Los degenerados: Otto Dix por Alejandra Waltes
Si bien el término “Arte degenerado” no era nuevo, fue una expresión adoptada por el régimen nazi en Alemania para describir prácticamente todo el arte moderno. En 1937 se organizó una exposición en el Instituto de Arqueología del Hofgarten (Múnich) con alrededor de 650 obras de pintores como: Paul Klee, Pablo Picasso, Piet Mondrian, Vasilij Kandinsky, Marc Chagall y el propio Otto Dix. Se prestó atención a los más mínimos detalles y las obras se dispusieron en diferentes salas siguiendo un orden concreto: obras ofensivas para la religión, obras pintadas por artistas judíos, obras que representaban a mujeres, soldados o campesinos pintados de forma irrespetuosa con los criterios del régimen (las obras de Otto Dix también se incluyeron en esta última categoría). Al final de la exposición, la mayoría de los cuadros fueron quemados, mientras que el resto se vendió por muy poco dinero. El trabajo pictórico de Otto Dix abarca una gran diversidad de estilos, aunque se conocen, principalmente, sus pinturas sobre la guerra. Dibujante excepcional, dejó 500 bocetos y diversos retratos, además de lienzos y acuarelas.
Otto Dix (Untermhaus, Alemania, 1891-Singen (Hohentwiel), id, 1969) Nacido en una familia de trabajadores (su padre era herrero), el amor de su madre por el arte y el aliento de su profesor de dibujo en la etapa escolar, fueron el impulso que lo llevó a ingresar en la Escuela de Artes Decorativas de Dresde (1909) en dónde entra en contacto con la tradición de los pintores renacentistas alemanes. En 1914 realiza su propio autorretrato. En esta época, Dix experimenta con el Cubismo, el Futurismo y, más adelante, con el Dadaísmo. En 1914 con el comienzo de la Primera Guerra Mundial, se alista de forma voluntaria en el Ejército alemán. Ganó la Cruz de Hierro de segunda clase y alcanzó el rango de Vizefeldwebel. Sin embargo, se le dio de baja en diciembre de 1918. Dix retoma sus estudios en la Escuela de Dresde convirtiéndose en asistente de la Akademie Der Bildenden Künste de Dresde. En 1919 funda, junto a un grupo radical de escritores y pintores el Dresdner Secession Gruppe, el grupo dadaísta alemán con quienes realizará, en 1920, diversos collages de carácter crítico, en su mayoría, sobre la sociedad. y organizan la primera feria dadaísta internacional en Berlín. Desde principios de la década de 1920, Dix se había dedicado al estudio de las técnicas de pintura de los antiguos maestros, utilizando un efecto de capas (siguiendo un método desarrollado en el siglo XVI), producido primero con témpera al huevo y, más tarde, acabado con óleos. Dix desarrolló una técnica que imitaba a los antiguos maestros que admiraba como Durero, Lucas Cranach y Hans Baldung Grien. Además, incorporó la alegoría, los temas bíblicos y favoreció el tríptico como formato por sus asociaciones religiosas. Todas estas innovaciones hicieron de Dix una figura única a mediados de la década del veinte. En 1922 se instaló en Düsseldorf, donde se acercó a un estilo pictórico relacionado con el realismo. Allí, se une al grupo de artistas Das Junge Rheinland. En 1923 contrae matrimonio con Martha Koch fruto del cual nacieron tres hijos. Ese mismo año pintó “La trinchera”, una de sus obras más significativas, que pone de relieve su estilo crudo y violento. Después de que el cuadro fuera adquirido y expuesto en el Museo de Colonia, le fue devuelto tras los comentarios negativos e impresionados de la crítica y el público. En 1925 fue uno de los participantes de la exposición Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad) en Mannheim. La pintura dentro del grupo se dividía en dos grandes categorías: por un lado existía una rama realista, en la que los temas de las obras se representaban desde un punto de vista crítico y objetivo, mientras que por otro había una corriente más vinculada al clasicismo, en la que los temas de las obras solían ser paisajes, retratos y bodegones. Otto dix participó en la corriente realista, centrando sus cuadros en temas duros y crudos. A finales de ese año, Dix, animado por el galerista Karl Nierendorf, se trasladó durante un tiempo a Berlín, donde alcanzó una enorme fama como retratista de sociedad. Berlín, una moderna metrópoli, vivía en esos momentos uno de los periodos más creativos e innovadores de su historia que se desmoronaría con el advenimiento del nacionalsocialismo. En 1927 fue contratado para dar clases en la Academia de Dresde. Durante su estancia en la Universidad de Dresde pintó una de sus obras más famosas: “La gran ciudad”, también conocida como Metrópolis, un tríptico en el que denunciaba la degradación de la sociedad. Tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas en 1933, Dix fue uno de los primeros catedráticos de arte en ser destituidos por el régimen. Dix inició lo que algunos denominan “éxodo interior” por el suroeste de Alemania y se estableció junto al Lago Constanza. Allí, Dix se dedicó al paisajismo y a las obras con temas alegóricos, deslizando una crítica sutil al régimen nazi. A partir de 1937, los nacionalsocialistas lo tildaron de “artista degenerado” (y su obra un «sabotaje al espíritu militar de las fuerzas armadas») y vio arder en la hoguera lo que no fue directamente robado. En los años siguientes, el Ministerio de Propaganda nazi confiscó unas 260 de sus obras. En 1938, la Gestapo le detuvo, acusándole de tomar parte en el atentado contra Hitler en Múnich y, por ello, fue encarcelado durante dos semanas. En 1945 fue llevado de nuevo al frente y, finalmente, hecho prisionero por los franceses. Tras ser puesto en libertad en 1946, Otto Dix regresó a su casa, pero hasta el día de su muerte, Dix no encontró lugar en el nuevo arte que se estaba haciendo en Alemania. Ni el Realismo Socialista del este, ni el Arte Abstracto del oeste fueron lo suficientemente eficaces para mostrar lo que él entendía como realidad. En 1959 se le otorga la Cruz del Mérito Federal, premio compartido con el escritor y filósofo Ernst Jünger. En los años sesenta, Dix organiza numerosas exposiciones y consigue varios premios en ambas Alemanias. En 1966, coincidiendo con su 75.º cumpleaños, obtiene el premio Alfred-Lichtwark y el Martin-Andersen-Nexö y, además, es nombrado ciudadano honorario de Gera. En 1967 se le hace entrega del premio Hans-Thoma, y en 1968 recibe el premio Rembrandt de la fundación Goethe en Salzburgo. Dix fallece el 25 de julio de 1969 tras sufrir un segundo ataque de apoplejía en la ciudad de Singen. La obra de Dix no se limitó a la guerra, también exploró la sociedad de entreguerras. Sus retratos son estudios de la humanidad en toda su complejidad, desde prostitutas hasta políticos, cada uno capturado con una intensidad visceral que revela la fragilidad y la fuerza del espíritu humano. Sus obras desafiaron las normas estéticas y morales de la época, la oscuridad dentro de los observadores y en el mundo. Hoy, el legado de Otto Dix perdura como una reflexión de los peligros del extremismo, la guerra y la intolerancia, al tiempo que nos recuerda que, incluso en los momentos más sombríos, el arte tiene el poder de iluminar el camino hacia una mejor comprensión de nuestra naturaleza.
“Los siete pecados capitales” (Otto Dix- 1933)
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