La fallida denuncia contra el candidato a la Intendencia de Montevideo por el Frente Amplio y ex Director de Hospital Maciel Álvaro Villar, quien fue acusado públicamente por una cirujana de incurrir en negligencia ante un presunto caso de abuso sexual acaecido en ese nosocomio, contaminó aun más la campaña para las elecciones departamentales del 27 de setiembre.
Esa circunstancia, sumada a otros acontecimientos, indujo al FA a resolver que sus tres candidatos no debatirán con la postulante multicolor Laura Raffo.
Envalentonado por el ajustado triunfo logrado en las elecciones nacionales que le permitió instalar un gobierno de impronta regresiva que incluye a un partido militarista que reivindica las atrocidades de la dictadura, el bloque conservador va por todo. En ese contexto, no duda en enchastrar para obtener réditos políticos.
El blanco predilecto de esta patraña ha sido primordialmente el candidato Álvaro Villar, contra quien sugestivamente han emergido numerosas denuncias sin pruebas que las sustenten, por su gestión como Director del Hospital Maciel.
En el marco de esta sistemática canallada institucionalizada a través de medios obsecuentes de penetración masiva, utilizan a comunicadores alcahuetes reconocidamente alineados con el oficialismo, para desarrollar su guerra sucia.
El colmo de esta inmoral ofensiva mediática fue la denuncia formulada en el programa Santo y seña que emite canal 4, por una cirujana que habría sido objeto de acoso sexual por parte de un colega en el Hospital Maciel en 2016, sin que Villar hubiera adoptado las medidas del caso.
Resulta naturalmente sugestivo y por supuesto sospechoso, que el caso salga a la luz pública cuatro años después, a poco más de un mes de los comicios departamentales. ¿Por qué la denuncia pública no fue formulada en su momento y sí ahora que puede afectar al candidato frenteamplista?
Las explicaciones de Villar, contenidas en un comunicado difundido 24 horas después de la emisión del programa televisivo, esclarecen minuciosamente el desarrollo de los acontecimientos.
En tal sentido, lo más contundente es que la denuncia penal de la supuesta damnificada fue por presunto “acoso laboral” y “violencia de género” y no por abuso sexual.
No menos concluyente es que la jueza que entendió en la causa archivó la acusación, atribuyendo la situación “a un mal relacionamiento laboral entre dos profesionales” y recomendando que “el denunciado y la denunciante resuelvan sus problemas con la intervención de la Dirección del Hospital».
Aunque las decisiones de la Justicia pueden ser cuestionadas y naturalmente apeladas, por las garantías que otorga el debido proceso, desde el punto de vista judicial el caso parece laudado.
Asimismo, el comunicado de Villar, cuyos términos no fueron hasta el momento desmentidos ni rebatidos, explica que «no existió denuncia de acoso sexual ni verbal ni por escrito que se haya presentado a la jefa de cirugía del Hospital Maciel” y al propio director del centro de salud.
Incluso, se explicó que “la investigación arrojó denuncias graves” hacia la doctora la denunciante, por “abandono de guardias y mal relacionamiento con los cirujanos, anestesistas, internistas, enfermeros, y estudiantes de la Facultad”. Esos habrían sido los motivos del sumario que se le instruyó a la profesional.
A ello se suma la decisión del gobierno de auditar el proyecto Antel Arena en un plazo perentorio de 30 días, en momentos que la ex presidenta del organismo Carolina Cosse está compitiendo por el sillón de la intendencia capitalina. Lo que resulta sospechoso y genera suspicacias, es la celeridad del trámite.
Si el Frente Amplio empleara los deleznables métodos de la derecha, recordaría las graves denuncias de corrupción formuladas contra Juan Carlos Raffo, padre de Laura Raffo, cuando éste era Ministro de Trasporte y Obras Públicas del gobierno de Luis Alberto Lacalle. Por entonces, fue acusado de recibir coimas por parte del empresario Igor Svetogorzky, a cambio de favores.
Más allá que los debates en nuestro país no suelen mover la aguja electoral, en este clima de creciente tensión y apelación a recursos de cloaca para revertir tendencias, no parece pertinente habilitar estos espacios de discusión.
La reacción de la postulante multicolor Laura Raffo, se concretó durante una conferencia de prensa que contó con la presencia de referentes del gobierno y del nuevo socio de la derecha, el diputado del PERI y apócrifo seudo-izquierdista César Vega, quien votó la Ley de Urgente Consideración.
Raffo se dedicó a atacar al Frente Amplio y a su programa de gobierno, que enfatiza en la necesidad de confrontar, desde la comuna capitalina, al modelo regresivo oficialista.
A Raffo parece molestarle la alusión en el documento del FA a las clases dominantes, cuando es claro que el conglomerado conservador está alineado con los intereses del gran capital y las corporaciones empresariales. No en vano, descargó todo el peso de la crisis económica y social sobre los trabajadores, sin tocar los privilegios de clase de la oligarquía vernácula.
Por si no fuera suficiente, tres militantes del FA fueron brutalmente agredidos y uno de ellos apuñalado en Salto, mientras colocaban propaganda partidaria en la vía pública. Aunque se quiera bajar los decibeles al episodio, el propio tenor del incidente corrobora que el ataque tuvo una motivación política. Queda claro que la manida grieta la alimenta la derecha, mediante mentiras, campañas de enchastre, prédicas de odio y hasta episodios de violencia en plena campaña electoral.
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