Quien no conozca cómo funciona el socialismo de inspiración leninista, tampoco creerá que el régimen que gobierna la isla de Cuba desde hace 62 años sea una dictadura que ha utilizado la palabra “Patria”, palabra sagrada para los pueblos, en una especie de juego de la mosqueta. El verdadero propósito de Fidel Castro siempre fue disimular con su labia su origen oligárquico, para comportarse con la misma soberbia que su padre, el poseedor de 11 mil hectáreas.
Quienes seguimos las peripecias de la Revolución Cubana desde el principio del principio, desde que algún diario de Montevideo publicaba todas las semanas una historieta con los personajes que peleaban en la Sierra Maestra, con un entusiasmo pocas veces conocido en América Latina; desde que llegaban a Treinta y Tres grupos de cubanos representando al 26 de Julio, palpitamos con cada uno de los pasos que aquel movimiento armado dio, rompíendo los moldes generacionales, estéticos, militares. A nosotros también nos llegó el embrujo de aquel prestidigitador, al punto de convencernos a nosotros mismos que Montevideo era nuestra Sierra Maestra.
La historia real de la Revolución Cubana no es la de David contra Goliat, sino la continuación de una historia latinoamericana ligada a las oligarquías, a los golpes de Estado, y que tan bien han descrito José María Arguedas, Roa Bastos, Miguel Angel Asturias, Octavio Paz, el Vargas Llosa de “La fiesta del chivo”, pero como ninguno, tal vez, Valle Inclán que describió a uno, común a todos, en su “Tirano Banderas”. Frente a sí tenía a unos Estados Unidos que hicieron todo lo posible por equivocar el camino democrático para América Latina, y a su costado una Unión Soviética que hizo todo lo posible por promocionar la idea de las democracias populares, basadas en su ejemplo de partido único.
Cuba, férreamente sujeta por el puño de la familia Castro Ruz le ha sacado hasta la última gota de sudor a los habitantes de la Isla, que una y otra vez han intentado la acción armada, la gran mayoría de las veces en operaciones de infiltración o alzamiento digitados por la CIA. El régimen de los hermanos Castro no ha construido nada relevante para los cubanos. Las grandes obras resultaron un despilfarro de recursos innecesario, y, si se quiere, en lo único que Cuba ha demostrado creatividad y eficiencia ha sido en el terreno artístico, deportivo, y turístico. Nada nuevo, todo eso existía antes de la revolución, incluyendo la prostitución que el turismo restituyó a Cuba.
Es incalculable la cantidad de cubanos que han abandonado su “patria”, que, una vez en otro país, añorarán por años. Pero los que se quedan seguirán intentando irse por todos los medios posibles. Cuba está agotada, empobrecida, sólo abierta para los extranjeros que llegan con divisas. Pero algo parece estar cambiando. La protesta ciudadana, pacífica, es más y más frecuente.
Una canción, realizada en un videoclip que se volvió viral en una semana, muestra una cara de Cuba que debería hacer pensar a la izquierda latinoamericana, sobre todo por la reacción del gobierno de los Castro, que no demoró en calificar a los intérpretes del videoclip de “traperos”, “cobardes”, “ratas…” Algo que se repite sistemáticamente cada vez que alguien se atreve a cuestionar la mística revolucionaria. ¿Cobardes? Se podría pensar lo opuesto, porque la historia de la revolución es la historia de la marginación cultural, desde el principio, cuando Fidel Castro frenó las tímidas críticas de la intelectualidad cubana con una frase que determinó el estrecho margen que la revolución le asignó a quienes habían entendido que la revolución cubana se llenaría de libertad una vez derrocado Batista: “Con la revolución todo, contra la revolución, nada”.
El rapero Yotuel Romero, ex integrante del grupo Orishas, ha sido el creador de la canción y promotor del videoclip “Patria y vida”, acompañado por otros tantos cantantes, residentes en Cuba, Estados Unidos y España. El tema prendió inmediatamente, tanto en la isla como en las colonias de cubanos en el exterior. No tiene ningún matiz, es directo en su acusación al régimen que impusieron los hermanos Castro.
“No queremos Patria o Muerte”, como arengó Fidel Castro durante decenas de años, Yotuel Romero rechaza la idea de una patria asociada a la muerte. En su canción reclama Patria y vida. “No queremos la muerte para aquellos que piensan diferente, porque cuando se refieren a patria hablan de la suya, no de la de todos los cubanos. Estás conmigo, con los que piensan en la revolución, si no lo que te queda es la muerte: la muerte espiritual, la muerte sentimental, que te difamen, que te aíslen, que te vayas del país… Y por qué, si Cuba es de todos”, declaró Romero la semana pasada en España, donde fue recibido por diputados de varios partidos políticos, participando, además, de una teleconferencia con eurodiputados, presididos por la encargada de los Asuntos para América Latina, Dita Charanzová.
¿Dónde hubieran ido a parar los integrantes de Agarrate Catalina si hubiesen tenido la osadía de cantarle a Fidel Castro en la cara lo que le cantaron a Pepe Mujica, siendo presidente? La democracia uruguaya puede tener muchos defectos, pero la oposición tiene el derecho, y lo ejerce, de llamar al Ejecutivo a que dé cuentas de su política ante la pandemia, por lo de “las muertes evitables”, sin que al país provoque ningún cismo. Lo lógico es que quienes participen de esta clara ventaja ciudadana exijan a sus partidos reciprocidad ante los países que violan sin pudor los derechos de sus ciudadanos.
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