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Máximo Goñi, relator de fútbol: La política siempre estuvo vinculada a los medios

Máximo Goñi, relator de fútbol:  La política siempre estuvo vinculada a los medios
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Empezando la fiebre mundialista, que mejor que charlar con un tipo que tiene más campeonatos de futbol encima, que la mayoría de los uruguayos. Tocamos todos los temas relacionados con el deporte que más nos identifica: AUF, Paco, corrupción, Tabárez, selección, no faltaron a la cita. Bienvenidos a esta previa de Catar.

Por Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos: Rodrigo López

¿Dónde naciste?
En Pocitos, en el límite con Parque Rodó. Mi formación es católica. Fui al Colegio Fátima. Me sentía más cómodo con la gente de Parque Rodó, porque estaba el Sporting, de donde era socio. Iba a las prácticas de Defensor. Jugábamos al fútbol muchísimo en la calle.
¿Eras bueno?
Era. Soy hijo de jugadores de fútbol, mi padre jugó en la Tercera Especial de Nacional y en la Tercera de Defensor, y mi tío llegó a jugar en Vasco da Gama, hasta que mi abuela le mandó una carta diciéndole que lo extrañaba. Y ahí se volvió. En el club de bochas hubo una cosa que me marcó a fuego, y fue que, desde los trece a los veinte años, conviví con Obdulio Varela y Atilio García, que eran amigos de mi padre.
Atilio era inspector en la feria.
Exactamente, de Subsistencias. Obdulio me agarró como mascota, como mandadero. Me llevaba a todas partes. Una parte del interior la conocí con él, cuando iba a jugar. Cada quince días se pagaban las propinas en los casinos municipales, y el autorizado para ir a cobrar por Obdulio era yo. Y a veces le llevaba la plata a su domicilio, en 20 de Febrero 3030. Muy pocos entraban a la casa de Obdulio, solo los que él quería. Y yo era como uno más de la casa, para la señora, para los hijos, para Waldemar. Se respiraba fútbol, pero se respiraba amistad. Se tomaban muchas copas. Había mucha bohemia. A Obdulio y a Atilio nunca los vi hablar de fútbol. Sí de truco, de la vida, de gente amiga en común. Y si alguno se metía para quererlos cruzar, Obdulio te hacía un gesto y se terminaba.
En ese momento no había grieta entre Peñarol y Nacional.
No, había respeto. Iban Gambetta, el Cumba Burgueño, Rodríguez Andrade, que jugaron en la selección. Yo era muy botija. Cada vez que Obdulio cobraba, pagaba todo lo que debía en el club y nadie ese día pagaba una vuelta. Y a mí me hacia tomar dos o tres refrescos. Yo después del primero decía: “Ya está”. “Otro”, decía él. Son de esos tipos que no te daba ni siquiera para contestarles.
Era el Negro Jefe en serio.
Era el Negro Jefe. Mandaba con la mirada, con la gestualidad. Era un hombre muy especial. Pero yo conocí al hombre, con las cosas brillantes que hasta el día de hoy me emocionan, y con macanas también.
Como todo el mundo.
Lo conocí maduro. El día que muere mi abuela, en el 71, se pasó toda la noche sentado al lado mío. Hay anécdotas increíbles. Nunca me voy a olvidar, porque lo hizo dos o tres veces. Resulta que estaban Rodríguez Andrade, el Cumba y él, y Obdulio les insistía con que “tenemos que ser ‘negros usted’”. No podían ser “negros che”. Como diciendo que había que ganarse el respeto. Era otro momento. Mi padre se hizo muy compinche de él también. Un día íbamos por Bulevar Artigas, y me vino una sensación como que me tenía que adelantar. Paró un taxi, y el taxista lo que vio fue a un morocho, y a mi viejo atrás, que no sabía si estaba en copas o no. El tipo paró pero se asustó, y arrancó. Y mi padre le tiró un boleo a la puerta de atrás del taxi… Y así como le pegó, llegó el patrullero. Se fueron mi padre y Obdulio en el patrullero.
Zafaste.
Yo zafé. Cuando llegué a casa, mi madre me preguntó dónde estaba mi padre y le dije que me parecía que iba a llegar un poco tarde. No le dije por qué. En esa época no se hablaba mucho con los padres, y tampoco lo iba a quemar. Al otro día, en el club, escuché hablar a los otros veteranos de lo que les había pasado al Negro y al Pocho, como le decían a mi padre. Resulta que cuando llegaron a la Décima, el comisario se dio cuenta que era Obdulio. Bueno, al taximetrista lo metieron al calabozo y mi viejo y Obdulio terminaron tomando unas copas con el comisario. En ese ambiente me crié, un ambiente de mucho respeto. No se decían malas palabras. No se ofendía a una mujer.
Eso empezó a venir después, con la televisión argentina.
Ya en los partidos de fútbol se decían cosas, y en la calle. Pero ellos no. Tendrían un estilo muy particular. Por aquellos años yo ya había dejado el Fátima e iba a la Sagrada Familia, donde hice el preparatorio. Era otro mundo. Hice notariado. Y por el otro lado estaba la bohemia. A veces se me complicaba, porque yo, siguiéndole la ronda a estos, llegaba a casa a las cinco de las mañana y a las siete tenía que ir a estudiar. No era fácil. Y si Obdulio te decía: “Vamos”, era “vamos”. Y en la semana, de tres a cuatro veces, íbamos a cenar. Era una cosa de locos. Y así pasé, chupando rueda pero aprendiendo mucho.
Mamando fútbol.
Ah, sí, sí. De todo tipo. Yo no fui a Maracaná, pero sé cómo fue la final. La versión de Obdulio era siempre la misma cada vez que la escuché.
Una versión distinta a la leyenda que circula.
Si a Obdulio hoy le dijesen: “Mire, Obdulio, hay una chance de cambiar el resultado”, lo cambiaría. Porque el impacto que él recibió al recorrer los boliches… Imaginate, de la concentración se iba a los boliches. ¡El impacto que recibió de cómo quedó el pueblo brasileño con la derrota! El cálculo de él era que acá éramos casi tres millones y allá eran cincuenta millones, y que prefería contentos a esos cincuenta millones. Hasta en eso era generoso. Y le pasaba siempre. Cuando íbamos afuera a jugar a las bochas no quería que ganáramos. Un día fuimos a Colonia Miguelete, y ganamos con un bochazo mío en el final. ¡Para qué!
Te relajó todo.
Te miraba y te fulminaba. Y ese día, en lo mejor de la fiesta, al Cumba Burgueño y a mí vino y nos dijo: “Vamos a dormir”. Y yo escuchaba copas, brindis, gritos, murgas. ¡Nos estábamos perdiendo lo mejor! Pero nos había mandado a dormir.
¿Eras murguero?
Fui presidente de una comisión de tablado, en el último tablado que no cobraba entrada. Estaba en Roberto Koch y Margarita Uriarte de Herrera. Había un club del Partido Colorado, y ahí se reunía La Gran Clásica, que fue el primer premio ese año. Yo trabajaba en el BPS, y tenía amigos que me decían: “Dale, te respaldamos”. Esas cosas de amistad. Después fui padre muy joven, y la vida me llevó por otro camino, con la murga cada tanto.
¿Después del notariado arrancaste a laburar?
Tuve grandes profesores de historia, como José Claudio Williman. Cada clase de marxismo en la dictadura… Yo era el delegado de clase y decía: “Acá nos llevan a todos”. Era de un nivel Williman, yo lo quería tanto… Teníamos a Abadie-Aicardi, al profesor Soliño. Fue en el Instituto de Filosofía, Ciencias y Letras, que son las raíces de la Universidad Católica. Estaba el profesor Arteaga. Ya había tenido dos grandes profesores en la Sagrada Familia, Silveira y Susana Massara. Esos dos años en la Sagrada Familia fueron fantásticos, pero tremendos, porque en esos dos años se cortaron las clases por temas políticos. A mí ya me había picado el tema del relator de fútbol.
¿Ya tenías eso?
Sí, sí. Ya lo tenía incorporado. Si me preguntás desde qué año soy relator de fútbol, te digo que desde los nueve. Pero también me gustaba la historia. Hasta que, en el año 74, mi madre, que había sido compañera de estudios de Leonel Jacobo, gerente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, me hace una relación con Solé, en el último año en que Solé estuvo en Sarandí, porque después murió. Y ahí entré con él. Cobré mis primeros seis pesos. Pero yo quería relatar. Hacía conexiones, vestuario. Ahí conocí a Raúl Barizzoni, y le dije que me gustaba relatar. Me dijo que, si no estaba Solé, estaba él, y si no, estaba Eduardo Vera. Como diciéndome que rumbeara para otro lado, que empezara a hacer la escalera. Y empecé a hacer eso, los primeros pininos en radio y terminando la Sagrada Familia, y comenzando los estudios en la licenciatura en Historia.
Ya después de Universal pasaste a Oriental.
Es larguísimo. Empecé en Sarandí, después me voy a CX 42, que era una radio muy murguera, y con una audiencia increíble.
¿Después de esa radio, qué hiciste?
De ahí me vino a buscar Olivar Cabrera para ir a Cristal, y en el medio hice un par de clásicos por Radio Rural. Hice el Mundialito por Radio Cristal. A fines del 80 me vino a buscar Kesman, porque estaba sin relator de alternativa para el campeonato mundial juvenil de Australia. La exesposa de Alberto era muy amiga de mi madre, como también lo era la esposa de Amadeo Otatti. Mi madre era cosmetóloga, dermatóloga, masajista, y las atendía. En aquel momento no me servía económicamente, porque con lo que ganaba en Cristal pagaba la cuota del Banco Hipotecario, y acá me arriesgaba. Pero era lo mío, e hice solo el mundial juvenil por Universal.
Solo, sin comentaristas.
Sí, era del grupo de alternativa que iba. Creo que ahí noté que había pegado un salto y me gané más el respeto de Oscar y Carmelo Imperio. Universal es como una casa de familia. Te sentías muy cómodo. Por lo menos conmigo eran espectaculares. Ahí estuve siete años. En ese ínterin me llaman de Argentina para hacer la campaña de Vélez Sarsfield, en Radio del Pueblo, autorizado por Universal en la medida en que le diera prioridad a Universal. En la campaña de Vélez Sarsfield me fue muy bien y conocí a mucha gente. Me ofrecieron quedarme, pero yo tenía a los botijas chicos. Yo tenía un trabajo seguro en el Banco de Previsión Social, donde entré en el año 78, así que no di el paso. Después, en el 89, fui a Radio Splendid y me pasó lo mismo, me ofrecieron la campaña de Boca, y no agarré viaje, con mentalidad uruguaya, y siempre pensando en los gurises.
¿Y luego?
Después de todo eso vuelvo a Radio Sport, cuando Peñarol salió campeón de América y al otro año Nacional campeón de América y del mundo. Renuncié en el 89 y el 90 firmé dupla con Barizzoni en la radio de Heber Pinto, donde pasé siete años de novela con Heber, al que además agarré dulce porque estaba de diputado. Aprendí mucho. Con Heber Pinto aprendí a querer a Radio Oriental, porque a mí me gustaban más Sport y Sarandí. Pero claro, él nos contaba muchas cosas de lo que había sido su pasaje por Oriental. A veces con bronca, porque él se fue complicado con los Romay. Un día me salió del corazón y lo atrapé para siempre. Heber era un tipo muy especial. Eran charlas de cuatro, cinco, seis horas. Era divino. Lo que aprendías con ese hombre. “Para mí sería un honor relatar en la cabina Heber Pinto”, le dije un día, y se emocionó. Me preguntó si lo haría y le dije que para mí sería un orgullo. De ahí, después, con las veteranas que lo llamaban, decía: “Estos muchachos han tenido la generosidad de una cabina con mi nombre”. Lo que pasa es que esto es muy injusto, porque cuando él se mete en el pachequismo mucha gente le cortó la relación. Luchó mucho para que la calle Cuaró, en donde había vivido Solé, se llamara Carlos Solé. “Con los que me llevo bien es con Rodríguez Camusso y con [Óscar] Groba”, siempre decía, “y no tenemos nada que ver, pero me siento bárbaro con ellos”.
Esas amistades de la política.
Y después, hablando con Rodríguez Camusso y Groba, los dos me decían lo mismo, lo bien que se llevaban con Heber. Así que estuve ahí esos siete años, y luego pasé para acá, después que Radio Oriental me fue a buscar tres veces. Tenía dudas con Oriental. Me di cuenta que venía con el equipo o sonaba, porque habían pasado enormes relatores, pero se quedaban un año o dos. Mis compañeros pensaban que yo le iba a decir que no, pero yo me había dado cuenta que había mucha inestabilidad comercial y que nos teníamos que apoyar en algo grande e importante como eran Radio Oriental y Canal 4, y le dije que sí, y ese sí lleva más de un cuarto de siglo.
¿En esas épocas no eran todavía producciones independientes?
Exacto. Lo peor que nos pasó a nivel de periodismo deportivo fue en la crisis del 2002, cuando nos mandan a todos a ser empresarios. Porque éramos empresarios y facturábamos o afuera. Eso para nosotros fue cruel. Cambiaron las condiciones totalmente.
Se llenó de programas con los mejores vendedores de publicidad.
Ya había empezado, pero ahí se entra a distorsionar. Hay dos cosas que distorsionan en el paso del tiempo. Una es esta, que más allá de la calidad de tu trabajo importaban los avisos que vendieras, la cartera de clientes. Y lo otro, que es lo que a mí más me preocupa, es cuando los medios de comunicación empiezan a ser propiedad de grupos financieros, de gente vinculada al agro, a la industria, que no son del palo. Aquellos gerentes artísticos que teníamos antes, que estaban atentos y decían: “Mirá, aquel muchacho es bueno, a aquel hay que verlo”, todo eso empezó a desaparecer paulatinamente, y, con excepciones, las radios pasaron a ser un eslabón más de una cadena de negocios, que tiene un rumbo del cual no participás y del que muchas veces no sabés hacia dónde va.
Y no importan los contenidos sino la facturación.
Empieza a haber esa falta de rigor y exigencia sobre los contenidos. Empieza lo chabacano, las expresiones jorobadas al aire.
La noche se llena de iglesias brasileras.
Me olvidé de decir eso. Ingresan los grupos religiosos, y salvan a muchas emisoras para poder mantenerse.
O el tarot.
Acá, por ejemplo, está la Iglesia Católica desde hace diecisiete años. Tiene su programa, pero tiene la gran virtud de no molestarnos; están atentos, pero no te ponen el palo en la rueda. Si te ven convencido, si ven que sos vocacional, si sos respetuoso, dale. También creo que ellos tienen un poco de temor por si toman alguna medida y eso afecta a algún periodista que tiene repercusión. Creo que se cuidan mucho en ese aspecto. En mi caso, hoy, el clima es de absoluta confianza. Yo no miro los números que me dan, y ellos no miran los números que yo les entrego. Hemos llegado a eso, y no tiene precio.
Igual que la Iglesia Católica se haya metido fue una respuesta al avance de esas otras…
Sí, fue una reacción.
En otros lugares del mundo también las religiones están incursionando en medios.
No tanto en Chile, pero en el Pacífico, en Paraguay y en Bolivia, y ni te cuento en Brasil, el porcentaje es altísimo. Me parece que todavía la Iglesia Católica no unió las fuerzas. No sé en otros lados, pero acá en general no molesta.
Desde el fútbol es más difícil evaluarlo.
¿Con estos curas, que son unos manyas y unos bolsos bárbaros? Acá los lunes… Mirá… La dejamos ahí. Los curas son muy pasionales también en el fútbol.
¿Sos de la generación de los que fueron marcados por Solé y Heber Pintos?
Sí.
Esos dos marcaron la vara muy alta.
Y en una época de gloria.
Uruguay, además, es de los primeros países en que existe el relator como figura.
Es uno de los primeros. Pero Uruguay es tan grande que, en Argentina, de los tres eslabones que tiene el relato uno es el maestro Fioravanti, uruguayo. Estamos hablando de las décadas del treinta y cuarenta. Otro es Víctor Hugo, uruguayo. Y antes estuvo Lalo Pelliciari, que también era de sangre uruguaya.
¿Por qué atrae tanto el relator uruguayo?
Hago referencia a estos porque hicieron escuela. Los otros fueron y son notables. En la barra de mi generación, la mayoría era de Heber Pintos, que era de Oriental. Eran pocos los de mi generación que todavía conservábamos una devoción por Solé. Me acuerdo el día que murió, que fue tremendo.
¿Quién era mejor, para vos?
Solé era más completo. Heber lo que tenía era el dominio del micrófono, que no se desgastaba tanto como Solé. De pronto no era tan pasional como Solé. Solé era más ortodoxo, Heber fue revolucionario. Que les haya permitido hablar a los jugadores… Antes de eso, me acuerdo que qué les iban a hacer hablar a los jugadores, si no saben hablar. Y Heber se impone, y logra que con la palabra de los jugadores haya un valor agregado que la gente capta, y que le gusta. Hay un antes y un después de eso.
Inventaba figuras, apodos.
Era “el relator que televisa con la palabra”. Lo de Solé era así. “Lo dijo Solé”, y fue así, no le des mucha vuelta. Heber era más de la transmisión espectáculo. Tenía más el estilo brasileño, si querés, que también lo incorpora José María Muñoz. Muñoz dijo que le gustaba Solé, pero que el espectáculo de las transmisiones brasileñas era único.
Muñoz también fue de los más importantes de Argentina.
Una vez, en un Boca-River, dice: “Adelante brigadier desde el submarino”. ¿Qué era aquello? Había parado el partido para hablar con un submarino, que le decían: “¿Qué tal José María?, acá estamos con el sargento tal, y el cabo tal, escuchándolo”. Andá a hacer eso. Pero eso te da una sensación de que estás en todos lados. Eso el Gordo Muñoz lo manejó muy bien. Y Heber hacía saludar a los aviones. Una vez hubo una denuncia, porque pasaban muy cerca. Hizo poner luces a las banderas de Nacional y Peñarol para la noche. Heber fue una cosa bárbara, fue impresionante.
En parte se arruinó la memoria que queda de él con esa etapa pachequista.
Es bravo. A los relatores de fútbol nos ponen la etiqueta. Por ejemplo, Víctor Hugo quiso zafar en esta última etapa, y la tiene bravísima en Argentina.
También se la puso solo. Hace programas políticos con un sesgo partidario.
Sí, por propia convicción. Sigue relatando fútbol también. Poquito, pero sigue relatando. Me he dado cuenta que te ponen la etiqueta, sos relator de fútbol. De lo otro que se encarguen otros. Es como que no tenés posibilidad de aportar.
¿No influye que lo de Heber Pintos fue ir a una posición extremista?
Es muy factible. Hubo una generación donde primaba la amistad. Eras amigo. Y si tu amigo se equivocaba, lo podías corregir o no pero seguías atrás de él. Él se sentía amigo de Pacheco y no había forma de hacerlo cambiar. Después hubo cosas en la interna del Partido Colorado. Él un día pretendió hacer una alianza con Sánchez Padilla. Iba a ser en el despacho de Heber. Y se fue radiante. Al otro día vino con cara de culo. Ahí nos enteramos que una hora antes de la conferencia de prensa Sánchez Padilla le había dicho que no había acuerdo. Y Heber quedó destrozado.
Sánchez Padilla, aun incursionando en la política, no tiene el costo que tuvo Heber.
También tuvieron un beneficio, ¿no? No voy a dar nombres, pero si uno repasa, en la época de la dictadura, quiénes estaban en Canal 5, en las agencias y en los canales… Y cuando vino la democracia perdieron esos beneficios y vino otra gente. La política siempre estuvo vinculada a los medios y rozó lo deportivo, sin duda.
¿Cuál es la relación del fútbol con la política y el poder? Vemos montones de dirigentes que empiezan en los clubes hasta para hacer carrera política.
Sin duda. Soy hijo de la dictadura, entonces para mí la institucionalidad es algo muy importante. En el gobierno y en todo. Acá hubo un episodio que me golpea hasta el día de hoy, cuando Lugano pide a la CONMEBOL y a la FIFA que intervengan ilegalmente a la Asociación Uruguaya de Fútbol –porque fue ilegítimo; no lo dije yo, sino que lo dijeron Eduardo Rocca Couture, el doctor Corbo, el doctor Pastorini, Eduardo Arzuaga, el doctor Rodríguez Carrasco y varios más–. Renunció todo el tribunal de honor de la Asociación. Fue un golpe de Estado, fue la violación de una institucionalidad muy querida por todos los futboleros. ¿Y la política qué hizo? Los comunicadores progresistas, ¿dónde estaban? Se borraron. Al ingresar Lugano, que es tan torpe como avasallante, el objetivo era liquidar a Tenfield. No todo vale. No podés derrocar una institucionalidad buscando que se anule a un grupo empresarial. Fue un peaje costosísimo. Y, sin embargo, los supuestamente comunicadores, colegas y amigos míos progresistas miraban para el costado. La única que reaccionó fue la doctora Muñoz, al frente al Ministerio de Educación y Cultura. Fue la que dijo: “Esto no”. Y se ve que, hablando con Tabaré, el presidente le dijo que no se metiera, que ahí no había votos. Cuando uno de los interventores me fue a buscar al Prado para preguntarme mi opinión, diciéndome que iba a hacer lo que yo dijese, le dije que de ninguna manera intervenga, vos sos un tipo demócrata, un tipo del Partido Nacional, que para mí iba a ser el ministro de Deporte del país, y que aquello era un disparate. Me dijo que tenía razón, y tengo testigos. Fue a hablar con Lacalle. No sé qué hablaron. Lacalle no era presidente todavía. Y aceptó ser interventor.
Estamos hablando de Castaingdebat y Bordaberry.
Claro. Armando respondía a Lacalle. Y Bordaberry tiene mucha relación con gente vinculada a Paraguay, al presidente Cartes. Paraguay es la sede de la CONMEBOL.
Tiene lazos familiares.
También. Y el doctor Bordaberry aceptó ser interventor ilegal. Hasta el día de hoy no entiendo, porque sé que cuando estuvo en el Ministerio de Turismo y Deportes trabajó, fue consecuente y reconocido por la gente. Y aparece esta versión de interventor ilegal, que a mí me sorprendió. Además, como está gente dependió de un tipo avasallante pero de una torpeza, de una tosquedad conceptual e intelectual, como Lugano, me llama la atención cómo le siguieron el juego. Además, hacen un consejo de asesores con Alonso y Ache. ¡Oh, curiosidad!, ambos están en el ejecutivo de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Son enormes animales políticos, los dos. He sido muy duro con ellos, y no aflojo porque no quiero que se repita y quiero que haya memoria. Les digo no a los golpes institucionales, a lo que sea.
¿Mujica no había hecho caer a Bauzá cuando retiró la guardia policial del fútbol?
Ahí entramos en otro tema. No había confianza entre el fútbol y el Ministerio de Interior. Ni el fútbol confiaba en ellos; ni Bonomi, Vázquez y Mujica confiaban en el fútbol. Pero lo que es determinante para la caída de Bauzá no es Mujica sino la posición de Nacional. Bauzá queda rengo cuando Nacional le quita el apoyo, y no pudo seguir adelante sin el apoyo de uno de los grandes. Pero Nacional le dio un portazo, y solo con el apoyo de Peñarol y sin el apoyo del gobierno es bravo. Cuando Figueredo se va le pregunté si no la iba a pelear, si se iba a ir así nomás. Me dijo que no se podía ser presidente de la AUF, si el presidente de la República no te quiere.
Ya había pasado con Tabaré Vázquez vetado por Sanguinetti.
¿Y cuántas voces nos elevamos al final de la década del ochenta para denunciar ese episodio? Si fuimos seis, éramos muchos. Sanguinetti, futbolero de ley, la tenía clarísima. No sé si intervino, pero llamó al contador Damiani y curiosamente el voto de Peñarol se cambia. Peñarol no vota a Tabaré Vázquez y no sale presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol.
¿Y llega Batalla?
Batalla comete una equivocación. Decía que era más difícil el fútbol que la política. Pensó que, por ser una persona de bien, honesta, un hombre de barrio, deportista, con consenso, con su sola presencia iba a conciliar a las partes. Se tuvo que ir de una forma que él no merecía. Tampoco el fútbol merecía que una figura como Batalla se fuera de esa manera. Creo que en ese momento sobredimensionó su potencial y no conocía tanto el fenómeno del fútbol y todos los entuertos que hay en el fútbol.
¿Tan difícil es?
Es tremendo. Y es más difícil ahora. En la época de Figueredo era todo en negro. No había nada legal. Para cuidar esa parte ilegal, ellos defendían a los clubes uruguayos, como en el caso de Figueredo, o defendían a la Asociación. Si no, se perdían la plata que estaban ganando por fuera de forma espuria. Es curiosísimo que ellos, para defender la plata en negro, defendían mucho mejor los intereses del fútbol uruguayo que lo que se los defiende ahora. Ahora, y no solo en Uruguay sino en toda América, está todo blanqueado. Son empleados calificados de Domínguez que prácticamente le dicen “amén” a todo. Se defendían más los intereses de las federaciones locales cuando todo estaba en negro. Ahora que todo se ha oficializado, y que todo está prolijito, es bastante más complicado.
¿El fenómeno Paco Casal y Tenfield le hizo bien al fútbol?
Hay una letra de una canción que dice que siempre es un problema cuando un pobre se divierte, y eso me hace acordar un poco a lo de Paco, que primero tuvo que enfrentar al establishment, a la gente con poder. Es muy difícil lo de Paco. Él te habla de diez años para adelante. Más vale escucharlo, porque vos le hablás de una cosa y él te habla de eso dentro de diez años. Es un tipo adelantado, como me dijo en Italia un gerente de la Coca Cola, que estaba sorprendido con la visión de futuro que tenía Casal. En cuanto a si le hizo bien o no al fútbol, lo primero para decir es que reivindicó al jugador. Lo puso en el lugar que correspondía. El jugador estaba sumergido, era explotado.
La mayoría moría en la pobreza.
Él siente que la sociedad futbolera traicionó a los campeones del 50. Hizo todo lo que pudo para que los que quedaban tuvieran un final digno. Casal es el primero que capta que el jugador de fútbol tiene que ser reivindicado. Después se da cuenta que hay un potencial económico detrás de todo eso.
No lo hizo por caridad, tampoco.
Lo primero es que él invierte. La puso del bolsillo. Y a veces viene y a veces no. A veces viene mucho y a veces no viene nada. Pero invirtió. No es como ahora, que la quieren sacar sin invertir, tomando áreas de poder, buscando enriquecimientos propios sin invertir y sin jugársela. Hay una gran diferencia. Y hay otra diferencia y es que en aquel momento, con el tema de los “repatriados”, parecía que los uruguayos que estaban en el exterior eran malos uruguayos. Fue horrible. Hubo una campaña de los grandes medios masivos de comunicación y de muchos comunicadores, muchos de ellos convencidos y otros empujados por los grandes medios de comunicación.
¿Y qué ganaban los medios?
Ya veían en Casal un factor de poder que incluso en el área de las comunicaciones, y no estaban tan equivocados, les podía quitar espacio.
También la veían a largo plazo.
Sí, era una lucha de titanes. Casal hizo las inversiones. Tenfield es el último intento de realmente profesionalizar nuestra actividad. Pero el ambiente y los años no han permitido seguir con eso. Creo que en algún momento las expresiones periodísticas de Tenfield, que son muy buenas, reconocidas en América, volverán a tener identidad. Pero es excelente la transmisión, muy reconocida en América, con muy buen personal. No me quiero ir de la pregunta. El fútbol uruguayo recibió aportes, consejos, y debe haber recibido indicaciones fuertes de Casal. Me imagino que la llegada de Pasarella fue porque él quiso. Casal te traía el problema y la solución. ¿Quién lo pagaba? Lo pagaba él. Fue ganando poder, y eso fue lo que molestó al statu quo o a la gente que está acostumbrada a dominar en el país. A su vez creo que se ha movido con equilibrio en materia política. Ha sido muy cuidadoso en ese sentido. Y los clubes necesitados siempre tuvieron el apoyo de Tenfield. Algunos agradecieron con el voto, otros no.
¿Los votos no son comprados con esos apoyos?
No creo que haya estado en el origen de esto. Creo que es algo que se fue deformando. Cuando empiezan realmente la lucha de poderes. Pero la génesis fue otra, fue reivindicar al jugador.
¿Y cuando empiezan a comprar juveniles por monedas, de a montones, sacándoselos luego a los clubes para venderlos cuando tiene tres partidos en primera?
La reglamentación de la FIFA amparó. FIFA ampara al ser humano, al jugador, al ser individual. Está por encima del club. Y creo que es una equivocación de la FIFA, que tiene que haber un mayor equilibrio. Y creo que va a llegar. Porque fue un movimiento pendular, pasamos del dominio total de los clubes al dominio de los jugadores y sus representantes. Ahora se está volviendo a cierto equilibrio.
Tenemos clubes empobrecidos y empresarios ricos.
Es una frase hecha.
Muy bien hecha.
Pero no corresponde tanto a la realidad. En algunos casos sí. Pero honestamente prefiero a los contratistas uruguayos, que viven acá y que invierten acá, antes que esto que está pasando que es prácticamente una colonización del fútbol con gerenciamientos, cuyos orígenes desconozco, pero que vienen de muchos lugares y que se llevan a nuestros jugadores por monedas, dándole un golpe de knockout a los clubes de barrio, sociales, que tenían toda una historia y una trayectoria en materia de juveniles. River, Defensor, Danubio… Pero no es que esto solo pase en Uruguay, pasa en el mundo.
Los oligarcas rusos y los jeques árabes compran clubes como quien compra figuritas del Mundial.
La primera experiencia en Sudamérica fue en Chile. Tengo buenos amigos en Chile, y me dijeron que esas experiencias salvaron a muchos clubes, que eso fue lo bueno, mientras que lo malo fue que perdieron total conexión con la pasión del hincha. Vos elegís. Yo prefiero que siga la conexión pasional con el hincha y con el socio. Pero también es cierto que hay fuentes de trabajo que se salvaron o se mantuvieron un tiempo más con estas gerencias deportivas.
Un episodio muy sonado fue aquella famosa renovación del contrato de televisación a Tenfield aceptando una oferta inferior, en épocas de Figueredo.
No tengo mayor experiencia en este tipo de licitaciones, pero sí puedo decir, y tengo un testigo, lo que me dijo uno de los que firmó la propuesta superior a la de Tenfield. Fuimos por un tema comercial y salió el tema. “Menos mal que no ganamos”, me dijo, “porque esta plata no la podíamos pagar”. Sobre este tema te digo lo que me dijo una persona que firmó el documento por una cifra superior a la que ofrecía Tenfield. Después salió aquella famosa frase del contador Damiani, donde dijo que negociando con Casal había un valor agregado porque era alguien del fútbol, alguien que ya había ayudado a los clubes. Reconozco mis limitaciones para seguir avanzando en el tema. Lo que sí me impactó es que uno de los que firmó me dijo: “Menos mal que no salió”, porque no lo podían pagar.
¿Por qué tenemos tantos jugadores de fútbol en Uruguay?
Porque no se escapa ninguno.
Somos tres millones.
Lo primero que habría que hacer es mentalizar a la gente de que solamente el 0.4% llegan a solucionar bien sus problemas económicos. Eso hay que metérselo a los tíos, a los padres, a los abuelos. Que no se enloquezcan. Podrás tener una vida digna unos años. Pero lo de hacer millones y solucionar los problemas de un par de generaciones es para un 0.4%. La ONFI (Organización Nacional de Fútbol de Interior), con los contratistas y los captores de jugadores, y los clubes de interior, que se han dado cuenta que pueden recibir recaudos, han hecho un tejido por el cual no se les escapa ningún jugador. Porque somos pocos pero en ese rubro hacemos las cosas tan bien que les sacamos diferencia a los otros y marcamos el asombro en el mundo. Por un lado o por el otro, rápidamente el buen jugador es captado, y cada vez más temprano. Ya a los ocho o nueve años está marcado el que se perfila como buen jugador.
¿El baby fútbol les hace bien a los chiquilines y a los futuros futbolistas?
El fútbol es una función social, integradora, inclusiva. Es de las pocas actividades populares por las cuales podés tener el sueño de un día llegar a cosas importantes. El fútbol es eso. Lo material me interesa, sí, pero lo miro de reojo. La gran función del fútbol es la social, y la mano de obra que genera, los trabajos y los empleos que genera, directos e indirectos. El baby fútbol está bien.
Se discute a veces si a esas edades fomentar la competitividad es sano.
La competitividad ha aumentado, pero para eso hay que hacer educación, y que les entre a los familiares la idea de que, de pronto, van a salir buenos jugadores. Pero que se preparen para el golpe si no.
Después los familiares se agarran a cuchillazos.
Ese es un caso. Ese mismo día había veinticinco mil padres y madres con los que no pasó eso. A veces hacemos una causa de la excepción. El baby fútbol cumple una función social, más allá de casos como el que mencionás en los que puede haber una extralimitación. Hay que mantenerlo y fortalecerlo. Y se trabaja muy bien.
¿Lo lúdico del chiquilín jugando no debería ser más importante que el resultado?
Comparto. Lo que pasa es que hemos confundido las etapas formativas y creemos que en esas etapas el resultado es indispensable. Y no es así. Los resultados van a llegar si esa etapa formativa se hace con consciencia, con cabalidad y con valores, donde los botijas entiendan que no se trata de ganar a cualquier precio ni de cualquier manera, sino que hay procedimientos y nobleza para llegar. Ahí es donde hay que hacer más énfasis.
Suena a Tabárez.
Es el Maestro, la tiene clara en ese aspecto. Él, con los años, se volvió muy pragmático, pero hay declaraciones suyas en las décadas de los ochenta y noventa donde hablaba de lo lúdico, del fútbol como espectáculo. Después fue ingresando más en la formación del individuo. Fue progresando en su discurso y fue calando muy hondo. Pero ya antes había gente que se daba cuenta de este fenómeno. Él fue el buque insignia, como lo es Bielsa, que no ha ganado mucho pero tiene una concepción del juego, del jugador, del mundo y del fenómeno fútbol que es para aplaudir a rabiar. Va más allá del resultado.
¿Por qué Tabárez tenía tantos detractores?
Por su estilo de juego, que era muy conservador, con planteles que podían ser más abiertos y competitivos. Pero era su estilo, y no le fue nada mal.
Lo que nunca se sabrá es lo bien que le podría haber ido siendo un poco más arriesgado.
Con como hizo las cosas sabemos que le fue bastante bien.
Tuvo como capitán a un “avasallante”.
Sí. Lo que pasa es que, como capitán, Lugano es flor de capitán. Como jugador es discreto, pero como capitán es flor de capitán. Estoy en las antípodas de él y hemos tenido algún encuentro, y sin insultarnos nos hemos dicho cosas. Pero como capitán, fuera y dentro de la cancha, en su momento, fue muy importante. Lo que pasa es que el fútbol es cruel, porque los técnicos se hacen esclavos de los jugadores. Es muy difícil encontrar un técnico que se escape a esa dependencia con el jugador. Dependen de los jugadores.
¿Dominan más los jugadores que los propios técnicos?
Lo que digo es que el técnico se tiene que llevar bien con los jugadores. Si no, la cosa no camina. Cuando el técnico empieza a enfrentar al jugador… El técnico tiene que persuadir al jugador, y llevarlo para su lado. El jugador necesita reconocimiento, y si el técnico no se lo reconoce pública o personalmente, entramos en un problema.
En el fútbol actual, con todos esos egos, eso debe ser difícil de manejar.
Está el ego personal y el ego del entorno. A mí me han tocado contratistas que me han pedido que participara en reuniones donde estaban los familiares de los futbolistas, y te puedo asegurar que cambiarías la visión sobre los contratistas y no los verías tan malos, dañinos y déspotas; sino al contrario, verías un perfil donde tienen que bancar un montón de cosas.
¿Hay cracks inflados por la prensa?
Lo que hay en los últimos años, sobre todo a nivel clubista y no tanto de selección, es una desesperación por tener cracks y fenómenos después de dos partidos.
¿Les exigen a los periodistas que los promuevan?
No digo que no, pero no me consta, y más o menos estoy informado y he estado en contacto con varias generaciones. No me consta.
A veces se ve que hay casos en que salen con un aura bárbara y después vuelven con la cola entre las patas.
Siempre les digo a los muchachos que no vendan humo porque después el golpe es peor. Si generás una falsa expectativa, le estás dando un golpazo al jugador, al club, al espectáculo. Vamos paso a paso. Puede haber excepciones, sí. Un Pato Aguilera, un Recoba. Un Ruben Sosa, un Francescoli. Ya sabés que van a ser fenomenales. Son excepciones. Pero la desesperación por tener buenas figuras nos hace generar falsas oposiciones, como decía Ortega y Gasset, una nebulosa que muchas veces no se cumple.
¿Ya fuiste a ocho mundiales?
Sí. Es muy particular explicar lo que hacíamos en los mundiales del 82 y el 86. En el 82 transmitimos el mundial en el Chuy, con una repetidora de Pelotas, que transmitía todos los partidos. Y en el 86 se juntaron Universal con Oriental y para muchos partidos fuimos a Colonia, donde en los hoteles agarrábamos el Canal 2, actual América, que estaba en La Plata. No fuimos al lugar de los hechos, pero por los trayectos y los traslados era como estar en el mundial, para la época. O más que nada la gente te hacía sentir que estabas en un mundial y que ellos no, y que vos eras el puente de comunicación. Y te tomaban en serio.
¿Fue solo por motivos económicos o fue por el avance de la tecnología que ahora mayoritariamente transmitan desde la televisión?
En el caso de la radio es un error inadmisible, y que puede llegar a ser un jaque mate, el no estar en el lugar de los hechos. Es un entregarse a la televisión. Y ojo que estoy eternamente agradecido con la televisión, donde estoy hace más de veinte años. Pero cada cosa en su lugar. Si en una radio vas a ser la repetidora de la televisión, no tiene sentido la radio.
El fútbol que se ve en la televisión no es el mismo que se ve en la cancha.
No tiene nada que ver. Es otro partido. Cuando hay un primer plano en televisión, el partido sigue. Corta la señal televisiva y al minuto se están agarrando a trompadas. He estado en lugares con sensaciones térmicas de cuarenta grados como las de Barranquilla o Maracaibo donde vos estás sufriendo como el jugador, mientras que acá lo ven con veinte grados, sentaditos, tomando un café. Son cosas completamente distintas. Sobre todo en comunicación. Si las radios van a repetir lo que dice la televisión, es un golpe mortal y no hay vuelta.
¿Cómo vamos al mundial? ¿Qué pronóstico hacés? ¿Te volvés pronto?
No, yo me quedo todo el mundial. Una de las cosas que hacemos en la radio con los mundiales o la Copa América es quedarnos hasta el final.
Así que no te importa cómo salga la selección.
(Risas) Me quedo hasta la final.
Pero es mejor relatando a Uruguay.
Ni hablar. ¿Cómo vamos? Yo voy con una expectativa media, racional. La selección uruguaya no va preparada de la mejor manera. Contamos con un buen técnico. Recién confirmamos que va a ir el profesor Ortega.
¿Importa tanto el profesor Ortega?
Desconozco. Sé que es un valioso profesional. Pero me guio por las declaraciones de los jugadores. Lo adoran, lo necesitan.
Pero la función del preparador físico, sin tiempo para la preparación…
Te entiendo, pero ellos lo quieren. Se sienten más a gusto con él, mejor preparados. No puedo ser más realista que el rey.
También llevan al cocinero que quieren.
Viste que los uruguayos son muy especiales en la convivencia. Todo lo que fortalezca esa convivencia, mejor. Voy con expectativa. Creo que no vamos preparados de la mejor manera. Vamos a sufrir como otras selecciones. Y si no entendemos que estamos en un pleno proceso de transición, es porque no entendemos nada. La defensa está en transición. La delantera está en transición. Son grandes referentes y figuras emblemáticas que se han puesto veteranos. Ya no rinden como antes. En el último tiempo, y no es crítica sino observación, porque centralizo mis energías en lo mejor para la selección, lo que hizo Cavani fue priorizar su interés de fichaje clubista antes que la preparación de mayor tiempo en ligas competitivas para estar en el mundial. Suárez, que removió el fútbol uruguayo y nos hizo vivir tres o cuatro meses increíbles, fue encerrado. Hizo unas declaraciones sin medir las consecuencias. Ya estaba hablando con varios equipos de otras ligas. El presidente de Nacional lo manejó muy bien y él recibió muy buenos consejos de sus amigos y familiares, teniendo además su ADN tricolor, pero fue encerrado. O venía a Nacional o quedaba no te digo que como un traidor pero sí como una persona fría, desagradecida con su club. A Suárez lo encerraron. Al estar en nuestra liga creo que…
Jugó mucho más de lo que hubiera jugado en otras.
Sí, pero no tuvo los mismos rivales, y el nivel de exigencia es muy inferior al de otras ligas. Y nosotros necesitábamos que Suárez hubiese llegado con mayor nivel de exigencia.
¿Si hubiera ido al Inter de Miami en Estados Unidos habría estado en un ámbito más competitivo que en nuestra liga?
Son otros rivales y es otra dinámica. Se corre más. El estado físico es superior. Pero ojo que también tenía otras ofertas de Europa. A pesar de que vibré y de que estos tres meses fueron de encanto, y que para las radios fue magnífico, yo hubiera preferido que…
Lo fue para el fútbol uruguayo.
En eso el presidente de Nacional, Fuentes, queda grabado en lo más alto de la historia del club. Pero en cuanto a la selección nacional me quedo con el beneficio de la duda. No sé si lo que hizo Suárez fue lo mejor.
O sea que en defintiva llevamos un montón de viejos. ¿Pero es la mejor media cancha que tenemos históricamente?
Sí, es formidable, tenemos un medio campo notable. Y ese medio campo puede bancar algunas carencias de adelante y otras de atrás.
¿La baja de Araújo se siente?
Se siente. Ya hasta como lateral derecho, que no es su posición, donde rinde más, nos estaba dando una mano. Depender de Godín y de Coates es complicado. Si Giménez está sano, va a ser una figura muy importante. Después tenés a Olivera por izquierda, y al Pelado Cáceres, que sabés que es polifuncional. El tema arriba es que explote Núñez.
¿Está muy verde?
Todavía no explotó. Está ahí. No sé si explota en este mundial. Capaz que sí, capaz se da.
Klopp dice que tiene un potencial bárbaro.
Klopp confió mucho en él, y creo que está bien. Llegamos medio rengueando adelante, pero ganarle a Uruguay va a ser difícil. Y vos entrás a la cancha, y tenés enfrente a Suárez y Cavani, o Cavani y Núñez, no es fácil para el contrario.
Inspiran respeto. Hay gente confiada porque en la serie enfrentamos a tres cuadros a los que ya les ganamos en mundiales anteriores.
Sí, algunos lo toman como revancha, pero no, nada que ver. Es otro campeonato.
No va a ser otro Uruguay-Ghana como el de 2010.
Eso es para un guion para una película, fue algo increíble. Y ojo que estoy convencido de que no fue faul de Fucile, y que antes que Suárez tocara la pelota con la mano había dos offsides en la misma jugada.
Fue escabroso.
Pero no cambió nada, porque después fue todo tan fantástico… Después nos costó que Suárez no pudiera jugar en la semifinal. Pero ese espectáculo en sí… Porque no jugábamos solo contra Ghana sino contra un continente.
Contra un continente y contra la FIFA.
Mucha gente tendría que haber analizado más el tema. Era el blanco contra el negro, en situaciones límites. Influyeron muchos temas culturales, temas que van de generación en generación. Pero se ve que lo pienso yo solo, porque no vi ni tres líneas hablando al respecto de esto.
No hacés pronósticos, entonces.
No. Voy con expectativa, y con mucha expectativa por América.
Con Brasil, ¡qué querés!
Como Europa es la que manda y es la que nos encajó esta basura del VAR… Si hay algo que América tenía que rechazar, y no por apología a violar los reglamentos, era el VAR.
¿Porque la picardía es un rasgo nuestro?
Porque no lo sentimos. ¿Los jueces en América son todos tarados, incapaces? En América bajó el nivel de los jueces de cancha, y el nivel de los jueces de VAR es muy malo. Acá hay muchos que se quieren hacer los modernos con que llegó la tecnología para instalarse. ¿Sabés cuándo sos moderno? Cuando no herís la esencia del deporte. Cuando la herís sos un retrógrado, y tirás para atrás todo lo que avanzaste. Esto del VAR le viene bien a Europa.
¿Los offsides de una uña van contra la esencia del fútbol?
Es de locos. Se pierde la esencia y la sensibilidad. Los espectadores están en la tribuna y no saben lo que está pasando, no saben si fue penal, offside o roja.
Gritar el gol cinco minutos después.
Y con el desgaste emocional que significa para el equipo beneficiado o perjudicado por el VAR. Hay partidos que han cambiado radicalmente por una decisión del VAR. Y en América no somos tan torpes para no saber dirigir un VAR. Y sin embargo en América el VAR está en crisis, porque un error en VAR significa treinta y cinco errores de un juez en tiempo real. Acá hay mucha plata en juego, y a mí no me vienen con el verso. Primero, el VAR no está en todas las ligas, no está en todos los partidos de un mismo campeonato. Es inequitativo. Tiene que haber mucha plata atrás del VAR, además. Plata que debería ir a las federaciones más pobres, a las ligas formativas, a los exjugadores. Son muchos millones. Nos vendieron que el VAR iba a evitar la polémica y no evitó un carajo.
Cambió la polémica.
Y el VAR se impone después de que estuviese comprobado que los aciertos de los jueces superaban el 90%. No es que los jueces erraban en la mitad. Así que tampoco se explica la aplicación del VAR cuando el margen es tan estrecho.
Alguien dijo que era para evitar los elefantes, y terminó evitando las hormigas.
Ahora en Qatar vamos a ver un VAR notable. Después, en Asia, en África, en América va a ser deplorable. Es lo que quieren. Y volvemos al tema: todos los dirigentes asalariados de la FIFA no se oponen. Los jugadores no sé en qué mundo están, y no reaccionan tampoco. Si no, vamos a llegar a lo peor, como me lo dijo Castrilli en Rusia. Me dijo que lo mejor es que mande el VAR siempre, en todo. Vamos a eso.
¿No tendría que ser como en el básquetbol, donde el equipo que se siente perjudicado pide la revisación de determinada jugada?
Hay acciones para revisar, como si la pelota entró o no entró.
Para eso alcanza con el chip.
O si fue penal o no. O agresiones arteras que violenten la sensibilidad humana. Ahí sí, que intervenga el VAR. Y ahí nos quedamos. El VAR es el triunfo de los intolerantes, de la gente que no tolera que en tiempo real el juez pueda cometer errores. Comete aciertos y comete errores. Es el triunfo del intolerante. Y lo peor es que hay gente bienintencionada que busca la justicia, pero han llevado todo a un extremo tan grande que me quedo con una frase de un periodista argentino que dijo: “A vos te gusta el VAR, a mí me gusta el fútbol”.
¿Vamos a volver al fútbol donde Atilio García y Obdulio Varela puedan sentarse juntos en la tribuna a ver un partido?
No, porque la sociedad está brava.
¿Intolerante?
Hay mucha intolerancia. Estaba viendo las manifestaciones frente a la sede del ejército brasileño, con los grupos de Bolsonaro pidiendo un golpe de Estado que no deje asumir a Lula. Hay una intolerancia tremenda y el fútbol no escapa a eso. Soy un tipo optimista y trato de tirar puentes de comunicación para todos lados. Doy el primer paso. Pero en este tema de la convivencia estamos mal. Y no son la mayoría, pero creo que hay actores políticos en nuestro país que están dando un pésimo mensaje. De todos lados.
En Inglaterra se pudo. ¿Por qué acá no?
Ahí cometimos un error grande. ¿Sabés lo que pasó en Inglaterra, que ojalá no pasara acá? Cuando vos ingresabas a un estadio perdías tus derechos constitucionales. Pasabas a ser un número, un sujeto pasible de lo que fuera. Perdías tus derechos a reclamar, a denunciar a un policía que te había llevado en cana por error a vos, o te pegó y vos no tenías nada que ver. Ante semejante circunstancia, los que iban se cuidaban mucho porque no había nada legal que los protegiera. El precio era muy alto.
Igual se armaban afuera.
Lo máximo que podés hacer es correr la violencia de los estadios. Pero después…
En Argentina se siguen masacrando afuera.
Hay gente vinculada a la Policía que prefiere tener a los revoltosos controlados en un estadio antes que en los barrios y en las plazas, porque no tienen forma de empezar a ir para un lado y para el otro. Prefieren tenerlos concentrados, que entren por acá y salgan por allá, los llevan, los vigilan…
Igual acá pasan cosas increíbles, en Boston River contra Peñarol, o en clásico con la tribuna engrasada. Estamos en la época de las cámaras de identificación facial…
Lo peor de todo es que después no se aclara nada. Empiezan los sumarios y las investigaciones y nadie aclara nada. ¿Volverán a sentarse los Atilio y los Obdulio? La veo difícil. Que vuelvan a respetarse sí, pero no veo esa otra convivencia. Fijate las consecuencias cuando Gargano y Suárez cambiaron las camisetas en el clásico. Ahí están las consecuencias. Gargano sentado en el banco de suplentes. No entra ni que haya hepatitis en todo el plantel. Las señales que se dan son muy embromadas.
En un partido sin público se arma un lío de hinchada, como en Peñarol contra Boston River. Son los dirigentes y los allegados inmediatos, fácilmente identificables. No es una multitud.
Se ha sacado puntos y no arreglamos nada. Tampoco con las desafiliaciones. Hay advertencias, faltas, multas económicas.
Listas negras.
Y no arreglamos nada. Es un tema de educación, de convivencia, un tema que está instalado en la sociedad del que el futbol no está ajeno. A veces le pedimos demasiado al fútbol. Queremos que tenga una organización, una convivencia y un bienestar superior al resto de la sociedad, y no lo va a tener.
Un Ministerio del Interior propio.
No lo va a tener. El esfuerzo lo tenemos que hacer. Y hay que hacer mucho esfuerzo desde los medios de comunicación.
Hay mucho manijeo también.
Desde los medios de comunicación hay que actuar con mucha madurez. Con pasión, pero con límites y valores. Si no tenés eso, va a ser muy complicado.
¿Por qué los periodistas deportivos nunca dicen de qué cuadro son?
En mi caso la tengo clarísima: no necesito hacer terapia con ese tema. Me desmarco. No todos, pero un gran porcentaje de los periodistas que han dicho de qué equipo son recibieron al poco tiempo medallas de esos clubes por ser socios de veinte, treinta o cincuenta años. Antes que lo sepa la muchachada, la barra, la gente, lo dicen ellos. Y son muchos los casos. Y te soy honesto, en mi caso no tengo necesidad. Me crié entre Atilio y Obdulio. Me crié con mi padre, que me llevaba a ver la Reserva y la Primera de Nacional.

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