Por Juan Martín Posadas
Para desmentir a los malpensados que difunden por ahí la versión de que en el Parlamento no pasa nada, la semana pasada sucedió algo que ha llamado mi atención. Dos Diputadas, una del MPP, de nombre Mercedes Santalla, y la otra de Asamblea Uruguay, de nombre Lucía Rodriguez, sumaron su firma a una declaración de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes que expresaba “consternación” y otros conceptos por lo que está sucediendo en Venezuela (y que todo el mundo ve menos los que no quieren ver). La declaración salió por unanimidad.
Todavía estaba fresca la tinta de las firmas cuando las dos firmantes, apabulladas y presurosas, sin mediar otros recursos formales como pedido de reconsideración o cosas por el estilo, sacaron la birome de la cartera y tacharon sus propias y respectivas firmas directamente sobre el papel.
Después de este procedimiento sumario las dos legisladoras mujeres hicieron lo que, en la jerga teatral se llama mutis por el foro. Pasaron a ser sendos legisladores varones quienes tomaron a su cargo las secuelas de la firma y las explicaciones subsiguientes.
El Diputado Alejandro Sánchez del MPP dijo: “lo que ella firmó (se refiere, sin siquiera nombrarla, a la Diputada Santalla de su propio sector) no es un posicionamiento (sic) ni de ella ni menos del MPP”. En buen romance nos comunicó a todos que ella firma cualquier cosa y que él, el Pacha Sanchez, es el que dice cuál es el “posicionamiento” del sector y no una diputada que se deja embarullar.
Más explícito (si cabe) en su intervención para arreglar el presunto papelón imputado a estas dos mujeres, consternadas por la tragedia de Venezuela, saltó al ruedo el Diputado Pablo Gonzalez de la lista 711 y dijo con toda seriedad: “fue la bancada del Frente Amplio la que erró porque a las compañeras las dejamos en una comisión que es clave y nunca las acompañamos” ¡Las dejaron solas! ¡Por un solo minuto que la policía ideológica (masculina) las deja solas, ellas van y firman lo que ellas piensan!
En el mismo ejemplar del diario donde leí estos procedimientos masculino-disciplinarios ocurridos en el seno del Frente Amplio, estaba la noticia de que ahora, en Arabia Saudita, se ha dado permiso a las mujeres para que hagan trámites en las oficinas públicas sin tener que estar acompañadas por un hombre.
Imagino en estos momentos a las pobrecitas Diputadas del caso aprendiéndose de memoria lo que les dicta el Pacha Sánchez para salir luego a explicar que si dijeron negro en realidad querían decir blanco, (no pudiéndose usar en el caso las excusas habituales de tergiversación de los dichos por parte de la prensa derechista).
La situación de Venezuela está produciendo en filas del Frente Amplio por un lado una epidemia de hipocresía y por otro una obstinación patológica a todo nivel (tanto masculino como femenino). Ver, por ejemplo, la borrachera verbal y pérdida de baba de Marcelo Abdala frente a Maduro en un mitin en Caracas hace unas pocas semanas.
También están los frentistas que aguantan la vergüenza en silencio (un silencio más cómodo que estoico). Pero en el caso que nos ocupa descuento que habrá dos legisladoras que no guardarán silencio. Ya me imagino a Constanza Moreira echando mano a la lanza, el escudo y la adarga, secundada por su feroz escudera Daisy Tourné (ya a caballo y entonando el “quiéreme mucho”), lanzándose ambas a la carga contra el machismo con el que han procedido los Diputados tutelares de su Partido contra estas dos diputadas desprevenidas que creyeron que podían firmar lo que piensan y que creían –grave error en el caso- que podían sacarse la burkha y hacer un trámite sin estar acompañadas por un hombre.
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