En el acto del 15 de setiembre flameaban numerosas banderas de Artigas y circulaba su mandato: “Qué los más infelices sean lo más privilegiados”. Se rememoraba el Reglamento Provisorio para el Fomento de la campaña, de 1815, donde se establecía medidas de justicia social y los destinatarios eran “los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres”; “serán también agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos.”
¿Quiénes son hoy los menos privilegiados? Son los pobres del campo, del otro campo, los de manos callosas, de los trabajadores rurales, los peones mal pagos, los colonos y los aspirantes, los zafrales… y también los trabajadores urbanos, los obreros y empleados, los informales y los indigentes que buscan como sobrevivir día a día, los miles que recurren a las ollas populares. La pobreza y la desigualdad han crecido significativamente. La masa salarial de los más ha disminuido sensiblemente.
¿Integración Social o demagogia?
Tratando de recuperar puntos perdidos en las encuestas de opinión, el gobierno propuso en la Rendición de Cuentas crear un Fideicomiso de Integración Social y Urbana para regularizar la situación de los asentamientos, reasignando fondos del Instituto Nacional de Colonización. Es una propuesta de frazada corta, destapa una parte para tapar otra, que generó un rechazo bastante generalizado.
Los primeros en reaccionar fueron los menos privilegiados, con actividades en diferentes puntos del interior y del área metropolitana, en defensa del Instituto Nacional de Colonización y contra la pobreza creciente que obliga a los desheredados a refugiarse en asentamientos que no cesan de expandirse.
En base a esta experiencia, los pobres del campo y la ciudad, se proponen continuar trabajando juntos, enarbolando la bandera de Artigas, y sumando a las organizaciones sociales solidarias.
El fideicomiso se frenó
Las movilizaciones tuvieron su efecto, manteniendo, además, contactos con destacadas figuras políticas del gobierno y la oposición, en forma pública y privada. Se destacan dos actividades: la realizada en la tarde del 10 de setiembre, en el Centro Raidista de Cerro Largo, en Melo; y la de porteras abiertas, el 14 de setiembre, en el campamento de Toledo Chico, de donde partió la Marcha a caballo para el acto del PIT-CNT. En ellas figuras de la coalición manifestaron públicamente que no votarían el Fideicomiso.
Lacalle Pou respondió “el que quiera un fideicomiso para los asentamientos tiene que votar esta financiación, porque otra no hay”. Recordemos que en la cámara de diputados se habían topeado los fondos para ese fin. O sea se estaba destinando muy poco para un problema gravísimo.
El problema de los asentamientos es de larga data. Cuando José Mujica fue presidente, declaró la vivienda como emergencia nacional y terminó con pena y sin gloria. La propuesta de la Rendición de Cuentas va por el mismo camino. Seguramente se conseguirán fondos como para hacer algo que -por supuesto- será insuficiente.
La política económica del siglo XXI
En lo que va del siglo XXI, las políticas neoliberales y neo-desarrollistas han sido funcionales a las Empresas Multinacionales y las han convertido en intocables. En el campo, censo a censo disminuyen los pequeños productores que son expulsados juntos con sus familias. Más del 40% del territorio este en manos de empresas multinacionales, que se han adueñado de las principales industrias y cadenas comerciales, aumentando la concentración y extranjerización.
Todas ellas, en mayor o menor medida, se benefician de exoneraciones fiscales cuyo monto equivale a varios puntos del PBI. Los subsidios que se le niegan a los pobres, se los regalan a las empresas extranjeras. Ajuste fiscal abajo y despilfarro arriba.
Debemos recuperar la Soberanía Nacional
Los desheredados, son los que no dejan nada a sus descendientes salvo la pobreza que recibieron. La pandemia aumento más una desigualdad injusta. La satisfacción de los derechos humanos más elementales como vivienda, salud y educación no se pueden postergar… El principal recurso de un país son sus habitantes y hay que invertir en ellos para recupera la soberanía nacional cumpliendo el mandato artiguista.
Por otro lado es falso que no hay recursos, lo que hay son privilegios que no se tocan. Por el campo no pasó la pandemia. Las actividades al aire libre no se vieron afectadas y se obtuvieron buenas cosechas y buenos precios. Al cierre de la Exposición Rural se dijo que “las exportaciones generadas en la actividad agropecuaria significan el 77% de las exportaciones de bienes totales del Uruguay”, que “de los 10 productos más exportados ocho provienen del sector” y que “el sector agroindustrial es el más relevante en la economía nacional”.
La tierra es bien común y no puede ni debe ser usufructuada por unos pocos. Es imprescindible repoblar la campaña con una nueva ruralidad, para bien de todos.
Hay que frenar el proceso de desindustrialización, hay que gravar las exportaciones de productos sin valor agregado. Hay que defender las empresas y servicios del Estado, patrimonio de todos.
Es hora de rescatar las ideas de justicia social de Artigas.
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