Home Política La Corrupción en diálogo con Rousseau por Nicolás Martínez
0

La Corrupción en diálogo con Rousseau por Nicolás Martínez

La Corrupción en diálogo con Rousseau por Nicolás Martínez
0

En el pensamiento de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), la cuestión de la corrupción política no aparece de manera explícita, pero su tratamiento de la naturaleza humana, la desigualdad social y la voluntad general ofrece una rica base teórica para interpretar el fenómeno de la corrupción desde una perspectiva filosófico-política. El análisis rousseauniano de las condiciones que generan y sostienen la corrupción resulta de gran relevancia para comprender no solo la degeneración de las instituciones políticas, sino también las implicaciones morales y sociales que acompañan a dicho proceso.

Rousseau parte de una concepción del hombre natural que es fundamental para entender cómo percibe el origen de la corrupción. En su “Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres», el filósofo sostiene que en el estado natural, el ser humano es independiente, libre y, en un sentido profundo, virtuoso, puesto que su vida está regida por las pasiones simples y por la autoconservación. Sin embargo, el surgimiento de la sociedad civil y, con ella, la institución de la propiedad privada, introduce las primeras grietas en la naturaleza humana. Según Rousseau, “el primero, a quien, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir esto es mío y encontró gentes lo bastante simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil”. Esta afirmación es clave porque la propiedad privada no solo simboliza la entrada en la civilización, sino que también implica el nacimiento de la desigualdad y, con ello, de las relaciones de poder que tienden a la corrupción.

La corrupción, en este marco, además de ser el acto inmoral de unos pocos individuos en posiciones de poder; es el resultado inevitable de un orden social fundado en la desigualdad estructural. En esta visión, el paso del estado de naturaleza a la sociedad civil transforma la vida humana de tal manera que introduce rivalidades, comparaciones y ambiciones que antes eran inexistentes. La búsqueda de riqueza y poder, inherente a este nuevo orden social, corrompe tanto a los individuos como a las instituciones, porque estas ya no buscan el bien común, sino que se subordinan a los intereses privados de aquellos que las controlan.

El concepto de voluntad general, desarrollado en “El contrato social”, es un pilar fundamental en la teoría política de Rousseau y en su visión de cómo evitar la corrupción política. La voluntad general es la expresión de la soberanía popular y representa el interés colectivo, que, en una república ideal, debe prevalecer sobre cualquier interés particular. En este sentido, identifica una relación directa entre la corrupción y el alejamiento de los principios de la voluntad general. Cuando el gobierno deja de actuar en nombre de la voluntad general y se orienta en función de intereses privados o de grupos específicos, se corrompe. Así, la corrupción no es un fenómeno accidental, sino una patología inherente al desvío de las funciones legítimas del poder político.

La distinción rousseauniana entre la voluntad general y la voluntad de todos es crucial en este punto. Mientras que la voluntad general es indivisible y refleja el bien común, la voluntad de todos es la suma de los intereses privados, que pueden entrar en conflicto y llevar a la discordia. En una sociedad corrupta, las instituciones ya no operan en función de la voluntad general, sino que son capturadas por la voluntad de unos pocos, lo que da lugar a la manipulación del poder político en beneficio de intereses particulares. Esto produce un debilitamiento del pacto social y una fragmentación del cuerpo político, en la que los ciudadanos dejan de sentirse parte de un todo común, erosionando la cohesión social y la legitimidad de las instituciones.

La corrupción, por tanto, además de ser un fenómeno político, es también moral. Rousseau percibe que una sociedad en la que las pasiones privadas predominan sobre el interés colectivo se encuentra en un estado de decadencia moral, en el que la virtud pública ha sido sustituida por la ambición personal. Este diagnóstico es clave para entender cómo el filósofo sitúa la corrupción no solo en el ámbito de las acciones del gobierno, sino en el comportamiento generalizado de los ciudadanos. La corrupción, desde esta perspectiva, es tanto una cuestión institucional como cultural, ya que afecta la relación entre los individuos y la comunidad política. La clave para evitar la corrupción, según Rousseau, es una regeneración moral que debe comenzar con la educación. En su obra “Emilio o de la educación”, Rousseau argumenta que la formación del ciudadano virtuoso es el primer paso hacia una sociedad que pueda resistir la corrupción.

En el siglo XXI, las democracias enfrentan desafíos similares a los que Rousseau describió: la concentración del poder económico y político, la manipulación de las instituciones por parte de élites y la alienación de los ciudadanos del proceso político. La creciente desigualdad y la falta de representación genuina en muchas democracias modernas resuenan con las advertencias de Rousseau sobre la degeneración de la voluntad general. En última instancia, el pensamiento de Rousseau sugiere que la lucha contra la corrupción no puede separarse de la lucha por una mayor igualdad y por la creación de instituciones que reflejen verdaderamente la voluntad general, asegurando que el poder no sea un instrumento de opresión, sino una herramienta para la realización del bien común.

POR MÁS PERIODISMO, APOYÁ VOCES

Nunca negamos nuestra línea editorial, pero tenemos un dogma: la absoluta amplitud para publicar a todos los que piensan diferente. Mantuvimos la independencia de partidos o gobiernos y nunca respondimos a intereses corporativos de ningún tipo de ideología. Hablemos claro, como siempre: necesitamos ayuda para sobrevivir.

Todas las semanas imprimimos 2500 ejemplares y vamos colgando en nuestra web todas las notas que son de libre acceso sin límite. Decenas de miles, nos leen en forma digital cada semana. No vamos a hacer suscripciones ni restringir nuestros contenidos.

Pensamos que el periodismo igual que la libertad, debe ser libre. Y es por eso que lanzamos una campaña de apoyo financiero y esperamos tu aporte solidario.
Si alguna vez te hicimos pensar con una nota, apoyá a VOCES.
Si muchas veces te enojaste con una opinión, apoyá a VOCES.
Si en alguna ocasión te encantó una entrevista, apoyá a VOCES.
Si encontraste algo novedoso en nuestras páginas, apoyá a VOCES
Si creés que la información confiable y el debate de ideas son fundamentales para tener una democracia plena, contá con VOCES.

Sin ti, no es posible el periodismo independiente; contamos contigo. Conozca aquí las opciones de apoyo.

//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js
Semanario Voces Simplemente Voces. Nos interesa el debate de ideas. Ser capaces de generar nuevas líneas de pensamiento para perfeccionar la democracia uruguaya. Somos intransigentes defensores de la libertad de expresión y opinión. No tememos la lucha ideológica, por el contrario nos motiva a aprender más, a estudiar más y a no considerarnos dueños de la verdad.