Home Cine JAIME VADELL: “Desde el punto de vista social y cultural Chile está muy revuelto” Por: Martín Imer
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JAIME VADELL: “Desde el punto de vista social y cultural Chile está muy revuelto” Por: Martín Imer

JAIME VADELL: “Desde el punto de vista social y cultural Chile está muy revuelto” Por: Martín Imer
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Uno de los estrenos más interesantes de la temporada latinoamericana sucedió en Netflix hace unas semanas: se trata de El conde, nuevo film del laureado realizador chileno Pablo Larraín que, luego de algunos proyectos internacionales, lo devuelve a su país de origen para abordar una rabiosa sátira que tiene de protagonista a Augusto Pinochet. En la película, el dictador es un vampiro de 250 años que, cansado de la vida y agobiado por el peso de la justicia local por sus crímenes durante el gobierno de facto, decide alejarse de todos y morir, aunque una nueva ola de asesinatos genera en su familia (quienes desean la herencia) una gran incertidumbre sobre su decisión. Pudimos hablar con el protagonista de la cinta, Jaime Vadell, sobre la reacción de sus compatriotas ante el film y su relación profesional con el director.
¿Qué fue lo primero que pensó cuando recibió una premisa tan excéntrica como la que tiene El conde?
Es fantástico, pues a mí los vampiros siempre me gustaron y siempre me llamaron la atención, y esto me lo propuso Pablo mucho tiempo atrás, antes de que empezáramos a filmar esta, y la idea era distinta, pero en todo caso se mantuvo la idea del vampiro. Y la idea de que de alguna manera este vampiro estuviera relacionado con Pinochet a mí me pareció muy perfecta, muy buena, porque la idea del chupasangre es una idea que está ahí, permanentemente, en la cabeza de todos los que tenemos que sufrir los abusos de poder.
Al ser el personaje una de las figuras más importantes –tristemente – de la historia de su país, imagino que debe haber sido un gran reto para usted interpretarlo.
No, no me plantee en ningún momento interpretar a Pinochet, porque habría sido una parodia, fatalmente. Y lo paródico es pasajero, en general, y lo hacen mucho aquí algunos cómicos – ya no tanto, pero lo hicieron muchos cómicos y lo hacían muy bien, entonces no puedo hacer lo mismo, entonces dije ‘¿Cómo hacer esto? Ah, yo no tengo porque hacer a Pinochet’, porque no es la obligación ni siquiera en la película de que este sea exactamente Pinochet, es un personaje inventado, es un personaje de ficción, entonces yo tengo que hacer al conde, y el conde es así y asa y eso me propuse realizar.
¿Y cómo definiría usted entonces al conde?
Es un tipo que no sabe muy bien qué hacer de su vida, osea, está un poco aburrido de su vida, se recupera más bien con la sangre joven de la chica que lo acompaña en sus últimos momentos, osea que es un finalmente un pequeño burgués que descubre que el amor es más fuerte, por decir un dicho común.
Esta no es su primera participación con Pablo Larraín. ¿Cómo evoluciona esa relación laboral para usted y como se sintió realizando este protagónico?
Me sentí muy bien, y la relación va siendo muy buena, cada vez más, y cada vez hablamos menos. Necesitamos ya hablar muy poco, de verdad. Unas dos o tres indicaciones, o ideas generales, o comentarios, o qué se yo, conversaciones de sobremesa, y en el rodaje muy poco hablar, muy poco. ‘¿Estamos de acuerdo? Si, de acuerdo, ya.’ Y Pablo no es una persona especialmente locuaz, es un hombre más bien retraído, entonces nos entendemos muy bien: a mí tampoco me gusta hablar mucho, sobre todo en el trabajo. Hacerlo, más así o así, y se filma.
¿En el teatro usted también es de no hablar tanto con sus directores?
Sí, no hablar tanto, sino hacerlo. ‘¿Así? No, y probar otra alternativa’, entonces se va sacando el producto, y así es el trabajo del actor, va inventando más que en el discurso, en la forma de hacer las cosas o de decirlas.
La película está estrenada en Chile, por lo que me gustaría saber cuál fue la reacción que a usted le llegó del público. ¿La esperaba o le sorprendió?
Yo no esperaba la reacción que ha habido, creo que es menor que la que yo esperaba. Es menor, y pensé que iba a tener más resistencia, pero este es un país que en general es elusivo, no se pronuncia, cuando les molesta algo se hace el tonto, se hace el leso, miran para otro lado y así parece que no ocurriera, no ocurriera lo que les molesta. Es una forma de idiosincrasia nacional, sí. Entonces tienen una especie de cortina de humo, lo que José Donosa habla del tupido velo. También los cines la han puesto a horas insólitas, a una y media de la tarde, cosas así, la hora del almuerzo…
Ahora en Netflix tiene otra posibilidad.
Ahora tiene otra, por supuesto, masiva. No sé, he tenido algunos comentarios de gente cercana que le ha gustado la película, la ha visto en televisión y se han sorprendido porque se han reído mucho, nos dicen “Tú no nos dijiste que es muy graciosa”, y es muy graciosa, sí. La han encontrado novedosa, de una realización notable, porque la verdad es que es cierto que tiene una cosa escenográfica que es extraordinaria, tiene una iluminación que es también fantástica y esa fotografía en blanco y negro que produce cierto distanciamiento, que le quita realidad a la película; todos esos son elementos buenos para una película y la gente lo valora.
Usted comentaba recién que tal vez esperaba una reacción con más resistencia. ¿Puede ser que eso estuviese influenciado por el estallido social de Chile, que tal vez despertó un poco más al público, lo hizo un poco menos resistido a una propuesta tan distinta desde lo cultural?
Sí, eso es posible. Desde el punto de vista social y cultural Chile está muy revuelto, sumamente revuelto, no sabe muy bien para dónde cortar como quien dice, para donde partir, para donde endilgar los pasos, eso seguramente ha impedido también que haya un pensamiento más unido o más rotundo con respecto a la película.

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