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Montevideo surrealista por Alejandra Waltes

Montevideo surrealista por Alejandra Waltes
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De imagen austera, el Cabildo de Montevideo, que albergó durante los siglos XVIII, XIX y XX funciones administrativas y judiciales siendo protagonista de importantes acontecimientos políticos, sociales y culturales, el mismo cuyos subsuelos aún siguen siendo cofre de tesoros por descubrir, alberga en este momento, en dos de sus salas, la instalación surrealista “El museo del viento” diseñada por Marco Tortarolo, quien seleccionó los objetos exhibidos de entre los pertenecientes al acervo del Museo Histórico Cabildo. Esta experiencia inmersiva puede disfrutarse hasta el mes de octubre de lunes a viernes entre las 11 a.m. y 5:45 p.m. o los sábados de 11 a.m. a 5 p.m.
100 años del Manifiesto Surrealista Guillaume Apollinaire, cuyo nombre real era Wilhem Albert Wlodzimierz Apolinary Kostrowitzcky, inventó la palabra Surrealismo y creó oficialmente la corriente literaria en 1917 en una carta al poeta Paul Vermeé al calificar su propia obra “Las Tetas de Tiresias” de “drama surrealista”. A partir de entonces, se convirtió en un término usado con frecuencia por André Breton y los colaboradores de la revista “Literatura”. La pintura surrealista aparece en escena a partir de la exposición de 1925 en la Galería Pierre en París, con artistas como Arp, Max Ernst, Man Ray, Klee, Girgio de Chirico, Miró o Pablo Picasso, a los que pronto se sumaron Dalí y Magritte. En el Manifiesto de 1924, Breton expresa que el Surrealismo es un puro automatismo psíquico por el cual se intenta expresar, verbalmente o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral. En un continente sumido en el caos, consecuencia de la Gran Guerra, el Surrealismo proponía una teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre por medio de la revolución. No es un movimiento con unidad de estilo, sino una serie de investigaciones de artistas individuales, cada uno con un estilo propio. Resumiendo lo escrito en otras ocasiones, la base teórica del movimiento fue la interpretación de los sueños de Freud e incorporó la experimentación de los métodos del psicoanálisis, ejemplo de ello fueron la escritura automática y los cadáveres exquisitos en la literatura. Dentro del Surrealismo se establecieron dos tendencias: el Surrealismo figurativo, que se sirvió de los convencionalismos de la perspectiva del Renacimiento para mostrar sorprendentes escenas (Dalí, Óscar Domínguez, René Magritte) y el Surrealismo abstracto, fiel a los manifiestos, cuyos artífices inventan universos figurativos personales (Joan Miró, Max Ernst). Todos los artistas que pertenecieron a este movimiento fueron considerados “degenerados” por el régimen nacionalsocialista alemán y muchas de sus obras corrieron la misma suerte que las obras de Otto Dix antes y después de la muestra de 1937. “En 2024 se cumplen cien años del Movimiento Surrealista, esta exposición no es un homenaje, pero ese dato no está aquí por casualidad. El misterio, la paradoja, el azar, la provocación, eran parte de sus recursos expresivos.” dice el texto curatorial de la muestra “El museo del viento”. Marco Tortarolo, quien se desempeña en el Museo Cabildo como técnico restaurador e integrante del equipo de Conservación, propone un proyecto de curaduría cada dos años aproximadamente. Nos comenta que ““El Museo del viento” es un proyecto que tiene unos años “madurando” antes de llegar a la sala de exposición. Es un desafío, una muestra casi sin obra plana. Sólo objetos. Un diálogo con el legado surrealista, evitando caer explícitamente en la efeméride o el homenaje.”. Veinticinco años de trabajo en museos (“Museo Juan Manuel Blanes” y “Museo Histórico Cabildo”) y habiendo estudiado Filosofía (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación | FHCE-UDELAR) sumados a su sensibilidad son la combinación que le da las herramientas para resolver esta muestra y las anteriores. Sobre el concepto que hay detrás de esta instalación, que parece una escena congelada de cualquiera de los dos libros en que Alicia es la protagonista, dice: “Me interesa el «surrealismo natural» de los museos de pueblo. El orden museográfico de esos museos, casi gabinetes, que pueden verse desde ciertos cánones y estandarizaciones globales, como ingenuos, sin embargo, guardan una lógica que a veces se le escapa al académico. Respeto y aprecio esos museos chicos de pueblo y un poco de eso también quise traer con “El Museo del viento”.” En el texto curatorial que aparece en la página web del Museo puede leerse: “Un poema de Jorge Luis Borges acompaña este breve encuentro con los objetos y sus fantasmas. En él puede haber una clave.”
INVENTARIO
Hay que arrimar una escalera para subir. Un tramo le falta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
sino lo que amontona el desorden?
Hay olor a humedad.
El atardecer entra por la pieza de plancha.
Las vigas del cielo raso están cerca
y el piso está vencido.
Nadie se atreve a poner el pie.
Hay un catre de tijera desvencijado.
Hay unas herramientas inútiles.
Está el sillón de ruedas del muerto.
Hay un pie de lámpara.
Hay una hamaca paraguaya con borlas, deshilachada.
Hay aparejos y papeles.
Hay una lámina del estado mayor de Aparicio Saravia.
Hay una vieja plancha a carbón.
Hay un reloj de tiempo detenido, con el péndulo roto.
Hay un marco desdorado, sin tela.
Hay un tablero de cartón y unas piezas descabaladas.
Hay un brasero de dos patas.
Hay una petaca de cuero.
Hay un ejemplar enmohecido del Libro de los Mártires de Foxe, en intrincada letra gótica.
Hay una fotografía que ya puede ser de cualquiera.
Hay una piel gastada que fue de tigre.
Hay una llave que ha perdido su puerta.
¿Qué podemos buscar en el altillo
sino lo que amontona el desorden?
Al olvido, a las cosas del olvido, acabo de erigir este monumento,
sin duda menos perdurable que el bronce y que se confunde con ellas.
Jorge Luis Borges
Marco moldurado con perfil de mujer _Fines S. XIX. (Este marco de espejo fue instalado en la abertura de la puerta que comunica ambas salas.)

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