En síntesis, hay tareas claves que como Frente Amplio debemos encarar, y estas se deben hacer al mismo tiempo y con la misma dedicación. Ellas son:
- acompañar y encauzar la resistencia y las protestas -siempre en forma pacífica- del pueblo uruguayo contra el proyecto neo liberal y restaurador, mejorando el diálogo y el conocimiento de la sociedad y promoviendo e incidiendo en los procesos de organización popular, sin dejar de considerar los diferentes niveles de desarrollo y estructuración del movimiento popular en cada uno de los territorios
- preparar la nueva era progresista y de izquierda de cara al año 2024, con un programa capaz de conjugar la dialéctica entre amplitud y profundidad, que ponga al Uruguay en la senda del desarrollo sostenible y el cumplimiento de sus objetivos incluyendo la erradicación de la pobreza y que convoque a variados sectores políticos, sociales y culturales.
- generar conciencia política, social y cultural de los avances de igualdad que se obtuvieron, a nivel de todos los uruguayos, para la consolidación y permanencia de los mismos.
- fortalecer la estructura del FA, tanto a nivel central como de los comités, desarrollando comisiones centrales potentes y departamentales acordes a los requerimientos de la acción política, adecuadamente articuladas en coordinaciones regionales y contemplando la participación de la militancia en el exterior del país. Asimismo, deberá encauzarse, estructuralmente, los colectivos frenteamplistas que tanto hicieron en la última campaña electoral y otras nuevas formas de militancia y relacionamiento de nuestros compañeros y compañeras, sobre todo jóvenes, a la política activa. Ese fortalecimiento deberá necesariamente considerar los desiguales niveles de desarrollo de la fuerza política en los territorios y atenderlos especialmente. Adicionalmente, tendrá que considerar la necesidad de desarrollar con mayor énfasis su función de comunicación interna y externa, prestando especial atención a las nuevas modalidades de comunicación a través de las redes
- En este escenario, reconociendo nuestras actuales debilidades, parece claro que, para estar a la altura de los desafíos, se torna fundamental que el FA logre fortalecer su orgánica a partir de una dirección política unida, capaz de parar a nuestra fuerza política en forma muy potente ante toda la sociedad, como la fuerza política de la igualdad, como alternativa a los sectores conservadores y nostálgicos del status quo anterior al 2004 y al partido de la A esta dirección le corresponderá proponer:
- una estrategia como fuerza política (FA), que con una enorme amplitud incluya el diálogo con sectores políticos democráticos y progresistas a lo largo y ancho del país y la interacción con sectores sociales -desde los sindicatos a agremiaciones
profesionales y de pequeños comerciantes hasta actores de la cultura, la ciencia y el deporte, movimientos sociales y vecinales, etc.- así como con cada habitante a través de la capilaridad que le permite su estructura orgánica única en el mundo, con el objetivo de reflexionar y encarar los grandes temas nacionales. En el diálogo siempre estarán presentes, la actualidad -la resistencia a las políticas regresivas aplicadas por el gobierno-, y el futuro -la construcción de una nueva era progresista y de izquierda con un programa de carácter nacional, popular y democrático que se plantee como meta un país de iguales. Todo lo cual deberá llevarse a la práctica a través de un Plan de Acción Política elaborado en colectivo por la fuerza política a partir de una propuesta de la dirección, monitoreado permanentemente en su aplicación y evaluado en sus objetivos a lo largo del período.
- un programa y una estrategia política pre electoral hasta las internas del 2024, ambas acordes al literal anterior, desarrollándolos en un proceso de unidad y fraternidad permanente. Para su formulación deberán definirse con claridad caminos y dinámicas de trabajo que permitan el desarrollo de un debate programático profundo, y de la misma manera será necesario definir posturas frente a temas pendientes como la reforma constitucional y afrontar discusiones complejas, como las formas de limitar la creciente fragmentación de la oferta
- un trabajo sistemático y permanente de presencia de nuestra fuerza política en los barrios de las ciudades capitales, pero muy principalmente en el interior del país y en los pequeños centros poblados y áreas rurales, generando una conexión que permita conocer su realidad y
- una coordinación con los gobiernos departamentales y municipales de signo FA, expresando los apoyos de la fuerza política a los mismos, que suponga no dejarlos solos, así como y muy especialmente el acompañamiento y apoyo a nuestros compañeros en todos aquellos lugares en que sean oposición.
- una estrategia para la acción política que apunte a que en la nueva era progresista y de izquierda, la fuerza política no repita errores de ausencia de dirección, de debate, de movilización, de desconexión y falta de articulación.
- un conjunto de acciones necesarias para implementar los aspectos que aparecen reseñados en las consideraciones finales de este documento de trabajo, cimentadas sobre la base de nuestros principios y
- una estrategia de comunicación que incluya el fomento y aliento de medios que, tecnología mediante, puedan reflejar adecuadamente nuestros puntos de vista e interpretaciones de la realidad, permitiéndonos así la batalla cultural en todos los campos.
- A dicha dirección le corresponde proponer a la fuerza política cuándo se abrirá la competencia por el liderazgo electoral, asegurando el respeto a las reglas de juego y generando el clima propicio para que esa etapa no se transforme en un juego de suma cero. Si lo electoral irrumpe tempranamente terminará complejizando el trabajo de la dirección y de todo el Frente Amplio en este intermedio entre elecciones, y por lo tanto nuestra fuerza política no llegará potente, unida y con la tarea
- Asimismo, esta dirección deberá preparar al FA en todos los campos -desde el organizativo hasta el programático- no sólo para ganar en el año 2024, sino para preparar la nueva era progresista y de izquierda que permita construir escenarios de desarrollo e igualdad nunca antes conocidos por nuestro país, superiores a los vividos en los quince años de gobiernos de izquierda y que también sea capaz de incorporar un progresivo cambio cultural en la
- Esa nueva etapa debe construirse sobre una base programática amplia pero transformadora capaz de concitar grandes mayorías y consensos, evitando que sea
meramente una expresión electoral resultado del rechazo a lo que está. Hay que buscar de todas formas que la unidad se logre a partir de la “propuesta” de un programa nacional y popular que tenga como objetivo estratégico el desarrollo humano y la erradicación de la pobreza, no sólo el espanto al modelo conservador, neo-liberal y excluyente. Es necesario que detrás de la propuesta programática exista un programa de cambios acordado políticamente y sustentado socialmente.
- Eso implica evitar a toda costa los perfilismos en la acción política de corto, mediano y largo plazo, sobre el convencimiento que sólo el FA en su conjunto y desde su diversidad es capaz de generar tanto las condiciones para conquistar el gobierno como aquellas necesarias para gobernar y transformar la espantosa realidad en que la derecha, una vez mas, dejara a la enorme mayoría de la población.
- Más allá del rol de oposición, necesitamos una reflexión orgánica en torno al significado y el contenido del rol opositor, que incorpore la autocrítica y los aprendizajes de la etapa de gobierno y sirva como sustento para el trabajo político y la toma de decisiones en este período, diferenciando con claridad posiciones tácticas de estratégicas, y que tenga como referencia fundamental la confrontación con las políticas anti-populares.
- De la misma manera, necesitamos desarrollar referencias claras para la conducta y la ética necesarias en el trabajo político y la gestión pública, así como consolidar ámbitos adecuados y dinámicas apropiadas para tratar estos temas cuando sea
CONSIDERACIONES FINALES
- El FA debe encarar de forma abierta y sin prejuicios, pero con responsabilidad política, algunos temas que son polémicos y necesitan lograr al menos un “mínimo común denominador” en la fuerza política. Y es bueno identificarlos:
- la estructura es un rasgo del FA, una señal de identidad. Es un patrimonio que tiene que preservar y cuidar. Por eso mismo debe evitar que se burocratice, que pierda contacto con la realidad, con la gente. La experiencia internacional lo confirma; es el recurso mas importante que tiene, como fuerza de acción política permanente, para enfrentar y ganarle, no solo en lo electoral, a una derecha poderosa económicamente, que incide desde muchos organismos que le son afines y con gran influencia en los medios de comunicación. Por lo tanto, es importante un intercambio y debate profundo sobre el grado de adecuación ante los desafíos que nos plantea no sólo la nueva etapa política sino también una sociedad con características diversas, que se relaciona y comunica de formas diferentes a las que eran predominantes cuando el FA se fundó y se definieron los principales rasgos de su actual estructura. Ese análisis debe hacerse con tranquilidad y fraternidad. Fuera de eslóganes y estereotipos. Privilegiando la militancia en todas sus formas y sabiendo que el FA cuenta hoy con una capilaridad emanada en primer lugar de la red de organismos de base con que cuenta en todo el país. Debemos retomar el contacto, el mano a mano con la población que fue siempre una de nuestras mayores riquezas. Eso constituye un capital precioso que no se puede perder y que deberá ser considerado prioritario a la hora de asignar recursos y planificar el trabajo en los territorios. Incorporando la experiencia obtenida en el pasado ciclo electoral por parte de los comités de base con la Campaña de Cercanía, las 100.000 Visitas y el Voto a Voto, e integrando a través de nuevas y creativas formas a los cientos y miles de frenteamplistas que participaron de la remontada a través de redes y colectivos. Del conjunto del movimiento deberá nutrirse la democracia interna y la participación en su más amplia concepción. La tensión natural entre una estructura que tiene que discutir y participar -desde el primero hasta el último de sus militantes- y una fuerza política que debe resolver de forma responsable y oportuna deberá encontrar su justo equilibrio, lo que representa un desafío
- En el plano internacional, siempre nuestro Frente Amplio esta en tensión. La defensa de los DDHH y nuestra firme postura anti-imperialista en general van de la mano, pero en algunas circunstancias pueden entrar en contradicción. Jamás esa contradicción deberá dejarnos inermes o sin postura como fuerza política anti-oligárquica, anti-imperialista, anti-
patriarcal y anti-racista ante los sucesos que transcurren en el planeta. Debemos saber cómo dirimir estas diferencias en el clima de fraternidad que siempre ha caracterizado al FA, y tratar de lograr acuerdos, ya que cada vez que en estos temas hay decisiones no consensuadas, la derecha ha intentado hacer pagar al FA altos costos políticos ante los ciudadanos.
- El FA sigue siendo la principal fuerza política de este país, pero es indispensable tener en cuenta que se necesita seguir trabajando para fortalecerla y ser capaz de responder a los nuevos desafíos. La historia muestra que se convirtió en grande y dominante cuando mostró amplitud y miró hacia fuera de sus propias fronteras. Cuando cada una de sus partes mostró la grandeza y el desinterés de los fundadores, cuando el proyecto colectivo y “la pública felicidad” primaron por sobre los proyectos personales o sectoriales. Ese desafío se presenta hoy nuevamente. Pero al mismo tiempo, en nombre de una falsa amplitud se están generando situaciones preocupantes, como la excesiva micro- fragmentación de la oferta electoral que desnaturaliza a nuestra fuerza política. Es necesario encontrar una síntesis que combine la amplitud con una cantidad razonable de expresiones electorales, evitando transformarnos en el modelo de los partidos tradicionales que siempre criticamos y que tanto mal ha hecho a la credibilidad del sistema político.
- Finalmente, resulta relevante preguntarse cómo las juventudes en toda su diversidad se integran en el FA y en apoyo activo del proyecto político, del que siguen siendo un sostén electoral fundamental. Acostumbrados a nuevas formas de relacionamiento y movilización, es todo un desafío para la fuerza política generar conjuntamente los espacios de participación que les resulten adecuados y motivadores. Lograda en un porcentaje muy alto la agenda de derechos, puede ocurrir que los jóvenes la den como una conquista segura y la integren como natural a sus vidas, desconociendo parte del proceso histórico y la lucha que está detrás de esas conquistas. Debemos hacer un esfuerzo de imaginación para integrar esa experiencia y que se transformen en los primeros en defender con la movilización permanente esa agenda cuando los restauradores vengan por ella. El relacionamiento y embanderamiento de los jóvenes en diferentes causas -como los DDHH, las cuestiones de género o los derechos de las minorías- muestra que existe allí un enorme potencial movilizador. Cuando ellos toman esas causas los efectos sociales y políticos son contundentes, pero no siempre se logra después desarrollar el mismo potencial en el ámbito político partidario. Esas cuestiones deben ser encaradas a partir de una pregunta fundamental: ¿qué ofrece hoy nuestra fuerza política a los jóvenes en su diversidad? Es una interrogante que debe ser planteada con sinceridad y debemos estar abiertos a escuchar todas las respuestas, incluso aquellas que nos resulten incómodas: muchas veces los jóvenes no tienen apatía, sino rechazo a una forma de funcionamiento. Es necesario generar procesos sistemáticos de formación hacia esos grupos, generar ámbitos abrirse a su participación en espacios de relevancia de la fuerza política que les permitan ser escuchados y hacer pesar sus posiciones en la toma de decisiones e impulsar su presencia en cargos de responsabilidad. Si el FA no conecta con las nuevas generaciones, tampoco habrá
- A esas tareas fundamentales para el Frente Amplio -el relacionamiento y diálogo estrecho con sectores sociales y políticos, acompañar y conducir la resistencia pacífica y preparar la nueva era progresista y de izquierda- se le agrega la conmemoración durante todo el 2021 de los 50 años de nuestra fuerza política. Ese momento histórico debe transformarse en una oportunidad para combinar la recuperación de la mística frenteamplista hacia adentro con un nuevo diálogo fecundo con toda la sociedad, dejando en claro que somos una parte fundamental e insoslayable de la democracia
Montevideo, abril 2021
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