El Poder Ejecutivo resolvió no conceder al PIT-CNT el uso de la cadena nacional obligatoria para el 1º de Mayo, día de los trabajadores. Esta decisión ha generado discusión y comentarios. Voy a dirigir la atención del sacrificado lector hacia la declaración del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDDHH) que critica esa decisión del Presidente de la República. El documento del INDDHH es relativamente largo, pero en lo pertinente afirma que la decisión presidencial de no otorgar la cadena nacional lesiona los derechos humanos y, en consecuencia, le exhorta a revocarla. Que haya un apartamiento del respeto hacia los derechos humanos (cometido específico del INDDHH) por no otorgar la cadena oficial no es tan claro. Que corresponda la intervención del INDDHH en este caso lo es menos. Que todo el asunto sea discutible queda demostrado en el hecho de que nada menos que la Presidente del INDDHH, la Dra. Blengio, haya votado en contra.
Abro un pequeño paréntesis para que el lector sopese cómo se manejan estas cosas. La noticia del severo comunicado crítico del INDDHH fue recogido por pocos medios de prensa: yo lo encontré solamente en La Diaria. No había allí mención alguna a que la Presidente del INDDHH –nada menos- hubiese votado en contra y que, por tanto, no había sido unánime. En cualquier asunto que se somete a votación, si hay mayoría queda aprobado, se ejecuta y punto. Pero en este caso, en que el INDDHH no tiene potestad para ejecutar nada y solo emite opiniones, resulta esencial incluir en la noticia la diversidad de opiniones que hubo al tomar esa decisión respecto a la cadena para el primero de mayo. Omitirlo, como se hizo, es deformar la información.
En cuanto a la sustancia de la declaración-exhortación del INDDHH creo que no es correcto y que tiene razón la Dra. Blengio en su voto discorde. Veamos. La cadena nacional se forma a raíz de un acto de autoridad (acto de gobierno) el cual impone la obligación a todos los medios de comunicación verbal (radio y televisión) a transmitir juntos y al mismo tiempo algo que el gobierno manda. Lo que el Presidente Lacalle Pou hizo fue decidir no usar esa potestad gubernamental de obligar y ha dejado en libertad a los medios para que el 1º de Mayo transmitan lo que quieran, aunque les exhortó a que le dieran preferencia a los temas y proclamas de los trabajadores y al PIT-CNT. La decisión del Presidente es inobjetable y de lesión a los derechos humanos, ni sombra.
Abro otro paréntesis; en esta situación sanitaria que nos aflige a todos ha quedado bastante a la vista la preferencia de algunos dirigentes por la imposición, la obligatoriedad o la coacción oficial. El ejemplo primero pero no único fue el reclamo de cuarentena obligatoria, reiterado por el PIT-CNT, el SMU y notorias figuras de la izquierda. El asunto quedó más a la vista aún por el contraste con la resistencia del gobierno a hacerles caso y preferir exhortar en vez de obligar, confiando en la responsabilidad de los ciudadanos y en el buen uso de la libertad. Para algunos la coacción es más atractiva que la libertad. Entiendo, en virtud de sus antecedentes, que eso haya sido lo que determinó el voto de J. Faroppa y Mariana Motta. Entiendo, por lo mismo, el voto en contra de la Dra. Blengio.
Volviendo al fondo del asunto no hay en la decisión del gobierno ningún cercenamiento de los derechos humanos en la negativa a hacer obligatoria una proclama el 1º de mayo. Podrá hacerse libremente por todos los medios que quieran hacerlo. El gobierno no se lo impone a nadie, se abstiene de aplicar la obligatoriedad que implica la cadena nacional, ya sea para sí o para terceros. La comunicación es libre, las adhesiones son libres. Esto resulta difícil de entender para quienes durante tantos años fueron educados en la admiración de regímenes como los de Venezuela o el de Cuba, donde hay una versión única de todas las cosas y esa visión es de transmisión obligatoria en todos los medios (generalmente en esos regímenes hay uno solo).
El INDDHH tiene un solo capital: su prestigio y su predicamento. Hubiese estado más a la altura en la ocasión si en vez de dejarse correr hacia lo políticamente correcto de forma tan lineal e infantil hubiese expuesto, para beneficio de la conciencia nacional, la discusión que tuvo lugar en su propio seno de los pro y los contra de tomar la posición que se tomó.
El episodio de la cadena oficial es muy menor, pero revela cuántas cosas están cambiando, cuántos usos y costumbres que parecían formalidades, pero eran derivación de posturas políticas arraigadas, se van desarmando o, para seguir con el eje de interpretación, se van liberando. Los analistas políticos y los periodistas solo levantan lo explícito de los acontecimientos y pocas veces son capaces de leer cuán hondas son las transformaciones que en estos pocos meses han comenzado a procesarse.
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