No se sabe lo que puede pasar en las próximas elecciones argentinas, pero sí hay algo que ya se sabe: Argentina está quebrada. El gobierno que sea electo tendrá que hacer un milagro para no hundirse en el barro que dejó el kirchnerismo. La batalla actual de Cristina Fernández de Kirchner no es presentar una salida para el pueblo argentino sino una salida para sí misma de la infinidad de hechos delictivos en los que estuvo involucrada. Ya tiene una sentencia de seis años de cárcel sobre la causa de obra pública. Está pronta la presentación de la llamada causa “Cuadernos”, en la que está documentada toda la operativa, con testigos y evidencias abundantes de cómo procedía la familia Kirchner para acumular la enorme fortuna que llegó a acumular. Todavía quedan otras siete causas que demuestran como dirigía una organización delictiva perfectamente identificada.
En esta semana hubo un acontecimiento en el que la presidencia de nuestro país fue protagonista, y que tiene que ver con lo expresado en el párrafo anterior. Lula, en su intento de dejar atrás los estruendos que produjeron las coimas de Odebrecht en todo el continente, y, por supuesto, también en Brasil, invitó a los presidentes latinoamericanos a que lo acompañasen a una jornada de reflexión en Brasilia, que, en los hechos, se tradujo en dos finalidades: intentar que su amigo Maduro vuelva a la comunidad de países de la región donde la oposición tiene derecho a existir, y refundar la UNASUR, de la que Uruguay se alejó por serias discrepancias con el gobierno de Venezuela.
Por supuesto que América Latina no es el paraíso donde los derechos escritos en las constituciones y las leyes sean respetados en su totalidad. En el nuestro se respetan y así está reconocido por las Naciones Unidas, pero el régimen de Maduro está en las antípodas de Uruguay. Seguramente una parte de nuestro país estuvo de acuerdo con Lula en prohibir la emisión en vivo de las opiniones de Luis Lacalle. Seguramente no lo inviten más a escuchar las loas a la UNASUR. A esa nueva institución, fundada en 2004 por Hugo Chávez, con el propósito de integrar un bloque de países representados por Rafael Correa, Lula, Evo Morales, y Néstor Kirchner. Nació para buscar el desarrollo de un espacio común integrado en lo político, social, cultural, económico, financiero, medio -ambiental, así como en las infraestructuras en la región.
Hugo Chávez eligió a su sucesor cuando su vida ya se extinguía, pero ni Chávez, con sus famosas “exprópiese” consiguió que Venezuela creciera (salvo en reprimir a la oposición) No pudo hacer de su poderosa industria petrolera una palanca que pusiese a Venezuela en el primer mundo, sino que consiguió el milagro de fundir a dicha industria, que contaba, y cuenta, con las mayores reservas petroleras del mundo. Ya es tarde, cuando en Venezuela haya un gobierno democrático, el petróleo será mala palabra.
Rafael Correa se mantiene lejos de Ecuador, donde ha sido condenado a ocho años de cárcel por la llamada causa “Sobornos”, con la que mediante extorsión a empresarios conseguía financiar su partido “Alianza País”. Además, también se lo ha condenado con otros ocho años de inhabilitación política. La Corte Nacional de justicia de Ecuador, con razón o sin ella, ha librado una orden de captura internacional. Correa reside en Bélgica, en lugar desconocido. En Ecuador hay desorden, el propio Correa lo alienta, pero no es un país donde un expresidente no pueda organizar su defensa, tanto ante la justicia ecuatoriana como ante las instancias judiciales internacionales.
Lula estuvo preso, y sin tomar en cuenta su verdadera implicancia en los cargos por los que fue procesado, bajo su presidencia tanto el “mensalao” como la corrupción que desarrolló Odebrecht, el Partido de los Trabajadores, y otras empresas que expandieron sus ganancias fabulosas tanto en Brasil como en la mayoría de los países latinoamericanos, se desarrolló durante su presidencia. El discutido juez Moro le imputó cargos que lo llevaron a la cárcel, donde permaneció durante 580 días, siendo liberado tras un fallo del Supremo Tribunal Federal en el que revocó sus condenas, afirmando que a Lula no se le habían respetado sus derechos durante el proceso. Fue todo muy rápido y con pocas repercusiones, sorpresivamente. Se habló de un acuerdo ante el desastre de Bolsonaro, que estaba socavando el buen nombre de Brasil ante un presidente extremo, copia y pegue de Donald Trump.
Los otros dos fundadores de la UNASUR, Evo Morales y Néstor Kirchner también estuvieron vinculados a hechos de corrupción, y se aprovecharon del poder que les dieron las urnas para enriquecerse ilícitamente como para limitar y eliminar los derechos constitucionales de la oposición.
¿Refundar esa UNASUR? ¿Para eso Lula montó esta reunión de presidentes sin micrófono? Eso es juego sucio y hacer los mandados a países con gobiernos con una larga historia de partido único y enriquecimiento ilícito. Ni China ni Rusia hablan de socialismo ni democracia.
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