El concepto de un mundo dividido en Occidente/Oriente tiene un origen en el nacimiento de la antigua Grecia, que dio origen a una de las características de lo que más tarde se definiría como Occidente: el arte de pensar y el contrapunto con la religión politeísta, no exclusiva de Grecia, pero en la que la democracia embrionaria se sintió cómoda.
500 años antes de la era cristiana, el legado de la sociedad ateniense comenzaba un largo camino en la historia de la humanidad, que reaparecería en Roma, desarrollando las ideas básicas del Derecho, que en el mundo actual está en la base de todas los países que adoptan la democracia como forma de convivencia social.
Asesinado Jesús y perseguidos los cristianos por parte del Imperio, la noción de derechos siguió creciendo dentro de la compleja expansión institucional de Europa, hasta atravesar la oscura noche de la Edad Media, y florecer en el Renacimiento, donde el amor por la sabiduría, de filos: amor, y de sophia: sabiduría, el individuo, recobra protagonismo. Leonardo, Miguel Ángel, Rafael, no solo estudian físicamente y colocan al individuo en el centro de las cuestiones sino que los pensadores griegos tienen un peso importante en la sociedad de su tiempo.
Si bien los griegos habían llegado a la conclusión sobre la esfericidad de la Tierra, y habían calculado casi con exactitud el diámetro de la misma, esos conocimientos se vieron frenado por la expansión del imperio romano y el oscurantismo medieval, pero vuelve a ser un concepto teórico que se confirma con el descubrimiento de América, y el viaje alrededor del mundo por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano. Una comprobación que había tardado casi 1900 años en ser una verdad indiscutible. Miguel Ángel, por su parte, fue el primer artista en separarse del mecenazgo para darle al artista la libertad de creación, cobrando por su trabajo, y adquiriendo notoriedad y reconocimiento propios.
Todo esto describe a Occidente. Occidente es el reconocimiento del individuo como el origen de toda actividad humana, un individuo social, como lo plantea Aristóteles. No hubo un camino único aunque sí un origen, basado en el pensamiento de la raza humana, y el reconocimiento de esos conceptos muchos siglos después, con las preguntas que más han inquietado a la humanidad. Aristóteles había afirmado, más de tres siglos antes de Cristo que “el hombre es un ser un ser social por naturaleza”, y esto se ha comprobado a lo largo de la historia, desde las cuevas de Atapuerca, hasta la complejidad social en nuestros días. La alegoría de la caverna, de Platón, tiene plena vigencia, en cualquier época de la historia de la humanidad.
Pero será la Revolución Francesa la que dé forma al pesado legado institucional al reinventar la república bajo tres premisas fundamentales: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Eso es Occidente. El pensamiento de la humanidad se ha identificado con esas premisas.
Uruguay ocupa el lugar onceavo entre todos los países del mundo en cuanto a solidez democrática, y la primera de las Américas. Debería provocar una identificación mayor de parte de la propia ciudadanía uruguaya. Pero no es tan así. Los jóvenes se siguen yendo, la lucha entre partidos se vuelve sucia y de poco nivel, algunos casos como el de Feldman, siguen sin respuesta, la corrupción se manifiesta desde las fotocopias que los funcionarios hacen para sí en la oficina, o las empresas del Estado, que siguen produciendo déficits sin sanción para los malos administradores del Estado.
Pero, es cierto, la democracia uruguaya no es una pesadilla para sus ciudadanos, la libertad individual es casi absoluta, como lo era a principios de los sesenta y, sin embargo, desarrollamos una guerrilla que el país no necesitaba, y todo por la confusión mental de un grupo que se sintió atraído por las acciones del hijo de un terrateniente cubano, que acabó en lo que es hoy Cuba, y Rusia, como soporte económico de ese experimento, frente a las costas del estado de La Florida, el lugar ideal para que la Unión Soviética asentara su influencia ideológica en toda la región.
Nos comimos la curva y si no terminó peor fue porque un grupo de tupamaros llegó a la conclusión que todo terminaría peor, y volvió a arriesgar sus vidas para desmontar la máquina de matar, contribuyendo a devolverle al país la tranquilidad perdida, y el ambiente en que los individuos pueden ser mejores ciudadanos y disfrutar de sus obras.
¿Por qué quienes defendieron la opción soviética, la dictadura del proletariado y se prepararon clandestinamente para cuando la ocasión se presentará, callan y se muestran indiferentes ante la invasión rusa de Ucrania? ¿Por qué aquellos lectores del libro rojo de Mao hoy siguen sin ubicar las piezas en el tablero, olvidando que esta China nació de purgas y fusilamientos, y hoy se presenta como el banquero del mundo, comprando con el producto de su mano de obra casi esclava, un buen pedazo del mundo, como parte de Tierra del Fuego, por ejemplo. La Argentina de los Kirchner, de Alberto Fernández (el que le abriría las puertas de Latinoamérica a los rusos).
¿De qué lado estamos frente a esta nueva encrucijada mundial? ¿Cuáles son los valores que defendemos? Putin acaba de destruir el avión en que viajaba Yevgueni Prigozhin junto al Estado Mayor del ejército mercenario Wagner, que dirigía el viejo amigo de Putin.
¿Así se arreglan las cosas en Oriente? Putin utiliza Novichok, un poderoso veneno para eliminar a sus oponentes, cuando no, aparecen suicidados, tras “saltar” por una ventana.
No nos comamos nuevamente la curva ¿No convendría elegir mejor el futuro de nuestros hijos?
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