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¿PORTERA ABIERTA PARA EL TURISMO?

¿PORTERA ABIERTA PARA EL TURISMO?
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Se acerca la temporada turística y existe gran preocupación por cómo se desarrollará con la situación de pandemia. El turismo equivale a ingresos de aproximadamente dos mil millones de dólares anuales y es un gran generador de empleo. ¿Cómo se debe encarar el ingreso de turistas extranjeros? ¿Podemos aceptar y después controlar a turistas provenientes de Argentina y Brasil, origen de la mayor cantidad de visitantes que recibimos año a año? ¿Hay que priorizar la economía frente a la salud? ¿Cómo estimular el turismo interno? ¿Se debe quitar impuestos a la industria hotelera y gastronómica? ¿Hay que ofrecer descuentos a los uruguayos? ¿Se bajarán los precios? ¿Puede el turismo interno compensar las pérdidas del sector como para mantenerlo en funcionamiento?

 

La situación esta complicada por Martín Forischi

 

Entre los uruguayos en general, no solo los que hablamos de política, éramos pocos los que esperábamos que el Gobierno se manifestara en el marco de la pandemia con la medida de exhortación respecto al confinamiento voluntario; confinamiento que hoy en día se ha vuelto una restricción a discreción, ya que es de público conocimiento que la gente en la calle hace lo que quiere.

En su momento el Gobierno de turno dio sus pareceres y se decidió por la cuarentena voluntaria, y en un momento dado se detuvo en una serie de aspectos tomando medidas que valoré en su momento, como la suspensión de clases, aunque no pienso desdecirme con respecto a aquello que vengo mencionando de que sin vacuna la mejor medida es la obligatoriedad.

Deteniéndonos en el turismo, en un momento coyuntural de ese sector en el Uruguay y viendo un poco de televisión europea, el verano allí estuvo bravo; y pensando en nuestra temporada, al desestimar la entrada de turistas extranjeros, tendríamos una pérdida de ingresos por 350 millones de dólares aproximadamente.

En los últimos días veníamos contando que el sector turístico intentaba reunirse, y manifestábamos que, con la proximidad de la temporada, la posibilidad de una reunión se iba a sostener. La cuestión fue que la reunión se llevo a cabo entre el Ministro de Turismo y los interesados en el sector turístico, confirmándose que solamente tendremos turismo interno, sin perjuicio de que la noticia hoy es que Lacalle Pou tomará una decisión esta semana.

Sigo creyendo que la situación del Uruguay esta complicada, y una temporada estival con cierre de fronteras pone en crisis al sector turístico; pero analizando y hasta pensando por un momento en correr riesgos con la posibilidad de fronteras abiertas, ¿cuál es el país que más turistas aporta a nuestras costas? Argentina. Tomemos de ejemplo al argentino que masivamente viene, el de clase media – alta, y tomemos como ejemplo que percibe un sueldo de 200 mil pesos argentinos, cuando éste llega a Punta del Este y pasa por un cambio, le van a dar 20 mil pesos uruguayos, con ese dinero no puede sostenerse 15 días en la península.

El sector turístico uruguayo necesita certezas, y como progresista particularmente se me ocurren algunas medidas, como ser una línea de crédito destinada para reactivar el turismo local y así evitar poner en riesgo más puestos de trabajo de los que ya perdimos. Otra buena medida pensando en Montevideo, sería un subsidio a la industria hotelera a través del MIDES para que los hoteles Pymes de la ciudad den la asistencia alimentaria en sus establecimientos a esa población carenciada, y así una serie de medidas que se podrían explicar con mayor detalle, pero esperemos que se le ocurran al Gobierno de turno.

 

Aguzar la imaginación por Max Sapolinski

Hasta el momento Uruguay logró llevar adelante las medidas preventivas frente a la pandemia de tal forma que es reconocido por todo el mundo. Eso no implica desconocer que nos mantenemos en una situación que amerita no descuidarnos. Los números de los últimos días demuestran que el peligro no sólo no se ha alejado, sino que puede incrementarse si no tenemos los cuidados necesarios y mantenemos la conducta apropiada.

En ese marco, el ingreso de turistas pasa a ser uno de los principales problemas a encarar ante la proximidad de la temporada estival y nos obliga a tomar las medidas que aunque dolorosas sean las más prudentes.

Parece claro hoy más que nunca que la salud de la población se ha constituído en un valor superior a ser protegido.

No permitir el ingreso de turistas, en particular los provenientes de la región, será un precio sumamente alto a pagar por la economía nacional. Sin embargo, el valor superior a salvaguardar aunque difícil de cuantificar se debe imponer sobre las pérdidas que se avecinan.

Es por eso, que en las actuales circunstancias, se presenta como altamente improbable y poco deseable posibilitar el ingreso de turistas en la próxima temporada. Por lo menos en las circunstancias que todos conocemos y que son siempre tan anheladas por todos los operadores.

Esos operadores, las autoridades y el país en general deberán asumir el compromiso que la hora nos impone. Si bien la ecuación económica no es la misma, deberemos incentivar el turismo interno, que será beneficiado por el cierre de las fronteras de los destinos internacionales que los uruguayos suelen frecuentar y por el ansia general por poder disfrutar del ocio ante el stress provocado por la pandemia.

Para ello, todos debemos aguzar la imaginación para generar beneficios que presenten como nuestros tradicionales destinos como apetecibles a la población local. Esto se traduce en multiplicar beneficios, fijar precios en forma responsable y posibilitar por parte de los organismos públicos ventajas que puedan ayudar al gran objetivo común. La flexibilización de los plazos de vigencia de incentivos fiscales al turismo interno que se aplican en temporada baja no sería un aporte menor.

Un gran costo estamos pagando por todas las derivaciones provocadas por la pandemia. Sin duda, hasta que no terminemos con este flagelo, seguiremos pagándolo. Lo está haciendo toda la humanidad. Esta es la hora de no perder de vista cuáles son los objetivos superiores, sabedores que provocan pérdidas económicas, pero que, si se asumen las obligaciones con responsabilidad, las mismas serán menores que si en forma ligera las descuidamos por un beneficio efímero.

Nunca más vigente que hoy la frase de Abraham Lincoln: “No se puede escapar de la responsabilidad del mañana evadiéndola hoy”

 

BANDERA ROJA por Leo Pintos

 

No ha de ser sencillo estar hoy en los zapatos del presidente de la República. En fechas próximas el gobierno deberá optar entre la salud de la economía y la de la gente. Entre continuar una política sanitaria, que en apariencia ha sido efectiva, o tomar acciones en pos de una recuperación económica que aparece como impostergable. Cierto es que al menos el gobierno tiene el atenuante de que ni siquiera los científicos saben donde están parados, y menos aún los gobernantes. Sabido es que la ciencia debe generar comprensión, no provocar miedo, pero el mundo entero parece haber sucumbido ante el vértigo de unos números que dicen mucho sin decir nada. A más de diez meses del inicio de la pandemia, nadie parece saber a ciencia cierta cuántos murieron por covid-19 y cuántos con covid-19, y probablemente jamás lo sabremos. En nuestro país el impacto de la enfermedad ha sido limitado, y el gobierno no parece estar dispuesto a hipotecar esa imagen de eficiencia que muestra al mundo y que le ha servido para mantener una imagen positiva en el exterior y sobre todo, fronteras adentro. Basta ver lo que sucede en países desarrollados para comprender que no es posible el confinamiento, la restricción de movimientos y menos aún el impedimento de actividades económicas a nivel masivo. La realidad demuestra que los ciudadanos no responden de la misma manera ante llamados de atención o prohibiciones por riesgos no percibidos como tales, y que aún en aquellos países en el que las medidas se respetaron, el paso del tiempo conspira contra ello. En nuestro país se tomaron decisiones cuestionadas, ya sea por permisivas o prohibitivas. ¿Por qué la Expo Prado sí y el fútbol no? ¿Por qué reuniones de gobierno en las que no se aprecian medidas de distanciamiento y reuniones privadas no? El problema es que cada vez que se toman medidas sin un fuerte respaldo científico ni divulgación razonablemente justificadas, la confianza de la población en las autoridades sanitarias cae, lo que puede llevar a muchos incumplimientos en otras medidas que sí se justifican. En el mundo prácticamente todas las medidas sanitarias fueron dirigidas a restringir el ocio, y en general todo lo relacionado con la actividad juvenil, en el campo lúdico y educativo, cuando la población de riesgo está en el otro extremo. Cualquiera diría que en el mundo sólo se tomaron medidas cosméticas que podrían venderse fácilmente a la población para simular que se estaba realmente estudiando la situación y actuando para mejorarla de verdad. Ante ese panorama se debe decidir qué hacer con la temporada estival, sabiendo que es generadora de fuentes de empleo y de ingresos. Pero sabiendo también que los turistas se marchan y queda el virus. El gobierno debe ser coherente y mantener la restricción de ingreso al territorio, no porque la enfermedad realmente signifique un riesgo latente para la población, sino porque si se es coherente con las medidas tomadas en 2020, ante un aumento de la prevalencia de covid-19 se vería seriamente amenazada la educación, algo que debe evitarse a cualquier precio.

Abrir o no abrir; ¡qué dilema! Por Rodrigo da Oliveira

 

Se ha escuchado referirse a la posible ampliación de la venida de turistas allende fronteras como a una apertura de las mismas. En puridad, nuestras fronteras están abiertas, con algunas restricciones, pero abiertas. El límite seco con Brasil nos viene dando algunos problemas sanitarios (sobre todo en Rivera), el límite con Argentina muestra porosidades varias, no necesariamente ilegales.

Hay dudas, notorias dudas, respecto a ampliar la recepción de visitantes estivales y sobre cómo debe actuarse en caso de tomar esa decisión sobre una materia que tanto pesa en nuestra economía. Tanto pesa eso que en definitiva es exportación de servicios por parte de nuestro país, así como pesa esa misma importación en personas que habitualmente salen de nuestro territorio para vacacionar y que en esta etapa no lo harían, o lo harían en una proporción muy menor.

La diferencia es menor de lo que parece, se maneja en términos de algo menos de dos mil millones de dólares en dineros que quedan en nuestro país contra mil trescientos millones de dólares que se van hacia el exterior, por el mismo concepto. Los uruguayos vacacionamos fuerte afuera, aunque no lo parezca.

La gran pregunta que surge es: ¿y la situación sanitaria? ¿Cómo compadecer la necesidad de divisas del sector con el cuidado hacia toda la población, que tanto trabajo y sacrificio ha costado y cuesta a tantos?

Trabajadores independientes e/o informales, personal poco calificado, menores de 25 años y mayores de 50 son los grandes afectados por la situación a nivel personal. Empresas de servicios, hotelería, catering, fiestas, solo por citar a algunos de los más afectados a nivel empresarial.

Algunas medidas de reducción impositiva anunciadas por el gobierno argentino hacia su turismo interno hacen que comparativamente quedemos muy por fuera de los costos del consumidor promedio. Eso nos dejaría disponible al turismo de alto nivel, que habitualmente nos elige.

¿Pero vendrán a instalarse y permanecerán encerrados como indican las normas sanitarias actuales para ingresados a territorio nacional?

¿Alguien querrá venir a perderse tal vez la mitad de sus días de estadía en estas tierras, metido entre las paredes de un hotel o una casa?

¿Será suficiente con apostar al turismo interno, al de siempre más el que no saldría de nuestros límites en esta temporada, como harían habitualmente? Se comenta que son muchas las reservas y las consultas por alquileres en nuestras costas hechas por no residentes, para esta temporada 20-21. ¿Cómo llevar adelante el máximo aprovechamiento posible de extranjeros que igualmente pretendan venir a veranear acá, también convocados por nuestra propia situación sanitaria, sin perder la misma?

Complejas horas se les acercan a nuestros gobernantes, atrevo a decir que el más difícil periodo de toda esta pandemia.

Medidas propuestas, ideas e intenciones, muchas. Posibilidades reales de mantener el delicado control que hemos logrado de esto, pocas. Necesidades financieras, demasiadas.

Ojalá resulten iluminados los tomadores de decisiones, nos va demasiado en ello.

Qué así sea.

 

 

Primero la salud por Fitzgerald Cantero Piali

Desde el 13 de marzo, junto al buen manejo que ha llevado el gobierno de Ela pandemia, quedó claro que primero está la salud de la población y luego la economía.

Hay dos formas de abordar el tema, desde la demanda, es decir, desde todos los que deseamos y necesitamos tomarnos un descanso. Y desde la oferta, desde todos los operadores turísticos -los más castigados desde el punto de vista económico- que necesitan abrir y ocupar sus instalaciones. La importancia que tiene el turismo en nuestro país, está fuera de discusión. No recibir a turistas extranjeros, es casi letal para la industria. Pero una vez más, debemos ser creativos y atemperar un impacto que será notorio.

¿Será posible que se abran las fronteras para tal fin? Muy difícil. En momentos de escribir estas líneas, Uruguay alcanza su récord diario de contagios. Los vecinos -desde donde llega la mayoría de los turistas- están en una explosión de casos que no ha cesado desde el día uno. Ojalá que la situación mejore rápidamente y protocolos mediante, podamos estar recibiendo a buena cantidad de turistas. Pero por ahora es solamente una expresión de deseo. Una vez más: primero está la salud, eso es claro y tampoco admite dos interpretaciones. La salud también necesita de trabajo, de recreación y de descanso.

Ante una realidad que se asoma muy compleja para el sector, el desarrollo de un plan agresivo para la dinamización del turismo interno se impone. Estoy seguro que el gobierno viene trabajando en él desde hace rato, junto con los operadores privados y las autoridades de los gobiernos departamentales. Así como a nivel general, el Ejecutivo ha demostrado capitanear muy bien el barco en la tormenta, asesorándose con académicos de prestigio mundial, el turismo no será la excepción.

Pasada la temporada, se harán los balances de rigor. Si podemos combinar el descanso y los servicios, con un movimiento económico acorde a los bolsillos de los uruguayos, que permita mantener viva a las empresas turísticas, diremos que la temporada, en la nueva realidad, no estuvo nada mal. Dependerá, entonces, de las políticas públicas, de los esfuerzos del sector privado y del aprovechamiento de los servicios que hagamos los turistas internos.

 

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