I
El hombre arregló todo para que los guardias le permitieran rescatar al condenado sin que nadie lo viera. Su intención era sacarlo de allí, ocultarlo en algún lugar hasta que pasara el peligro y curarle las heridas. Para algo habían servido las monedas que juntó entre sus amigos. Tal como estaba previsto, los guardias sobornados se retiraron del lugar. El hombre, entonces, procedió a rescatar al herido que había sido condenado a morir.
–¿Qué diremos cuando no lo vean? –preguntó uno de los cómplices.
–Diremos que resucitó y que ahora está en el cielo, a la diestra de su Padre.
II
–Quiero volver.
–Nadie te creerá si dices quien eres. Han pasado ya muchos años.
–¿Qué me aconsejas?
–Que te quedes aquí, con Magdalena y tus hijos, en familia, criando tus cabras; o que regreses por los caminos de Judea con otro nombre.
Habían pasado treinta años desde la crucifixión de la cual fue rescatado con vida, curado y escondido de los soldados romanos. Pero él no hizo caso y comenzó a predicar.
–Yo soy Jesús –decía una y otra vez a los distintos caminantes con los que se cruzaba y la respuesta siempre era la misma.
–Nosotros también somos Jesús.
III
Caminando por la playa el filósofo reflexionaba sobre la vida y sobre Dios, preguntándose por qué nunca había podido cultivar la fe al punto de sentirse un agnóstico, un ateo. Sentía sí un inmenso respeto por las religiones y decía haber aprendido de los predicamentos del cristianismo original, pero en realidad lo único que le importaba era vivir y rendirle honores a la vida en todas sus expresiones, que nadie podría adjudicarse el don de haberlas creado porque la vida misma se construía a sí misma.
–La vida es eterna. Formo parte de ella. Soy eterno –dijo y agregó:
–¡Hallelujah!
IV
–Usted se ha comunicado con El Paraíso s.r.l. Si conoce el interno digítelo ahora. Por consultas con Jesús digite Uno. Por consulta a los Apóstoles digite Doce. Por reclamo de fallas terrenales digite Cero. De lo contrario aguarde en línea que será atendido por el primer Ángel disponible. Recordamos que El Paraíso está abierto las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año y usted puede hacer la consulta que desee a través del teléfono 0800 2019, por su página web www.bienaventuradossean.com o mandando un mensaje a laeternidad@la eternidad.org.elpa. Si no logra comunicarse intente otra vez.
V
–¿Quién inventó tu nacimiento? ¿Por qué dijeron que solo cuatro evangelios son los válidos, desautorizando otros que fueron declarados como apócrifos? ¿Dónde está la verdad de tantas cosas? ¿Por qué en tu nombre nos han llenado de odios y miedos? ¿Por qué tu ministerio está fuera de mí, tú estás fuera de mí, la felicidad está después de mi existencia? ¿Por qué tu iglesia se parece a una empresa de exportación y marketing? –le pregunté.
–No sé, pero no importa. Escóndeme de las luces del marketing. Organiza encuentros con los demás hermanos que también me ocultan para que yo viva.
VI
Tú no tenías nada y eras tan poderoso. ¿Qué hay detrás de las sotanas? ¿Qué esconden los mármoles, los erguidos altares, los pesados portales, el brillo del oro y de la plata? ¿Qué piensan los silencios luego de tantos cantos? ¿Y si no hubiese nada entre tus ministerios? Si tus ministros fueran pobres y desvalidos, dime ¿qué pasaría? La respuesta está en ti, en tu vida y tu muerte y tu ejemplo, en tus palabras y tus sandalias. La respuesta está en ellos que son solo vidriera y no te representan. Tú aún no tienes nada y eres tan poderoso…
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