La mentira se instaló en el debate público en muchas geografías del mundo, y en la nuestra hace sus intentos, dañando la calidad institucional de nuestra democracia. Definitivamente, algo parece haber cambiado en la acción política. Hoy actores políticos, a cara descubierta y sin disfraz, se presentan con un discurso planificado que va más allá del debate y se resbalan hacia fabulaciones ajenas a la verdad, a manipulaciones burdas, la mentira simple y llana.
En algunos casos, la degradación del discurso y del debate político, tiene su invención local, pero en muchos casos responden a alineamientos espontáneos, y en otros parecen más institucionalizados. A veces, se trata “apenas” de subirse a una moda, a incorporar un lenguaje novedoso, y por ello mismo, adquirir cierta notoriedad. Pero en rigor, en el fondo de la cuestión, se trata de alineamientos, de relacionamientos y de exploraciones ideológicas cuya utopía no pasa por la profundización de los derechos y las condiciones generales de vida, sino por una mirada de lobo solitario, alienado y que a título expreso reniega de la acción política.
Es tiempo de tomarnos el asunto más enserio y hacer una aproximación que nos permita caracterizar el fenómeno. Hay que salir de la anécdota y observar el fenómeno concreto.
Una lectura nueva
Estas mismas preguntas son las que impulsaron a Nathan Crick, un investigador estadounidense, que ha explorado “en los medios de comunicación, los movimientos sociales, el ascenso del fascismo, sus métodos de propaganda y la práctica de la pedagogía democrática y la creación de sí mismos” y compilarlas en un solo libro, titulado “La retórica del fascismo (retórica, cultura y crítica social)”, de 296 páginas, editado por la Universidad de Alabama.
Crick nos advierte que el fascismo ha resurgido como uno de los problemas más apremiantes de nuestro tiempo. La reaparición de partidos y de candidaturas radicalizadas o extremistas en diferentes democracias consolidades de Europa, del propio Estados Unidos y también en otras partes del mundo ha sorprendido a los analistas políticos y a los cientistas sociales, quienes comenzaron a advertir en esos fenómenos viejas prácticas y discursos propios de otros tiempos. Con moderación y algo de asombro, comenzaron a utilizar el término «fascismo» para describir movimientos que por momentos parecen rescatados del olvido, reformulándose estrategias que durante mucho tiempo se pensó relegadas a los márgenes de la retórica política, fundamentalmente luego de rescatada las sociedades de América Latina del terrorismo de estado y sus inhumanas represiones. Pero estos trece académicos que recopila Crick enfrentan un fenómeno que no se reduce a aquellos regímenes estatales del pasado ni menos aún a intentos marginales de trasnochados uniformados. No, “el fascismo prospera hoy como un fenómeno retórico globalmente autocreciente y autopropagador con una variedad de rostros y expresiones”.
En la Retórica del fascismo se define e interpreta los “dispositivos persuasivos comunes que caracterizan el discurso fascista para comprender la naturaleza de su atractivo perdurable”. Al abordar el fascismo desde una perspectiva retórica, este libro complementa las comprensiones políticas y sociológicas establecidas del fascismo como movimiento o régimen. Un enfoque retórico estudia el fascismo menos como un partido al que uno adhiere que como un conjunto de estrategias persuasivas que éste adopta. Así, el fascismo emergente en este siglo XXI se propaga precisamente porque no es una entidad coherente. En cambio, advierte el recopilador, existe y reformula como una colección difusamente unida, y a menudo contradictoria, de trayectorias persuasivas que han alcanzado suficiente coherencia para movilizar y canalizar las pasiones de una masa autoconstituida de individuos. Y estos núcleos crecientes y expansivos, alcanzan una textura emocional sin correlación argumental, sin relación entre el discurso y la realidad.
Los capítulos iniciales de Retórica del Fascismo se centran en las teorías generales del fascismo rescatadas de la historia y la teoría del siglo XX. En esos capítulos se investigan figuras históricas significativas y su relación con la retórica contemporánea, centrándose en el arsenal retórico propio característico de la retórica fascista. Hay una suerte de leit motiv o de hilo común presente en cada capítulo, y es que los dispositivos fascistas son atractivos porque se presentan en un idioma familiar de nuestra cultura, incluso como reflejo expresivo de una frustración contenida, que se manifiesta amenazante y verbalmente violento. Su desarrollo es envolvente, seductor. Algo así se exponía en la película La Ola, basada en el experimento de la Tercera Ola. Pero esto no es un experimento, es la realidad. En este fenómeno, a medida que la seducción colectiva avanza por un dispositivo a la vez, casi sin percibirlo, descubriremos que pronto estos núcleos pasan a ser parte de algo mayor, de un movimiento, o una campaña que impulsa a actuar de formas y conductas que nunca hubiéramos imaginado.
Por ejemplo, crean un saludo de pares, a utilizar camisas blancas. Pero La Ola comienza a generar conductas autónomas, en particular, actos de vandalismo, desafiando la autoridad del profesor. Esta alerta temprana data del 2008. Pero ya estamos en el 2023, quince años después.
Cambiar las preguntas…
La historiadora Heather Cox Richardson nos advierte que “los líderes no tratan de persuadir a las personas para que apoyen soluciones reales, sino que refuerzan la autoimagen de fantasía de sus seguidores y los organizan en un movimiento de masas”. Ryan Skinnel nos lo dice con otras palabras, igual de claras: “la verdad tiene que ver con el poder; Y mentir no es mentir si fortalece el movimiento. El objetivo final en la verdad fascista, entonces, no es tener los mejores hechos empíricamente viables. El objetivo es demostrar autenticidad y compromiso con el movimiento, para llegar a la verdad esencial del mundo por cualquier medio necesario”.
Quizás haya llegado la hora de reformular las preguntas sobre la realidad para encontrar las respuestas que la reflexión y el análisis nos revelen. Ya sabemos que las cosas no son alentadoras, pero no esperemos a última hora para reaccionar.
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