El Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2do Turno echó para atrás la decisión judicial de 2019 que había absuelto a Martín Mutio, acusado de haber mandado a Alemania 4,500 quilos de cocaína, la cual fue advertida y detenida en el puerto de la ciudad de Hamburgo.
Aquella absolución lindaba con el absurdo. ¿Mutio no tenía nada que ver? ¿No tenía ninguna acusación de delito con 4.500 quilos de prueba irrefutable que él había exportado?
En Uruguay, por unos pocos gramos de marihuana que se quieran entrar, por ejemplo, en una cárcel, cualquier persona pude recibir varios años de prisión, pero este señor, con todas esas toneladas, fue perdonado de todo y ni se le sospechó de tráfico de drogas.
Alguien, con un poco de dignidad y sentido común, pateó. El citado Tribunal ahora lo procesa y lo condena a 15 años de prisión con el fallo que dice: “Revóquese la sentencia de primera instancia Nº 51 de fecha 18 de agosto de 2022 y, en su lugar, se dispone: condénese a Martín Mutio Ballester como autor penalmente responsable de un delito de violación al art. 31 del decreto ley Nº 14.294 en la modalidad de ‘exportación de sustancias estupefacientes’ en reiteración real con un delito continuado de lavado de activos en la modalidad de ‘conversión y transferencia de bienes’ a la pena de 15 años de penitenciaría”.
Bueno, algo es algo. ¿Quién puede aspirar a detener la violencia que genera la droga en Uruguay, si se puede delinquir como este señor y no pasa nada? Ahora sí pasa y se lo detiene durante todo el proceso, ante la eventualidad de que quiera huir y salir del país. Además, se le decomisaron autos, un camión, dinero y un inmueble.
La jueza Adriana Chamsarián (no olvidemos a esta señora), absolvió a Mutio por todos los delitos que había cometido, se ordenó su libertad definitiva y se le devolvió lo decomisado en su momento.
Por suerte se cambió la pisada. La Justicia parece un partido con VAR: el juez dice que no hay delito, pero el control de las cámaras dice otra cosa. En el VAR está la fiscal Mónica Ferrero (tampoco olvidemos este nombre) que apeló aquel fallo insólito de total absolución y, finalmente, el Tribunal de Apelaciones le dio la razón. Desde esta nota también reconocemos los esfuerzos de Adriana Sampayo, de la Unidad de Litigación, y de Gabriela Aguirre, de Cooperación Internacional.
Saludamos la sentencia del Tribunal de Apelaciones firmada por los ministros Daniel Tapie Santarelli, Ricardo H. Míguez Isbarbo y Ángel Manuel Cal Shaban.
Esta gente ha sido valiente, sensata, y, aunque la defensa de Mutio procurará apelar ante la Suprema Corte de Justicia, este hecho que se ha suscitado, marca claramente que poco y nada se podrá hacer ante el flagelo del narcotráfico si no se apunta a la cima, a las cumbres más altas del negocio. Seguramente Mutio es un pichón de poco vuelo, pero por algún lado se deberá insistir para que caigan los pájaros más grandes, sin olvidar el caso Astesiano, que está procesado por asociación para delinquir, pero no aparecen otros asociados, y lo de Sebastián Marset, el del pasaporte, que mientras el ministro del Interior Heber y el canciller Bustillo afirman que no sabían nada, la ex vice ministra de Relaciones Exteriores, Carolina Ache Batlle, afirma categóricamente que sí, que sabían todo.
Pregunto ¿quién consume cocaína en las altas esferas? ¿quién está interesado en que siga el baile de la fabricación, del traslado y la comercialización de esta droga? ¿Quiénes se benefician con la cocaína o con las ganancias que deja? Si tuviéramos estas respuestas…

