¿Licencia para enchastrar?
La denuncia contra Yamandú Orsi revolucionó el ambiente político de nuestro país. Apenas comenzada la campaña para las elecciones internas aparece este ataque con munición gruesa. ¿Se volverá este proceso electoral una guerra sucia? ¿Vale todo? ¿Llegan a nuestras costas electorales las peores prácticas de otras latitudes? ¿Se impondrá la práctica del “carpetazo”? ¿Es un nuevo ejemplo de lawfare? ¿Cuánto afectan a la democracia estos procederes? ¿Respondió correctamente Orsi en su defensa? ¿Hay personajes que cuentan con impunidad para decir cualquier cosa? ¿Quién se beneficia con esta situación? ¿Si es declarado inocente, desaparece el costo político? ¿Qué actitud deben tomar partidos y líderes con este tipo de ataques? ¿Cómo se verá afectada la candidatura de Orsi por este hecho?
El elefante y la fiscal por Miguel Manzi
En cuestiones de fake news y guerra sucia estamos en pañales; no sabemos nada de la manipulación clandestina de la opinión pública, hoy de letalidad atómica merced a las redes. En esa liga juegan Putin, Trump, Xi Jinping, los servicios secretos, en fin, los malos de verdad. Por otro andarivel, al tema Orsi podemos abordarlo desde la credibilidad de la denunciante y presunta víctima (Valenti se preguntó a quién le iban a creer, si a Orsi o a una prostituta; delicado Valenti, no dijo que era una prostituta trans). En esa liga juega el discurso inclusivo promovido en origen por el mismísimo FA, que nos inclinaría a reclamar juicio y castigo para Orsi, antes siquiera de que abriera la boca. También puede discurrirse acerca de la judicialización de la política; o de la politización de la vida privada de los dirigentes; o del reflejo gremial que obliga a respaldar sin titubeos al compañero. O puede, incluso, abordarse el tema de modo ingenuo y despojado de cualquier matiz conspirativo, pensando que esto es ni más ni menos que lo que parece: una trabajadora sexual que denuncia a un consumidor de sus servicios buen pegador y mal pagador. ¿Es Orsi el sujeto de marras? ¡¿Y yo qué sé?! ¿Por qué salta ahora y no antes? Porque antes a Orsi no lo conocía ni el loro, y ahora sale en televisión. Así de criollito y aldeano: esto es la Paula, a través de la Romina, que existen, son de carne y hueso, viven en un barrio de por acá, y hacen declaraciones a la prensa (y a la policía). El elefante ya entró en el bazar. Ahora tenemos que saber si Orsi también estaba adentro. ¿Y por qué debería interesarnos? Porque Orsi es precandidato a la presidencia de la República, y ni el FA ni el país quieren tener un candidato sospechoso. ESTÁ TODO ARRIBA DE LA MESA: LA ACUSADORA, LA ACUSACIÓN Y EL ACUSADO. Se investiga, y se resuelve si hay lugar a formar expediente o se archiva. Contra este curso yo diría que natural, inevitable y saludable, a esta altura de las cosas, se alza, firme y pétrea, la fiscal asignada al caso (otro dechado de sensibilidad y compromiso republicano, como Valenti), diciendo que está de licencia, que tiene temas más importantes que atender, y que por tanto el trámite ante la justicia se verá demorado. Listo. Tal vez algún día sabremos si Orsi tuvo algo que ver con este escabroso episodio, que acaso merezca sanción penal, o si fue víctima inocente de una conspiración internacional. Mientras tanto, el hombre avanza en procura de la presidencia de la República, y todo el que se atreva a recordar que este tema está pendiente, es un canalla que se sube a la calumnia. Visto así, resulta claro que la Justicia se tiene que poner las pilas, y acusar o archivar, urgente.
El barro y la política por José Manuel Quijano
¿Afectan a la democracia estas denuncias? Creo que sí, que en ciertas circunstancias pueden afectarla. Pero hay que mirar el contexto: son hechos ocurridos hace una década y que, en el plano jurídico, han prescrito. Además, no hay testigos presenciales y, por lo tanto, es la palabra de la supuesta agredida contra la del supuesto agresor.
Me parece que, al acusado, que es figura política de primera división, se le plantea una situación difícil. Por cierto, lo ampara la presunción de inocencia que heredamos de la Revolucion francesa. Pero este valioso principio no protege la reputación y el honor del involucrado
Ha negado los hechos, pero, al menos de momento, no tiene como demostrar su proceder. Y en todo caso, algunos creerán la versión de la supuesta agredida y otros la respuesta del supuesto agresor. Pero, a menos que todo se esclarezca, la duda subsistirá. Y eso suele tener costo para una figura política.
Siempre flotara un poco de sospecha. Por eso la calumnia (y no digo que este caso sea una calumnia) es una muy poderosa arma política. «Piensa más y acertarás» recomendaba alguien con poco crédito al ser humano.
Por esa razón los sistemas democráticos sólidos se cuidan y castigan el uso de la calumnia. Degrada al sistema y conduce a indagar con malevolencia la conducta privada de los adversarios, más que en sus ideas y convicciones. En el extremo, los sistemas dictatoriales usan descalificaciones genéricas (sus opositores son todos nazis o delincuentes o gusanos) con el propósito de acorralar y debilitar a los enemigos del régimen
¿Podrá afectar a la candidatura de Orsi, disminuir su desempeño como candidato? No lo sé. Depende mucho de cómo reaccione ante la acusación y si, aun considerándose injustamente acusado, conserva el tacto, la calma, la sangre fría y el respeto hacia los demás.
Denuncia contra Orsi: corsi y recorsi de la difamación electoral por Oscar Sarlo
Un fenómeno no tan nuevo
La difamación de políticos con aspiraciones o posibilidades electorales responde al deseo de torcer la voluntad del electorado sin necesidad de argumentar públicamente, sino desacreditando al candidato, esto es, una suerte de «argumentum ad hominem», técnica retórica que pone foco en el carácter, la personalidad o las circunstancias del oponente, en lugar de abordar directamente sus razones. O mejor dicho: cuando “no hay con qué darle” al candidato…
Tal praxis política no es nueva; tampoco es que haya comenzado en nuestro país con la trama tejida en torno a la supuesta “infidencia” contra Jorge Batlle en 1968. La joven democracia norteamericana registra numerosos casos de calumnias desde la época en que el candidato John Quincy Adams, durante la campaña presidencial de 1828, fue difamado por partidarios de su oponente Andrew Jackson, acusándolo comportamientos inmorales como diplomático en Rusia. Desde entonces, las técnicas se han perfeccionado y adecuado a los contextos tecnológicos y jurídicos.
Cuál es la novedad
¿Qué ha cambiado en los contextos tecnológicos y jurídicos para que se instalen estas nuevas formas? Sin ser un experto en el tema -seguramente haya teorización sobre el punto- veo lo siguiente:
-una nueva sensibilidad moral, que responde de manera instintiva para repudiar o aprobar comportamientos, sin reparar en la prudencia y parsimonia que atribuíamos a los juicios morales.
-las redes sociales inundadas de trolls y bots, demasiado impunes que posibilitan la circulación incontrolable de mensajes difamatorios y de odio.
-pero esto no sería suficiente: es necesario, además, que los medios de comunicación masiva (los instalados y responsables) tengan legitimado el derecho de difundir como “noticia” esas versiones, y a satisfacer la curiosidad de la gente “preguntando” -una y otra vez- a la víctima de la difamación, sobre los “hechos”, contribuyendo así eficazmente a instalar la mentira en la agenda pública.
Así como la herramienta maravillosa que son las redes sociales, se desvirtúa al ser colonizadas por trolls y bots, también una garantía sublime como la libertad de prensa se desvirtúa por la presencia de operadores políticos escudados bajo el ropaje de “periodistas”.
Si hiciera falta una prueba para corroborar esto, véase nomás lo que sucede en nuestros días. Pocos días antes de lanzarse el rumor de Romina Celeste contra Orsi, circularon audios (no rumores) de un diputado nacional de la coalición de gobierno (no de un ciudadano común) que imputaban comportamientos graves a altos integrantes del gobierno, que pueden haber generado comentarios en las redes, pero que tuvieron cero repercusión en la prensa. Ningún periodista preguntó a los imputados por los hechos, nadie los conminó a que fueran a la justicia a defenderse, nadie editorializó (a favor o en contra, no importa) con lo cual, el tema no se instaló. Unos maestros. Silencio en los medios instalados, responsables. Allí está la clave. ¿Por qué sucede esto?, no puedo saberlo, pero sucede.
Las respuestas
De todas maneras, tratar de deslindar lo virtuoso de lo vicioso es el camino al infierno, porque nos pone ante el riesgo de la tentación totalitaria.
De manera que no podemos poner el foco en la práctica de denunciar, que no deberíamos debilitar, sino en el exigir que las mismas no invadan el espacio público informativo, hasta que no haya un mínimo de verosimilitud, cosa que la exfiscal Fossati -de manera oportunista- salió ahora a recomendar al Frente Amplio (entrevista en Radio Sarandí) olvidando que esa ha sido una práctica generalizada en la prensa política.
En cualquier caso, me parece que Orsi, siendo el mejor candidato a la vista, tendrá que aprender todavía a manejar esto que “vino para quedarse”, como él dice. Obviamente, si cada vez que un periodista le vaya a preguntar sobre el asunto, él responde “hablen con mi abogado, estoy muy preocupado por solucionar la falta de empleo, la inseguridad, perseguir la corrupción en las esferas de gobierno, etc.” y aprovecha a exponer sus propuestas verá que pronto dejarán de preguntarle.
Da la impresión que Orsi todavía no ha desarrollado plenamente los reflejos que requiere hoy la política mediática, de la cual el sector mayoritario de la Coalición ha demostrado maestría (o doctorado…). De otra manera, el Presidente Lacalle no se hubiera animado a botijearlo ante los periodistas -en diciembre pasado- al decirle que “Si querés mantener una buena relación tratá de cuidar los modales” ¿fue una advertencia o una premonición?
Espero que estos episodios marquen un progreso en la “curva de aprendizaje” del candidato: por el bien de su candidatura, del proyecto del Frente, y de la democracia uruguaya.
Se sabe por Cristina de Armas
En el momento en que escribo informan que a pesar de la denuncia al precandidato Yamandu Orsi, éste mantiene el apoyo electoral de la militancia frenteamplista. La verdad lector, es que la mentira más grande es decir: nadie sabe. No existe posibilidad en el ambiente político -ninguno- y menos en uno mínimo como el nuestro en que la vida de un político no sea permeable. Es más, el tener conocimiento de las debilidades humanas de aquellos que pertenecen a la hoy llamada casta, es siempre un activo, un bien manejable. Cómo dijo alguien: lo personal es político. Llama la atención que se diga que este tipo de denuncias es algo de este momento. ¿Y Clinton? El chantaje siempre ha existido, la diferencia es que antes se resolvía en privado. Clinton marcó la historia. Hoy se hace público y que la justicia vea si hay pruebas. Otra vez, la judicialización de la política. En nuestro país tenemos el antecedente en Sendic. Una cacería, sin precedente en nuestra república que los republicanos, todos, de todos los partidos permitieron en silencio. Por esto me extrañaron las palabras de la Ingeniera Cosse cuando le dijo a un periodista salteño: “los frenteamplistas no hacemos esas cosas”. Curiosamente en aquel momento comenzaron por dudar de la orientación sexual del vicepresidente como hoy lo pretenden del precandidato. La violencia es la denuncia en la justicia, pero para la población; el morbo. El por qué, es claro. Resta saber públicamente quién. Lo demás, se sabe.
El debido proceso por Eduardo Vaz
La campaña sucia en política y otros ámbitos existe desde siempre. Lo nuevo es la capacidad de las redes digitales de amplificar por millones y en forma casi instantánea la trasmisión del mensaje. Agréguese la existencia de las burbujas y la capacidad de segmentación de públicos en las redes y se entenderá la penetración arrolladora de esta técnica destructiva. Un hecho no menor es que se compra y vende una campaña sucia en el mercado global sin restricciones.
Orsi ya fue afectado negativamente por la denuncia. Dependerá de cómo reaccione su campaña para transformarla en un punto a favor o neutralizarla, aunque depende también de la Fiscalía y su agilidad, cosa que debería considerarse pues la lentitud es una acción política en estos casos donde el tiempo de resolución es decisivo.
Estas campañas vinculadas a denunciar la violencia de género y conexas tienen un marco cultural de honda repercusión en la actualidad. Desde el #metoo en USA se ha globalizado el fenómeno y se repite con señas nacionales por todo occidente. Como todo proceso revolucionario (y la revolución de las mujeres es la principal de esta época) el torrente arrastra de todo. Junto a la gran transformación positiva de avance en igualdad y libertad que trae, viene lodo, troncos podridos e inunda zonas fértiles. Así de “desprolija” es la vida social.
Nos vemos enfrentados al hecho evidente e imperiosamente condenable de la violencia existente en las relaciones de hombres contra las mujeres (verdad universal) y cada caso concreto (verdad particular). Socialmente, la condena inmediata surge como evidente y natural, no necesita pruebas. Este constructo, como otros, obliga a las sociedades civilizadas a tener antídotos para frenar el prejuicio como factor decisivo a la hora de juzgar cada caso: el debido proceso. No olvidemos que las garantías plenas para todas las partes son verdaderas conquistas populares frente a la arbitrariedad del poder y los poderosos; sin ellas quedamos expuestos a los linchamientos tan propios del medioevo y las sociedades totalitarias modernas.
A su vez, el tema nos interpela como Frente Amplio pues en nuestro seno hay corrientes sectoriales y transversales que reclaman el apartamiento inmediato del denunciado por la sola denuncia en Fiscalía, lo que nos llevaría a pedir la renuncia no solo de Orsi a su candidatura sino de Carrera al senado, Ana Olivera como diputada y abriría una puerta al “politicidio” masivo. A no ser que sea una “regla” solo para algunas personas y no para todas, lo que parece más inaceptable aún.
El fenómeno de la cancelación saltó de las redes a toda la sociedad, generó grieta e irracionalidad. Las más amplias y bienvenidas posibilidades de denunciar, han tenido su contracara nefasta en el uso espurio y con fines personales o grupales inconfesables. Lo que no debe llevar a limitar en absoluto las garantías de quien denuncia.
En suma, veremos más mugre en campaña y fuera de ella. Se usarán las redes y la inteligencia artificial para socavar la democracia y arruinar personas, surgirán denuncias inventadas o imaginadas en todos lados. Por lo mismo, más garantías y racionalidad, educación en valores y menos prejuicios y punitivismo primitivo para salvaguardar las causas nobles, ensanchar la democracia, la transparencia y cuidar a cada persona.
El responsable uso de las redes sociales por artin Forischi
Esto que está sucediendo últimamente es una política de escrache; la que no estamos acostumbrados los uruguayos, pero es política.
La política es sangrienta; Antes conmovía la trayectoria del político, y te hacia digno ganarle en las urnas. Ahora si lo podes dañar rinde.
Habida cuenta de que la gente no toma dimensión de lo que está pasando, creo que darle propaganda a esos escraches es absolutamente innecesario. Ahora ¿quién controla esto? ¿Quién controla que la gente haga videos, o sea entrevistada para tirar esas bombas que recién en este momento está en manos de la justicia?
Con licencia para decir lo que uno quiera muestra a las claras que la sociedad está peor que nunca; es muy fuerte esto. No sé qué está pasando en nuestra sociedad; Lo que sé es que, no estamos bien. ¿Cuál es nuestro aporte a la sociedad? ¿Darle micrófono y cámara a esta gente por cosas que se debe dirimir en la justicia? Ya no le estamos solicitando al gobierno que genere oportunidades laborales, que baje el porcentaje de delitos, o que encuentre la fórmula para frenar al narcotráfico; le estamos pidiendo que se controle esto, que la gente no agarre un micrófono para decir lo que se le canta, y que haga las denuncias donde se deben hacer.
A su vez escuché gente que preguntaba qué dijo de malo el travesti… ¿Que dijo de malo? vamos dejémonos de joder; ¿cuál es nuestro deber ciudadano? O a caso los medios de comunicación no tienen que difundir con responsabilidad; las redes sociales. La sociedad también es culpable por hacerse eco de esto y replicarlo en las redes sociales.
A todo esto, el gobierno es malísimo, y no generó puestos de trabajo. El gobierno es malísimo y es impresionante la cantidad de gente que vive en la calle pasando hambre; Sí, todo lo que ustedes quieran, pero nosotros también tenemos responsabilidad como sociedad al divulgar en la prensa amarillista ciertos temas que recién se está dirimiendo en la justicia, que es el único lugar donde se tiene que hablar.
¿La Calle Pou es un mal presidente? Es un mal presidente; ¿Heber fue un mal ministro? Fue un mal ministro; ¿Pablo Bartol fue un mal ministro? Fue un mal ministro; ¿Germán Cardoso fue un mal ministro? Fue un mal ministro; ¿Irene Moreira fue una mala ministra? Sí, todo lo que usted quiera; pero tenemos el deber ciudadano en el responsable uso de las redes sociales, y el de los medios de comunicación al difundir estos hechos; por favor, no hay que ser inmoral tirando esas bombas por unos puntos de rating.
Ojo que cuando critico al gobierno ya no lo hago solicitándole que arregle el país, cuando no lo pudo arreglar ningún gobierno desde la vuelta de la democracia para acá; pensemos que por lo menos vamos a controlar este tipo de escraches para que no haya campañas sucias.
Hay que terminar con estas cosas que suben a las redes sociales; no podemos permitir que siga sucediendo esto ni un minuto más.
Y entiendo que Orsi no la esté pasando bien, y no hay que perder la cabeza en esta guerra sucia en que se convirtió la política; hay que confiar en que todo se solucionará. Como decía Kipling “si puedes emplear el inexorable minuto recorriendo la distancia que valga los sesenta segundos tuya es la tierra y todo lo que hay en ella, y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.”.
Imagínate lo que es un minuto; imagínate lo que es un día entero en la cabeza de Orsi. Quieren intranquilizar al FA, pero hay que vivir la vida política sabiendo que alrededor de uno hay gente así. Orsi necesita un correcto asesor de imagen y un correcto asesor político que lo ayude a mantenerse al margen de toda esa basura. Pero tampoco hay que tenerle miedo a estas guerras sucias, ya que, mala es la guerra para el que tiene un hijo en ella.
La democracia requiere transparencia. por Rodrigo da Oliveira
La denunciante en redes arrancó con un hándicap tremendo: salía de destronar al primer Senador del gobierno de turno y, basando sus declaraciones en una confesión cuasi anónima de una eventual «víctima», salió a exponer al hoy primer candidato opositor. Candidato con grandes chances de acceder a la presidencia, pero además el único que cuenta con una elección primaria real y disputada.
Si jugamos a los detectives; a quién convino más tal denuncia: ¿a su contrincante interna o a la hoy coalición gobernante, por carambola? Se juega esto en dos niveles, la denuncia en sí, que dejó en entredicho aquello de creer siempre a las personas denunciantes (si son mujeres), puesto que se salió desde el primer momento a descalificar tanto a la «víctima » como a su sostén mediático. Tanto esfuerzo en mostrarse sororos y duró lo que un suspiro. A ello se le agregó el affaire Olmos, el del alcalde de Los Cerrillos, y otras suciedades aparecidas.
El otro nivel es el de comunicación política: mala cosa intentar silenciar y ocultar, pero aún más en tiempos de redes. El silencio de los medios de comunicación durante ese primer fin de semana fue atroz, excepto Montevideo Portal y algún otro. Atroz y vergonzante.
¿Respeto? ¿Conveniencia? ¿Complicidad?
La calidad democrática requiere, en primera instancia, transparencia. Antes aún que el acceso al voto general, debe exigirse el acceso real de los ciudadanos a la información sobre los asuntos públicos, sean estos contratos del Estado con privados o si un candidato con grandes chances de ser elegido presidente, frente a una denuncia dada, explícita claramente su posición. ¿Orsi dijo la verdad o mintió, frente a la consulta acerca de los hechos que se le imputan? El eventual delito será cuestión de la administración de justicia y de lo que dictamine. Ahora, el intento de ocultamiento de la información, como señal, fue pésimo.
Ello sumado a la invocación a que esto fuere tratado como un tema de cuasi seguridad nacional, convocando a acallar las denuncias aparecidas.
¡La democracia peligra! atinó a balbucear, a la par de convocar en su defensa el silencio forzoso ajeno, acallando voces incómodas.
La democracia requiere transparencia. Y que exijamos tal, también, a quienes pretenden estar al frente de las administraciones, voto mediante. Sin transparencia no hay democracia real posible; será apenas una mascarada, de la que puedan servirse algunos.
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