Como otros uruguayos de varias generaciones cuando desperté a
la vida política me encontré con que Jorge Batlle ya estaba ahí.
Recuerdo su campaña presidencial de la margarita de la lista 15.
Fue cuando logro imponer la reforma naranja de la Constitución.
No me olvido cuando lo estigmatizamos como el “infidente”.
Tengo presente la reunión con jóvenes en 1970 en casas de familia
donde aceptaba cualquier pregunta insidiosa de los participantes.
Con esa práctica lanzó en la campaña de 1971 su programa en
vivo por TV: “El pueblo pregunta y Jorge Batlle responde”
Aun veo las pintadas con alquitrán de los grupos fascistas en 1972
en los muros montevideanos exigiendo: Jorge Batlle al submarino.
Vino la noche autoritaria de la dictadura por largos once años y
constato que Batlle proscrito y sin un mango siempre estuvo aquí.
Volvimos a reflotar sindicatos, gremios y partidos con el regreso
de la democracia y vimos que Jorge Batlle todavía seguía ahí.
Pasaron elecciones, plebiscitos y reformas constitucionales y
muchas veces ganaron nuestros adversarios con Jorge Batlle allí.
Llegó en su quinto intento a la presidencia de la República y tuvo
tan mala liga, que le tocaron las siete plagas durante su mandato.
Pero es inevitable mencionar su definición del “estado del alma”
y que inició un difícil camino buscando la reconciliación nacional.
De vuelta al llano no le perdonó ninguna a la izquierda y fue un
moscardón molesto metiendo el dedo en la llaga, justo ahí.
Es increíble como puede un solo hombre largar tantas ideas,
plantear tantas visiones y sugerir tantas locuras al mismo tiempo.
Solo con él me ocurrió que, en determinado momento de la charla,
no saber de que me estaba hablando por el nivel de erudición.
Fue después de cuatro horas de intentar convencerlo de hacer un
libro sobre su vida, a lo que se negó en forma irreductible, él
estaba para hablar del futuro no de la historia y no lo saque de ahí.
Creo que con su muerte se cierra una época de nuestro país.
Y nos deja a todos seguidores y adversarios con un sentimiento
de orfandad, ¿quien nos va a hacer calentar con sus propuestas?
Diga que nuestro ateismo nos impide pensar en otra vida, pero
nos surge la fantasía de que este viejo iconoclasta y pícaro debe
estar haciéndole un guiño a Seregni mientras le hace una broma a
Wilson, al tiempo que se delata con una estruendosa carcajada.
Alfredo García
Editorial de VOCES, nro. 540 – 27/10/2016