PABLO BERGER: “Esta película me ayudó a reencontrarme con la gente que he perdido” por Martín Imer
El pasado jueves se sumó a las opciones en salas de cine Mi amigo robot, película española que supo dar un impacto en la temporada de premios al hacerse con el Goya a Mejor película animada y quedar nominada en los Oscars en la misma categoría. Estamos ante una cinta particular, sin diálogos, que nos sitúa en Nueva York en los años 70 y narra la historia de un perro solitario en un mundo de animales antropomórficos que decide comprar un robot para entablar un vínculo y sentirse más acompañado. La relación entre ambos es perfecta, construida en base a la búsqueda mutua de puntos en común, y el perro al fin siente que tiene un compañero ideal, hasta que un día el robot queda sin baterías en la playa. A pesar de intentar de todas maneras ayudar a su amigo, la misión se vuelve imposible y el perro debe abandonarlo, iniciando así una sucesión de eventos que impiden que vuelvan a estar juntos. Se trata de una película tierna, conmovedora e insólita que toda la familia puede disfrutar: los chicos se sentirán fascinados por los particulares personajes mientras los adultos podrán apreciar su sentido mensaje sobre los vínculos que se terminan, la aceptación y el melancólico recuerdo de los buenos tiempos.
Si esto le parece imposible de alcanzar sin diálogos, es porque desconoce la labor del magnífico director Pablo Berger, quien en 2012 sorprendió al mundo entero al estrenar la versión más lanzada y sorprendente de Blancanieves, la cual casualmente ese año ya había tenido dos adaptaciones cinematográficas más realizadas en Estados Unidos. ¿Cuál fue la diferencia de la versión de Berger? Una osada relocalización del cuento a la España del siglo 20, transformando a la protagonista en Carmen, una torera que termina junto a un grupo de artistas enanos debido a las acciones de su madrastra, una sensual y aterradora Maribel Verdú. Esa versión, en blanco y negro y con intertítulos en vez de diálogos, mostraba una imaginación rabiosa y un talento enorme para crear una narración que funcionaba tanto como un homenaje a los principios del cine como también resultaba una película innovadora, creativa y diferente, que merecidamente arrasó en los Premios Goya del año siguiente. En esta oportunidad el realizador vuelve a demostrar su maestría en este largometraje animado, rotundamente original y profundamente emotivo. En esta entrevista pudimos conversar en exclusiva con Berger, quien nos contó sobre el proceso de la película, sus temas, su primera experiencia con el cine animado y el uso de una canción muy popular para hablar de los temas centrales del film.
¿Cómo encuentras el cómic Robot dreams?
Lo encuentro en el 2010, un poco por casualidad. Yo colecciono novelas gráficas sin diálogos y libros de ilustración sin diálogos porque cuando mi hija era pequeña – ahora tiene 20 años, pero cuando tenía 2 años – yo quería compartir con ella mi amor por la lectura, entonces al no tener diálogos eso permitía que los dibujos la ayudaran a entender la historia. Tengo más de 100, casi 200. Lo compré en el 2010, me encantó, pero lo puse en mi colección, hice Blancanieves, hice Abracadabra, y un día como hoy estaba tomando un café, la saqué, la releí, me gustó como siempre, pero esta vez cuando llegué al final se me salieron lágrimas, estaba absolutamente conmovido por la historia, y esa fue la razón por la que dije ‘aquí hay una película, esto no es normal, que yo esté tan conmovido’, y te explicaré por qué me conmovió. Primero, porque yo visualicé la película, y segundo y más importante, porque me acordé de un montón de personas mientras leía la novela gráfica que ya no están conmigo, no están ni mis padres; he perdido a mis dos padres desde que leí la novela por primera vez, y uno de mis mejores amigos dejó de ser mi mejor amigo, entonces en el camino he perdido gente y esto, de alguna manera, hacer esta película, me ha ayudado a reencontrarme con ellos, y eso era importante. Y también pienso que habrá espectadores que cuando vean la película sientan algo parecido, quiero que el espectador que vea Mi amigo robot la haga suya.
Es una película en donde se siente esa pérdida, pero también hay una reconciliación con la pérdida. Es una película que trata también de poder aceptar la pérdida.
Yo creo que es muy importante. Es importantísimo porque, en la vida de un adulto, uno siempre se encuentra en el camino con la pérdida, pero hay que saber aceptarlas, no vivir la pérdida con rencor, siempre hay que mirar hacia adelante. Como bien has dicho, la aceptación es importante, y en esta película que habla del paso del tiempo también porque la película se desarrolla de septiembre a septiembre, es un año en la vida de los personajes, les pasan muchas cosas, eso hace que lo que estamos hablando se vea en la pantalla.
Esta es otra película sin diálogos, igual que Blancanieves. ¿Qué es lo que te atrae a ti como narrador de las películas en donde no hay diálogos?
Todo tiene que ver con el Pablo Berger cinéfilo, espectador. Yo antes que director soy espectador, y mi época favorita de la historia del cine son los años 20, la época dorada del cine mudo. Ahí directores como Chaplin, Buster Keator, Murnau, Abel Gance, Griffith, habían revolucionado el lenguaje cinematográfico, y para mí lo que habían hecho era hacer el cine algo mucho más poético, visual, sobre todo una experiencia sensorial, más que intelectual. Para mí la llegada del sonoro es un paso atrás, y como lo viví de una manera tan intensa con Blancanieves y vi que los espectadores vivían la película de una manera muy diferente a mis anteriores películas, entendí que tenía que ver con el estar escrita con imágenes. Yo creo que al igual que Mi amigo robot son experiencias sensoriales, al escribir con imágenes es una experiencia musical, el espectador se hace la película suya y de alguna manera empatiza mucho más con los protagonistas. El espectador se mete dentro de la pantalla, es casi una experiencia virtual, utilizando la tecnología más básica que es el cine.
Al respecto de la imagen, esta es tu primera película animada. ¿Encontraste muchas diferencias en relación a la acción real? Imagino que en Blancanieves podías pedirle a un actor algo específico, pero en el reino animado, no existe eso.
Yo cuando me enfrenté a la película tenía mucho miedo, pero no un miedo que me bloqueaba sino un miedo que era un aliciente. Me gustan los retos, me gusta que como director cada película sea un viaje a lo desconocido, me gusta que cada película que hago sea muy diferente a la anterior, pero sí que es verdad que pensaba que iba a tener muchas más diferencias que similitudes, y es lo contrario, tienen muchas más similitudes que diferencias entre la imagen real y la animación: es una cuestión de hacer sustituciones. En una película de imagen real yo trabajo con el director de foto, con el director de arte, maquillaje, peluquería, un equipo muy grande. En una película de animación eso se sustituye con un solo equipo, el equipo de arte, son todos dibujantes que tienen que dibujar todo lo que en una imagen real lo hace un montón de personas. La gran diferencia – sí, hay una fundamental – es que en una película de imagen real el director trabaja con actores y en una película de animación trabaja con animadores, y yo como director de actores que soy, ya sean de imagen real o animadores, yo lo que busco son interpretaciones llenas de verdad, sinceras, únicas, originales, y mi experiencia en imagen real lo que me ha permitido es conseguir que los animadores consigan interpretaciones muy diferentes a las que habitualmente aparecen en el mundo de animación que normalmente suelen ser sobreactuadas. Aquí sin dudas en la película de animación tuve la ayuda de un director de animación, Benoit Feróumont, que había trabajo con el gran Sylvain Chomet en Las trillizas de Belleville, trabajó con Tomm Moore en El secreto de los Kells, tuve la suerte de que durante dos años Benoit Féroumont vino de Bruselas a trabajar conmigo en Madrid, y ha sido clave para conseguir una animación tan fluida y tan maravillosa y tan preciosa como es la de Mi amigo robot.
Hay un elemento clave en la emoción de la película que es la canción September. ¿En qué momento se te ocurrió incluirla en la película y hacerla parte fundamental de la relación entre los protagonistas? *
En el primer borrador del guion ya estaba, porque la historia se desarrolla de septiembre a septiembre, y necesitaba una canción bailable, funky, porque como bien sabes la primera vez que se escucha September es cuando Robot y Dog van a bailar con patines en Central Park, entonces enseguida me di cuenta que esa primera canción que escuchan juntos debería ser el leiv motiv o el tema de Robot y Dog, porque aparece en la película en versión piano, silbada, y aparece al final de la película de nuevo entonces se convierte en esa canción fundamental de ellos; cuando Robot o Dog escuchan la canción se acuerdan el uno del otro, y yo creo que con esto el espectador también se identifica. Yo creo que todos tenemos una canción que identificamos con otra persona querida, y para mí era importante que existiese esa canción, y en este caso es September. Sin duda el productor se asustó mucho cuando vio September en el guion por razones económicas, ya que a mayor popularidad, mayor costo de la canción, y los derechos de las canciones son carísimos en el mundo del cine, pero afortunadamente mis productores me consiguieron September y me siento muy afortunado. Además, hay una cosa fundamental con la canción, que yo no me di cuenta hasta que empezó la producción, y la editora de música me dijo ‘Pero Pablo, ¿te has dado cuenta que en las tres primeras palabras de la letra aparece el tema de la película? “Do you remember the 21st night of September?” (¿Te acuerdas de la noche del 21 de septiembre?), Do you remember (¿Te acuerdas?). Mi amigo robot habla de la memoria como un bálsamo para superar la pérdida y ahí en ese momento dije ‘Es esta canción o ninguna’ porque sin dudas es la que mejor representa el tema de la película.
*La canción September es interpretada por la banda Earth, Wind & Fire y fue lanzada originalmente en 1978.
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