Si había un partido perdible de antemano era con Portugal, si había un momento ideal para cosechar una derrota era también contra Portugal. Pero lo positivo de esta derrota no es el cuándo sino el cómo se perdió. En una especie de deja vu celeste, Uruguay vuelve a renegar de que cuenta con jugadores con la suficiente calidad como para salir a ser protagonistas de los partidos. Algo que hasta le resulta natural a muchos de ellos en sus clubes.
Ustedes elijan la figura geométrica que más les guste, pero este plantel cuenta con calidad sobrada como para formar un rombo central capaz de manejar la pelota a voluntad y plantar al equipo de la mitad de su cancha hacia adelante. Por eso creo que esta derrota llega en el momento justo. Pone a la Celeste en modo A Todo o Nada, igual que en la recta final de las eliminatorias.
Un momento similar a aquel en que este cuerpo técnico nos enamoró saliendo a ganar los partidos. Y hago mías algunas de las palabras de Josema Giménez: “Pasó lo mismo que en el primer partido. No salimos a ganar.” “No estamos aportando el fútbol que realmente tenemos.” “Hay que cambiar la cabeza al entrar a la cancha.”
De ahí que lo positivo de esta derrota es el cómo se perdió. Se perdió sabiendo que el planteo contra Portugal paró al equipo en cancha muy atrás, demasiado atrás, como si no tuvieran la capacidad de hacerle frente al rival de turno. Se perdió jugando como Uruguay no debe salir a jugar de nuevo. Porque Uruguay tiene un cuerpo técnico ganador que cuenta con un plantel que merece un juego pensado en función de ellos y no de quienes se paren enfrente.
Con el diario del lunes todo análisis es fácil. Pero tengo el diario del día después de esta derrota con Portugal y también los de los días después de aquellas victorias por eliminatorias. ¿Y qué cambió? Nada, es el mismo DT y los mismos jugadores.
Quiero creer en que este viaje no se va terminar el próximo viernes. Que esta selección solo necesita dar un paso atrás y volver a transitar por la misma senda que le llevaron a llenar aquellos diarios con relatos de victoria.
Que la bestia Celeste juegue con libertad. Que sean ellos los que se preocupen por la habilidad de De la Cruz, De Arrascaeta, Bentancur, Nuñez y Pellistri; el juego aéreo de Vecino, Coates y Josema; y la potencia y precisión del remate de Valverde. Esta historia de morir interpretando una y otra vez el mismo libreto conservador, ese que sale a buscar los partidos recién cuando estamos en desventaja ya la vivimos demasiada veces y sabemos que es muy poco efectiva.

