La alquimista por Alejandra Waltes
Remedio Varo llevó su arte más allá del Surrealismo. En los mundos alternativos que creó se fusionan elementos de ciencia, arquitectura, misticismo, esoterismo y magia. En medio de esos mundos cargados de un fuerte simbolismo personal, en que los acontecimientos y transformaciones están relacionados con el macrocosmos, el suceder de los astros, fuerzas ocultas y sobrenaturales, se destacan sus personajes como agentes transformadores. Sus mujeres son el alma del cambio, las que lo hacen posible.
Remedios Varo, nacida como María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga (Anglés, Gerona, España, 1908-Ciudad de México, México, 1963), fue la segunda hija del ingeniero Rodrigo Varo y Zejalvo, y de Ignacia Uranga y Bergareche. La profesión del padre llevó a que la familia se desplazara en varias oportunidades, primero al Marruecos español y en 1917 a Madrid. En 1924 Remedios ingresó a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando siendo una de las primeras mujeres en ser admitida en dicho centro de estudios. En este periodo compartió tertulias y vivencias en la Residencia de Estudiantes con artistas como García Lorca y Dalí. En 1930 participó en una exposición colectiva organizada por la Unión de Dibujantes de Madrid. Ese mismo año se casó el con Gerardo Lizarraga, y se establecieron en París. En 1932 se estableció en Barcelona, donde trabajó como diseñadora publicitaria, sumándose al grupo Logicofobista (grupo de la vanguardia artística catalana que perseguía la síntesis del espiritualismo y el surrealismo). En 1935 expuso sus dibujos en Madrid junto con Josep-Lluís Florit. Durante la guerra civil española, mientras daba apoyo activo a los republicanos, conoció en 1936 al poeta surrealista francés Benjamin Péret, con quien huiría a Francia en 1937. Allí permanecieron hasta la invasión nazi en 1941. En esta segunda estadía en París, Varo conoció a André Breton, Max Ernst, Victor Brauner, Joan Miró, Wolfgang Paalen, Dora Maar y Leonora Carrington. Participó de exposiciones de París y Ámsterdam y colaboró en viñetas para el “Diccionnaire abrégé du surréalisme”. Varias de sus obras se reprodujeron en las revistas “Trajectoire du Rêve” y “Visage du Monde” y en la revista surrealista “Minotaure”. Fue locutora y traductora de conferencias para latinoamericanos. Ya establecidos en México, después de huir de Francia a México, en donde las políticas de Lázaro Cárdenas les permitieron una rápida naturalización y acogida, Benjamin y Remedios se integraron a un círculo de artistas entre los que se encontraban César Moro, Esteban Francés, Gerardo Lizarraga, Leonora Carrington, Octavio Paz(gran admirador de Remedios), Frida Kahlo, Diego Rivera y Eva Sulzer quien fuera una importante mecenas de los artistas exiliados. Durante la década de 1940, Remedios realizó diferentes trabajos artesanales, de decoración y publicidad entre los que se encuentran una colaboración con Marc Chagall en el vestuario para el ballet Aleko que se estrenó en el Palacio de Bellas Artes. En 1947, Remedios se separa de Benjamin Péret, (quien retorna a París), y viaja a Venezuela, como integrante de una expedición científica del Instituto Francés de América Latina. Ahí pudo reencontrarse con parte de su familia mientras trabajaba como ilustradora entomológica y enviaba carteles publicitarios para Bayer. Regresa a México en 1949 en donde continúa con su labor de ilustradora publicitaria. También pintó instrumentos musicales y muebles; realizó los decorados de la película La aldea maldita, de Florián Rey; falsificó por encargo cuadros de Giorgio de Chirico y diseñó trajes y tocados para teatro y ballet junto a Leonora Carrington y Marc Chagall. En 1952 se casa con el político refugiado austriaco Walter Gruen, devoto de su obra, que la convenció para que se dedicase exclusivamente a la pintura. En 1955, participa en una exposición colectiva en la galería Diana de la Ciudad de México, y al año siguiente en una exposición individual en el mismo lugar. En 1958 Varo obtuvo el primer lugar en el Primer Salón de la Plástica Femenina en las Galerías Excélsior. Fallece en octubre de 1963 en la Ciudad de México. La obra de Varo se caracteriza por la unión de lo mítico, lo fantástico, lo científico y las teorías freudianas acerca de la complejidad del inconsciente. La historiadora del arte Janet A. Kaplan sugirió que gran parte del poder de Varo provenía de su fuerza como narradora. “Sus atractivos personajes y escenarios estaban diseñados para atraer a los espectadores a sus curiosas narraciones”, escribió. Esa narrativa la acerca a Frida Khalo, pero sin ser autorreferencial como la de ésta, Varo sublima sus experiencias y las vuelve universales. En la fuerte simbología relacionada, muchas veces, con la mitología antigua y con características de arquitectura medieval, puede reconocerse la influencia de pintores europeos como El Bosco, Brueghel y Goya, así como en los elementos oníricos, fantásticos, metafísicos que aparecen en las obras de todos ellos. Amalgama ficción, sueño y premonición debido a su interés creciente por las ciencias ocultas como la alquimia, pero también por los avances científicos en materias como la botánica, las matemáticas, la astronomía y la biología. A su muerte, André Breton escribió: “El surrealismo reclama toda la obra de una hechicera que se fue demasiado pronto”. Sus obras suelen tener un tema común: la búsqueda de la libertad.
“Les feuilles mortes” (Remedios Varo-1956)
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