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La mujer y sus circunstancias

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Tulipanes para Hermine, que tuvo sus últimas funciones el pasado fin de semana en el Auditorio Vaz Ferreira, se centra en la historia de Miep Gies, trabajadora empleada en los negocios de Otto Frank. Miep, neerlandesa aunque de origen austríaco, rechazó sumarse a los clubes de mujeres nazis luego de la ocupación de Países Bajos, y seguramente eso estrechó la confianza de su empleador, judío, quien en 1942 decide “desaparecer” junto a su familia y ocultarse en un refugio ubicado en una de sus oficinas. Miep fue una de las encargadas de suministrar alimentos y mantener a los refugiados en cierto contacto con el exterior, hasta que en agosto de 1944 son descubiertos y deportados a campos de exterminio. Miep pudo rescatar, dentro del desorden que predominaba en el refugio invadido, el diario de Ana, una de las hijas de Frank. El diario de Ana Frank no necesita presentaciones, pero la historia de Miep Gies es mucho menos conocida, y el rescate de su trayectoria vital es el primer gran aporte de Tulipanes para Hermine, producción de Teatro del Umbral escrita y dirigida por Sandra Massera.
El espectáculo se estrenó a semanas de otro estreno de Massera, Ainara de Gernika, una obra que partía de la experiencia de una niña perteneciente al pueblo vasco arrasado por el bombardeo nazi. Pero Ainara, con un minucioso trabajo de investigación, se articulaba alrededor de un personaje de ficción, no de una historia real. La diferencia, sin embargo, es menor. El interés de Massera por las biografías no se centra en las particularidades de una vida individual, sino en cómo el personaje, real o ficcional, se relaciona con el contexto, y lo que sí tienen en común Ainara y Miep es un contexto bélico en el que el exterminio se hace carne, la opresión se respira y los derechos humanos se vuelven una entelequia.
Massera, más allá de planes previos, se ha encontrado trabajando en varias obras que rondan los años treinta y cuarenta del siglo XX en Europa. A Tulipanes para Hermine y Ainara de Gernika hay que agregarles Preludio de Ana (2017) y Ana Después (2022), sobre la historia de Ana Frank, y La bailarina de Maguncia (2019), centrada en la vida de Luce Mangione. En todos los casos las historias individuales se recortan en el contexto del ascenso y caída del nazi-fascismo que culmina en la segunda guerra mundial y los campos de exterminio. Por eso Massera llama a este grupo de espectáculos una suerte de “pentalogía sobre la segunda guerra mundial y el nazismo”.
La preocupación por que determinadas historias no se olviden y por hablar de las violaciones a los derechos humanos parten de historias más cercanas. Por ejemplo este viernes 27 de octubre se reestrena No digas nada nena, espectáculo del año 2009 escrito y protagonizado por Massera y dirigido por Lila García. No digas nada nena, cuenta la autora, “fue escrito a partir de algunas memorias de mi adolescencia y textos de un diario que escribí entre 1969 y 1972. En 2008 volví a leer ese cuaderno y decidí escribir un unipersonal tomando algunas anotaciones sumadas a mis recuerdos y vivencias de esa época y en los años inmediatamente siguientes. También me basé en relatos de amigos y familiares en esos años. La historia coincide con mi época de estudiante en un país en el que dominaba la represión y el miedo. Y la advertencia temerosa de hacer silencio”. El reestreno contará con la dirección de Marcel García y las actuaciones de Constanza Ripoll y Lila García. Sobre los años setenta en nuestro país también volvió la dramaturga y directora con la obra 1975 (estrenada en 2015), unipersonal protagonizado por Laura Almirón en el que la desaparición de un hermano en el marco del “año de la orientalidad” era protagonista.

Se podría pensar también en El Examen (2010) como un antecedente en que Teatro del Umbral aborda la temática de la convivencia bajo parámetros de autoritarismo. Escrita por Carlos Rehermann y dirigida por Massera, El Examen era una obra algo más abstracta, pero que partía de las reflexiones de Primo Levi sobre su experiencia en los campos de exterminio nazis. Lo que diferencia claramente, sin embargo, a El Examen de las obras escritas por Massera es que estas últimas son protagonizadas por mujeres. Y no parece ser una decisión menor. La perspectiva cambia, más allá de posicionamientos explícitos. La vida en pareja, el lugar que se ocupa en la familia y en la sociedad, o hasta la reflexión sobre la maternidad son aspectos de las historias que narra Massera que ofrecen una óptica que no es la que mayoritariamente ha predominado al hablar de estos tópicos.
Volviendo a Tulipanes, la narración se articula a partir de la interacción de dos Hermines, una ya mayor, que habla desde un presente en que las guerras no terminan (Medio Oriente y este de Europa son solo ejemplos en la actualidad). Y otra que se ubica en los años en que Hermine entra a trabajar en la empresa de Otto Frank y los inmediatamente anteriores. Este recurso ya ha sido utilizado en otros espectáculos de Massera, pero lo particular en este caso es que las dos actrices de Tulipanes (Mariana Piven y Norma Berriolo) ya interpretaron a Miep en Ana después el año pasado. Esto hace que el diálogo entre los espectáculos se multiplique. Un aspecto relevante en los trabajos de Massera es la música, que en Tulipanes contextualiza temporalmente la historia al son de músicas de banda de los años veinte y treinta, para dar lugares a cuerdas graves que ponen profundidad y dramatismo a varios pasajes del espectáculo. El diseño escenográfico, sobrio, metálico, es funcional para sugerir los espacios en que transcurre la obra. Las luces transmiten frialdad y oscuridad la mayor parte del tiempo, una frialdad que también, por momentos, se adueña de los personajes. El universo en que le toca vivir a Hermine concentra las alegrías en pocas situaciones, y es solo en esos momentos en que las actuaciones cambian de intensidad abandonando el tono sombrío.
Tulipanes para Hermine es un mojón más en el camino de reflexión escénica de Massera. En este caso una reflexión que inevitablemente ensombrece las perspectivas, si vemos como el contexto de Miep sigue operando en nuestro presente, por ejemplo en forma de bombas que no dejan de caer en población civil.

Tulipanes para Hermine. Texto y dirección: Sandra Massera. Elenco: Norma Berriolo y Mariana Piven. Fotografías: Carlos Rehermann.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.