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Los colorados y la coalición en su laberinto

Los colorados y la coalición en su laberinto
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La salida de Ernesto Talvi de la cancillería en forma temprana a lo que se suponía genera muchas dudas e interrogantes. La situación interna del partido Colorado ha mostrada varias contradicciones y enfrentamientos entre sus dos principales sectores, Ciudadanos y Batllistas. ¿Qué rol va a jugar Talvi en la interna? ¿Debería asumir su banca en el senado de inmediato? ¿Cómo se visualiza la relación con Sanguinetti? ¿Se le “comía” el Partido el ex presidente si Talvi seguía ocupado en las relaciones exteriores uruguayas? ¿Fue un error de novato ocupar un cargo en el gabinete? ¿Se quiso plantar firme en sus convicciones y el Presidente lo sacó a empujones? ¿Cómo queda su relación con Lacalle Pou? ¿Peligra la coalición?

El país, el gobierno y las personas por Benjamín Nahoum

«Primero está el país, luego el partido y luego las personas», dicen que dijo Luis Lacalle Pou, en Canelones, en ocasión de votar en su pueblo adoptivo en la primera vuelta de las elecciones de 2019. La respuesta correspondía a una pregunta sobre cómo sería en el futuro su relación con el convidado de piedra del Partido Nacional, Juan Sartori, pero también podría haber correspondido a si iba a buscar en la segunda vuelta el apoyo de Guido Manini y sus nostálgicos de la dictadura.

Lo cierto es que, en aquella oportunidad, sus hechos contradijeron esos dichos, porque en su afán de ser presidente y desalojar del gobierno al Frente Amplio, no dudó en armar una mixtura coaligada que incluía una vez más a su viejo rival colorado, pero también a los nostálgicos, al indescriptible partido de Edgardo Novick y a los aspirantes a socialdemócratas del Partido Independiente. Lacalle armó así una formidable estrategia para ganar la elección -y la ganó- pero le faltó un Plan “B” para después gobernar, lo que hace pensar que el país no era la primera opción sino la última, y eso se está notando ahora.

Otra movida inteligente del ahora presidente fue la de poner casi todo su programa de gobierno en una sola y macarrónica ley, ponerle el distintivo de urgente consideración y hacerla aprobar en cien días, que iban a ser sus primeros cien días de gobierno y el tiempo que era seguro que podría durarle la coalición, aunque la pandemia obligó a postergarlo un par de meses. Pero gobernar no es sólo eso: requiere tomar decisiones día a día, y para tomarlas hay que tener acuerdos más sólidos que los del “compromiso nacional” firmado para ir todos juntos en noviembre, no unidos por el amor sino por el espanto, como en el poema de Jorge Luis Borges.

Pocos meses después, la historia vuelve a repetirse, y esta vez el coprotagonista es Ernesto Talvi, principal socio en el gobierno y líder cuestionado del segundo partido de la coalición. Lacalle no podrá ser candidato nuevamente en 2024 y la divisa blanca deberá defenderla un delfín, pero Talvi, poco conocido en 2019, podría disputarle a los blancos el lugar en el balotaje (que seguirá siendo la apuesta, por mucho tiempo), si en estos años se afirma dentro de su partido y su figura crece hacia afuera. Lacalle advirtió esto rápido y por eso lo colocó en un lugar con mucha visibilidad internacional, pero poca hacia adentro, y muy lejano de la cocina de la política vernácula.

Talvi, que juega a las damas mientras Lacalle lo hace al ajedrez, demoró cuatro meses en darse cuenta de que había sido postergado a un lugar prestigioso pero irrelevante para la política interna, al que nunca van los líderes políticos, y cuando lo hizo decidió cambiar ese lugar por otro más expectante. Pero el problema es que el equipo de gobierno lo nombra el presidente, y el presidente no sólo no le ofreció un lugar mejor, que bien podría haber sido el Ministerio de Economía o la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, dada la especialidad de Talvi, sino que ni siquiera lo dejó renunciar cuando quería, impidiéndole sacarse un poco más de lustre en el lugar que estaba, repatriando compatriotas.

Así, Talvi, que ya había desaparecido de la interna del Partido Colorado dejándole -en otra decisión ingenua- el campo a Sanguinetti, se va de un lugar en el que nunca quiso ni debió estar, y ni siquiera puede elegir el momento de irse, ni sabe todavía adónde va, porque lo único que por su cuenta puede resolver es asumir su banca de senador.

¿El país? Se queda sin canciller en el momento de llegar a la presidencia pro tempore del MERCOSUR, otro lugar de alta visibilidad y con posibilidades de incidencia, cuando el organismo debe resolver cómo maneja los acuerdos comerciales con la Unión Europea y China, y en la misma tarde en que el renunciante presentaba su nueva diplomacia económica y comercial, que el nuevo ministro ya anuncia que dejará de lado. Otra vez, el orden es: las personas, el gobierno, y el país.

El Ministro no tiene quien lo despida por Rodrigo da Oliveira

Apenas salido victorioso el ex ministro Talvi de las elecciones internas analizábamos en otra de estas columnas la eventual cintura política del novel candidato, con miras a las entonces futuras elecciones de octubre. ¿Faltó oído propio o asesoría conveniente a la cabeza del sector Ciudadanos? Para alguien devenido del sector privado y alguna participación mínima en la actividad pública la prueba de fuego de encabezar un Ministerio, dejando la fuerte visibilidad del Senado de lado, era una jugada arriesgada y que salió mal. Al contrario de los cabezas de lista FA en su primer período, que bien limaron diferencias y barrieron hacia adentro (lección aprendida del coloradismo histórico gobernando), ha sido difícil encauzar de la manera correcta algunas actitudes personalistas en los previamente candidatos. La necesaria exposición personal de los diversos actores generó ruidos que fue imposible acallar por parte del presidente. Manini tiene claro el manejo hacia adentro y hacia afuera de la multicolor, Sanguinetti es uno de los mejores cuadros políticos de los últimos 50 años, el resto mantiene su lugar sin hacer olas.

Talvi no ha sabido compadecer su lugar de dirigente partidario y de necesario 2do del Ejecutivo. Tuvo la opción de seguir destacando desde Cancillería, en un puesto que le permitió destacar sin más opacidades que las propias. ¿Lo dominó el personalismo? Es complejo analizar intenciones, solo podemos guiarnos por lo actuado. Impecable manejo de la situación de traslado de ciudadanos hacia y desde nuestro país, más allá de alguna situación menor. Al pretender mostrar profesionalización dentro de Exteriores, fue buena la imagen proyectada y el apoyo logrado. Claro está que los asuntos Abreu y Enciso dejaron al descubierto fisuras que en la interna pesaron demasiado, visto lo visto. Las designaciones en cargos importantes son y deben ser realizados por la cabeza del Ejecutivo. El embajador en Argentina es uno de esos cargos prioritarios, no debatibles en público. Pareció complejo de entender por parte del economista devenido en dirigente, tal vez si solo hubiera sido el asunto Sanguinetti junior las aguas hubieran bajado solas, pero la acumulación desgastó la situación, encima se agregó lo de Venezuela y su dictadura. No entendió el juego Talvi, se expuso y no hubo manera de mantenerlo en el cargo. Los ministros no renuncian con fecha posterior de salida ni las renuncias son indeclinables. Las renuncias son, simplemente.

No es este el fin de Talvi, si entiende lo sucedido. Tampoco el fin de la coalición multicolor. No conviene a nadie tal desmembramiento, desde la gobernabilidad ni desde la posición individual de los ex candidatos. La ciudadanía observa los movimientos de sus líderes y no les van a llevar personalismos desmedidos ni salidas de tono institucionales. Si esto resulta claro para el líder de Ciudadanos podrá reencauzar su posición lograda en las elecciones internas como cabeza del Partido Colorado. Ahora deberá también revertir la inexplicable entrega que hizo de la jefatura política del partido a Sanguinetti.

Son varias las variables que afectan hoy el lugar detentado por el ayer ministro, le valdría mucho enfriar actitudes y marcar una posición sustentable en el largo plazo, so pena de desaparecer sin pena ni gloria.

Una enorme oportunidad fue la que desperdició, no habíamos tenido un Canciller con tan buena imagen en mucho tiempo, tal vez desde Abreu, Enrique Iglesias u Operti Badán, si bien es cierto que ninguno de estos mostró aspiraciones fuertes en la política interna. Pudo haber salido fortalecido desde ese sitial, salió inútilmente debilitado.

Los tigres vienen de noche, dicen en Los Miserables. En este caso, los tigres internos lo hirieron, tal vez no de muerte, pero sí quedó muy débil. Ojalá se dé cuenta y pueda revertir, por él mismo, por todos. Que así sea.

Justo a tiempo por Mauro Mego

La vuelta de la Democracia supuso lentamente la afirmación hegemónica del Partido Colorado arrastrando detrás al Partido Nacional. Tanto en la interpretación del pasado reciente como en sus definiciones políticas los dos partos fueron mostrando cada vez menos diferencias. Este liderazgo de sentido colorado fue así hasta el quiebre de las elecciones de 2004, cuando el Partido Colorado pasó a ser tercero. Todo lo que vino después fue lo inverso, fue el PN el que condujo, y conduce aún, el bloque de las derechas y el Partido Colorado pasó a la cola. En uno u otro escenario las razones de confluencia han sido varias y los liderazgos han cambiado. Después del intento de Larrañaga, el herrerismo, en las figuras de los Lacalle, volvió a conducir al Partido Nacional, y en el Partido Colorado emergió Bordaberry quien piloteó al Partido en su peor tormenta. El fallecimiento de Batlle supuso un nuevo desafío, sumado al alejamiento de Bordaberry. En ese contexto reaparece la figura omnipresente de Sanguinetti y paralelamente la de Talvi. Talvi, un liberal claramente definido en varias áreas, no tuvo, ni tiene aún, el volumen político para hegemonizar-como lo hizo Bordaberry por un tiempo-dentro del Partido Colorado. La aparición de Sanguinetti, en un rol explícito de zurcidor de la coalición vino a mostrar esto más claramente. Tal vez, con Talvi, no estemos frente a un hombre típico de la orgánica batllista y eso no siempre es bien observado por partidos consolidados y con uno de sus líderes históricos en plena actividad. No podemos calibrar cuánto de esto está presente en la renuncia de Talvi, lo que sí parece evidente es que: por un lado, la coalición siempre tuvo fin, teniendo en cuenta el horizonte de 2024, donde todos querrán marcar su perfil, por otro lado, no suele ser tan común que dos líderes de los dos partidos mayores de una coalición puedan confluir en un gobierno, en donde uno “dirija” al otro. Es más fácil para Talvi- con intenciones presidenciales legítimas-construir desde fuera del Gobierno que, desde dentro, lo que no implica que su renuncia sea para “incendiar la pradera”. Tal vez no debió asumir un rol tan preponderante en en el nuevo Gobierno, con tanta incertidumbre por delante, pero, desde una perspectiva externa, se ha ido en el momento justo, no habiendo participado de decisiones polémicas y con una razonable buena imagen. No sabremos si el Presidente podría considerarlo una amenaza en su liderazgo o si hay diferencias ideológicas de fondo. Por lo pronto Talvi no demostró, en política exterior, el dogmatismo que explicita la conducción herrerista cada vez que tiene oportunidad. Campeones del Mundo en dogmatismo liberal del tercer mundo.

Talvi: ya se ha dicho todo, o casi por Danilo Arbilla

Sobre el caso Talvi ya se ha dicho todo. Sobre si le erró o no al asumir la Cancillería. Sobre su estilo personalista y autoritario. Sobre sus arranques y caprichos. Sobre su metamorfosis y corrimiento desde un liberalismo, ortodoxo, sin apellidos – Chicago Boy y muy apegado a Ramón Díaz- hasta una especie de centro izquierda, (dijo preferir a Daniel Martínez que a Guido Manini Ríos, y mantuvo una continuidad de la política anterior de la Cancillería – Venezuela, expertos y equipo de trabajo-). Sobre sus condiciones mediáticas. Sobre sus grandes condiciones como conferencista más que como economista y su capacidad para revender  ideas e informaciones, ( en  la jerga periodística un gran refritador con gran habilidad para titular).Sobre sus repetidas conferencias e informes de Ceres sobre las desmonopolizaciones y sus efectos positivos en el PBI y su novedosa postura sobre ANCAP, sobre la que según dijo hubiera convencido a Batlle ( difícil).Sobre su pretensión  como ministro de una relación de interpares con el Presidente y peor aún, asumir desde la Cancillería una especie de cuasi autonomía en la fijación de la política exterior del gobierno y  del país. Sobre la forma en qué se fue.

Resta muy poco para añadir. Especular, si, sobre el futuro del líder del sector mayoritario del Partido Colorado(Ciudadanos).

Revisar algo del pasado, quizás.

Es notorio que Jorge Batlle le erró al elegir a Ernesto Talvi para revitalizar al Partido Colorado.   “El piloto – sostuvo Batlle a mediados del ’16- tiene que ser un completo outsider”.

Se equivocó. Lo pienso ahora y lo pensé en su momento. “…los outsiders me asustan” escribí en Búsqueda (contratapa, setiembre de 2016).             “…es bueno que se integre gente nueva y se agite el debate interno…” “Pero digitar uno de afuera ya con nombre y apellido es otra cosa”, señalé entonces.

Advertí que los líderes “no se inventan” y sobre por qué comenzó el descenso del Partido Colorado.

Pasó el tiempo y Talvi con una muy buena asesoría de imagen, responsable en parte de la nueva semblanza progresista del delfín de Batlle, logro una rotunda victoria en las internas coloradas. Llamo la atención. Puro fuego de artificio. Y no es que lo piense ahora. El 3 de julio del año pasado escribí un análisis para la Revista Noticias de las internas recién salidas del horno y afirmé que en la oposición, “Lacalle no tiene enemigos. Talvi no ofrece nada diferente”. Con Talvi, vaticiné “la imagen y la oferta colorada se desfiguró. Sirvió para la interna, pero comprometió su suerte futura.”

Veamos ahora lo de estos últimos días. Los de su renuncia en cadencia. Y lo que dijeron otros (no tanto yo, tampoco).

Francisco Faig en su columna de El País del domingo 6, califico la renuncia de Talvi de “portazo guarango en plena cumbre del Mercosur” y respecto a su futuro dijo que su “único destino político posible… es el precipicio”.

Tomas Linn, menos vehemente, en su columna en el mismo diario del día 13 de junio – “Un ministro peculiar”- comparó y recordó “ la complicada relación que tuvo el presidente Tabaré Vázquez en su primer período, con quien entonces fue su canciller, Reinaldo Gargano”. En la de la del 5 de julio, -“Un nuevo ministro”- Tomás al referirse a la renuncia escribió que “ anunciarla en ese particular momento, responderá o no a intenciones políticas o personales , pero ciertamente pareció pasar por alto que debió considerar el interés coyuntural del país”.

Nelson Fernández en su análisis en El Observador del sábado 4, es lapidario: “Ernesto pierde mucho con su efímero pasaje por el Palacio Santos y no gana nada”.

Efectivamente, a Talvi le pasó lo que a Batlle: le erró. No debió integrar el Gabinete. Por mucha tirria que le tenga, tendría que haberse fijado en lo que hizo Manini Ríos.

Nelson aporta una serie de elementos que dicen sobre el futuro inmediato. Talvi, “suma desgaste político, deja enojados a sus socios de coalición , defrauda a sus seguidores de Ciudadanos y genera dudas en empresarios que lo apoyaron en su lanzamiento partidario”.“ A ese electorado le disgustan las riñas que estorban la gestión”. Dice también que Talvi tiene otro problema adicional y es que “en poco tiempo se hizo de muchos ‘enemigos’ políticos”. Habla de Cabildo Abierto, el PI, Batllistas y también entre los blancos. Entre estos, el Secretario de la Presidencia Alvaro Delgado marcó la cancha en las últimas horas: “»Yo estoy convencido que en este caso Talvi, Ciudadanos, están comprometidos con un gobierno de coalición, con un programa de gobierno y además con una responsabilidad política que la gente dio cuando votó que es respaldar una alternancia al Frente Amplio».

Y además la interna: según Nelson se quejan de que no los atiende nunca, “llama para quejarse” y que cuando hay que llenar cargos “lo hace según su criterio personal”. Para este analista si Talvi quiere mantener su liderazgo “deberá hacer todo lo que no le gusta, y le disgusta: reunirse con dirigentes, escucharlos como si le importara lo que le cuenten, y trabajar políticamente en el partido…”.

En fin, parece que el futuro no se le presenta fácil para el renunciante canciller. Y además va a tener que ir al Senado en algún momento y allí encontrarse con el expresidente Sanguinetti quien hasta ahora ha permanecido callado con respecto a algunos temitas personales.

En fin, el sueño de Jorge Batlle de revitalizar el partido, aparece como muy difuso.

 Talvi: El tiro libre y la roja por Juan Ramón Rodríguez Puppo

Vamos a arrancar por el principio. Por lo principal. Talvi es un buen tipo. Una persona proba, capaz y un enorme laburante. En cualquier actividad que aborde en su vida lo va a dar todo por lo que entiende es su causa.

Dicho esto agrego además que arrancó su vida política definiéndose Liberal Progresista (inspirado en Krausse) e Internacionalista.

Para los que nos sentimos identificado con todas estas definiciones y soñábamos alguna vez ver al Partido Colorado reconvertido en una fuerza que abrazara esos valores, Ernesto nos pareció una apuesta muy interesante para alentar.

Su primera gran proeza fue vencer al legendario ex Presidente de la República don Julio Maria Sanguinetti y por amplio margen en la interna colorada de 2019. A partir de este episodio su derrotero hacia las elecciones nacionales estuvo marcado por un cúmulo de errores tácticos frutos de un mal cálculo y empezó a mostrar problemas de relacionamiento con diferentes actores del sistema que le valieron alejamientos y desconcierto en propios y extraños.

Las historias siguientes son muy recientes y fueron ampliamente detalladas por las crónicas políticas. Entregar la secretaria general del Partido a su archirrival Sanguinetti, distanciarse con Pedro, aceptar una cancillería perdiendo el control total de la vida partidaria, etc etc.

A todo eso agregarle un cúmulo de situaciones en las que se le critican problemas de inteligencia emocional para abordar una nueva tarea (cancillería) que alto costo tuvo para él y lo penoso es que se dio luego de haber mostrado una gigantesca vocación de servicio al país y picos de excelencia muy por encima de la media en estas comarcas.

No se puede ingresar a la política odiando “la política”. Tiene cosas buenas y cosas malas. Acéptalas, si querés …moldéalas hasta donde puedas pero si vas a meterte de lleno debes aceptar que es un mundo diferente y con reglas propias que el ser humano en toda la historia no ha podido cambiar.

En los 100 y pico de días en la Cancillería su performance fue impecable. Otro altísimo hito de lo que puede o podría llegar a ser este pequeño “Gran” hombre como estadista. Pero se “calentó” con el Presidente Lacalle. Y ya sabemos que el que se “calienta” pierde. No podría decir que toda la culpa fuera suya. En estas cosas en general, las culpas son compartidas. No lo sé.

Son descarriladores de conducta –las suyas- que tienen que ver con egos mal administrados y prejuicios respecto de la actividad política no aceptando que es una actividad diferente a la “Academia” y sus reglas.

Si te equivocas o perdes la noción de la correlación de fuerzas un Presidente te va a hacer pagar muy caro por tus vaivenes de carácter. Y lo peor de todo es que a pesar del alto prestigio cosechado en el desempeño de Cancillería en 4meses todo lo puedes perder cuando te quedás afuera de la conversación y te sustituyen. La sensación que queda en el ambiente es que poco te importó el “colectivo” o “el bien común” y que lo único que importa es tu agenda personal.

Quedándote fuera de la conversación además lograrás que hoy te maten a ti y luego matarán tu nombre. La historia la van a narrar los que se quedaron y mandan y desde el llano costará mucho hacer prevalecer tu propio relato de los hechos. En estas horas están mostrando el prestigio de otros ministros y hasta mostrarán logros del nuevo Canciller en muy breve plazo para borrarte totalmente del mapa.  En política repito…primero se mata al hombre y después al nombre. Y a eso van a apuntar sin dudas. A los socios de la Coalición les sirve tener al Partido Colorado debilitado y sumiso. De última no nos podemos olvidar que somos competidores electorales. Si perdemos esa perspectiva es porque no hemos entendido nada de este “negocio”. Y más competidor eres si las encuestas muestran –como mostraron- que eras el ministro con mayor aprobación de gestión a nivel popular. Eso a 4 meses del 2024 sería glorioso pero a 4 años y medio de esa instancia es apenas un masajito gentil al ego. Por tanto, no todo está perdido o al menos parece no estarlo.

Sólo queda pues una última apuesta a valores que siguen allí de pie. En cualquier caso Ernesto Talvi ha demostrado virtudes excepcionales y un enorme potencial para “sacar conejos de la galera”. Eso hay que reconocérselo. Pero va a tener que cambiar mucha cosa en su modus operandi y revertir una imagen de “calentón” que le ha restado credibilidad. Condiciones personales, honestidad e inteligencia le sobran pero……

Respecto de la política en dimensiones de tiempo y espacio, a 4 meses de iniciado un nuevo gobierno –que además tiene buena aprobación de la ciudadanía- no es prudente distanciarse de la figura del Presidente.

¿Si alguien me pregunta si esto corroe la Coalición? Debo decir que no existe chance alguna que ello ocurra al menos en el corto y mediano plazo. El resto de los legisladores del Partido Colorado y los dirigentes principales y la gente en general hoy están comprometidos en sostener con su apoyo al nuevo gobierno. Nadie quiere otra cosa. Por tanto supongo que eso será lo que hará el propio Talvi desde el nuevo rol de Senador. No tiene espacio para otra postura ni respaldo. No obstante ello supongo que habrán quedado magulladuras en la relación entre el líder colorado y el Presidente de la República. Que las resuelvan a nivel personal. El país tiene que estar primero y por encima de pequeñeces emanadas del temperamento o de agendas individuales.

Muchos lo seguimos alentando a permanecer en la arena política. En el Partido Colorado no sobran los talentos de personas que quieran ponerse el cuadro al hombro y que muestren virtudes como las que nos ha enseñado Talvi. Nada de lo que se le reprocha es una crítica a valores esenciales como la dignidad o la falta de compromiso. Pero algunos nos hemos empezado a preguntar si puede seguir liderando en medio de tantos vaivenes emocionales. Solo Talvi tiene la llave para anular esas sospechas.

Quiero cerrar estas líneas graficando el terreno futbolístico para dibujar el comportamiento de don Ernesto en estos tiempos. El futbol siempre enseña y tiene imágenes mentales que nos ayudan a entender los problemas en otras áreas de actividad.

Ernesto entró a la cancha a jugar la final. Hizo un golazo de tiro libre al ángulo y enloqueció de algarabía a la hinchada. Pero a los 5 minutos se hizo expulsar por un codazo innecesario y dejó a su cuadro con 10 y falta mucho tiempo para que termine el partido. Ese es Talvi hoy por hoy.

Que sea la hinchada la que lo juzgue. O por el tiro libre al angulo o por su tonta expulsión. Yo por ahora estoy administrando con jarabe la ronquera del gol al ángulo.

 Bye Bye Talvi: el gobierno recalcula por Camilo Márquez

Es expresivo que la pregunta de la semana no esté relacionada a la muerte por frio de un joven en situación de calle que solicitó ser ingresado en un refugio en plena tormenta y por toda respuesta fue remitido a la policía, que luego de arrestarlo lo volvió a dejar en la calle que había infructuosamente intentado eludir esa noche.

Quiere decir que los periodistas del semanario han advertido que el alcance de la salida del ministerio de Ernesto Talvi es lo suficientemente significativo como para prevalecer sobre una muerte precedida de toda una serie de negligencias y arbitrariedades por parte del Estado. Es decir, hay problemas como para hacer dulce.

La salida de Talvi significa la quiebra del gabinete diseñado por Lacalle a solo cuatro meses de asumido el gobierno. Más ampliamente expresa la división de la propia burguesía que se puso en la fila de los multiderechistas. Incluso en un momento donde el gobierno aparecía aprobando la LUC, es decir que ni en el curso de una victoria de lo que aparece como el buque insignia del presidente (recordemos que la LUC es antes que nada una criatura del sector Todos del Partido Nacional y no de la coalición como tal) puede mostrar signos de fortaleza o al menos de estabilidad.

La salida de Talvi era cuestión de tiempo. Las desavenencias con el presidente se fueron acumulando, a su vez las diferencias internas en el partido colorado se volvieron enfrentamiento abierto. A la cabeza del ministerio de relaciones exteriores Talvi se negó a referirse a Venezuela como una dictadura y el presidente le pasó factura por medio de su todopoderoso secretario, Álvaro Delgado, que le replicó que el gobierno uruguayo considera al venezolano como un régimen reñido con la democracia. En ese momento el canciller hablo con Lacalle y pidió que no lo desautorizaran y el presidente le solicitó que no tomara decisiones en forma inconsulta. Desde entonces la coalición quedó pegada con cola. Según Nelson Fernández, dos días después de este contrapunto entre presidente y ministro, Talvi leyó en el diario el país dos notas que no pudo dejar pasar: una que afirmaba que Lacalle le había pedido “congruencia” en relación a Venezuela y otra donde se deslizaba que algunos pasajeros repatriados en el marco de la operación “Todos en casa” (a cargo de cancillería) estaban generando contagios de covid-19 en el país. Talvi olfateó una operación en su contra “y decidió dar «su» versión, haciendo trascender su disposición a renunciar” (Nelson Fernández, El Observador). Por último, pero no menos importante, es la diferencia existente entre Talvi y Lacalle respecto al apoyo que el último dio al candidato de Trump para presidir el BID. Es este el único punto en que las dos mitades del Partido Colorado estaban alineadas.

Como apunta Botinelli, la relevancia de esta crisis está en “la salida del gabinete del único líder allí sentado de una fuerza decisiva para la conformación de la mayoría parlamentaria”. (El Observador 5/7). El divorcio tan anunciado obliga a Lacalle a una serie de enroques que aparenten un equilibrio entre las fuerzas cada vez más imposible, es que con Relaciones Exteriores ahora en manos del Partido Nacional “Queda la imagen de un gobierno monopartidario” (ídem). Siendo estrictos el de Lacalle es un gobierno con marcados rasgos bonapartistas; designaciones y relación con los aliados. “Hiperpersonalizado” ha sido el apelativo usado por algunos analistas.

Esta configuración tiene el obstáculo de una base legislativa impropia; 30 diputados en 99 y 11 senadores en 31. La salida del colorado no debe ser considerada una alteración menor.

En materia laboral el enfrentamiento que se prepara apenas se insinúa en la ley ferrocarril votada de izquierda a derecha en estas horas por el parlamento cómplice.

Lacalle tiene dilemas tácticos. Ha tomado el camino de golpear primero y a repetición. Eso es la LUC en última instancia. Si hacemos caso al periodista Nelson Fernández Talvi habría perdido el apoyo de los empresarios que lo respaldaron en su lanzamiento partidario (Ceres) “Lo financiaron porque querían que encabezara un buen gobierno, o que si era socio minoritario diera apoyo firme a la administración”. Lo que vale para Talvi vale para el conjunto del gobierno. La crisis internacional va a horadar esta tendencia.

La burguesía tendrá que hacer frente a la crisis con una estructura política inviable.

El Frente Amplio ha decidido recluirse en la guarida parlamentaria, gira en círculo en torno al estado capitalista del cual no sale jamás. Teje alianzas con proyectos increíblemente moderados para conmover a algún legislador adversario. Un apoyo que finalmente no llega y que le habilita interminables lamentaciones sobre “la correlación de fuerzas” desfavorable y la necesidad de aguantar el temporal.

En el mismo sentido va la aprobación en el senado de las venias para los directorios de los entes autónomos (votados por unanimidad). Los simpatizantes del FA no deberían pasar por alto este ultraje al mandato que le otorgaron a sus representantes en términos de oposición. Los senadores frentistas le dieron el ok a los fachos de Cabildo Abierto, que luego el propio Manini Ríos debió bajarle el pulgar por sus declaraciones contra feministas, izquierdistas y homosexuales. Incluso para justificar este acomodamiento la bancada del FA emitió un comunicado donde ponía negro sobre blanco que se trataba de un toma y daca en el que se aseguraban los puestos para los directores propios en la medida que votaban los del gobierno. Es decir, confesaban sin sonrojarse que sólo los movía su apetito por puestos remunerados. La centroizquierda está completamente pervertida y postrada, ahí no hay nada.

La izquierda que levanta la necesidad de superar este cuadro viene animando movilizaciones cada vez más concurridas. No se ha quedado en la crítica a la centroizquierda vaciadora. Es necesario darle continuidad. Convocar a una deliberación al activismo obrero y juvenil a partir de planteos y en base a programas. El debate político debe desplazar prejuicios y maquinaciones que superen la vía muerta del FA y la burocracia dialoguista.

Sainete quilombesco por Esteban Pérez

El término “quilombo” proviene del idioma “bantú” (kimbundu) traído a nuestro idioma por los esclavos africanos. Se denominaba así a las zonas ocupadas por los que huían de la opresión en minas y plantaciones, creando aldeas de negros libres con gobiernos propios y milicias dispuestas a enfrentar a los batallones imperiales que intentaban exterminarlos.

Estas luchas revolucionarias precedieron en más de 200 años a la ola independentista del mil ochocientos; merecen, por lo tanto, un profundo respeto por ser los primeros luchadores por la libertad y la independencia sumados a los pueblos originarios que también ofrecieron resistencia anti-imperialista.

Hoy por hoy, desconociendo su origen y riqueza histórica, “quilombo” se utiliza, entre otras acepciones, para aludir a escándalos y altercados y sainete es una obra teatral de carácter popular y humorístico. Entonces podemos afirmar: ¡qué sainete quilombesco el de Talvi y el gobierno multicolor!, ¡que me voy, que me quedo, que sí pero que no! Detrás de esta tragicomedia se adivinan codazos, intrigas, celos, protagonismos y torpes jugadas estratégicas pensadas para dentro de cinco años, cuando sea necesario perfilar candidatos a disputar el sillón presidencial.              Si Talvi se movió bien o mal, si le cortaron o no la cabeza por adquirir demasiada notoriedad, o si “el Cejas” le comía su sector, son especulaciones sobre el quilombo que nos mantendrá entretenidos durante este período. Seguramente, más cerca del año electoral, el sainete quilombesco se acelerará en el afán de los candidatos de diferenciarse para cosechar votitos. No es eso lo que nos preocupa, tenemos la convicción que en última instancia la burguesía, ante el riesgo de perder sus privilegios, rápidamente se une con un agudo sentimiento de sobrevivencia de clase. Lo que nos quita el sueño es la atomización en la que está el pueblo trabajador y el atontamiento no superado aún, producto del trauma post-electoral.

Mientras nos van inyectando “la vacuna LUC” como proyecto de país, algunos dirigentes de la oposición hacen ver pequeños maquillajes de la ley como victorias, pero esto sólo logra generar más confusión y parálisis.

Por otra parte, los menos, principalmente desde el movimiento social, empiezan a hacer sentir su voz en las calles, la única respuesta hasta el momento realmente enérgica intentando dar una débil resistencia al modelo que nos quieren imponer a prepo y al galope. Si bien en cuanto a la entrega de soberanía y recursos naturales, podemos decir que se parece al proyecto anterior, tiene una gran diferencia en perjuicio del pueblo trabajador: el gobierno de los últimos quince años tuvo algunas contemplaciones sociales y el que galopa hoy viene a desmantelarlas sin miramiento, como brazo ejecutor de los intereses patronales. En la calle nos quieren dejar y en la calle debe ser la respuesta

“Primero la Patria, después el Movimiento, y luego los hombres” por Juan Pablo Grandal

Esta frase es tomada de las Veinte Verdades Peronistas, un punteo de ciertos postulados ideológicos del Peronismo. Más allá de la opinión que merezca Perón al lector, creo que esta frase representa un principio que debería ser sacrosanto en política. La clase política debe estar formada por servidores públicos, trabajando a favor de los intereses del pueblo y del país, con las luchas político-partidarias y ambiciones personales estando presentes sí (negarlas sería un idealismo absurdo), pero siempre en un plano secundario.

Los eventos que llevaron a la salida de Ernesto Talvi de Cancillería demuestran lo lejos que está al menos parte de nuestra clase política de cumplir con ese ideal. El año pasado el pueblo uruguayo, mediante el voto, acto supremo de soberanía, eligió a la fórmula Luis Lacalle Pou – Beatriz Argimón, del Partido Nacional, para dirigir los destinos del país.  También, en el acto electoral de octubre, el Partido Colorado (con Talvi como candidato) finalizó tercero, con una distancia importante separándolo del Partido Nacional, 16%.

¿Por qué me tomo el tiempo de explicar hechos conocidos por todos? Porque la actitud del ex-canciller solo podría ser aceptable si él mismo los desconociera. O si desconociera el hecho de que un Ministro, en nuestro sistema de gobierno, no está políticamente al mismo nivel que el Presidente.

Talvi, al aceptar su puesto en Cancillería, aceptó estar subordinado al Presidente, y en pie de igualdad con el resto del Consejo de Ministros. No es líder del Partido Colorado (ese cargo le corresponde a Julio María Sanguinetti, Secretario General del PC), ni tampoco un líder parlamentario. Por elección propia. Nadie lo obligó a aceptar el puesto de Canciller, parece ser que más bien todo lo contrario, desde su sector Ciudadanos se le había recomendado no tomar el puesto de Ministro. Al darse cuenta (tarde) de su posición subordinada ante el Presidente, Talvi eligió renunciar. Será lo adecuado para sus intereses personales, pero paupérrimo para el país.

También hay que recordar el contexto en que vivimos: en medio de una pandemia, en los albores de una de las mayores crisis económicas de la historia de la humanidad, con un gobierno recientemente electo y políticamente frágil debido a la necesidad por parte del partido de gobierno de gobernar en coalición. Y la salida del Canciller tras 4 meses en el cargo no hizo más que explotar esas debilidades para que todo el país y el mundo las vean. Como consecuencia de la ambición, acompañada por inexperiencia política, de Ernesto Talvi.

Me encuentro en las antípodas ideológicas de Lacalle Pou y de la coalición gobernante en muchos sentidos, y también de los gobiernos anteriores. Pero en una situación como en la que estamos, por el bien de todos, deberíamos apelar a la unidad nacional, solidificarnos como pueblo, y darle si no nuestro apoyo, nuestro respaldo al Presidente para que nos conduzca a través de este tumultuoso período. La Historia juzgará en el futuro su accionar, para bien o para mal.  Pero no nos podemos dar el lujo de en esta coyuntura estar presenciando tal irresponsabilidad para con nuestro pueblo. Talvi sabrá mucho de economía, pero de política le falta aprender mucho. La política no es para tecnócratas.

No fue un hecho aislado por Martín Forischi

Con tantas cosas para decir, con tantas cosas para analizar que se impone iniciar esta demostración de verdades hablando de la “grieta”,  y que la misma solo ocurría entre progresistas y conservadores poniéndose de manifiesto en 2017 con las protestas en Venezuela, cuando en Uruguay la oposición de aquel entonces le exigía al Gobierno de Vázquez que tomara posición respecto a la situación de Venezuela; y en Uruguay, en enero 2018 con la aparición del movimiento “un solo Uruguay” claramente agrietando al país. Pero las grietas no son exclusivas de los polos, también comienza a agrietarse la coalición multicolor. Es indispensable para lograr una armonía en el tema mencionar una serie de hechos que causaron la renuncia de Talvi. Primero surgió un rumor, algunos dicen que, con conciencia, otros con fantasía respecto a roces con Manini. Luego el suceso en su momento del posible nombramiento del hijo de Sanguinetti para el Directorio de la CARU. Pero debemos hacer un ejercicio intelectual para comprender que, Talvi necesitaba defender su sector “ciudadanos”, y en definitiva su lema para ser su cabildo, su cabeza, el es el que manda en el partido Colorado y eso lo conseguiría en el Parlamento, no en el Ministerio, teniendo en cuenta que, la “lucha política” por su partido es con Julio María Sanguinetti, el acérrimo que no declina en sus convicciones a pesar de haber sido derrotado en las internas.

Hay un gran paraguas protector, las cosas no se cuentan; aplica en este caso un orden oculto, a esa naturaleza íntima del oficialismo al dar una explicación según ellos incontrovertible, su verdad incontrovertible para informar la salida de Talvi. Pero claramente tiene un gran peso en la renuncia del ex Ministro su posición de evitar calificar la situación de Venezuela, siendo absoluta la opinión al respecto de Blancos, Colorados y Cabildantes que califican como dictadura la situación del país caribeño. No fue un hecho aislado, sino la sumatoria elemental de los hechos relatados que llevaron a Talvi a su renuncia. A tal punto que, deja el cargo un día antes de que Uruguay asuma la presidencia pro tempore del Mercosur.

Desde nuestra posición entendemos que el gobierno no le encuentra la vuelta, abocado a la LUC, claramente cuestionada por juristas de diferentes ramas del derecho, y también cuestionada por Talvi; y a más de 100 días de gobierno, resulta inadmisible en política la falta de soluciones, la carencia de ideas, y sin resolverse temas preocupantes cómo seguridad, trabajo, situación de calle, pero teniendo sí como destacable la actuación de Ernesto Talvi en su gestión en el Ministerio de Relaciones Exteriores, como hacedor de la operación “todos en casa”.

 Talvi por Cristina De Armas

Durazno, Setiembre 17 de 2016. Convención Nacional del Partido Colorado, homenaje a los ex presidentes. Pedro (Bordaberry) sentado al final del salón, toma la palabra Jorge Batlle y al final de su discurso dice: Así que usted Bordaberry, siga adelante que “nosotros” le vamos a poner un candidato fuerte para darle pelea. Ambos ex presidentes apoyarían a un candidato para ganarle a un Bordaberry que veía a su sector Vamos Uruguay, desmoronarse. Así fue presentado Talvi ante los colorados. Luego del fallecimiento de Jorge Batlle, Pedro anuncia su salida de la política; Sanguinetti alejado de todo, Talvi en silencio. Talvi demoró en decidirse y cuando finalmente decidió el Partido no crecía. Otros dirigentes buscaron al ex presidente Sanguinetti y volvió, en principio quiso ser apoyo de Talvi y éste se negó. La interna se puso efervescente, parecía decidida a favor de Sanguinetti, hasta que la llegada de Cabildo Abierto le drenara votos y dirigentes al PC, pero fue la interna blanca que dio libertad a frenteamplistas para votar en la interna colorada en contra de su histórico enemigo político; Sanguinetti.

Y así quedó el PC dividido entre un histórico líder y un hombre que sin ser político gana una elección interna del partido con votos de gente de otro partido. La verdad es que Sanguinetti no le compite liderazgo, no será candidato en 2024 y su apoyo a Talvi quedó demostrado cuando se opuso a que Pedro lanzara su lista al senado, la idea era sumarle a Talvi para que liderara la coalición. Luego de notables errores políticos Talvi lleva al PC a un 12% y necesita que la Coalición gane el gobierno. La mayoría de su propia gente le pidió que se quedara en el  senado; era el paso lógico de un candidato para continuar con la conducción política de su sector y del Partido como ganador de la interna, pero prefirió la exposición mediática de una gestión en Cancillería como explanada al 2024. No firmar la LUC, las opiniones discordantes con las del presidente, la desconfianza en la relación de Pou con Sanguinetti, crearon una interna dentro del Ejecutivo. La situación era insostenible.

El Partido Colorado no pierde en términos cuantitativos. Los colorados que han asumido cargos en Cancillería por el PC no los pierden y el PC asume un nuevo ministerio de Medio Ambiente al que muchos otros ingresarán. La Coalición no está en peligro de momento y menos de cara a las elecciones departamentales. Pou lo ha dicho públicamente, no le inquieta la salida de ningún miembro de la Coalición.

Talvi no asumirá en el senado en lo inmediato, acaba de pasar la LUC, el proyecto madre del Ejecutivo que él no firmó como Ministro. El Presupuesto Nacional se tratará en agosto; se puede suponer que ingresará entonces, pero con Talvi no se sabe y es la frase que recorre los pasillos,” Talvi es imprevisible”.

Ahora, con libertad para la actividad política vuelve a su sector Ciudadanos para saber quiénes son y cuántos quedan, y en lo partidario ver cómo enfrenta a los molinos de viento en la figura de Sanguinetti que sólo espera. Hay cosas que son indudables, el ex presidente Sanguinetti es un hombre de Estado y un hombre de Partido. El futuro de Talvi depende de él mismo pero el futuro del PC, no depende de Talvi.

Inexplicable por Celina McCall

La del título es la palabra que me viene a la mente cuando pienso en la salida de Ernesto Talvi de la cancillería a los cuatro meses de haberla asumido y con bastante notoriedad y éxito, debido a los corredores humanitarios que montó para repatriar a uruguayos y extranjeros varados por la pandemia.

La verdad es que el primer cuestionamiento que le hice fue justamente que asumiera el Ministerio de RR.EE., ya que como aspirante a líder, para mí era necesario que ocupara su banca en el Senado, que para eso había sido elegido. Y donde nos daría voz. Pero aceptó ser Canciller y, como era de esperarse y bien lo describió Fito Garcé en su columna de El Observador: “no podía ser sencillo para un profesional como Talvi, acostumbrado a construir sus propias verdades a partir de herramientas científicas, habituado a hacer y deshacer en Ceres con altísimos grados de autonomía, adaptarse a las reglas de la política uruguaya”.  Gonzalo Ferreira lo resumió: “el canciller quería libertad para un puesto donde el alineamiento con el mandatario es clave”.

El primer indicio de que las cosas no iban del todo bien fue cuando Talvi expresó que no podía, desde su rol, decir que Venezuela era una dictadura, sorprendiendo a todos, y a mí en especial.  Yo había participado, durante la campaña electoral, de una reunión en la sede de Ciudadanos con el exilio venezolano, donde hubo duras críticas hacia Maduro. Hubo otros desencuentros, hasta que no lo soportó más y renunció desprolijamente, o lo hicieron renunciar, lo que para todos los efectos, da en lo mismo. Ahora le pidió a su sector político, un tiempo para analizar si va al Senado (¡inexplicable! ¿qué espera?) y reflexionar sobre su futuro. El Frente Amplio se frota las manos y habla de fracaso de la coalición multicolor.  Ha quedado bastante evidente que la coalición sigue firme y fuerte y que el problema que surgió acá fue un choque de personalidades y nada más.  El único perjudicado acá es el propio Talvi, nadie más. Es una lástima que esto haya terminado así.  Lo que parecía un aire fresco en la política uruguaya, acabó en una gran frustración para todos aquellos que apostaron al liderazgo de una persona capaz, trabajadora, con objetivos claros y con los cuales muchos se identificaron. Como decía José Batlle y Ordóñez el que se precipita, se precipita.  El futuro dirá, pero la cosa no pinta bien para el líder de Ciudadanos. En todo caso, estoy segura que él, desde el rol que se proponga, defenderá con uñas y dientes al pequeño país modelo que se imaginó.  Y ayudará a que salga a flote como se planteó.  De eso sí, no tengo la menor duda.

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