Una de las características de los discursos de los dirigentes del PCCH y en particular de Xi Jinping es la construcción de una sociedad “medianamente acomodada” y el reiterado énfasis en la gran revitalización de la nación china.
En el discurso con motivo del 100º aniversario del PCCH, Xi Jinping decía: “¡El PCCh y el pueblo chino, con lucha heroica y tenaz, declararon solemnemente al mundo que el pueblo chino se había puesto en pie y que se había ido para siempre la época en que la nación china se dejaba atropellar y someter a toda clase de humillaciones!…Tras la Guerra del Opio de 1840, con China convertida paso a paso en una sociedad semicolonial y semifeudal, con el país humillado, el pueblo devastado y la civilización cubierta de polvo, la nación china sufrió una desgracia sin precedentes. La materialización de su gran revitalización devino entonces el sueño más grandioso suyo y del pueblo.” [i]
La alusión directa a la devastación que sufrió el imperio chino en los siglos XVIII y XIX requiere una complementación que muestre también los objetivos perseguidos por las potencias occidentales de la época y los beneficios que obtuvieron.
China, principal potencia en su región, fue introducida en el sistema colonial mediante la droga, los cañones y los dictámenes de los imperios inglés, francés, holandés, ruso, japonés y del gobierno de los Estados Unidos. Ese avasallamiento tuvo como contracara la conversión de China en uno de los sostenes financieros de la Primera Revolución Industrial y del desarrollo inicial de Estados Unidos. Poco se habla de las rutas del dinero que hicieron posible tales desarrollos.
LA RUTA DEL DINERO CONDUCE HACIA LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Los grandes inventos de la época, el crecimiento del mercado interno particularmente en Inglaterra, las inversiones productivas con las ganancias obtenidas del sistema colonial fueron determinantes para el desarrollo inicial del capitalismo y el afianzamiento de la Primera Revolución Industrial. Por lo general la historia la escriben los ganadores, por eso es natural que el financiamiento de estos procesos sea camuflado por multitud de otros hechos que también influyeron. Poco se habla, en consecuencia, del papel desempeñado por el narcotráfico hacia el imperio chino y el tráfico de esclavos hacia América.
El trabajo esclavo hizo posible lo que algunos llamaron las primeras agriculturas de exportación: azúcar, tabaco y algodón. Los productos obtenidos de las colonias contribuyeron al desarrollo industrial de las metrópolis: produjeron materia prima para las nacientes industrias europeas e impulsaron el comercio entre los continentes y la necesidad de grandes flotas para su transporte. La nueva división internacional del trabajo impulsó el desarrollo acelerado de la ciencia, la tecnología y de las fuerzas productivas asegurando los avances de la industria azucarera, textil, naval, de la metalurgia, el desarrollo de puertos, astilleros y ferrocarriles.
Los esclavistas acumularon ganancias en casi todos los eslabones de la cadena: compraban esclavos que pagaron con productos británicos, los transportaban en sus propios buques construidos en sus astilleros, vendían los esclavos o los hacían trabajar en sus haciendas, transportaban las cosechas a Inglaterra en sus barcos. Las materias primas de las colonias eran procesadas en Inglaterra y los productos que consumían las colonias tenían origen inglés o eran comercializadas por ingleses. Según algunos autores, fue el capital acumulado por este proceso el que financió a James Watt y la máquina de vapor. Esto significa que sobre la base de la producción esclava de materias primas –azúcar, tabaco y principalmente algodón- se desarrolló el conjunto de la industria del imperio inglés y se generaron ganancias excepcionales. De este modo se contribuyó a la acumulación de capital que financió la Revolución Industrial en Inglaterra.
EL NARCOTRÁFICO HACIA CHINA
El narcotráfico fue otro de los factores que contribuyeron al desarrollo inicial de la industria del imperio Británico. El imperio chino se autoabastecía, dominaba el comercio en el extremo este de Asia y producía mercancías de gran calidad (té, sedas, porcelanas, muebles), bienes de alta demanda por parte de los imperios occidentales e incluso de las colonias inglesas y españolas en América. Ante las exigencias chinas de que sus productos se pagaran con plata, comenzó un drenaje del metal –extraído principalmente de México, Perú y Bolivia- que fue vaciando las arcas europeas y llenando las chinas. Por un lado el talón de Aquiles chino estaba en su política de aislamiento que hizo que el imperio quedara rezagado con respecto a los países occidentales y fuera incapaz de enfrentar sus barcos de guerra y su artillería. Como decía el ex Secretario General del Partido Jiang Zemin “…Esta es una lección que se debe recordar por siempre.”
El otro punto débil del imperio radicaba en el consumo de opio.
El consumo de esta droga -que inicialmente se importaba con fines medicinales y para uso lúdico entre dirigentes de alto nivel- se fue masificando y derivó en un grave problema social y económico. Ya en 1729 se prohibió su importación, lo que dio lugar al incremento del contrabando por parte de holandeses, portugueses e ingleses. Se pagaba con opio lo que antes se pagaba con plata con la complicidad de bandas y de funcionarios chinos corruptos. El problema alcanzó una magnitud tal que en menos de 100 años se invirtió el sentido de drenaje de la plata: se fueron vaciando las arcas chinas y la plata retornó a las arcas europeas, principalmente británicas.
China fue una víctima del narcotráfico y el imperio inglés fue el mayor narcotraficante de la época. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la droga y el delito, “En el siglo XIX, el libre comercio de drogas creó una grave situación humanitaria -la epidemia china del opio. En su punto culminante, decenas de millones de chinos eran adictos a la droga, y casi una cuarta parte de la población masculina adulta la consumía.” [ii]
Los intentos chinos por detener ese drenaje y el deterioro humano de su población fueron sofocados en las dos Guerras del Opio (1839 y 1856). Se destrozó la vida social, se rompió la capacidad del imperio para gestionar su propia economía y se echaron por tierra los esfuerzos del gobierno chino para detener toda forma de comercio de la droga en su país. Asimismo, al no poder controlar a los extranjeros en su tierra, la autoridad del emperador quedó cuestionada. La libertad de comercio que impulsaron los británicos se impuso a cañonazos: el imperio chino fue obligado a pagar cuantiosas indemnizaciones, bajar las tarifas portuarias al mínimo y aceptar el ingreso de cualquier mercancía que los extranjeros quisieran. Todo eso se dio en un marco de impunidad: los extranjeros que violaran leyes chinas solo podían ser juzgados por autoridades de su país de origen y de acuerdo a sus leyes.
Como escribiera Eduardo Galeano: “Victoria, la reina narcotraficante, había impuesto el opio a cañonazos. China fue convertida en una nación de drogadictos, en nombre de la libertad, la libertad de comercio.” [iii]
Empresas conocidas lucraron con dicho tráfico. La mayor parte de los comerciantes privados británicos residentes en Cantón, además del comercio de té y algodón traficaban opio entre la India y China. Los más destacados fueron William Jardine y James Matheson, fundadores de Jardine Matheson, en la actualidad una multinacional que opera en un sinfín de rubros. La administración de las inmensas ganancias hizo necesaria la creación de un banco (HSBC, The Hong Kong and Shanghái Banking Corporation).
EL CRECIMIENTO INDUSTRIAL NORTEAMERICANO Y EL NARCOTRÁFICO
En el período colonial los británicos trataron de impedir que los norteamericanos se introdujeran en su monopolio comercial con China pero a partir de la independencia, Estados Unidos trató directamente con China. Su aporte al narcotráfico fue significativo. La trata de esclavos y el opio hicieron posible el surgimiento de empresarios multimillonarios que invirtieron grandes sumas en el desarrollo industrial, en la financiación de infraestructuras y en el desarrollo socio cultural norteamericano.
El abastecimiento de algodón -materia prima imprescindible para la industria textil inglesa- hizo crisis con la independencia de las colonias norteamericanas. Los recién independizados requerían mejores precios que los que resultaban de la explotación colonial con mano de obra esclava. La solución pactada fue insertar comerciantes norteamericanos en el narcotráfico hacia China compartiendo la producción y comercialización del opio de la India: naciones antes competidoras, Estados Unidos y Gran Bretaña, resultaron cómplices en el narcotráfico. Esto incidió fuertemente en el flujo financiero, en el aseguramiento de materias primas y en el desarrollo del comercio marítimo. El opio fue también uno de los principales sostenes del entramado de negocios que hizo posible la Revolución Industrial.
Poderosos narcotraficantes se reciclaron como inversores y filántropos. Quizás intentando expiar culpas, financiaron hospitales y centros de enseñanza a todos los niveles. Hoy figuran como grandes mecenas que hicieron contribuciones importantes al desarrollo de los Estados Unidos.
Thomas H. Perkins –comerciante de esclavos en Haití, comerciante de pieles, contrabandista de opio turco en China- hizo una enorme fortuna con la empresa J. & TH Perkins. A principios del siglo XIX su empresa controlaba casi el 10% del narcotráfico a China (el 90% era controlado por los ingleses). Varias familias, lideradas por el clan Perkins de Boston, también acumularon grandes fortunas. En Estados Unidos, Perkins invirtió en fábricas de algodón, minería, hierro, canteras, ferrocarriles (entre ellos el primer ferrocarril comercial estadounidense), hoteles, teatros.
Samuel Russell y Philip Ammedon, fundaron la empresa Russel & Co. que en pocos años se convertiría en la mayor distribuidora norteamericana de opio en China. Se fusionó con la empresa turca de comercio de opio de su tío, compró Perkins & Co, compitió y luego se asoció con la británica Jardine, Matheson & Co.
CONSECUENCIAS PARA EL IMPERIO CHINO
En sólo 40 años se desmoronó una potencia, centro comercial, político y militar del este asiático. Si bien contribuyó la decadencia del poder central imperial, su inserción en el sistema colonial deshizo el imperio. En nombre de la libertad de comercio los imperios occidentales controlaron territorios chinos incluso dentro de la ciudad de Beijing. Hong Kong fue una de las perlas del collar de las expropiaciones. La injerencia de los imperios occidentales y de Estados Unidos en la sociedad china permitió la imposición de todo tipo de políticas, lo que significó de hecho arrebatar su soberanía al poder imperial. La derrota china en la guerra contra Japón (1894-95) terminó de hundir lo que quedaba de soberanía. La siguiente caricatura sobre los deseos de reparto de la “torta china” hecha en 1885 es significativa.
“China: el pastel de los reyes y… de los emperadores » (1885) Dominio Público
La reina Victoria (Reino Unido), Guillermo II (Alemania), Nicolás II (Rusia), Marianne (Francia) y Mutsuhito (Japón).
El delegado chino protesta pero carece de poder para influir en las decisiones.
Henry Meyer, Bibliothèque Nationale de France
Las exigencias impuestas por tratados desiguales duraron casi 100 años. Solo fueron eliminadas definitivamente con el triunfo de la revolución encabezada por Mao en 1949 y el nacimiento de la República Popular China.
En este contexto, se comprenden en toda su profundidad las expresiones de Xi: “…se había ido para siempre la época en que la nación china se dejaba atropellar y someter a toda clase de humillaciones!” Y también se comprende la afirmación del ex-Secretario General del Partido Jiang Zemin ya mencionada: “…a finales del siglo XVIII…los gobernantes de la dinastía Qing, en vez de percibir los cambios colosales del mundo, se encerraron en sí mismos, haciendo que el país, en un corto lapso de cien años, quedara tremendamente rezagado con respecto a los países occidentales, incapaz de enfrentar sus sólidos navíos y mortífera artillería. Esta es una lección que se debe recordar por siempre.”
Obviamente tales posturas molestan a nuestra llamada civilización occidental. Hoy China proyecta asegurar sus necesidades vitales de desarrollo y fortalecer su presencia en la escena internacional. Frente a estos objetivos el tema de fondo es determinar las características de su relación asimétrica con nuestros países subdesarrollados. Y por si acaso, estar alertas: puede que el abrazo con el oso nos rompa las costillas.
[i] https://politica-china.org/secciones/discurso-de-xi-jinping-en-la-ceremonia-con-motivo-del-centenario-del-pcch
[ii] https://www.unodc.org/documents/26june/26june08/100ydrugcontrol_S.pdf
[iii] “La paradoja andante”, https://www.sinpermiso.info/textos/la-paradoja-andante.
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