La noria es un artilugio muy antiguo, básicamente una rueda que se utiliza para sacar agua de un pozo, o una corriente de agua. Pueden ser baldes, pueden ser piezas de madera, sujetos a una rueda, que elevan el agua a un canal que la lleva hasta donde sea necesaria. Antonio Machado escribió un poema de juventud, titulado, precisamente, “La noria”, que ilustra muy bien la metáfora que repetimos muchísimas veces.
La tarde caía, triste y polvorienta./ El gua cantaba su copla plebeya/ en los cangilones/ de la noria lenta./ Soñaba la mula,/ ¡pobre mula vieja!,/al compás de sombra/ que en el agua suena./ La tarde caía/ triste y polvorienta.
La mula, atada a la noria, repetía su amarga rutina en esa tarde que imaginamos caliente, triste y polvorienta. Pero la mula soñaba con la sombra que imaginaba en el sonido del agua. Otra metáfora asociada a la noria es la de llevar agua para el molino propio y no como una contribución a la necesidad plural, colectiva.
Los uruguayos le estamos dando demasiadas vueltas al asunto, como atados a la melancolía de una noria que no va hacia ningún lado pero sí acarrea lo que pensamos son argumentos para nuestra propia verdad. ¿Qué sucedería si se convocase a un tercer y definitivo plebiscito con el fin de eliminar las culpas del pasado reciente, incluso las más aberrantes, las que más duelen y lastimarán por siempre? ¿Qué sucedería si ese tercer plebiscito ratifica los dos anteriores? En mi modesta opinión, no resolvería el profundo desencuentro en que vivimos del 85 para acá.
Seguramente el burro continuaría dando vueltas, prisionero de un sueño imposible, que no sólo no traería de vuelta a la vida a los que murieron sino que, y es lo más triste, tampoco traería luz para que busquemos dentro de cada uno de nosotros la responsabilidad que tuvimos. Esto no se arregla con el resultado de un plebiscito, ni con una ley espejo a la que los miembros del MLN recibimos del sistema político que intentamos echar abajo.
¿Hay crímenes abominables que no merecen la generosidad del perdón? Seguramente que los hay, y muchos podríamos hacer nuestra propia lista. Pero esa es la noria que empujamos en un círculo sin fin, hasta que cada uno de nosotros vaya desfalleciendo. ¿Quedará, al menos, nuestro profundo rechazo al olvido y al perdón? Sí, seguramente sí, como en cualquier país que haya sufrido un enfrentamiento tan doloroso. Algunos piensan, y con bastante razón, que al menos alguien va a quedar hasta el último momento para dejar constancia de las barbaridades que se cometieron en este país, contra gente inocente, contra muchachitas desarmadas, o muchachos armados sólo de sus ideas. Pero la noria seguiría llevando agua, tal vez al sitio equivocado.
Nosotros, los ciudadanos de este país, tenemos el derecho y la obligación de no dejar que vengan otros a construir un futuro que no queremos. Esto ya está sucediendo mientras giramos, haciendo que la noria saque agua de un pozo cada vez más sucio. No es que seamos santos, pero sería bueno preguntarnos, los más viejos, cuándo fue la primera vez que oímos cuánto costaba un gramo de cocaína, o cómo pegaba la pasta base con respecto a la marihuana. ¿Esa es una preocupación de la vejez? Claro que desmoraliza escuchar decir que al Guapo se le subió el facho a la cabeza, como si tuviésemos la obligación de responder con mansedumbre a todo eso que amenaza con llevar agua al molino del narcotráfico, al de los déspotas disfrazados de líderes revolucionarios, o a los que piensan que fuimos unos angelitos que bastaba con enarbolar la injusticia social de los años sesenta y setenta como bandera para que cualquier cosa valiera.
En estos días el Ejército ha hablado. No fue la voz aislada del Comandante en Jefe. Eso no existe en este país. Cuando un jerarca militar habla es porque se está expresando la gran mayoría del Ejército. ¿Y qué dijo el Tte. General Gerardo Fregosi? En principio dio inicio a un periodo de revisión interna de la información que todo miembro de la fuerza recibe, desde la prensa a las redes sociales, y el impacto que tiene en las Fuerzas Armadas. El período que abarca esa revisión es de sesenta años, desde la década del cincuenta hasta el día de hoy, sesenta años. Es decir, propone revisar todo. Dicho públicamente, y día tras día, no parece ser una decisión improvisada.
¿Cuál debe ser la actitud de la sociedad uruguaya, que ha votado a todos los partidos para conducir el país, y ninguno de ellos pudo parar el inocuo recorrido de esta noria, que nos lleva a pasar cada vez por el mismo punto en que estábamos la vez anterior? ¿A qué le tiene miedo la sociedad uruguaya, que asume con naturalidad las reglas del juego del sistema democrático, a la separación de los poderes del Estado, a la libertad de prensa y a la vigencia irrestricta de la libertad, en su sentido más amplio? ¿A volver a vivir bajo la opresión de otra dictadura militar? ¿No supimos salir de ella desde aquel día de 1980, cuando todo estaba en contra?
Lo que plantea el Ejército por boca de su Comandante en Jefe es escuchar más, analizar las decisiones que se tomaron en los últimos sesenta años, y que trascendieron desde el momento que se hizo público el contenido de los Tribunales de Honor. ¿A eso le podemos tener miedo, o debiéramos sentir tranquilidad porque, al fin, los cuarteles van a escuchar con atención todo lo que la sociedad civil tiene para decirle?
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