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Retorno al policial clásico en clave de horror sobrenatural Por Carlos Acevedo

Retorno al policial clásico en clave de horror sobrenatural  Por Carlos Acevedo
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Poseedora de una prolífica y exitosa trayectoria, la inglesa Agatha Christie es, sin dudas, una de las principales exponentes de la literatura de misterio, conservando singular vigencia más de cuatro décadas después de su fallecimiento. Las adaptaciones al cine de obras de su autoría superan largamente la centena, pero su narrativa continúa siendo fuente de inspiración para directores de cine como su coterráneo Kenneth Branagh, cuyo filme “Cacería en Venecia” es el tercero que dedica a revisitar su obra.

La novela policial posee una tradición que se remonta a muchos siglos, si bien suele identificarse como el creador del policial moderno al narrador y poeta bostoniano Edgar Allan Poe, con su personaje Auguste Dupin, que devino en fuente de inspiración a Arthur Conan Doyle para crear su célebre Sherlock Holmes.
Más próximo en el tiempo tenemos al “Hard boiled”, la vertiente norteamericana, sucia, realista y decadente, con figuras, en los años veinte y treinta del pasado siglo, como Raymond Chandler y Samuel Dashiell Hammett. Sin embargo, unos cuantos años antes, Agatha Christie había comenzado ya a perfeccionar el estilo que la convirtió en referente ineludible de la literatura policial.
En realidad, la inglesa se movía hábilmente entre varios subgéneros, combinándolos a su antojo y dotándolos de su particular impronta: la novela de detectives, la de misterio y la de “suspense”. Incluso, llegó a coquetear con la novela gótica en sus obras más ominosas, por la temática de corte sobrenatural y por la atmosfera lúgubre de dichas narraciones.
Precisamente, “Cacería en Venecia”, de reciente estreno, se inspira en “Las manzanas”, novela heredera de Edgar Allan Poe, impulsor del neogótico, y de Mary Shelley, emblemática autora de “Frankenstein”.
Nacida en una familia de clase media alta en la última década del siglo diecinueve, Agatha Mary Clarissa Miller fue criada en un entorno de mujeres fuertes e independientes. Culta, amante de los viajes y apasionada, tuvo varias parejas y se casó dos veces. Desde joven fue forjándose un gran éxito en un género habitualmente dominado por hombres, pero no se conformó con seguirlos, sino que fue elaborando su propio estilo narrativo.
Incluso, fue enfermera voluntaria durante la Primera Guerra Mundial, lo cual, sumado a su posterior trabajo en un dispensario farmacéutico durante la Segunda Guerra Mundial, le otorgó un abundante conocimiento en medicina y toxicología, habitualmente reflejado en sus escritos.
Una de sus características como escritora fue, precisamente, su minuciosidad al momento de describir investigaciones forenses, otra de las disciplinas que la apasionaba. También poseía conocimientos de balística y del funcionamiento de múltiples armas y, seguramente como voluntaria en ambos conflictos bélicos, tuvo oportunidad de presenciar algún enfrentamiento armado y quizá alguna muerte.
Su gran conocimiento de la letalidad de los venenos, algunos de los cuales pudo analizar durante su trabajo como auxiliar de farmacia en el dispensario, constituye la trama fundamental de varias de sus novelas.
En ese contexto, la autora se regodeaba en la descripción de los detalles del veneno elegido con minuciosa fidelidad, particularmente de los síntomas que provocaban su administración, las posibilidades de conseguirlos en el mercado y la dificultad o facilidad para detectarlos.
Tal era su pericia que, durante un caso de envenenamiento en Reino Unido, el del envenenador Graham Young en los años setenta del siglo pasado, a falta de literatura científica estandarizada sobre el tema, los patólogos que investigaban el crimen consultaron una de sus novelas.
Traducida en ciento nueve países, habiendo vendido más de dos millones de ejemplares, con ciento setenta adaptaciones al cine y otras tantas a la televisión, al teatro e incluso al comic, Christie se convirtió en una autora emblemática del policial, si bien escribió además un puñado de novelas románticas amparada tras un pseudónimo.
Uno de sus personajes más famosos, el belga Hercules Poirot, protagoniza treinta y tres novelas y media centena de cuentos, además de una gran cantidad de películas. Han sido nueve los actores que lo han encarnado en la pantalla, siendo uno de los más recordados el inglés Peter Ustinov. Actualmente, el célebre detective es interpretado por Kenneth Branagh, quien también dirigió las últimas tres adaptaciones cinematográficas.
“Cacería en Venencia”, la más reciente, se aleja de sus predecesoras “Muerte en el Nilo” y “Asesinato en el Orient Express”, con una estética más cercana a una historia de horror que a la típica novela de misterio.
El largometraje se inspira libremente en la novela “Las manzanas”, y supone un retorno de Branagh al cine que cultivó en películas como “Dead again” (Morir todavía, 1991) o su gran versión de “Frankenstein” (“Frankenstein”, 1994).
En la Venecia posterior a la Segunda Guerra Mundial, Poirot, ahora retirado y viviendo en un autoimpuesto exilio, asiste a regañadientes a una sesión de espiritismo. Cuando uno de los invitados es misteriosamente asesinado, como es previsible, el ex investigador vuelve inmediatamente al servicio activo.
Prescindiendo del exceso de efectos por computadora de los dos títulos anteriores, con una estética que abreva del cine independiente y una atmosfera cercana al “giallo”, el policial italiano al estilo del maestro italiano Dario Argento, esta película recuerda a obras como “ Don`t look now” ( Venecia rojo shocking, 1973,) que describe, con radical contundencia, una Venecia opresiva y tenebrosa.

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