Joaquín Torres García: el filósofo que pintaba por Alejandra Waltes
Ha comenzado la celebración del 150 aniversario del nacimiento del Maestro Joaquín Torres García (Montevideo, 28 de julio de 1874 – 8 de agosto de 1949) con varias actividades. En el MNAV (Museo Nacional de Bellas Artes) se puede visitar la muestra “Joaquín Torres García. El universo como reto”. En el jardín del museo se puede disfrutar del Monumento Cósmico, en la Sala 2 se exhibe una selección de obras de artistas pertenecientes al TTG (Taller Torres García) y en la Sala 5 se puede disfrutar de la totalidad de las obras de Torres García con las que cuenta el museo. El domingo 28 de julio se inaugura la exposición “Joaquín Torres García: Clásico – Moderno – Universal” en el Museo Torres García a las 18:15 hs. Durante el evento se presentará la nueva edición del libro “Universalismo constructivo” y el jueves 1 de agosto se estrena en cines de todo el país, “PAX IN LUCEM”, una película dirigida por Emiliano Mazza De Luca sobre la fantástica aventura de la vida del artista y su búsqueda incansable de un Arte Universal.
En marzo del 2021 escribí sobre el contexto europeo en el que surgió el Constructivismo y de qué manera pudo influir en Joaquín Torres García. Desde este espacio he intentado difundir material y alguna reflexión sobre las artes plásticas en general y sobre las artes plásticas uruguayas en particular. Buscando que faceta del legado torregarciano abordar en esta oportunidad, al comienzo de “La tradición del Hombre Abstracto” de J. Torres García, me encontré con la siguiente advertencia:” Al terminar una de mis conferencias de arte -hará de esto cuatro años- se acercó a mi, para hablarme, uno de nuestros mejores poetas, él cual me dijo:” Es usted un doctrinario”. Pues bien: hoy veo que caló perfectamente mi espíritu, y que se dio cuenta de que, en efecto, lo que yo iba exponiendo, era una “doctrina”. (…) con independencia del arte en general, a la base del “arte constructivo” hay una doctrina. Es decir, que este se fundamenta en algo bien definido, que le antecede, y que podría destacarse con toda independencia. Pero también hay que aclarar, que tal doctrina surgió de la especulación artística, y que por esto hoy se ve ligado al arte, indisolublemente. Es el Arte Constructivo. Doctrina, pues, constructivista. Algo que casi no tiene que interesar más que a los artistas. Y por mi parte, no desearía que fuese tomada en consideración por parte de filósofos y estetas, así como tampoco por parte de poetas, y músicos. Deslindadas así las cosas, conviene advertir a los artistas, que sin haber asimilado tal doctrina no es posible hacer arte constructivo – ese arte que muchos creen infantil de puro fácil de practicar- y también que por ser una doctrina, exige más que una adhesión intelectual y pasiva.(…) Tal doctrina, en su doble aspecto, metafísico y artístico, puede resumirse así: Define al arte como una Armonía y no reconoce otra expresión que esa. Lo sitúa en un plano geométrico, rechazando toda manifestación que no emane de sus puros acordes. Por todo esto, tal arte toma fundamento en el Ritmo, que es la proporción basada en el número. Es su finalidad, bajo cualquier aspecto que revista, el realizar la ley de Unidad. Así mismo, por la fidelidad a este principio, quiere hacerse, el artista constructivo, solidario de una Tradición que lo ha mantenido durante siglos. Por esto, el ser constructivista, implica responsabilidad moral. Tal propósito, que evidentemente es la vuelta a una regla, tiene hoy que suscitar nuevos problemas al arte. Pero estos solo atañen a lo que quieren llegar a esa universalidad por vía del Arte Constructivo. J. Torres-García. Octubre de 1938”. (Torres-García, Joaquín. 2019. “La tradición del Hombre Abstracto. (Doctrina Constructivista)”. Centro Cultural La Moneda). La primera pregunta que me plantee fue de qué manera o en qué circunstancias JTG se había sentido seducido por la filosofía y si había llegado a estudiarla. Es así que encontré la siguiente referencia: “Ingresó en la Academia de Bellas Artes de Llotja, Barcelona, en 1894, y frecuentó la biblioteca del Cercle Artistic de Sant Luc, agrupación católica radical dónde se enfrascó en lecturas clásicas y se impregnó de la filosofía platónica, de religión y misticismo.” “Paralelamente, de su vocación teórica surgieron “Notes sobre art” (1913), “Dialegs” (1915), “Un ensayo de clasicismo” (1916) y “El descubrimiento de sí mismo” (1917).” (Di Maggio, Nelson. 2013. “Artes visuales en Uruguay: diccionario crítico”. Primera edición). En ese mismo sentido José P. Argul escribió: “Torres García fue un notable escritor de arte. La claridad crítica frente a otros autores y lo profundo de sus experiencias personales dieron páginas de muy grande enseñanza. Junto a este sabio de la pintura, a cuyo contacto muchos artistas, algunos de ellos ya muy maduros, acrecieron los valores, estaba el creador y rector de una capilla artística. Su “Arte Constructivo” estuvo impuesto y defendido en su prosa con frases tajantes y directas en la afirmación o negación. Tenía Torres García una propensión rápida a conceptualizar. Con su pluma defendió en todos los tonos su pintura atrayendo adeptos de entrega total, que amaban a este hombre que carecía de dudas.” “Sus discípulos lo fueron no solamente en el respeto de las normas estéticas, sino en la adopción de un género de vida abnegada, inspirada en el maestro, de sacrificio completo por el arte que contradecía los generales hábitos de molicie del medio ambiente intelectual.” (Argul, José Pedro.1952. “Exposición de Pintura”. Ed. Argos). Esta construcción personal de JTG, su espíritu buscando expresarse a través del arte, fue larga, difícil y compleja. Escribe G. Peluffo Linari en su “Historia de la pintura en Uruguay”: “En 1926, poco antes de trasladarse a París le decía a Barradas: “Hace veinte años, mi amigo Barradas, que busco concretar mi pintura de una sola manera, y no puedo. Sobre todo veo en mi dos grandes direcciones -bien deslindadas- ya que una excluye a la otra. Para decirlo en términos corrientes son: clasicismo y romanticismo. Lo ordenado, sereno, estático, perfecto, bien proporcionado y bello, y lo libre vibrante, el yo, lo nuevo, lo de ahora, lo dinámico. Tengo Cosas buenas en las dos maneras y esto es lo peor. ¿Cuál es mi camino, cuál? Esto me desespera…”. Tenía en ese entonces 52 años. Entre 1929 y 1930 llega a lo que Gabriel Pelluffo denomina una “epifanía plástica”.” Básicamente consiste en la síntesis de tres componentes formales: una estructura acuartelada que constituye la cartografía geométrica del cuadro; un tratamiento pictórico que otorga calidades visuales propias a esa estructura, y una constelación de imágenes, signos y representaciones esquemáticas, que surgen a modo de pictografías en la trama del acuartelamiento básico. Esta pintura constructiva consuma una síntesis de ideas teóricas y de recursos técnicos que ya estaban subyacentes en la trayectoria artística de Torres García; pero recién en este momento el artista radicaliza y depura su concepto de “construcción” como operación simbólica, reduciendo toda figuración a simples ideogramas que, combinados con signos arcaístas, números y otros grafismos, hacen de cada cuadro una síntesis del UNO, del universo como totalidad.” (Peluffo Linari, Gabriel. 2015. “Historia de la pintura en Uruguay/Tomo 2. Entre localismo y universalismo: representaciones de la modernidad 1930-1960” Ediciones de la Banda Oriental. 5ta. Edición corregida y aumentada.)
Tapa. Versión facsimilar de “La tradición del Hombre Abstracto”
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