Distintas teorías del comportamiento electoral suelen explicar el voto. Como en la vida, hay varias bibliotecas, basados en diversas motivaciones. Desde la identificación ideológica, factores psicológicos, partidarios o el efecto de las campañas electorales. En este momento todo esto está sobre la mesa de los comandos de campaña.
En Uruguay, no solo se dirime la competencia entre los partidos. Estas banderas siguen siendo un factor de peso en la decisión del voto. Pero cada uno de estos modelos también ejerce en mayor o menor medida su influencia sobre los votantes. Nuestro mejor proxy para ver cómo ha evolucionado esa intención de voto son las encuestas. Por ello analizamos nuevamente en este espacio los datos actualizados de intención de voto por partido. Esto nos da pie para echar un vistazo al panorama que se le presenta a cada fuerza política, y en particular a cada candidato.
Lo que ha mostrado la última encuesta de Cifra es muy consistente con los resultados que arroja el análisis agregado de encuestas. El Frente Amplio mantiene y hasta amplía levemente su ventaja sobre los demás competidores. Dependiendo de cuánto capte de los indecisos puede estar muy cerca de una mayoría parlamentaria. Esto se explica mayormente por un retroceso del Partido Nacional y los socios menores de la coalición que no parecen cambiar una tendencia que los coloca muy abajo en las encuestas. En cambio, el Partido Colorado se mantiene en una tendencia que parece ser de claro crecimiento. Si se compara bloque versus bloque, vemos que la oposición saca ventaja en esta campaña electoral. Si lo pensamos desde el voto económico y desde la evaluación de la gestión, resulta llamativo que la valoración de la gestión de Lacalle Pou no necesariamente se traduce en votos a los socios de la coalición. Por eso también es importante la comparación por bloques, lo cual no es ninguna novedad en el análisis de la política uruguaya. A esto hay que agregar que difícilmente los partidos de la coalición puedan retener en una eventual segunda vuelta muchos de sus votantes, al tiempo que deben salir a conquistar a aquellos que no depositaron su confianza en octubre.
En otro nivel, hay que tener en cuenta que cada candidato juega su partido en esta carrera electoral. Veamos.
Ante el actual escenario, para el Frente Amplio no hay incentivos para cambiar la estrategia de evitar cualquier tipo de instancia hostil, léase, entrevistas con periodistas incisivos o debates. Yamandú Orsi se ha mostrado como un candidato que no tiene la solidez discursiva de Vázquez o la habilidad de improvisación de Mujica. Pero puede ser un fiel representante del uruguayo promedio, no solo por su nombre nativo, sino por la cercanía que transmite. La campaña electoral como herramienta de persuasión le sienta muy bien en este sentido. Calza bien para el candidato pero sobre todo para una militancia que suele ser muy activa y viene valentonada desde la interna. A su vez, pese a no ser un líder de partido, Mujica se ha encargado de mover las piezas para que el Espacio 609 le inyecte la solidez política al candidato. Para despejar cualquier duda respecto al potencial catch all del Frente Amplio se adelantaron en anunciar a Gabriel Oddone como eventual ministro de Economía, una señal clara para los mercados y los indecisos.
Del otro lado ya adelantábamos en anterior nota las dificultades de la conformación de la fórmula en el Partido Nacional. Hasta el momento ese brusco movimiento de piezas en la fórmula no logra levantar la intención de voto de un partido que quedó dañado en su reputación. En este sentido no es antojadizo que ante la idea de ofrecer a la ciudadanía un “segundo piso de transformaciones”, desde el comando del Frente Amplio se responda con un slogan que alude a la “honestidad”. Es como meter el dedo en la llaga. En otro orden, la presencia en la campaña de un personaje como “tribilín”, en tono de clara burla al candidato del Frente Amplio parece facilitarle las cosas a la oposición. No por el personaje en sí que resulta anecdótico, pero en lugar de mostrar moderación la señal es de una confrontación bizarra.
Por otra parte, en filas del Partido Colorado se respira optimismo. En principio el desafío es lograr ampliar su bancada legislativa y aportar a un nuevo triunfo de la coalición. Pero si bien los sondeos de opinión pública muestran cierta ventaja para la oposición, también generan la expectativa sobre la fórmula Ojeda-Silva, cada uno con un sector considerable que los respaldan. De todos modos la diferencia respecto al Partido Nacional sigue siendo amplia para el tiempo que resta hasta las elecciones. Al igual que en otro momento las figuras disruptivas fueron Sartori, Manini Ríos y Talvi, en esta oportunidad es claro que Ojeda se lleva la nominación a la novedad. Volviendo al tema de los modelos de comportamiento electoral, la campaña electoral puede ser un buen catalizador de votos para el Partido Colorado. En tanto, Pedro Bordaberry, tal como era de esperar, puede estar disputando parte del electorado conservador con blancos y cabildantes.
Cabildo Abierto y el Partido Independiente concurren a esta instancia con libretos bien distintos. Manini Ríos ha ejercido un liderazgo que ha llevado a su partido a la confrontación casi permanente con el presidente. Ha sido también un socio incomprendido en varias de sus propuestas, la más clara el tema de los deudores. Ha sabido diferenciarse y ahora está por verse si la estrategia da sus frutos. Lo contrario le sucede al Partido Independiente, su líder y ex ministro Pablo Mieres ha sido una figura leal, impulsora también de varias ideas y posturas ante los temas. Pero no es claro que haya logrado construir una identidad propia dentro de la coalición. En el mes que resta de cara a las elecciones la campaña electoral puede ser vital para definir cuál será el escenario de competencia que tendremos de cara a un eventual balotaje.
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