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Nuestra historia de una ballena

Nuestra historia de una ballena
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El pasado sábado 1° de octubre comenzó la segunda edición de “Nuestra”, Festival de Dramaturgia Uruguaya impulsado por el INAE. Como se señala en el librillo que acompaña las funciones, son diez los espectáculos que integran el Festival, seleccionados por un jurado integrado por: Jorge Denevi, Silvia Viroga y Leonardo Martínez. El Festival se lleva adelante hasta el viernes 7 en funciones únicas que incluyen autores tradicionales como Victor Manuel Leites y Taco Larreta, autoras ya consagradas en las últimas décadas como Raquel Diana y Marianella Morena, a un teatrista multifacético y con gran capacidad de trabajo como Marcel Sawchik y a colectivos que ya no delimitan tanto el rol de la dramaturgia sino que trabajan más colectivamente como Ciclón Teatro, Grupo de Teatro de Biblioteca Rodó, El paraíso llegó al Metaverso y los espectáculos dirigidos por Mateo Altez o Christian Uria y Magalí Bandulich.
Por otro lado los espacios que serán habitados por el Festival son: el Teatro Circular (Historia de una ballena, 1/10), Casa Caprario (Yo soy Fedra, 1/10), Brian Ojeda estudio (Marosa, 2/10), Centro Cultural Florencio Sánchez (Alta la noche, 2/10), La Cretina (Doña Ramona, 3/10), Sala Verdi (Tal vez mañana mi olvido tenga forma de familia, 4/10), Sala Lazaroff (El paraíso llegó al Metaverso, 5/10), Sala Atahualpa de El Galpón (Yo en Laurencia, 5/10 y El tigre del río, 7/10), Auditorio Vaz Ferreira (Las maravillosas, 6/10). Como se ve también es variado el espectro de espacios que contienen esta edición del festival.

Historia de una ballena

“Escribir es recordar esos momentos en que pasó algo extraordinario y se volvió a ir” (Raquel Diana)

El Festival comenzó con la función de Historia de una ballena, de Raquel Diana, quien también interpreta a la protagonista del monólogo: “una actriz perdida en el escenario, empeñada en hacer la función a pesar de haber olvidado casi todo”. En el transcurso del unipersonal la precariedad con la que trabaja y crea el colectivo de artistas teatrales es protagonista, pero en particular la propia experiencia vital de Diana aparece en destellos luminosos. La actriz y dramaturga nos confesaba hace cuatro años (Voces N° 592): “el trabajo del actor es la continuidad, en cualquier país, el actor tiene que pelear por la continuidad, porque vos estás dos o tres años sin trabajar y moriste, de muerte total, la gente no se acuerda, te mira y se queda pensando”. Esas palabras venían como parte del un balance negativo del paso de Diana como parte del equipo de la Dirección de Cultura de la Intendencia. La decisión de asumir esa responsabilidad la alejó de los escenarios, y el costo de esa decisión afectó directamente su carrera, algo que integra, aunque de forma sutil, Historia de una ballena. En las discusiones con la “voz en off” no escasean las dudas sobre las “patrias” de Diana, sobre los proyectos colectivos y algunos horizontes que nuna llegaron, pero cuando la actriz parece que va a caer en escepticismo se rebela, y vuelve a izar sus banderas. La propia selección musical de la obra, que incluye músicas de Patricio Rey y sus redonditos de ricota y del Indio Solari como solista, es una referencia a la biografía de Diana, marcada por la música de los redondos, que de hecho fue protagonista de uno de sus espectáculos (Banderas en tu corazón, 2002).
En ese sentido, si bien es claro que un artista siempre tiene algo autobiográfico en su trabajo, este parece ser un caso excpecional en la carrera de Diana, aunque ella matiza esta opinión: “Me parece que siempre escribí sobre mí misma como todos los artistas de todas las épocas. No participo de la escritura que tiene que ver con cierta pornografía del yo, es decir, hacerle creer al público que estás mostrando algo que no debería ver. No me gusta eso. Prefiero el sexo a la pornografía en términos generales (risas). Y ha sido la pandemia un tiempo de mucho sufrimiento, y después de ella también. Y estaba sintiendo la necesidad de mirar a los ojos esa desorientación y esa tristeza. De cuestionarme realmente para qué seguir haciendo teatro. Para qué público. Hablando de qué temas. Estamos en momentos en que hay una cultura hegemónica aún dentro del teatro, con unas propuestas que parecen ser las más reconocidas y se retroalimentan. Y no estoy ahí. No soy eso. La verdad es que tengo muchas preguntas, tengo muchos dolores. Escribí esto medio de corrido, motivada por la convocatoria de Dramaturgia Uruguaya. Había un plazo y me ayudó a concetrarme. Me ayudó a hacer algo que nunca había hecho que es escribir de corrido. Yo escribo con mucha premeditación, me preocupo mucho por la construcción del iceberg y dejo para el final las palabras que son ese poquito del iceberg que se ve. Pero esta vez escribí de un modo más cercano a la poesía, y finalmente el iceberg está ahí igual, aunque desde otro lado. Pero no hay una pretensión de estar yo más que otras veces. Estoy igual solo que pensando quizá en los compañeros y compañeras de teatro, en poder en vez de llorar y angustiarnos decir “pude pensar esto”. No tengo muchas respuestas respecto a la situación pero sí este modo amoroso de acercarme al asunto con berretines poéticos y a lo mejor casi sin querer es cuando pude, por le menos eso me han dicho, estar más directamente en contacto con el público”.
El espectáculo tiene momentos casi performáticos, de interacción con la platea, que remiten directamente a la forma en que se autopromocionan constantemente determinado tipo de artistas de ese “cultura hegemónica” teatral a la que hace referencia Diana. Pero también hay momentos poéticos, como el propio símbolo de la ballena. La actriz narra que hace muchos años tuvo la imagen de que con el transcurso del tiempo se iba “transformando en una ballena, rugosa, lenta, con arpones clavadas en el lomo, llena de crustáceos adheridos”. Pero por otro lado esa misma ballena es la imágen del destello creativo, porque “escribir es recordar el vuelo de la ballena” dice la protagonista del monólogo, y “escribir es recordar esos momentos en que pasó algo extraordinario y se volvió a ir” nos cuenta la dramaturga.
Diana compartió también que el trabajo fue abierto y que el equipo en su totalidad, completado por Claudia Sánchez, Roberto Andrade y Gerardo Bugarín, fue artífice del resultado. Pero agregó que, más allá de la configuración puntual de la función que vimos en el Circular, el espectáculo va a ir mutando y transformándose según el espacio y la platea en el que se presente. Esperemos pueda hacerlo a la brevedad, y que algunas ráfagas de dudas y cuestionamientos claros en el texto ganen protagonismo en la puesta en escena. Historia de una ballena, como toda buena creación artística, es una invitación al debate. Esperemos lo haya.

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Leonardo Flamia Periodista, ejerce la crítica teatral en el semanario Voces y la docencia en educación media. Cursa Economía y Filosofía en la UDELAR y Matemáticas en el IPA. Ha realizado cursos y talleres de crítica cinematográfica y teatral con Manuel Martínez Carril, Miguel Lagorio, Guillermo Zapiola, Javier Porta Fouz y Jorge Dubatti. También ha participado en seminarios y conferencias sobre teatro, música y artes visuales coordinados por gente como Hans-Thies Lehmann, Coriún Aharonián, Gabriel Peluffo, Luis Ferreira y Lucía Pittaluga. Entre 1998 y 2005 forma parte del colectivo que gestiona la radio comunitaria Alternativa FM y es colaborador del suplemento Puro Rock del diario La República y de la revista Bonus Track. Entre 2006 y 2010 se desempeña como editor de la revista Guía del Ocio. Desde el 2010 hasta la actualidad es colaborador del semanario Voces. En 2016 y 2017 ha dado participado dando charlas sobre crítica teatral y dramaturgia uruguaya contemporánea en la Especialización en Historia del Arte y Patrimonio realizado en el Instituto Universitario CLAEH.