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Inversión pública en Ciencias: otra perla en la manipulación informativa por Edgardo Rubianes

Inversión pública en Ciencias: otra perla en la manipulación informativa por Edgardo Rubianes
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Como dijimos para los propulsores de la llamada posverdad lo importante es que algo aparente ser cierto y no que efectivamente lo sea. Y, para ello los recursos son variados. Desde mostrar un dato recortado temporalmente intentando construir una imagen generalizada y de largo plazo -como vimos en nota anterior sobre el falso descenso de los homicidios- o directamente manipular cifras de un indicador en alguna área. Sobre esto último trata esta nota.
El trascendente rol que la Ciencia y Tecnología tienen para el desarrollo económico y social está fuera de discusión. Para los países desarrollados la prioridad existe y se refleja en sus presupuestos. En países de ingreso medio o medio alto, como Uruguay, es común observar una disociación entre la retórica reivindicativa de la ciencia y tecnología y la concreción de acciones y medidas al respecto.
En nuestro país se trató superar esa disociación a partir de 2005. Se impulsó una reforma con cambios institucionales (p. ej. creación de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, ANII), la elaboración de un primer plan estratégico, y la implementación de fondos de apoyo a la investigación, la innovación y la formación de nuevo capital humano avanzado. Los resultados, entendemos, fueron auspiciosos y hay indicadores que así lo muestran. Eso estuvo respaldado por una fuerte financiación pública que creció incluso más rápido que el propio producto bruto interno (PBI) en expansión. No obstante, cierto tiempo después la inversión pública entró en un estancamiento. La inversión privada, por su parte, nunca logró superar cierto nivel basal, a excepción de algunos nichos empresariales. El soporte público quedó estacado en términos de Actividades de Ciencia y Tecnología (ACT) entorno al 0,5 % del PBI, lejos del recomendado 1% sugerido por los expertos internacionales.
Previo a las elecciones de 2014, los cuatro presidenciables firmaron un compromiso para alcanzar el 1% del PBI en el presupuesto de ciencia y tecnología mediante incrementos anuales del 0.1%. La ANII ha estado encargada de cuantificar la ACT pública y en su portal Prisma se puede hacer un seguimiento. Dentro del centenar de instituciones relevadas existe un núcleo, que podemos denominar Núcleo Científico-Tecnológico, responsable del 90% de la producción científica y en él se insertan más del 90% de nuestros investigadores categorizados. Esas instituciones y sus investigadores aportaron para resolver un conjunto de urgente necesidades durante la pasada pandemia y decenas de ellos conformaron la base anónima del GACH.
El Núcleo lo constituyen la Universidad de la República, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), el Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU), el Instituto Pasteur de Montevideo, el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) dependiente del MEC, el Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas (PEDECIBA) y la novel Universidad Tecnológica (UTEC). Debemos incorporar al Núcleo también a la ANII que si bien no realiza investigación per se, es la principal financiadora a través de fondos concursables.
A pesar de aquel compromiso, los informes anuales fueron mostrando que la meta se encontraba aún lejana. Hasta un par de semanas atrás tanto candidatos oficialistas como opositores hacían referencia a ese 0,5% de inversión y la necesidad de avanzar hacia el 1%. Sin embargo el pasado sábado 13 las autoridades informaron una novedad casi mágica: en 2022 se habría alcanzado el 0.96% del PBI en inversión total de ACT, es decir pública y privada. Solo la pública significaba 439 millones, es decir el 0.62% del PIB. Tamaño salto sostenían era producto de dos factores. En el ámbito privado, si bien el número de empresas innovadores resulto ser el más bajo del siglo (sólo 15% del total), un par de empresas transnacionales habían informado grandes inversiones. Por el espacio disponible no analizaremos esto ahora y nos centraremos en lo acontecido en lo público. Para ello en la figura adjunta se muestran la evolución financiera del Núcleo y la suma de otras instituciones (intendencias, reparticiones ministeriales, empresas públicas, etc.) que contribuyen a la inversión pública total.
La inversión total (columnas negras) aumentó desde 2005 hasta caer durante el período 2019-2021. Luego, en 2022, ocurre el gran salto mencionado. La inversión sumada del Núcleo (línea azul) creció desde unos 40 millones en 2005 hasta los 200 millones en 2017-2018, luego descendió algo y en 2022 recuperó el valor máximo anterior. Es decir que en 2022 lo invertido por el Núcleo recién igualó lo invertido en 2018. Se confirma, así que hubo un reciente descenso en la inversión como se ha denunciado desde distintos ámbitos científicos y académicos.
Entonces ¿Cómo se explica ese “aumento del total público” observado en 2022? La figura lo muestra. Es producto de lo reportado por otras instituciones. ¿Cuáles? La información del portal Prisma muestra que básicamente tiene que ver con tres: Presidencia de la República, Ministerio del Interior y Plan Ceibal. Entre las tres se habría ejecutado 111 millones de dólares en 2022. El Ministerio del Interior comenzó a reportar en 2021 y su ejecución en 2022 fue de 8 millones. Eso puede atribuirse a la natural ampliación de instituciones relevadas. Presidencia, cuando reportaba anteriormente lo hacía por menos de 10 millones. Para 2022 informó ejecución por 36 millones. Carecemos de información de qué tipo de actividades fueron incluidas.
Pero la ejecución del Ceibal está informada en la web desde su creación. Sabemos que su presupuesto total (incluyendo funcionamiento, salarios, etc.) ha rondado los 60-70 millones por año y de acuerdo a Prisma entre 2011 y 2021 ejecutó en promedio ACT por 1,9 millones de dólares por año. Sin embargo, para 2022 …reportó 65,5 millones de ejecución. De un año para el otro multiplicó su ejecución 32 veces!! Es decir se incluyó casi todo el gasto de Ceibal como ACT. La mitad de su presupuesto se destina a la adquisición de ceibalitas, repuestos y aparatos de conexión e informáticos. Está bien establecido, las cartillas de la ANII así lo indican, que la adquisición de equipos, que son bienes de capital, no puede ser considerados una Actividad de Ciencia y Tecnología. Se están manipulando las cifras para dar una imagen engañosa de ejecución pública en Ciencia y Tecnología. Piénsese que lo ejecutado por Ceibal en ACT es lo mismo que la suma de lo ejecutado por el INIA más el LATU y más el Instituto Pasteur. Son impresentables.

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