El editorial de Voces de hace dos semanas -A pesar de todo- dio que hablar. Fue muy aplaudido; mayoritariamente por los no frentistas y no por la excelencia del análisis y su planteo, sino porque lo vieron como un buen tirón de pelos para dirigentes y militantes de la coalición de izquierdas. Por las mismas razones a la mayoría de los frentistas no les gustó. Aún aquellos que reconocían aciertos y calidades al editorial concluyeron, en su mayoría, que esas cosas no hay que decirlas en público. Por muy bien dichas que estuvieran y menos a escasas cuatro semanas del balotaje.
El editorial fue una excelente pieza periodística. Un muy buen análisis a la vez que una buena y equilibrada descripción de una realidad, y mejor todavía, una muy seria apelación a sus destinatarios. ¿Fue un artículo valiente?, si, ¿arriesgado?, sin dudas; pero por sobre todo fue independiente, que vale mucho más Es muy difícil dirigir un medio de izquierda y ser independiente. Y ni que hablar si el gobierno es de izquierda. Proceder con independencia periodística; ajustarse a las exigencias técnico -profesionales y respetar esas normas éticas básicas y aceptadas por casi todos, es difícil hacerlo en cualquier parte y en Uruguay, muy particularmente. También es difícil dirigir un medio de derecha y ser independiente si manda la derecha. Lo es en muchas partes, pero en Uruguay no tanto. Para empezar en nuestro país no hay derecha o nadie se reconoce como de derecha. Aquí todos somos socialdemócratas. Somos todos batllistas, como decía Wilson. Aun en estos días en que el dogmatismo y el maniqueísmo que cita “A pesar de todo”, ha tomado cierta virulencia se habla de centro, centro izquierda y centro derecha y dejémoslo por ahí. No veo porqué Guido Manini tiene que asumir ser la ultraderecha. Nada menos. Y, además, cuando su mayor inquisidor es un “Chicago Boy”, un feligrés entusiasta del Dr. Ramón Díaz, de quien fue su mano derecha y principal asesor cuando el fundador de Búsqueda ocupó por última vez un cargo político. A Ramón Díaz no le incomodaba ser de derecha y no le importaba que le endilgaran serlo. No le inquietaban los baratos, que en este país sobran. Era de derecha y un defensor a ultranza de la libertad y del sistema democrático republicano. En Uruguay lo que es difícil, me consta, es ser liberal y hacer periodismo independiente no adherido a los o a uno de los partidos fundacionales, históricos o democráticos, -que les cabe-. Una larga y bastante particular tradición de periodismo político partidario, marcó en ese sentido a nuestro país. No en vano, salvo Haití, fue el último país en América en que se habilito (1984) una universidad de periodismo. En su mayoría nos iniciamos en los periódicos de los sindicatos o en el diario de nuestros amores. En mi caso en el periódico de AEBU – bancarios- y luego en Hechos de la 99, lo blancos en El País, El Plata, El debate, o La Tribuna Popular, los colorados en El Día, La Mañana, El Diario, Acción, Hechos, los comunistas en El Popular, los socialistas en El Sol y Época, en fin, con matices, pero todo bien encuadrado. BP Color, pese a ser seguidor del católico Bien Público (Unión Cívica), fue quizás la primera experiencia de periodismo no partidario, independiente, profesional. Con la Universidad y las universidades y el aporte de la academia la profesión avanzó. Además de lo que implica por sí misma la formación universitaria, las aulas fueron el lugar donde los periodistas tomaron conciencia de clase. Esto es, asumieron que son periodistas, por sobre cualquier otra cosa y sin importar para el medio en que trabajen y sus simpatías filosóficas, ideológicas y político partidarias; aunque en esto último no sean tantos como deberían y sería deseable. Pero aun con todos estos avances, pienso que es difícil en el Uruguay dirigir un medio de izquierda con total independencia de los diferentes partidos y movimientos que se mueven por ese lado de una punta a la otra. Y máxime cuando están unidos en una coalición en la que caben desde integrantes que entienden el concepto más o menos tradicional o liberal del periodismo hasta otros que creen que los medios de información son órganos de propaganda del Partido como sostenía Lenin. Y además de esas diferencias, ¿son tantos reinos, lideres o patrones, a quien servir? Mantenerse independiente se hace mucho más difícil. Cuando Brecha edito su número 1000- enero de 2005- me invitar a escribir un saludo. Escribí entonces “…en estos momentos en que por primera vez asumirá un gobierno de izquierda (ello)le asigna una responsabilidad extra al semanario, que lo transforma en un instrumento muy útil y necesario, guía en casos, advertencia en otros y cable a tierra siempre para los noveles conductores del país…” “… es una suerte para la izquierda contar con este medio que analiza y ayuda a la reflexión, pero no solo por esto, sino porque se trata de un medio que no es vocero ni órgano oficial partidario, que no es complaciente y menos alcahuete…”. Podía sospechar algo, pero no lo vi claro en ese momento. Brecha debió enfrentar presiones fuertes desde el novel gobierno, incluso fue discriminada en diferentes campos (en la SIP denunciamos que el semanario era discriminado en la asignación de publicidad oficial). Cuando miro a Voces un semanario de izquierda y veo sus páginas tan huérfanas de avisos oficiales y de los privados – que siguen la línea- me reitero sobre lo difícil que es ser independiente. En todos los casos. Es duro no aceptar tutores.
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